Katya y su curiosidad
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por kimmy.
Tenía 13 años y estaba cursando el último (8vo) año de educación básica (primaria) y por instrucción gubernamental se impartía a todos los alumnos de este nivel en el país, clases de educación sexual para evitar embarazos no deseados a tan temprana edad, ya que muchas niñas mas o menos a esta edad entran en periodo de fertilidad experimentando su menarquia (primera menstruación).
Era nuestra primera clase de este tipo en la hora semanal de “orientación” que ocupamos con el profesor jefe para organizar actividades propias del curso, ver que alumnos van mal en que ramos y si es necesario cambiar de compañero de banco (escritorio) para ayudar a mejorar sus calificaciones, ver problemas de disciplina y cosas así.
Con un proyector nos mostraron diapositivas de dibujos de genitales tanto masculinos como femeninos, indicando los nombres de las partes de cada uno y también dibujos de disección transversal de ambos mostrando las partes y conductos interiores de cada cual, y para finalizar un corte en longitudinal de una cópula o coito. Y como en un principio se extendió mucho otro asunto del cual tratábamos con el profesor, el tiempo se hizo poco para esto último que estábamos viendo y sonó el timbre que anunciaba el final de la hora y como de costumbre salimos todos corriendo a recreo dejando hablando solo al profesor, y la clase que venía de vuelta era otra con otro maestro, nuestro profesor jefe se quedó sin poder terminar de explicarnos.
Me quedó dando vueltas la cosa en la cabeza, si bien explorándome con mis manitas ya me había excitado y masturbado en varias ocasiones, nunca me dio la curiosidad por mirarme como era mi cosa. Y en este caso la clase envés de tranquilizar mi curiosidad, la encendió de golpe así como en un chasquido de dedos, es más el morbo se apoderó por completo de mi mente y solo pensaba en mi sexo, el pene de un hombre y en la penetración misma.
Mis padres son separados, viviendo yo obviamente solo con mi mamá. Y ella se ha visto en la necesidad de tener que trabajar, puesto que mi padre no nos da lo suficiente o más bien le pasa a mamá solo para mis gastos, debido a esto por las tardes quedo sola en casa.
Llegué a casa y me sentía demasiado inquieta, lo poco que nos alcanzo a enseñar el profe, quedó dando vueltas y vueltas en mi mente. Ni siquiera almorcé, lo primero que hice fue tomar un espejo de mano, sacarme mis calzoncitos, arremangarme el jumper sentándome en la orilla de mi cama y separando mis piernas me dispuse a observar mi curiosa vagina, realmente era muy parecida a la que nos mostraron, por la única excepción que la mía tenía casi nada de bello púbico apenas unas pelusitas, tuve que abrirla con dos de mis dedos en forma de tijera para poder apreciarla en toda su magnitud. Teniendo mi mano ahí no pude evitar el seguir tocándome mientras con la otra mano afirmaba el espejo para observar mi rosada vagina sometida a las caricias de mis inquietos deditos.
Recordaba los dibujos observados e iba tocando cada una de las partes indicadas, reconociéndome a mi misma, pasé por mis labios interiores tanteando que son carnosidades alargadas que recorren por ambos lados casi toda la parte interior de mi almeja y que solo se ven al abrirla, los pellizqué y los estiré para sentir su elasticidad y consistencia, luego me dediqué a mi clítoris que está casi justo donde se unen estos primeros y un poco más arriba del uréter por donde sale mi orina, lo sobé y masajé hasta que se me puso duro. Ya estaba mojadita, así que me metí un dedo en la vulva para sentir el tejido cavernoso y en verdad se sentía con el relieve que se apreciaba en el corte observado en clases, pero quería mirarlo, cargué mi dedo hacia un lado para tratar de ver algo por su costado, pero mi elástica vulva se iba para allá mismo y no alcanzaba a ver nada, metí la punta de dos de mis dedos separándolos dentro, pero el pequeño espacio entre ellos era muy oscuro y quedaba en lo mismo.
Ya habiéndome manoseado suficiente estaba bastante excitada y sin pensarlo comencé a masturbarme con el mango del mismo espejo con que me estaba observando, si bien era algo cilíndrico que se asemejaba más a un pene que dos de mis dedos, no tenía su propia temperatura y se sentía algo raro.
Momento en que me estaba aburriendo de mi improvisado juguetito, entra Tomás el perro de la casa, es un kiltro (mestizo) de tamaño mediano y de pelaje corto, que recogimos de la calle cuando era cachorro. Ya me había cerciorado de cómo era mi vagina de hembrita, y ahora a mi alcance tenía un aparato reproductor masculino, si bien no de un hombre, si de un macho.
Bajé de la cama hasta el piso tal como estaba, arrodillándome lo tomé por el pellejo del lomo para que no se moviera y poder observarlo bien. Sus testículos eran redondeados con corto y poco pelo que dejaban ver su rosada piel, y no colgaban como los peludos de humano del dibujo, los toqué suavemente y Tomás se quedo tranquilo. Luego observé su pene que era bastante largo, nacía desde sus mismos huevos pasando por su entrepierna llegando casi hasta la altura de su ombligo, diría que unos 16 centímetros, pero la mayor parte de ese recorrido su prepucio estaba pegado a la piel de su abdomen.
