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Zoofilia Mujer

La ultima de potrillo (por fin)

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por aslex.
Por supuesto que sus calificaciones bajaron, "amor, no entiendo, ¿qué sucede?"

"Ya te explicare papá, estas vacaciones"

"¿Pero estas bien?, ¿no te falta nada, quieres que te visitemos tu mama y yo?"

"No papá, de veras, todo está bien, ya te dije, tengo algo en mente pero quiero platicarlo contigo allá en el rancho"

"Bien hija, como quieras, pero ¿de verdad todo está bien?"

"No te enamores de mi", le había dicho al flaco triste, él la miró melancólico, "pronto me iré y estaré con mi verdadero amor", él asintió, ella sentía pena por aquel manso sujeto, "pero a lo mejor vuelvo alguna vez, no sé", se imaginaba estar en alguna especie de película romántica, le agarró la cabeza y le sacudió el pelo, "eres bueno, si, volveré algunas veces, aunque sea por un par de noches, ¿quieres?", él sonrió agradecido, le faltaba solo el rabo para parecer un cachorrillo feliz. Hizo el amor con él todos los días durante 2 semanas completas, desde un viernes caluroso hasta ese sábado lluvioso de primeros de noviembre, salió de esa casa convencida de que alguna vez volvería y se dirigió a la casa de citas, "mira hija, si quieres que una cosa de ese tamaño te entre pues necesitas algo más que un palo con un vergudo, digo, porque el vergudo es hombre y tú dices que tu caballito la tiene grandotota", María Elena asentía casi sin pestañear, "bueno, pues mira, hay una muchacha, bueno, señora pero joven que hace algo que a lo mejor es lo que necesitas", María Elena abrió los ojos mostrando expectación, "es una muchacha que…bueno, ¿tu confías en mi, verdad?, vas a ver qué vas a estar de acuerdo conmigo, vas a ver", la cita se acordó para el viernes siguiente, María Elena no sabía que iba a suceder, solo deseaba que su vagina ya estuviera preparada para su gran y único amor; llegó a una casa de dos pisos la cual le pareció muy atractiva ya que tenía un bonito jardín al frente y estaba recubierta su fachada de ladrillos, le abrió una mujer de unos 30 años quien usaba un sencillo vestido semi transparente de lino el cual dejaba ver ligeramente su ropa interior, "pasa", le dijo sonriendo amablemente después de abrirle la puerta y dirigirse a la cocina, "siéntate, ¿quieres tomar algo?"

Mientras bebían sus cervezas platicaban un poco, "nunca me había pedido nada similar", le decía Laura a María Elena, "cuando la doña me dijo de que se trataba no me la creía, tendrás tus razones pero créeme que es algo muy raro"

"Si, lo sé", María Elena se sentía algo intimidada, aunque Laura la había recibido y tratado amistosamente, "te juro que tengo mis razones"

"Ok, no quiero ser metiche"

"No es que seas metiche, de veras, es que está bien raro la verdad"

"No me digas nada, ven", María Elena sonrió tímidamente mientras se levantaba del sillón ya que nunca había estado con una mujer, Laura la condujo a la recamara y le ayudó a acostarse, "si hacemos todo bien, con calma y a su tiempo vas a ver que no vamos a tener problema, nunca ninguna chica sola me había pedido esto y en una forma también es nuevo para mí, pero seré muy cuidadosa".

Luego de desnudarla Laura se sintió afortunada, María Elena poseía un cuerpo delicioso, sus pechos, de tamaño más que mediano, se mostraban erguidos y no atinaban a posarse completamente sobre su torso el cual se ampliaba generosamente luego del estomago plano y firme y de la pequeña cintura para dar forma a unas caderas bastante amplias coronadas por unas nalgas duras las cuales se elevaban desafiantes a diferencia de la expresión de su dueña quien cerraba los ojos ante las caricias de Laura, "es muy visible que no te agrada mucho"

"Si me gusta, de veras, es que, yo, nunca…"

"¿Nunca qué?"

"Nunca había estado con una mujer"

"¿Te molesta estar conmigo?", Laura casi susurraba usando su tono de voz más sensual, le latía el corazón aceleradamente al tener la posibilidad de poder tocar a una chica tan hermosa, "no, si me gusta", contestó María Elena abriendo los ojos y sonriendo de tal manera que mostraba su complacencia, Laura la miraba escrutante, no le gustaba la idea de poseer a una mujer que le resultara desagradable el sexo con otra mujer, la matrona le había dicho que una chica deseaba un fisting, que por favor no le cobrara ya que esa chica le había dejado muy buenos dividendos, "yo te pagare después mi Laurita, hazme ese favor, esta muchacha es un poco rara pero es buena gente"

