Laila 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por danielitoscar.
Escrito por: LAILAzoo
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Soy Laila, físicamente soy más alta de lo normal mido 1,69 de compleción delgada, siempre he sido muy blanquita de piel, lo que hace que se me vean pequeñas pequitas en la cara, mis labios son carnosos y mis ojos color avellana.
Así comenzó la zoofilia en mi vida.
Tenía 20 años en aquel día, era un sábado por la mañana, hacía mucho frío, mientras caminaba hacia el garaje escuché unos leves quejidos detrás de unos arbustos, por curiocidad me acerqué y fué una de las escenas que marcaron mi vida. Alguien había abandonado a 5 cachorritos recién nacidos… uno se encontraba moribundo… los otros ya no estaban vivos… Rápidamente tomé al cachorrito, me abrí el saco y lo puse entre mis pechos, lo cubrí con mi bufanda y fuí en busca de un veterinario… el pobrecito se estaba muriendo de frío… recuerdo como con una mano lo sostenía entre mis pechos y con la otra conducía…
El cachorrito estuvo internado en la veterinaria unas semanas, criarlo fué todo un reto y los detalles de aquello no vienen al caso.
Pasaron un año y casi 4 meses de aquel suceso, yo acababa de cumplir 22 años, Ulises, así le puse por nombre, se convirtió en un perro muy grande e inteligente como me dijo el veterinario, era de raza indescriptible, siempre me obedecía incluso si le hacía señas me entendía, si le daba una orden era más que suficiente para que se quedara quieto en algún lugar o cosas así. Era mi niño…
En esos días me asignaron un trabajo en las montañas en un puesto olvidado del mundo y la civilización… tenía que estar 3 meses en ese lugar, así que tomé las suficientes previsiones, cargué el auto (un 4×4 muy grande, ya les diré porqué me agradó tanto eso), subí a Ulises de copiloto y nos fuimos hacia las montañas…
Llegamos a medio día, me instalé, el operario del lugar se fué de regreso a la civilización… a la noche me quedé sola, Ulises era mi única compañía…
Ya entrada la noche sola en mi cuarto empecé a tocarme pensando en lo bueno que sería hacer el amor ahí en medio de la nada, incluso podría hacerlo fuera de la casa, no tenía vecinos, nadie nos vería. Estaba en esos afanes cuando Ulises empujó la puerta… no le había puesto el seguro, en fin que más daba, estaba sola en medio de la nada y mi niño nada podía hacer, no le iba a contar a sus "amigotes" que me encontró haciéndome unos dedos, así que cerré los ojos y me concentré para masturbarme con devoción, en una de esas siento una nariz fría y casi de inmediato dos lamidas por sobre mi concha y mi mano… me quedé electrizada, instintivamente aparté la mano y vi a Ulises con el hocico entre mis piernas, luego de unos segundos sacó su larga y áspera lengua y me lamió como nadie lo hizo en mi vida, yo simplemente me dejé hacer, era muy rico sentir como su lengua fuerte, larga y áspera me recorría casi desde el ojete, por medio de mis labios mayores apartándomelos y hasta por encima de mi clítoris. Debo deciros que me cuesta conseguir un orgasmo, no sé qué tiempo estuvo Ulises lamiéndome pero cuando levanté mi brazo para acomodarme mejor se asustó y se alejó, me dejó realmente caliente y con ganas.
Yo lo llamé y lo invité a subir a la cama, ahí estábamos los dos acostados, yo le recorría su peludo cuerpo con mis manos, nunca lo había visto como en ese momento… era un macho, hasta ese día nunca tuvo oportunidad de estar con una hembra, yo no le había permitido ni salir a la calle y ahí estaba, Ulises y yo… tenía unas patas grandes, su pelaje rizado, su pecho amplio… yo bajé la mano por su pecho él levantó una pata y ahí estaba una funda gruesa y larga, con un mechón de pelos en la punta y en la otra dos bolas peludas… bajé muy suavecito y tomé su pene por sobre la funda… lo acaricié un poco hasta que recorriéndole la funda saqué su puntita, luego unos centímetros más, luego otros más de un pene color blanco medio rosadito, delgado y largo, lo toqué con mi mano quizá lo hice muy bruscamente porque Ulises se levantó de inmediato, yo traté de tranquilizarlo le decía cosas suaves y bonitas a mi niño, él comenzó a lamerme la cara muy contento en señal que me disculpaba y que me quería mucho, yo entreabría mi boca y buscaba que su lengua entrara, así nos dimos unos besos mientras le acariciaba las orejas.