Por curiosidad no pude evitar tomarlo, tanteando que no era muy grueso quise verlo de más cerca, soltando la mano con que lo tenía sujetado por el lomo, agachándome hacia delante quede apoyada sobre mis rodillas y una mano, mientras con la otra seguía investigando. Eche su forro hacia atrás para ver su glande y sorpresa que me llevé al percatarme que no tenía, y su punta se parecía a la de un lápiz labial, también vi que era tan grueso como uno de mis pulgares, lo hice más hacia atrás para ver que tan flexible era su piel y que tanto más asomaba, llegando a tener fuera un poco más de dos terceras partes de su rojizo y delgado miembro.
Momento en el cual hace un par de movimientos arqueando su espalda para arriba y empujando sus caderas hacia delante, me asusté pensando que se había molestado y lo solté de su miembro, lo cual aprovechó el muy pillo para ganarse en mi retaguardia y montarse a mi espalda. Esto me sorprendió de sobremanera, pero no me asusté analizando la situación en un par de segundos, Oh!! Tomy quiere copular conmigo!! Qué se sentirá al experimentar un coito?? Será rico??…., me imagino que si!! Su pene no es muy grueso!! Me lastimará?? No creo!!……, mientras su verga daba de puntazos por mi entrepierna y resbalaba por entre mis glúteos, se sentía muy calentito y resbaloso, eso me agrado y terminó por desatar mi lujuria.
Así que juntando un poco mis rodillas que las tenía bastante separadas le di un poco más de altura a mi cola, bajé más mi tronco apoyándome en mis codos para quedar en mejor ángulo, como si supiese lo que había que hacer, pues ya en esa posición el miembro de Tomás ya solo daba picotones en los alrededores de mi vaginita, como pude crucé mi antebrazo izquierdo paralelo a la línea de mis hombros para no perder el equilibrio y con la otra mano tomé el espejo que estaba en el piso para ver que pasaba.
Alcancé a enfocar por entre mis piernas hacia arriba, percatándome que la verga de Tomy había engrosado bastante, por lo que tomé aire como para gritar porque pensé que me iba a doler, pero no fue así, y en el siguiente envión me la metió casi toda y en la sucesiva embestida se perdió toda su herramienta en mi interior, prosiguiendo con un frenético vaivén que hacia golpear sus testículos contra mis labios exteriores, quedado todo el pellejo de su prepucio arremangado en la entrada de mi vagina, sentía tan rico que el aire que había tomado lo liberé en un prolongado y libidinoso suspiro de placer.
Tomás quería entrar aún más en mí, tanto así que me jalaba con una fuerza increíble por mi cintura, quedándose colgado de mí, estaba literalmente montado en mi anca sus patas traseras estaban en el aire, pese a soportar todo su peso yo estaba gozando a más no poder. Percibía que su miembro llenaba por completo toda mi cavidad vaginal, lo que me hizo preocupar cuando logré ver por el espejo que entre la entrada de mi vulva y la funda arremangada del pene del perro, solo una especie de manguera de carne del espesor de mi meñique unía su sexo con la base de sus testículos, pensé que se le estaba cortando y se le iba a quedar en mi interior.
El temor pasó cuando sentí a Tomy eyaculando, su verga palpitaba de una manera muy especial y un caudal de vida contenido en un caliente líquido inundó mi útero, esto acentuó las sensaciones que me invadían en ese momento y estalle en un profundo y exquisito orgasmo, el primero de mi vida, fue tal la emoción que me embargó que rompí en llanto, nunca, nunca, nunca jamás en mi vida había experimentado algo igual, fue algo increíble que no se como describirlo.
Desde que Tomás me penetró hasta que comenzó a eyacular, no deben haber pasado más de 5 intensos y gozados minutos. Y luego durante el tiempo que duró su evacuación mi orgasmo iba aumentando en intensidad, tanto que perdí la noción del tiempo y no sé cuanto duro eso, pero lo que si sé es que quedé colmada de placer mientras duró, hasta que el palpitar de su miembro comenzó a disminuir lentamente. Y en un momento inesperado para mí, el perro hizo una contorsión sobre mi anca, girándose y tirándose para atrás de tal manera que sentí que su pene saldría con todos mis interiores a la rastra, haciéndome gritar del dolor y el susto.
Quedando pegados culo con culo, y yo suplicándole a Tomy que no tirase más, lo que al parecer entendió, pero no del todo porque a ratos igual jalaba, por lo que para asegurarme agarré firmemente su cola por sobre mi espalda manteniéndolo pegado a mí. Ya estando tranquilo, volví a gozar de la sensación de su verga en mi vagina, apoyé mi frente en el piso y con la mano que me quedaba libre, la pasé por entre mis piernas y fui a curiosear a ver que pasaba ahí atrás, palpando la manguera que nos mantenía unidos y al dirigirme dentro de mi vulva, una especie de bola dura de carne obstruía el paso y era la que se había trabado en la salida, manteniendo atrapado el resto del pene de Tomás.
Pese a que no sabía que hacer, no estaba preocupada que me fuesen a pillar, pues tenía todo el saldo de la tarde por delante. Y en lugar de afligirme y desesperarme, me las di a estimular mi clítoris aprovechando los líquidos que escurrían del tan controvertido coito, alcanzando un nuevo orgasmo que me estremeció por completo, por lo que tuve que soltar la cola del perro para poder afirmarme y no caer hacia un costado, lo que éste aprovechó para de un puro tirón, en un gran ¡¡FLOOAPP!!, descorcharme mi ahuecada vagina.
Observé su gran pedazo de herramienta colgándole, e instintivamente fui a tocar mi cavidad, que estaba proporcionalmente dilatada al instrumento que acababa de salir de ella. Nunca pensé que siendo yo tan pequeña, algo tan grande cabría en mí.
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