La curiosidad y su perro le dieron un final feliz
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por suap.
Tengo 56 años de edad soy morena, mido 1, 65 m. de estatura, peso 58 kilos tengo muy buen cuerpo y a mi edad lo conservo relativamente bien formado, ya que he sido corredora de fondo toda mi vida especialmente carreras de 10 kilómetros, me llamo Ana María
Tengo tres hijos que ya son independientes de 30, 32 y 34 años de edad, mi esposo Juan y yo vivimos del dinero que nos aporta nuestra jubilación por haber sido ambos empleados del estado, de hecho, tenemos dos ingresos a cada uno, el primero por la seguridad social y el segundo por la labor desempeñada como docentes en escuelas públicas, de manera que vivimos cómodamente, aunado al dinero que nuestros hijos nos aportan todos los meses, hace 5 años mi hijo menor me obsequió un hermoso cachorro, se trataba de un perro macho de raza Pastor Alemán, que hoy en día es un imponente ejemplar, al cual he tenido muy mimado, tanto que duerme en nuestra habitación y mi esposo no se opone a esto, ya que desde pequeño lloraba mucho al estar solo en la sala y rasgaba la puerta del dormitorio y esta fue la solución que encontramos para que nos dejara dormir tranquilamente, francamente nos acostumbramos a su presencia y él se ha encariñado mucho con nosotros, me sigue a todos lados de la casa, a la cocina, a regar el jardín, a lavar la ropa, a bañarme me espera frente a la puerta de la ducha, en fin, siempre está a mi lado, me acaricia a su manera con sus lamidas típicas en el cuello y cara, ha estado siempre bien atendido en cuanto a su alimentación, sus vacunas y desparasitantes, hace algún tiempo, poco más de dos un años, mi esposo comenzó a invitar a San, así se llama el perro, a entrar en la cama con nosotros, yo no le vi ningún problema de hecho disfrutaba mucho de sus caricias relajantes en el cuello y eventualmente en los pies, cosa que lo fui entrenando y aprendió a lamerme los pies lo que resulta muy relajante
Entre tantas vivencias recuerdo aquellas veces que mi esposo me buscaba para hacer el amor y al finalizar siempre que yo intentaba encontrar mis pantaletas que toda la vida me acostumbré a colocar en la mesa de noche, ya San las tenía en el suelo olisqueándolas y lamiéndolas, o algunas veces en que utilizábamos algunos juguetes sexuales como dildos y vibradores y terminaba colocando en la misma mesita de noche, igualmente terminaban en la boca de San, así que se acostumbró a ese aroma de mi vagina, muchas veces observaba junto con Juan mi esposo, como San lamía con desespero los objetos llenos de mis Jugos, y este me hacía comentarios como por ejemplo que al perro también le gustaba mi sabor, o cualquier otro comentario calentón, así pasó el tiempo y yo sentía cierta curiosidad sobre lo que San hacía con los dildos y pantaletas, realmente ventilaba la posibilidad de darle un poco de mi vagina a ver que podía ocurrir, debo admitir que pensar en eso me excitaba un poco, pero no pasaba de allí
Un día yo llegaba de correr y mientras me colocaba en toallas para bañarme veía a San y recordé que Juan vendría por la tarde, es decir estaría sola en casa por varias horas, tuve un momento de excitación y como San siempre estaba a mi lado simplemente llené mis dedos de mis jugos vaginales y le di a probar a San, y este lamió con buen ánimo, esto me calentó mucho más, y regresé a mojar mis dedos y siguió lamiendo, esto me puso muchísimo más cachonda, sabía que simplemente debía quitarme la toalla y posiblemente San me lamería la vagina, pero tenía muchas dudas, el único conocimiento que yo tenía acerca de estos temas era sobre los hombres de campo que follaban con cabras y burras, honestamente, pensaba que yo estaba enferma, pero por dentro quería que San lamiera mi clítoris, la situación era que ya yo lo había visto tantas veces lamer mis jugos en esos objetos que verdaderamente creía que era posible que me llevara al orgasmo con su lengua, recordaba algunas cosas que Juan me Había dicho cuando veíamos a San lamer los dildos
Especialmente tenía presente que varias veces me dijo “San llega a encontrar tu vaginita y nadie lo va a despegar de allí” eso me aturdía en ese momento, daba vueltas y vueltas en mi mente, mientras la excitación crecía, pero no me atrevía a dar el paso que faltaba, temía por alguna mordida, pensaba que tal vez querría comerse mi vagina literalmente, entonces, opté por buscar un viejo bozal en el garaje, luego de colocárselo me aseguré de que le quedara un poco flojo para que pudiera sacar su lengua, seguidamente me decidí por sentarme en un sofá y colocar la toalla justo frente a mi vagina para que fungiera de escudo y llamé a San, con una mezcla de miedo, excitación y morbo fui guiando su cabeza frente a mi vagina, San olfateó e intentaba lamer esto me tenía ya al borde del orgasmo y por fin sacó un poco su lengua, entonces fui quitando la toalla hasta que sentí el contacto de su lengua que me hizo jadear, San logró pasar su lengua dos o tres veces justo sobre mi clítoris, pero, San estaba algo incómodo con el bozal, no aguanté más y le quité el bozal y San lamio y lamió al instante sentí un calor recorrerme por completo, se nubló mi vista, sentí contornearse mis caderas sin control y exploté en un intenso orgasmo
Una sensación de alivio me hacía recuperarme para luego poder sentir con un poco más de control la textura de su lengua que en cada pasada iba reavivando el deseo, sentía que me recorría toda mi vagina, era en realidad enorme su lengua, su rapidez no me dejaba entender la situación, sencillamente una vez más estaba a mil de la excitación algo muy fuerte estimulaba mi clítoris, tan divino era, tan insaciable era, que un segundo orgasmo deliciosamente me hico jadear y desfallecer, casi recuperándome de esta segunda explosión orgásmica su lengua comenzó a entrar y salir en mi vagina como buscando algo allí me moví dándole más acceso pero al mismo tiempo perdiendo el control de mis actos pude experimentar por primera vez en mi vida una sucesión de orgasmos que terminaron por dejarme totalmente saciada, allí aun con San queriendo seguir me levanté y me duché pensando todo el día en mi divina experiencia….
Han pasado varios meses y no encuentro la forma de contarle a mi marido, solo espero que el avance en sus comentarios para tener una base y poder compartirle mi secreto, que hoy disfruto a solas, cuando él no está… luego les cuento como me fue cuando logré mis objetivos.
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