Leo, mi primer Amor
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando Leo me vio, comenzó a mover la cola y se acercó haciéndome fiesta, me agache a acariciarlo un poco y el aprovecho para meter su hocico entre mis piernas, sentí delicioso y me deje caer hacia atrás con las piernas abiertas, la falda se me subió hasta la cadera y solo había entre su lengua y mi piel, la delgada tela de una diminuta tanga negra de hilo dental, era algo divino sentir su lengua recorrer mi entrepierna una y otra vez, mientras yo con voz tenue le pedía no continuara pero él no entendía y continuaba haciéndome estremecer.
Me levante temblando e intente acomodarme la falda, pero Leo no me lo permitió se levantó sobre sus patas traseras y apoyo las delanteras por encima de mi cadera, mi renuencia se desmorono y caí de rodillas, el golpeo mi espalda con su cabeza obligándome a doblar hacia el frente, me apoye con las manos en el pasto y quede a gatas y con Leo montado en mi cadera, intento encontrar mi culo pero la falda se lo impidió, sin embargo aun así pude sentir la punta de su verga golpeando entre mis nalgas sobre la tela.
sin importarme ya nada, me subí la falda y baje mi tanga, dejándole el camino libre, él se bajó de mí y me lamio el esfínter, haciéndome enloquecer y le pedía que ya me penetrara, pero el continuo un rato más dándome lengua en el hoyito, por fin cuando sentí que alcanzaría el orgasmo a base de puro lengüetazo, se subió nuevamente en mí y sujetando firmemente mi cintura comenzó a picotearme la cola, pero con apenas la puntita, yo ya quería tenerlo adentro de mi pero el solo me picaba por encimita, se volvió a bajar y me lamio nuevamente, esta vez fue más rápido y me volvió a montar, yo ya no decía nada, cualquier cosa que hiciera me causaba placer y aunque no explotaba, si estaba escurriéndo miel de mi sexo continuamente.
De pronto sus piquetes se fueron haciendo poco a poco más profundos, hasta que podía sentirlo completamente dentro de mí, a estas alturas tenía ya la cintura toda rasguñada, pero no me importaba, lo que yo quería era que nunca dejara de penetrarme, en ese momento escuche que tocaban a la puerta pero no hice caso y continúe gozando a Leo.
Fue entonces cuando comencé a sentir como su verga crecía más y más dentro de mí, como si fuera un globo y no dejaba de crecer al grado que pensé que me partiría, fue entonces cuando se quedó quieto un rato, jadeando en mi espalda, lo deje; pensando que en cualquier minuto se bajaría y se retiraría, pero no; después de un rato él se dio la vuelta sin sacarme su verga del culo y quedamos completamente pegados.
Era algo delicioso verme en el reflejo del cristal del cancel, pegada a Leo, con la falda levantada, la tanga en las rodillas y leo unido a mí, entonces Leo trato de sacármela y dio un ligero tirón pero estábamos tan pegados que aquello me provoco un agudo dolor que tuve que morderme los labios para no gritar, solo atine a decirle en voz bajita que se estuviera quietecito, pero él no me hizo caso y volvió a tratar de separarse, esta vez no pude guardar silencio y un corto grito salió de mi boca al mismo tiempo que las lágrimas inundaban mis ojos, separe las rodillas y levante las nalgas esperando que aquella posición facilitara el zafarme de Leo, pero no fue así, al quinto intento de zafarnos, Leo lo logro, pero aquello me causo tal dolor que solté un intenso grito de dolor al instante que caía al piso sollozando , mientras Leo me lamia entre las nalgas y se retiraba, yo no hice nada.
Quede ahí tirada un largo rato, cuando me levante sentía todo mi culito adolorido me cheque pues pensé que lo tendría todo roto, pero no fue así, solo estaba adolorido y las nalgas entumidas, Leo se acercó a mí y me lamio la cara, como dándome las gracias por haberle dado mi virginidad.
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