Las Fantasías de Soraya (Parte 2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por pedritor.
Subieron a la habitación, y encendieron el ordenador. Mientras éste arrancaba, Lidia buscó un pijama para que Soraya pudiera dormir. Una vez iniciado el ordenador, se preguntaron cómo encontrarían información sobre sexo anal.
– Yo creo que lo más fácil es buscar por Internet con Google. Seguro que poniendo "sexo anal" en el buscador saldrá mucha información.
Escribieron las palabras clave y presionaron "buscar". Al instante aparecieron miles de páginas sobre el tema.
– Mira – dijo Soraya -, aquí hay una opción que pone "imágenes", seguramente solo salen fotos. ¿Empezamos por aquí?
– – Vale, a ver qué encontramos.
En pantalla empezaron a aparecer miles de fotos. No pudieron reprimir un grito de sorpresa al ver las fotos. En muchas de ellas aparecían anos muy dilatados. En otras pudieron ver chicas penetradas por el ano con pollas enormes.
– Ufff…menudas fotos…- dijo Lidia -. ¿Tú crees que te quedará el culo así?
– Es probable, tengo la sensación que la polla de Max es más grande que esas.
– ¿Y crees que cabrá en tu culo?
– Claro, no veo por qué no. Las chicas de las fotos pueden.
– Sí, claro, pero ellas son profesionales, y habrán practicado mucho. Además, supongo que no depende solamente de las veces que lo practiques, sino de tu capacidad para dilatar el ano.
– Ya, pero yo sé que seré capaz, tengo ese presentimiento.
– Entonces, vamos a mirar información. ¿Has visto qué foto? Mira que culo más abierto…
– Es verdad, da la sensación que es tan grande como un puño.
– Si, o quizá más. ¿Te has fijado en el nombre de la foto?
– Sí, llama "gaping asshole.jpg. ¿Qué debe significar eso?
– No sé, vamos a buscar en Google. A ver, abro otra página, y busco. A ver….ya está, aquí lo pone: "Tendencia o juego sexual consistente en dilatar el ano lo máximo posible. Es típico del cine porno”.
– Pues mira, esto es más o menos lo que quiero conseguir yo, que se me quede el culo así. A ver qué más pone. Tiene que ser muy morboso. "Para ello se usan una serie de juguetes anales para conseguir la dilatación." Mira, aquí hay fotos de los juguetes. ¿Crees que Silvia los tendrá?
– Sí, claro, al menos es lo que nos dijo Nuria.
– Vamos a ver qué más pone sobre sexo anal.
– Vale, a ver…aquí pone que para realizar sexo anal lo ideal es hacer primero una lavativa o enema, para poder disfrutarlo de una manera limpia.
– Algo así me imaginaba yo….Eso supongo que ya nos lo enseñarán ellas. Creo que será mejor que nos vayamos a dormir, mañana nos espera un día ajetreado.
– Es verdad, sobretodo a ti.
– Hasta mañana. Que duermas bien.
– Igualmente.
A las 7:30 de la mañana sonó el despertador. Lidia y Soraya se vistieron y fueron a la universidad.
El día se les pasó volando, y finalmente llegó la noche. Se ducharon, se vistieron y fueron a casa de Nuria.
Cuando llegaron vieron que Nuria no estaba. Llamaron a la puerta de Silvia y tampoco estaba en su casa. Pensaron que era su día de mala suerte, ya que todo su plan se iba al traste.
Volvieron a casa de Lidia. Subieron a la habitación y encendieron el ordenador.
– ¿Qué crees que ha podido pasar? – dijo Lidia.
– No lo sé, quisiera pensar que no nos han dado plantón.
– Quizá no se han acordado…
– No sé, algo no me cuadra, me da mala espina.
Abrieron el Chat para ver si Nuria estaba conectada. Aparecía como no disponible. Vieron que había un mensaje personal en la bandeja de mensajes con el asunto "os pillé, sois mías". Se miraron una a la otra con cara de asombro, aunque la cara de Soraya era más bien de miedo. Abrieron el mensaje. En él aparecía un enlace a una página Web. Accedieron a la página Web y en la pantalla empezó a cargarse un vídeo. No podían creer lo que veían. En el vídeo aparecía todo lo que habían hecho la noche anterior en casa de Nuria. Con primeros planos, vieron sus caras en el momento de mamar la polla de Max y lo que hicieron después jugando con su semen.