Él se inquietó un poco empezó a oler como rastreando algo por aquí y por allá cada vez más cerca de mi entrepierna… hasta que la encontró y nuevamente empezó a lamerme, sentía como su lengua me abría los labios y me lamía profundo dentro de la vagina, trataba de hundirme su hocico cada vez más dentro, yo no aguanté más la situación y me puse en cuatro, dispuesta y deseosa de complacerlo. Ulises miró atento como me acomodé, vino, me olió y siguió lamiéndome… se ponía cada vez más inquieto, intentó montarme por un costado, por el otro, yo trataba de acomodarlo detrás mío pero se bajaba, yo me acomodé mejor, abrí bien las piernas, quebré la cintura, en una de esas Ulises me monta bien, le sujeté una pata para que no se bajara, él me picaba con la punta de su verga por por todos lados buscando desesperadamente mi vagina, luego de varios intentos con una fuerza increíble me jaló hacia él levantándome un poco, picó dos veces más y ni bien sentí su punta entrar por mis labios mayores al siguiente empujón me clavó como la mitad de su verga, al siguiente me tocó fondo, al tercero me empujó más adentro para que entrara toda su verga en mi vagina, todo fué muy rápido yo apenas pude vocalizar un ahogado resoplido
-hhhhhhhhhuuuuuuuuuuuuuggggggggggggggggggjjjjj!!!!!!!
-uuuuuuuuuuuuuummmmmmmmmmmmmmmmmmmjjjjjjjjj!!!!!!
-siiiiiiiiii!!!!!!! mi amor, cógeme, dame papi, que ricooooooooooo!!!!!!!!!- le dije cuando pude tomar aire.
Ulises me cogía en forma desesperada, sentía como su verga se iba hinchando cada vez más dentro mío, me sentía llena, su verga era diferente, de textura más suave, dura como el acero y caliente, era como si el tiempo pasara más lento, tenía a Ulises dándome como una ametralladora, se escuchaba el ruido de nuestros sexos al fornicar por lo fuerte que me bombeaba, mis pechos se movían al ritmo de su cogida, la cama crugía y su verga… su verga la sentía inmensa dentro mío, así estuvo un buen rato, luego aumentó aún más su ritmo pero con embestidas más y más profundas, su verga chocaba con el fondo de mi vagina me hacía ver las estrellas y seguía empujando más y más como queriendo traspasarme… y lo hizo, en una de esas embestidas algo más grande que su verga entró en mí… me hizo gemir de dolor y placer pese a que no era muy grande en referencia al grosor de su verga, en un principio, luego de empujarme más adentro esa bola se acomodó mejor en mi interior y comenzó a crecer y crecer… yo me sentía llena, muy llena y esa bola seguía creciendo tanto que ya le era difícil moverse a mi Ulises… sentía que me partiría en dos, mi vagina estaba al límite máximo, Ulises al fin se quedó quieto, nuestros cuerpos estaban sudados, Ulises pegó su pecho contra mi espalda, su hocico quedó al lado de mi rostro, los dos respirábamos cansados, su verga palpitaba fuertemente dentro mío, de pronto un potente chorro de semen impactó en mi interior, era caliente y abundante, me quemaba, fue el detonante para uno de los mejores orgasmos que tuve hasta aquel día, fue como si se detuviera el tiempo, los otros chorros que chocaban en mi interior prolongaron mi orgasmo no sé por cuanto tiempo, quedé perdida, ida, en órbita de un planeta distante… todo era placer, una sensación indescriptible… como si se entrelazara un orgasmo con otro y otro más, setía como su pene palpitaba dentro mío, lo caliente de su semen, lo grande que era su pene, lo llena que me sentía… era sublime…, recuerdo que convulsionaba de placer, pegué mi rostro a la cama y me retorcía del gusto, Ulises en un rápido movimiento se bajó de mí, pasó una pata y quedamos pegados… como si yo fuera una perra en celo…, cuando me pasó un poco el orgasmo traté de ver la situación, mi bajo vientre estaba abultado, lo toqué y se sentía caliente, bajé un poco más y toqué mi encharcada vagina, haciendo un poco de presión en mis labios podía sentir la enorme bola que tenía dentro, salía de mi un pedazo del pene que luego se metía en su peluda funda…
