La provocacion llega a cabalgar
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esta historia sucedió hace algunos veranos, cuando estábamos en mi casa, mis hermanas Úrsula, 24 años, 175 cm, 60 kg, morena, 95-60-88, y Martina, 23 años, 174 cm, 57 kg, morena, 97-63-89, y yo, mis padres salieron de excursión, y nos dejaron solos ese día. Habitábamos los tres la piscina de la casa, ellas con bañadores minúsculos de dos piezas, las partes superiores con triangulitos que apenas cubrían los pezones, abajo un pequeño tanga, estábamos tomando el sol, bañándonos y hablando, entonces les dije que iba a la casa a hacer unas llamadas, que tardaría un rato.
En verdad tardé poco, y al retornar, sin que ellas me vieran, oí algo que me trastocó, de pronto mi hermana Úrsula le dijo a Martina una cosa que había descubierto, Rambo, nuestro perro, gran danés, grande y de pelo corto negro, tiene una verga enorme. Martina le dijo que como lo sabía, y ella respondió que se la había visto en el parque, cuando mantenía relaciones con la perrita del vecino.
Yo al oír esto, sentí curiosidad, y me escondí en la casa, en un lugar donde podía ver y oír lo que hacían mis hermanas. Martina empezó a tener curiosidad por el tema, y le dijo a Úrsula que sería demasiado grande, que debería doler, esta le replicó que no creía, los chicos también la tienen grande, y a nosotras nos entra entera, es cuestión de relajarse, Martina le respondió que la de Rambo sería muy grande seguro, Úrsula le dijo que sí, y Martina le preguntó que si más grande que la de los chicos, Úrsula le dijo que sí, que era más grande que la de casi todos los tíos. Después de hablar un rato más, decidieron traer a Rambo, Úrsula le dijo que mirara, Martina le dijo, que yo podía llegar en cualquier momento, pero Úrsula le replicó que yo estaría como siempre en mis cosas y tardaría mucho, tras esto Martina se quedó más tranquila, y le dijo que no se veía casi nada, Úrsula le dijo que había que excitarlo, lo acariciaron un rato, y después le palparon un poco su polla, tras esto, él les lamió la cara, e incluso a Martina le pasó su lengua enorme por el pezón izquierdo, quitando de su lugar el menudo sostén del bañador que llevaba puesto y dejando su teta al aire, cubriéndose rápidamente.
Úrsula le ordenó a Martina que se la tocase un poco, para que se le pusiera dura, igual que a los hombres. Mi hermana menor miró a Úrsula con cierta incredulidad, y le preguntó, que si mordería, ella le respondió que al contrario, le debía gustar como a cualquier chico. Con timidez, Martina le hurgaba el pene, Úrsula la ayudaba, Rambo no se movía, tenía la lengua fuera, dejaba hacer. Martina dijo que no pasaba nada, y Úrsula le respondió que esperase, mientras empezaba a masturbarlo con ganas, sus dedos le acariciaban el pene naturalmente, a veces entremezclados con los dedos de Martina, y se empezó a notar un endurecimiento, lentamente la cabeza roja empezó a asomar, y ellas se empezaron a entusiasmar.
Prosiguieron acariciándolo, lo estaban masturbando y Rambo respondió, su verga roja y gruesa empezó a salir. Entonces Úrsula le dijo a Martina que viera como era en verdad más grande que la de bastantes hombre, a lo que le respondió con la cabeza y cara de asombro que sí. Úrsula dio un paso más, y le preguntó a su hermana por el sabor que tendría, y esta le respondió que no sabía, que se la chupase, esta le replicó que se la lamieran las dos, y Martina aceptó, pero le dijo que ella primero. Tras esto, Úrsula se agachó un poco hasta tenerla cerca del rostro, Rambo la tenía mojada, tenía muchas venas y una sensación de dureza muy fuerte, Úrsula olfateó para adivinar qué gusto tendría, mientras Martina seguía masturbándolo, al fin se decidió, sacó un poco la lengua y con la punta rozó la verga del perro, y a continuación dijo que no le sabía a nada.