No pudieron aguantar y cerraron el vídeo.
Al momento les llegó otro mensaje. Lo abrieron. En él aparecía el siguiente texto:" A partir de ahora haréis lo que nosotras digamos y cuándo digamos, sois nuestras esclavas. Si avisáis a alguien colgaremos el video en Internet."
Lidia y Soraya se miraron desesperadas.
– ¿Qué vamos a hacer ahora? -dijo Soraya.
– Pues hacer lo que nos digan, qué otra opción tenemos – contestó Lidia.
– Creo que no deberíamos, quizá podamos ir a la policía.
– ¿Tú estás loca? ¿Quieres que se enteren nuestros padres? ¿O la gente de la universidad? Debemos hacer lo que nos pidan.
– A saber qué querrán hacer con nosotras….
– No creo que nada peor de lo que ya hemos hecho.
– ¿A qué te refieres?
– Pues a lo que hemos visto en el video, lo que hicimos con Max.
– Créeme, aún nos pueden pedir cosas peores.
– Me estás asustando.
– Es mejor que nos tranquilicemos y veamos qué pasa.
Otro mensaje volvió a aparecer en pantalla. "En mi casa, en media hora. Recordad, venid solas."
Salieron de casa de Lidia, cogieron un taxi y en 15 minutos llegaron a casa de Nuria. Llamaron a la puerta pero nadie les abrió. Bajaron a la calle. Allí tampoco vieron a nadie. De repente, un coche apareció por una esquina y se paró delante de ellas. Alguien bajó la ventanilla del co-piloto y les habló.
– Supongo que sois Lidia y Soraya.
– Sí, ¿quién eres tú?
– Eso no importa. Subid al coche.
– No tenemos por qué hacerlo, no os conocemos de nada.
– Venimos de parte de Nuria y Silvia. Os están esperando.
– ¿Adonde nos llevareis? Creíamos que nos quedábamos aquí, en su casa.
– De eso nada, iremos a un lugar más "adaptado".
– ¿Adaptado para qué?
– Ya lo veréis, no os quiero chafar el plan.
Subieron al coche. El co-piloto salió del vehículo y sacó dos capuchas.
– ¿Qué vas a hacer? – dijo Lidia.
– No queremos que sepáis a donde os llevamos. Poneos estas capuchas. No os preocupéis, están preparadas para que podáis respirar.
Antes de ponerse la capucha, Soraya pudo observar al co-piloto. Iba con poca ropa, con camisa de tirantes, y un pantalón corto ajustado, que dejaba entrever la forma de su polla. Notó que parecía bastante grande. ¿Tendremos que follar con él? – pensó. El conductor del coche iba vestido con tejanos y ropa también corta, pero no se pudo fijar bien.
Una vez dentro del coche, se pusieron eh marcha. Al cabo de una hora el coche paró. No tuvieron conciencia de adonde las habrían llevado, pero era seguro que fuera de la ciudad.
Cuando salieron del coche notaron que hacía más frío que en Barcelona, y que parecían estar en zona de montaña, quizá cerca del Montseny. Las habían llevado a una finca particular.
Bajaron del coche. Nuria y Silvia las estaban esperando.
– Hola, chicas….os estábamos esperando.
– No puedo creer que nos estéis haciendo esto…no es justo. – dijo Lidia.
– Nadie dijo que la vida fuera justa, así que no te quejes. Además, tú eres la que menos deberías quejarte.
– ¿Por qué dices eso? – contestó Lidia.
– Bueno, fuiste tú la que empezaste todo el juego. Se ve que lo de la zoofilia te atrajo enseguida…
– Eso no te da derecho a hacernos esto.
– Claro que sí. Tú empezaste el juego, ahora nos toca seguirlo….y acabarlo cuando queramos.