No le iba a cobrar a la matrona, al contrario, estaba agradecida de que le hubiera mandado a semejante bombón, pero no podía sacarse de la mente la pregunta del porque esta chica deseaba ser penetrada de esta forma, algo muy extraño sucedía con ella. lamió su cuello y la parte de atrás de la oreja y luego le susurró: "tu piel es suave como la seda, tu cuerpo es fantástico", para luego posar sus labios semi abiertos en su pezón erecto, María Elena nunca había sentido tanto placer desde que se besaba y pegaba su cuerpo con potrillo, ninguno de los clientes de la matrona se dignaba siquiera a tomarse su tiempo para acariciarla, solo el flaco lograba que se excitara con sus caricias, pero Laura era diferente, ella pasaba su mano suavemente por todo su cuerpo mientras succionaba cuidadosamente sus pezones, luego su boca se abrió un poco más para poder chupar mas porción del pecho, "estas para comerte a chupetones, hermosa, eres un delicioso bocado", luego de hacer que María Elena se excitara con sus besos y lamidas, su boca buscó otros derroteros, su vientre primero y luego sus piernas, su lengua no tomaba descanso alguno, subía y bajaba con lentitud aunque con firmeza, adoraba las curvas de María Elena y trataba de hacerles el honor. Por fin llegó a su vagina, la cual estaba ya bastante mojada, metió con cuidado un dedo en ella mientras que atacaba con fuertes lengüetazos al clítoris, mientras tanto María Elena gemía de manera ostentosa y su espalda se curvaba un poco debido al placer que Laura le proporcionaba, por momentos los dientes de ella se adueñaban de su clítoris y lo prensaban ligeramente lo que le causaba fuertes descargas de placer y cuando se dio cuenta ya tenía tres dedos dentro de ella.

Le causaba cierta ansiedad, desde que la matrona le propuso, que una mano completa fuera a entrarle en su vagina pero comprendió que era la única manera de lograr su propósito, temía en un principio algún desgarro o daño irremediable pero al comprender que Laura sería cuidadosa se tranquilizó un poco.

Laura estaba ya sinceramente frenética, movía su mano rítmicamente tratando de penetrar mas y mas en la vagina de María Elena quien casi gritaba por el placer, Laura decidió que era el momento de intentar introducir el cuarto dedo, era un momento crítico ya que era cuando algunas mujeres se contraían ante el tamaño de la invasión, pero lo que ignoraba era la determinación de María Elena ya que estaba dispuesta a todo por lograr su objetivo. 4 dedos y ampliando, era una vagina prodigiosa en verdad, pensaba Laura, bastante lubricada, tanto y de una manera tal como nunca había experimentado, en realidad era tal la novedad que la situación le excitaba increíblemente, sus dedos se introducían no en una cueva semiviscosa, como era lo habitual, era algo totalmente diferente, sus dedos resbalaban y al mismo tiempo eran ligeramente frenados, jamás en su vida había experimentado tal sensación y además los gemidos de María Elena coronaban sus esfuerzos tanto como para que su provocaran que su piel se erizara y deliciosas corrientes le atravesaran de arriba a abajo, no fue demasiado difícil en esas condiciones que el quinto dedo ocupara su lugar, aunque estaba consciente que aun faltaba mucho camino por recorrer y es que lo más grueso de la mano aun estaba afuera, esa parte que siempre resultaba la más difícil de introducir, ¿cuántas veces tuvo que detenerse ante la queja de quien no soportaba el resto del procedimiento?, ¿cuántas veces debió de utilizar todas sus técnicas de convencimiento para lograr lo que el cliente, generalmente la pareja de la chica, deseaba?, esta vez fue mejor que la mejor, sus nudillos casi entraban ya, la vagina de María Luisa estaba más que receptiva y asombrosamente, con casi solo un poco de fuerza en el empujón estuvieron a punto de entrar en la primera aproximación, no cabía en sí del gozo, la besaba en la boca mientras su mano presionaba y aflojaba el acoso, luego se iba a su cuello, a su cara, a sus pechos y María Elena arqueaba su espalda mas y mas y empujaba su cadera en la misma forma deseando, exigiendo mejor dicho, la penetración la cual al fin se logró sin el mayor sobresalto más que los gritos de placer de María Elena quien ya disfrutaba del mayor orgasmo jamás sentido en su vida, ni siquiera cuando montaba a potrillo a enorme velocidad por los campos a las dos de la mañana.

Laura, asombrada aun, la mira retorcerse de placer ante la penetración, "esta chica es de campeonato", pensaba mientras sacaba y metía su mano en ella, ¿será caso que esto es lo que deseaba?, ¿alguien le habrá hablado de mi y por eso vino?, esa presunta revelación le hizo estremecerse casi como si padeciera de un orgasmo, "ella vino conmigo, siento que la amo desde ahora mismo", pensaba mientras, aun con expresión de reverencia la miraba exhalar los últimos gemidos de placer, "te amo", le dijo inclinándose a la altura de su oído, María Elena solo pensaba en potrillo.