Martina le incitó a que probara un poco más, que así no le iba a coger el gusto, pero Úrsula se negó, y le dijo a la hermana que le tocaba.
Martina accedió muerta por la curiosidad, se colocó de frente a la verga, la miró largo rato sin decidirse, hasta que cerró los ojos, abrió la boca y se la tragó de un golpe, chupó con fuerza, sus mejillas se hundieron, la garganta subió y bajo tragando algo, y se retiró. Martina dijo que no sabía mal, después de saborear un poco el líquido que había tomado. Entonces Úrsula con cara de incredulidad, se acercó a Martina, sacó su lengua, y la pasó sobre la de mi hermana. Ella le preguntó que qué hacía, y Úrsula le dijo que quería probar el sabor, entonces Martina le ordenó que se la chupase igual que ella, Úrsula sumisa, se agachó un poco otra vez e imitó a su hermana, cerró los ojos, abrió la boca y se comió la polla del gran danés. Ella dijo que tenía una textura y sabor diferente al pene de los hombres, pero que no le desagradaba, volviendo a chupársela, metiéndosela cada vez más adentro.
Martina le dijo que parecía que le había gustado, y Úrsula le replicó que estaba rica, que era grande, que le llenaba toda la boca. Por turnos, y a veces juntas, mis hermanas le mamaban la verga al gran danés, y a veces también dejaban que él lamiera sus tetas, fuera de la parte superior, por la fuerza de Rambo, parecía que sus pezones iban a explotar. Tras ver esto, estaba calentísimo, me saqué mi polla, y empecé a masturbarme lentamente, mientras veía aquel colosal espectáculo.
Al momento, Úrsula le dijo a Martina que si se imaginaba a Rambo con esa lengua a parte de lamer los senos, también chupando el coñito. Ella le respondió que se podían morir de un orgasmo, y Úrsula le animó a probarlo, y Martina le dijo que ahora ella primero, que antes fue ella la que inició, además que le daba miedo que le mordiera, ante esto Úrsula dijo que tenía la solución, corrió hasta la cocina, y cogió terrones de azúcar. Llegué y le dijo a la hermana que no había rastro de mí, y que era hora de desnudarse. Úrsula le dijo lo que iban a hacer, meter un terrón de azúcar dentro de la vagina, para que Rambo sólo metiera la lengua para quitarlo. Martina aceptó, se tendió en una toalla con las piernas bien abiertas, Úrsula se acostó sobre ella y con sus dedos le introdujo el terrón en su vagina. Úrsula con delicadeza, guió la cabeza del perro hacia la entrepierna, Rambo la olfateó y le pasó la lengua, enseguida detectó el sabor del azúcar, y empezó a buscar el terrón usando su lengua ancha, larga, incansable, lamió los labios vaginales de mi hermana provocándole gemidos de placer. Rambo lamía cada vez más entusiasmado, mi hermana estaba muy jugosa, mojada hasta los muslos. Úrsula se excitó mucho viendo eso, empezó a manosearse los pechos, a retorcer sus pezones y se metió un dedo en la vagina. A mí me excitó muchísimo verlas así, y aceleré mi masturbación. Retorciéndose de placer y con un grito estremecedor, Martina tuvo un orgasmo terrible, y empezó a gritar, que era el mejor.
Rambo mantenía la lengua bien adentro de la vagina de mi hermana, recorría todo el interior, saboreando el azúcar y los jugos del orgasmo. Úrsula dijo que era su turno, se acostó al lado de Martina, se introdujo un terrón de azúcar bien profundo en su vagina y atrajo la cabeza del perro. La lengua larga del perro cubrió todo su coño, la saboreó, incluso la introdujo entre sus nalgas, es más cuando descubrió el sabor de su ano se entusiasmó y estuvo allí un rato lamiendo su agujerito. Yo no pude aguantar más y me corrí, echando una descomunal lechada, aunque ellas seguían con el perro.