– ¿Qué vais a hacer con nosotras? – dijo Soraya.
– No tengáis miedo, que no os va a pasar nada malo, si sois buenas chicas. No haréis nada que ni hayáis hecho antes….o quizá si, nunca se sabe. Si hacéis todo lo que os pedimos, no os pasará como a las otras chicas.
– ¿Las otras?
– Sí, claro, a ver si os pensáis que sois las únicas a las que hemos grabado. Aunque he de confesar que habéis sido las más pervertidas…sobretodo tú, Soraya. Las otras chicas no fueron tan obedientes. Me gustaría haber visto la cara de sus padres cuando recibieron y vieron el vídeo de lo que hacían sus hijas.
– Pero eso es cruel…pobres chicas.
– Podría haber sido peor, al menos solamente se lo enviamos a sus padres, y no lo colgamos por Internet. Pero no siempre seremos tan buenas, así que mejor haced lo que os digamos y no pasará nada.
Soraya miró a Lidia con resignación. Decidieron hacer lo que les pidieran, y esperar a que Nuria se cansara de ese juego. Además, les habían prometido que no les iban a hacer daño, y al menos ese temor ya no lo tenían.
Entraron en la casa. Nuria las acompañó hasta una habitación doble, situada en la segunda planta.
– Esta será vuestra habitación. En el armario tenéis ropa para esta noche. En media hora os vendrán a buscar para cenar un poco, y luego…bueno, luego ya lo veréis. No tardéis mucho. Hasta ahora.
Nuria salió de la habitación. Lidia se puso a llorar.
– No es justo que nos pase esto, ¿qué vamos a hacer?
– Pues para empezar deja de llorar, y después haremos lo que nos digan, y esperar que se cansen de nosotras. Además, quién sabe, quizá nos guste lo que nos van a hacer. Anímate, y veremos lo que pasa.
– Vale, vamos a ponernos lo que nos han dicho.
Sobre la cama tenían la ropa que iban a ponerse. Primero se pusieron la ropa interior. Soraya llevaba un sujetador de color negro, transparente, por el que se podían ver sus bonitos pechos. El tanga que se puso también era negro y transparente, y dejaba entrever su coño depilado. Lidia, en cambio, llevaba unas braguitas y un sujetador normales, sin transparencias, de color rosa.
Soraya se puso encima un traje de color rojo, con transparencias en la parte delantera. Lidia llevaba un vestido y camisa, que la hacían parecer una criada.
Al cabo de media hora, alguien llamó a la puerta. Abrieron la puerta y aparecieron los dos chicos que las habían llevado hasta la casa. El que había conducido el coche llevaba un traje de cuero de color negro, y el otro un traje de cuero azul.
Bajaron las escaleras hasta la planta baja, y allí estaban esperando Nuria y Silvia.
– Bienvenidas, chicas. Os esperábamos con impaciencia. Acercaos a la mesa, seguro que estáis hambrientas. Necesitareis comer algo, para coger fuerza. La noche puede ser larga.
– Gracias por la invitación – contestó Soraya. – Espero que la promesa de que no nos haréis daño la mantendréis.
– Por supuesto, no creeréis que somos unos monstruos. Es más, tengo la sensación de que hasta te lo vas a pasar genial. Quizá algún día me sustituyas como “maestra”. Pero cambiemos de tema, comed lo que queráis.
– No tenemos mucha hambre, ya hemos cenado en casa.
– Bueno, no pasa nada, al menos bébete este zumo que os hemos preparado.
– No me apetece.
– ¿Acaso no te fías de mí? Te he dicho que no vamos a haceros daño. No seas tonta, no rechaces mi invitación.
Soraya cogió el vaso de zumo y bebió. Lidia hizo lo mismo.
– Sabe a fresa – dijo Soraya. ¿Qué es?
– Lo he preparado yo, tiene todo lo necesario para que esta noche seas “la reina”…. No pongas esa cara, que no te he puesto veneno, no es nada malo.
– Vale, te creo.
– Si no tenéis más hambre, creo que podríamos pasar al nuestra sala favorita. Seguidme, si sois tan amables.