"Voy a trabajar aquí en el rancho", su papá la miró como si no creyera lo que acababa de oír, "¿aquí, en qué?"

"Voy a sembrar"

"¿Sembrar?"

"SI"

"¿Sembrar qué?, no te entiendo"

"Sembrar con hidroponía, vegetales", claro que su papá sabía de la hidroponía, lo que lo dejaba sin habla era la decisión que ella parecía haber tomado, "¿y la universidad?"

"La dejo", de nada valieron sus protestas, las lagrimas de su mamá, el consejo de la mamá de Carlo cuando, desesperados, acudieron a ella, nada le hizo cambiar de opinión, enfurruñado se fue a la semana, 5 días después su mamá lo siguió, "No te entiendo, pero te apoyo, si crees que esta es tu vida hazla aquí, pero recuerda que es la última vez que te apoyo"

"Gracias mamá, veras que no te decepcionare"

Por fin a solas con potrillo, luego de 9 días de acudir puntual a las citas con Laura ya se sentía capaz de que el enorme miembro de potrillo la penetrara, estaba sola, Eugenio se había ido al pueblo donde vivía su mujer, solo estaba la chica que ayudaba en la cocina pero a esa hora, las 3 de la mañana, ya estaba profundamente dormida. La emoción casi no la dejaba respirar, "seré tuya, seré tuya", repetía incesante en su mente, "ya estoy aquí mi amor", le dijo apenas en un susurro a potrillo cuando entró a la cuadra, él la había percibido desde días antes por lo que se había mostrado inquieto. Su comportamiento había sido ejemplar desde que ella se lo pidió aquellas vacaciones del verano pasado, se dejaba montar por Eugenio y un par de veces por el papá de María Elena, se dejaba enjaezar mostrando solo visibles muestras de altivez y fastidio, ella se le acercó mientras él la miraba sereno, sabía que volvería, esa había sido su promesa, estaba seguro que cumpliría, su pene comenzó a crecer al solo contacto de su voz, ella entró a donde estaba él y lo miró largamente, "aquí estoy", él se acercó a ella despacio, con garbo y altanería, ella lo miraba serena a su vez y cuando lo tuvo lo suficientemente cerca pasó sus brazos alrededor de su cuello y pegó su boca a su hocico, "te amo", le dijo luego que chupó sus labios durante bastante rato, luego volvió a besarlo con más energía pasando su lengua por los dientes de él, por sus labios y el interior de su hocico, estaba frenética, "¡hazme tuya, ya!"

Él la empujó despacio mientras correspondía a sus besos y lamidas, su enorme lengua la ahogaba entre paroxismos, ella se dejó llevar mientras jadeaba entre beso y beso, miró a los lados y vio algunos bloques de heno, se agachó y los acomodó junto a una de las paredes del pequeño cuadro donde ellos estaban, luego se subió encima y quedó unos 30 centímetros arriba de la altura de su hocico, lo abrazó y abrió sus piernas, él entendió de inmediato, "despacio mi amor, muy despacio", le dijo a la oreja mientras él levantaba sus patas delanteras y las apoyaba en los tablones que estaban detrás de ella.

Su cabeza quedaba un poco más arriba que la de ella por lo que tuvo que inclinarla para poder seguir bebiendo su saliva, su pene, erguido, se balanceaba buscando su entrepierna hasta que consiguió ubicar la entrada de su vagina chorreante, "¡entra!", le decía ella con un susurro estridente, "¡entra ya!", él sabía que debía ser cuidadoso por lo que empujó despacio, muy despacio aunque de manera casi espectacular debido al movimiento de sus patas traseras y de sus ancas, aun así ella gritó al sentir la enorme cabeza pugnante, "¡¡¡mas!!!", le gritaba tratando de esconder su temor con furia, el dejaba unos momentos para que la vagina de ella se acostumbrara a su tamaño, "mas", le decía ella en voz baja mientras dejaba que el olor a cuadra, el olor a caballo entrara por fin en su conciencia y él por fin empujó unos milímetros mas provocando un desgarrante grito de ella lo que le hizo recular, ¡no!, le gritó ella, "no te salgas, empuja mas mi amor, no me duele…me gusta, mas".