Rambo retornó a la vagina de Úrsula, tratando de obtener el azúcar, ella gritaba que se moría de gusto. Mi hermana menor se logró meter bajo el vientre del perro y le mamaba la verga. Úrsula se amasaba las tetas, se retorcía de placer, se giró, y quedó a cuatro patas, con el culo en pompa, la espalda quebrada, mordiendo la toalla. El perro siguió lamiendo su vagina y su ano, y Úrsula tuvo un pomposo orgasmo.
Llegó un momento de tranquilidad, pero este fue roto rápidamente por Martina, que empezó a gritar, no, Rambo no, el perro hizo un movimiento hacia delante y se montó sobre la espalda de Úrsula, sus patas delanteras se aferraron a sus caderas, y de un solo empujón le clavó la polla hasta el fondo de la vagina. Ella gritaba de dolor, vociferaba que la mataba, Martina le gritaba a Rambo que bastaba, que la dejase, pero el perro no le hacía caso, y aceleraba sus movimientos coitales, estaba bombeando la verga con una potencia y velocidad descomunal.
Úrsula le rogaba a Martina que le quitase el perro, que la estaba matando, pero ella le respondía que no le hacía caso, que lo pusieron muy caliente, y tiene muchas ganas de follar. Úrsula gritaba a su hermana para que impidiera que Rambo le metiese la bola de la base que se les crea a los perros, que la iba a matar. Martina no podía despegar al perro, yo sentí impulso de ir a ayudarlas, pero no lo hice, y empecé de nuevo a masturbarme ante la situación.
Úrsula empezó a gatear, para intentar escaparse del gran danés, pero no tenía fuerzas, estaba atrapada y completamente ensartada, el perro era enorme, la tenía prisionera, empujaba más y más, abriéndole la concha para meterle la bola enorme que se le hacía en la base de la verga. Cuando al fin empezó a entrar, Úrsula gritaba que la iban a romper, que no aguantaba, pero Martina no podía hacer nada, por lo que se olvidó del perro, e intentó consolar a Úrsula, y le empezó a acariciar el cabello, el rostro, los pechos, intentaba aliviar su dolor. Cuando la bola entró toda dentro del coño, el perro empezó a vaciarse, Úrsula gritaba que estaba acabando dentro de ella, que la estaba inundando. Una vez que se hubo vaciado por completo dentro, Rambo se quedó más tranquilo, pero ambos se quedaron enganchados, y cada pequeño movimiento que hacía Rambo, a Úrsula le dolía muchísimo, aunque al perro también por los gemidos y gruñidos que emitía. Unos minutos después el tamaño de su verga fue achicándose, hasta que salió, junto con un chorro de leche transparente, tremendamente líquida. Parecía una fuente, el líquido nunca terminaba de salir, le había metido una buena cantidad.
Yo continuaba masturbándome algo más rápido y violento. En esos momentos Úrsula llorando abrazó a Martina, había cruzado todas las sensaciones, placer, dolor, excitación.
Martina le dijo que le dejara ver si le hizo daño, Úrsula se tendió abierta de piernas, y mi hermana examinó la vagina. Le dijo que estaba muy dilatada, pero no creía que la hubiese lastimado, y le dio un tierno beso en el coñito, Úrsula le dijo que eso era lo que necesitaba, suavidad. Entonces mi hermana pequeña se aplicó a lamerle la vagina con mucha dulzura a su hermana mayor, con su lengua suave y exquisita. Yo no podía aguantar más, y exploté de nuevo, aunque a la misma vez, Úrsula tuvo un orgasmo sensible, intenso, delicado, y Martina se bebió sus jugos y luego los compartió en la boca con Úrsula con un tierno beso.
Al rato recogieron y se fueron, y cuando me libre de la sorpresa que me causó aquello, hice lo mismo y me dirigí hacia mi habitación.
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