Soraya y Lidia siguieron a Nuria y sus amigos. Entraron en una especie de garaje. La sala estaba preparada de manera que parecía una cámara de torturas masoquistas. Les volvió a entrar el pánico al ver todos los artilugios que había sobre una mesa situada nada más entrar a la sala.
– No os asustéis, chicas – dijo Nuria. – Ya os he dicho que no os va a pasar nada. Muchos de estos objetos forman parte del decorado, nada más.
En las paredes había cadenas con argollas enganchadas, aparentemente para encadenar a alguien. En medio de la sala, había una mesa con argollas en los laterales. Soraya supuso que sería para ella.
Del techo colgaban varias pantallas de televisión y varias cámaras de video que captaban desde todos los ángulos posibles.
Al fondo de la sala había otra habitación. Soraya se preguntó para qué sería.
– ¿Qué hay en esa habitación?
Silvia, que hasta ahora no había dicho nada, contestó a su pregunta:
– Ya lo verás, es una sorpresa reservada expresamente para ti.
– ¿Y qué es?
– ¿No te gustan las sorpresas? Eres un poco impaciente.
– No pasa nada, Silvia – dijo Nuria, podemos enseñarle su sorpresa, si ella quiere. No hay problema.
– Vale, – contestó Silvia – cómo tú quieras. Acompáñame.
Soraya acompañó a Silvia al fondo de la sala. Abrió la puerta de la habitación misteriosa. Soraya pudo ver que dentro había diez jaulas. En cada jaula había un perro, cada uno de una raza diferente, pero todos ellos de gran tamaño.
– ¿Te gusta lo que te hemos preparado? – dijo Nuria.
– ¿Son todos vuestros? – contestó Soraya.
– Sí, claro. Y son todos para ti.
– ¿Para mí? ¿Qué quieres decir?
– Pues que vas a follar con los diez.
– ¿Con los diez? No creo que pueda, es una locura.
– Claro que vas a poder. Además, aún tenemos una última sorpresa. “Max”…- gritó Nuria. De repente apareció por la puerta el perro de Silvia. – Como puedes ver no nos hemos olvidado de tu “partenaire”. Recuerda lo que dijiste la última vez, antes de despedirnos.
– Sí, lo recuerdo. Dije que quería que Max me follara por el culo.
– Exacto, veo que tienes buena memoria. Y espero que también tengas palabra.
– La última vez también te dije que no era una cobarde, así que ya sabes que me atrevo a hacer cualquier cosa.
– Bien, bien, me gusta. Despídete de tus nuevos amigos, luego podrás jugar con ellos. Creo que ha llegado el momento de jugar.
– ¿Qué tengo que hacer?
– Seguidme, lo primero que vamos a hacer es preparar ese culito.
Soraya y Lidia fueron hacia la mesa que había en el centro de la sala. Lidia le quitó el vestido a Soraya, que quedó en ropa interior. Soraya se tumbó boca abajo y pasó sus brazos y sus piernas por las argollas, de manera que no se podía mover.
Nuria estiró de las cadenas de las piernas, y las piernas de Soraya quedaron completamente abiertas. El culo de Soraya quedaba visible a través de las transparencias de su tanga.
– Acércate – dijo Nuria a Lidia.
Lidia se acercó y se colocó al lado de la mesa.
– Deberías lubricar un poco su culo. Lo mejor es la saliva.
Lidia arrancó el tanga. Acercó su boca al ano de Soraya y empezó a lamerlo. Escupió un poco de saliva para lubricarlo y siguió lamiendo. De vez en cuando introdujo la punta de la lengua. A Soraya pareció gustarle, porque soltó algún pequeño gemido.
Nuria trajo una cuchilla de afeitar y un poco de espuma.
– Hay que dejar la zona bien limpia. Toma, tienes que hacerlo tú – le dio la cuchilla a Lidia.
Lidia untó el culo de Soraya de espuma de afeitar. Poco a poco fue afeitando los bordes de su ano, hasta dejarlo suave y sin pelos.
– Bien, has hecho buen trabajo. Ahora falta lo más importante para una buena limpieza.