Su dura verga seguía palpitando en mi interior, sentía a cada palpitar un chorrito más de semen que me llenaba, ya no me entraba más, hacía rato que su semen entremezclado con mis jugos escurría por la entrada de mi vagina, por mis muslos hasta la cama. Sentía su culo contra el mío, movía su cola por sobre mis nalgas y mi espalda, eso me excitaba más, él se inquietó un poco le tomé una pata, le ordené que se quedara quieto apoyé mi rostro contra la cama y con la otra mano comencé a masturbarme. Conseguí terminar dos veces más… hasta que su pene perdió consistencia y en un movimiento de esos nos despegamos, se escuchó como se removía su pene de mi vagina entre tantos jugos que derramamos…
Yo me tiré a la cama, Ulises se lamió el pene, ¡¡Cielos, que pene!!! de blanco y rosado no tenía más que unas manchas en la bola esa, todo su delgado pene era una monstruocidad (20cm de largo por 6cm de diámetro y su bola de 9cm de diámetro hice las mediciones en otra ocasión, jijiji), luego vino y lamió cariñosamente mi adolorida vagina como agradeciéndome por la cogida que le di, aunque la más agradecida era yo porque nadie me hizo sentir lo que Ulises logró conmigo esa noche, además el haberle quitado su virginidad yo, su dueña… me traía un cierto gusto adicional.
Estaba cansada por la faena, así que me quedé plácidamente dormida.
Al día siguiente todo fué raro, me sentía culpable por haberlo hecho y a la vez aún sentía el ardor en mi vagina por lo rico que lo pasé. Tuve que ponerme una tohalla porque seguía escurriendo semen de mi interior… no había duda, lo vivido era real, yo hice el amor con Ulises mi perro. Ulises perdió su virginidad conmigo. Yo me había quedado pegada como perra… su pene casi me partió en dos… y lo más grave de todo… ME GUSTÓ.
Traté de hacer mi trabajo, de concentrarme en mis quehaceres a lo largo del día.
A la noche salí de la ducha, me senté al borde de la cama y vi a Ulises, sentado en un rincón mirándome… yo igual lo miraba fijamente a los ojos, no sé qué pasó, empecé a excitarme me acaricié los pechos un momento así mirándolo fijamente, luego abri mis piernas y aparté la bata para mostrarle mi vagina.
Él inmediatamente se levantó, vino y comenzó a lamerme, yo me acariciaba los pechos, le decía cosas tontas como:
– Buen Chico…, buen chico…
– que bien me lames.
– Me harás terminar,
– Que rico mi amor…
Hasta que tuve mi orgasmo… Ulises siguió lamiéndome un rato más pero se inquietó, se aferraba a una y a otra de mis piernas, comenzaba a moverse como cogiendo en su típico vaivén, yo que estaba más deseosa que él rápidamente me acomodé en cuatro apoyando mis pechos en la cama dispuesta a complacerlo, él me dió dos lamidas y me montó, se aferró de mis caderas me jaló para acomodarme a su tamaño pegándome más a su entrepierna, yo quebré más la cadera abrí más mis piernas y casi de inmediato me acertó… esa noche lo hicimos apasionadamente, lo disfruté mucho más, no sé cuantos orgasmos llegué a conseguir pero sí recuerdo como empujaba contra él al ritmo de sus frenétias embestidas para que se me enterrara más profundamente, quedamos frente al espejo, disfrutaba ver mis pechos duros como rocas afianzados en la cama, mi rostro cubierto por mi pelo todo desordenado y pegado sobre mí a Ulises jadeando con la lengua afuera cogiéndome a un ritmo frenético… disfrutaba oír el chapoteo de nuestros sexos por el fuerte, rápido y profundo bombeo, su baba me caía por la espalda, nuestros cuerpos sudaban. Esa noche le tomé las patas delanteras para que no se diera vuelta, el roce de su pecho peludo en mi espalda me gustaba mucho.
A partir de ahí, hacemos el amor a diario, aprendimos uno del otro la mejor manera de entendernos en la intimidad y como disfrutar mejor. Me costó un poco enseñarle a que sea Discreto cuando hay otras personas en casa, con un poco de dedicación Ulises aprendió…
Ya les contaré otras cosas que sucedieron entre Ulises y yo.
Besos.
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