Los deseos de Lorena
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Lorena, hermosa adolescente sufría un obsesión: ser follada por perros.
En un chat conoció a Julio y comenzaron a conversar. Los contactos se sucedían y cada vez eran más cómplices.
Lorena le confió sus fantasías a Julio y este le confiesa que es creador de perros con un fin muy específico: Tiene canes de varias razas y señoras muy importante de su pueblo visitan sus caniles, eligen un perro, pagan su tarifa y el perro elegido las monta a entera satisfacción de la señora. Después de reponerse de ese ajetreo, la dama se ducha, se viste y se va. El boca a boca entre esas matronas ha hecho floreciente el negocio de Julio.
Lorena se enloquece, Julio la invita a que use gratis de sus pichichos cuando pueda viajar. Lorena no se hace esperar, en el próximo fin de semana llega al pueblo. Julio la espera en la terminal y en su jeep la lleva a su finca.
Apenas llega, Lorena se desnuda, loca de calentura. El dueño la invita a elegir y ella pide a todos.
Julio tiene un labrador, un mestizo de buen porte, un pastor alemán, un doberman y la estrella, un robusto gran danés.
Lorena pide todo y rápido, ya que su vagina grita por un pene perruno.
El labrador y el mestizo son los primeros elegidos, Lorena aprovecha que los perros son conocedores y se pone en 4. Mientras besa desbocada al mestizo que le mete la lengua hasta la garganta, goza con la gran verga del labrador en su concha. El perro bombea con toda intensidad y su bola se ensancha dentro de la vagina de la chica. Siente como se dilata dolorosamente se concha y eso lleva su goce a los extremos. Sus orgasmos se multiplican mientras siente los chorros potentes del labrador en su interior. Su lengua recorre la boca del mestizo, sus dientes, sus colmillos, murmura palabras de amor y sucio sexo, loca de ardor sexual.
El mestizo cumple también su función de penetrarla y llenar de esperma su útero.
Les toca el turno, al pastor y al doberman. Después de mamar desesperada esos falos, acuesta panza arriba al pastor y lo monta con desesperación. Se tumba para frotar sus tetas en el peludo pecho de su amante, dejando en pompas su culo hambriento, Ella besa con pasión al pastor y el boberman aprovecha la situación y poniéndose detrás la encula sin piedad.
El paraíso de Lorena de agiganta con esas dos tremendas en su interior, las bolas vuelven a marcar su dominio sobre su excitado cuerpo, llenando de leche caliente sus entrañas. Lorena se siente rendida pero no puede dejar de gozar al gigantesco Gran danés. Acaricia, masturba, mama esa verga monstruosa, se recuesta sobre la cama, panza arriba, ofreciendo sus orificios a su nuevo dominador. El gran perro no desperdicia la ocasión, introduce su falo en el irritada pero excitada concha de la chica y comienza su tremendo bombeo. El perro se babea y esa baba es recogida por Lorena con su boca abierta. Bebe ese fluido que ella considera elixir de dioses. Siente expandirse la bola seminal del perro en su interior y sabe que ya su vida será totalmente diferente. Aprende a soportar un dolor más allá de todo lo conocido y es feliz de conocerlo y lograr ese contento. Sabe que será la puta perra de los perros para toda su vida.
Cuando el gran danés retira su verga, Lorena cae despatarrada y rendida en la cama. Julio la lleva a la ducha y ella, como muestra de agradecimiento intenta mamarle el miembro. Julio cortésmente se niega.
Al llegar la noche la chica zoofílica está dispuesta a una nueva sesión de loco sexo.
Entran el labrador y el doberman. Sin preámbulos, el labrador usa la posición sobre la cama de Lorena y comienzan la penetración y los besos de lengua. El doberman vuelve por detrás de la chica e introduce su verga, pero en su apuro erra a su culo y la mete junto a la verga del labrador en la concha de la perra amante de los perros. La sorpresa y el placer se unen en Lorena. Dos pijas y dos pelotas en su interior es un sueño impensado.. Los perros no sincronizan sus movimientos, así que el dolor se intensifica, tanto como el masoquismo del dolor. Desesperada, gira su cabeza para pedirle a Julio el gran danés para efectuarle para una mamada y sorprendida ve al hombre desnudo, en cuatro, sometido por el gran perro y dedicándole palabras de amor y calentura, que el perro entiende muy bien.
La chica, por la mañana del domingo se levanta desnuda y va a la cocina donde Julio está preparando el desayuno. A pesar de sus dolores se pone detrás de él, de rodillas y comienza a besarla las nalgas, las abre y mete un dedo en ese culo, después otro y otro más. Lanza una exclamación por la apertura de ese ano. Julio le aclara si sigues viniendo así te quedará el tuyo, igual que las mujeres que alquilan mis perros. La chica se sorprende y pregunta por la opinión de sus maridos ante ese hecho. Julio sonríe y comenta: – Lo que me faltaba decirte es que casi todas a veces traen sus maridos y ellos también tienen sus culos muy rotos
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