Los amigos de Nuria salieron de la sala y volvieron con un aparato para hacer enemas.
– Hay que evitar que su culo pueda darte una mala sorpresa. Lo mejor es hacer un enema, y dejarla bien limpia por dentro.
Lidia cogió el aparato y lo llenó de agua. Introdujo la punta en el ano de Soraya y apretó. Soraya empezó a notar el agua en su interior. Lidia volvió a llenar el aparato, y lo volvió a vaciar en el culo de Soraya.
– No, más no – suplicó Soraya. Ya estoy llena, no cabe más.
– Sigue – dijo Nuria.
No tenía más remedio que seguir. Volvió a llenarlo y lo volvió a vaciar en su culo. Soraya tenía la barriga llena. Nuria cogió un tapón en forma de cono y lo introdujo en el culo de Soraya.
– Así no podrá salir el agua de su culo
– Pero le va a doler – dijo Lidia.
– Tranquila, se acostumbrará. No pasa nada.
Llamó a sus amigos.
– Traedme a Max.
Salieron de la sala, y al momento volvieron a aparecer con Max.
– Creo que lo hemos dejado sólo mucho tiempo.
Max parecía muy contento de ver a Soraya ya que movía su cola.
– Ves, Max no te ha olvidado, seguro que recuerda la faena que le hiciste ayer. ¿Tú crees que le gustó?
– Eso parece…uff…- gemía Soraya – Como duele,,,,me siento muy llena.
– Tranquila, dentro de poco podrás expulsarlo todo. Además, te hará efecto lo que te bebiste antes.
– ¿Qué me habéis hecho beber?
– No te preocupes, eso te ayudará a vaciarte por dentro, así podremos trabajar con tu culito sin preocuparnos de que de él salga algo inesperado. Pero volvamos a lo que interesa, creo que Max reclama tu atención.
Los amigos de Nuria bajaron la mesa a la que permanecía atada Soraya. Acercaron a Max hacia la posición de la cabeza de Soraya. Uno de ellos, empezó a masturbar a Max para que su polla estuviera en erección. Una vez consiguió bajarle la piel a su polla, y estuvo bien erecta, se la acercó a la boca de Soraya.
El gesto de Soraya fue de girar la cara para evitar tener que chupar la polla de Max. Nuria, enfadada, gritó:
– Creo que no te ha quedado claro lo que hablamos antes. Si no hacéis lo que os pedimos, no lo vais a pasar nada bien. Además, ayer no te daba asco, no sé qué te pasa hoy.
Lidia miró a Soraya.
– Tienes que hacerlo,por favor, o nuestros padres se enterarán de todo.
Soraya agachó la cabeza. Pensó durante unos segundos. Finalmente accedió. Empezó a mamar la polla de Max. Primero lamió la punta. Poco a poco se fue metiendo la enorme polla en la boca. Notó que Max empezaba a soltar líquido pre-seminal. Su boca se fue llenando del líquido viscoso. Eso la hizo ponerse muy cachonda. Recordó lo pasado el día anterior, cuando tuvo la boca llena de su semen. Eso hizo que el movimiento de su lengua y de su boca fuera cada vez más rápido. Al cabo de unos minutos, notó como Max soltaba una fuerte descarga de semen en su boca. De su boca iba saliendo por los lados hilos de abundante semen, pero ella no quiso dejar que eso pasara, y poco a poco empezó a tragarlo.
Mientras tanto, Lidia recibió un cubo de manos de Nuria.
– Creo que ya ha pasado tiempo suficiente para que el enema salga bien. Pon ese cubo debajo del culo de Soraya.
Lidia hizo lo que le decían.
– Ahora debes sacar el tapón de su culo.
Lidia estiró del tapón, que permanecía enganchado en el ano de Soraya. Cuando estuvo fuera, Soraya empezó a soltar abundante chorro de agua, mezclada con restos de heces, que fueron cayendo en el cubo. El chorro fue saliendo durante un buen rato, hasta que dejó de salir agua.
– Creo que hemos conseguido hacer una buena limpieza, ahora podremos jugar tranquilamente con su culo.
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