Poco a poco, empujando tan despacio como le era posible logro que la enorme cabeza entrara completa, ella sentía una rara mezcla de dolor y placer la cual le había dejado sin aire, era más grande aun que el puño cerrado de Laura, su amada Laura de quien ahora tenía solo ese borroso recuerdo ya que la mayor parte de su mente estaba concentrada en evadir el dolor que, no insoportable, sentía en su vagina. Potrillo se había detenido por completo cuando se sintió adentro de ella, temía dañarla pero a la vez había comprendido que María Elena no era virgen, le dolió un poco entenderlo, no era un ejercicio muy complicado para una mente como la suya comprender que si ella hubiera sido virgen nunca habrían podido copular, ¿con quien habrá estado antes?, nunca le sería posible preguntárselo y pensándolo bien no era necesario, la brama de ella le era particularmente reveladora en cuanto al deseo que sentía por él, ella lo amaba y lo deseaba no tenía la menor duda.

María Elena recuperó poco a poco el aliento, "mas", le dijo a potrillo, "mas mi amor", susurrando en su oreja, potrillo obedeció dichoso, la enorme punta de su verga disfrutaba de la caliente cueva de su amada, lo que le hacía desear que el resto de sus 60 cm también aunque algo en su mente lo confundía un poco, cierta sensación difusa de que quizá no fuera posible que todo su miembro la penetrara, aun así empujó logrando que envainara centímetro a centímetro, uno tras otro muy lentamente.

María Elena gritó y gritó de nuevo zarandeada por los orgasmos que le causaba ese enorme miembro que literalmente la empalaba, "¡¡sigue, sigue, mas!!", le gritaba al oído, no le importaba que la chica le fuera a oír, no le importaba nada, solo el hecho de que por fin puede ser de su amado Carlo, porque ya no le quedaba duda de que este animal era Carlo, solo Carlo podría ser tan sensible, solo Carlo era capaz de amarla de esta manera.

15 centímetros ya dentro de ella, no los 15 de el flaco, los cuales ahora le parecían un chiste, no los 15 de Laura, quien ni siquiera con el brazo se comparaba a aquello, eran 15 centímetros de bestialidad paciente, contenida ya que la bestia anhelaba la cumbre de la posesión total, no sabía si Carlo podría invadirla totalmente, pero hasta donde fuera posible estaba consciente de que sería la mejor posesión que cualquier hembra humana hubiera disfrutado nunca en el mundo.

Su matriz ya sabía plegarse al tamaño, pero en esta ocasión es posible que temblara ante lo que se venía contra ella, y es que era algo inusitado lo que estaba sucediendo, aunque ya de por si acostumbrada a lo fuera de lo común, esta parecía ser una mole gigantesca la que la empujaba a los espacios acostumbrados pero con mayor fuerza por lo que se movió de un lado a otro sin pedir permiso a los demás órganos, solamente motivada por el deseo de no resultar aplastada, "¿cuánto me habrá entrado?", se preguntaba María Elena luego de sentir, durante lo que le parecieron horas, como potrillo la ensartaba sin pausa.

Ya 35 centímetros de Carlo estaban dentro de ella y por mucho que la amara o deseara no lastimarla, el instinto triunfó y el animal continuó empujando, María Elena no protestó, no evadió su cuerpo tampoco, este era el momento de su amado, si algo salía mal no le importaba, estaba decidía a dar la vida por él y Carlo, fuera de si por el gozo, hubiera seguido empujando mas allá de los 40 centímetros si algo dentro de ella no lo hubiera detenido, "ya", pensó, "hasta aquí", sacó su miembro 20 centímetros y volvió a arremeter, lo sacó de nuevo y volvió, tres, cuatro…y en la decimo quinta explotó los borbotones que ni en sus mejores sueños con ella había soltado jamás, ella sintió que sus entrañas explotaban, era la fuerza del orgasmo de él, el semen salía a chorros potentes por su vagina a pesar de estar ya muy distendida pero la verga se mantuvo en su lugar hasta que terminó de irrigarle totalmente sus adentros.

María Elena tendida en el piso chupaba aquel monstruo agotado pero feliz, mientras él, doblando las patas para alcanzar y ser alcanzado, lamia su vagina, estaban dichosos y frenéticos, "me quedare aquí contigo para siempre mi amor", le decía entre chupada y chupada, "y no sé cómo, no me importa qué me tenga que morir y reencarnar en una yegua pero tendré un hijo tuyo", Carlo reculó violento, "no sé como lo haremos", le dijo al comprender su rechazo, "tu ya has hecho el camino, a lo mejor puedes volver a hacerlo pero ahora como humano de nuevo, ya veremos"

Y se imaginaba tener un hijo con un hombre y se imaginaba que en ese hijo renacería Carlo, si, potrillo era capaz, tanto como ella, de morir y renacer por amor.

(upss, espero que el final no hay quedado muy cursi, jajaja)

2746 Lecturas/1 octubre, 2018/0 Comentarios/por sexosintabues
Etiquetas: hijo, mama, mayor, sexo, vacaciones
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