Lyon, mi todo.
Golden Retriver guarro y cachondo.
Lyon … Lyon … detente perro estúpido … detente …
Esta soy yo, Constanza, que grito a mí perro el cual trata de follar el cojín de mí diván, estaba cansada de tener que lidiar con Lyon, mi Golden Retriver de dos años, que no cesa da comportarse en modo horrendo y vergonzoso.
Lyon desde hace un par de meses, se había desencadenado y todo lo que le parecía follable, él le saltaba encima y comenzaba con sus movimientos para aparearse, a veces poniendo en muestra una polla gruesa y larga con una hinchazón en su base, me tenía desesperada y no sabía que hacer, así que lo llevé al veterinario para tratar de encontrar una solución al bochornoso problema.
El veterinario le hizo una revisión completa, se cercioró que todas sus vacunas estuvieran al día, revisó sus dientes y completó los exámenes diciendo … este perro esta saludable y se le ve muy feliz … ¿qué cosa más quieres hacerle? …
- El problema es que Lyon esta en una edad en que sexualmente todo le atrae, mis muebles, mis cojines, mis invitados, incluso mis piernas … es muy bochornoso y molesto
- Lo sé Conny, pero a esta edad son así y lo único que se puede hacer es castrarlo o buscarle una novia.
- Bueno, explíqueme esas soluciones Doc.
- Bien, cortarle los cojones o buscarle una hembra para follar.
- ¡Oh! que guarro este perro … lo pensaré Doc.
Dejamos la clínica y nos fuimos de regreso a casa, Lyon continuaba con su comportamiento de macho y yo no me decidía por una solución.
Una tarde, antes de irme a la cama, fui a darme el consueto paseo por la casa verificando que todo estuviera en orden, todas las cerraduras aseguradas y cerradas, el gas cortado, el agua cortada, como de costumbre todo estaba bien, así que me dirigí a mi dormitorio.
Lyon estaba sobre su colchoncito, estaba lengüeteando la pija más grande que haya visto nunca, habrá sido por que me encontraba ovulando y tenía unas ganas locas de follar, habrá sido la conversación con el veterinario, no se como me encontré arrodillada a mirar de cerca esa verga rosácea, húmeda y esplendorosa.
Mis dedos entraron en contacto con su pija, paseé mis dedos por su verga resbalosa y caliente, probé a envolverlo en mi mano, se sentía bien y se sentían sus palpitaciones, comencé a moverlo de atrás para adelante, lo tomé con ambas manos, Lyon se alzó y comenzó a follar mi mano, chorritos y goteras comenzaron a salir de su verga, me excitó tanto al ver ese liquido acuoso, que me llené la palma de la mano y comencé a restregar mi chocho húmedo, mis calzones se mojaron con sus humores y mis secreciones.
Repetí la operación, pero esta vez restregué mis senos con ese esperma canino, después me llevé los dedos a los labios y mi lengua saboreo mi mano mojada … ¡uuhhmmm! no sabe nada de mal, pensé … me acosté de espaldas en el suelo y me coloqué bajo su vientre … su verga me quedo justo sobre los labios, abrí mi boca y comencé a chupar su pene.
Lyon folló mi boca y me la llenó hasta que algunas gotas se deslizaron por la comisura de mis labios, tragué todo para no dejar perder nada, mi mano izquierda estimulaba mi clítoris turgente, convulsioné bajo la panza de Lyon con un orgasmo fantástico, mi cuerpo entero se estremeció por mas de un par de minutos, estaba llena de la esperma de él por todos lados, así que me fui bajo la ducha y después me cambié mi pijama, dormí como un angelito toda la noche.
Durante la semana Lyon ya no follaba todo lo que se le pasaba por delante, estaba tranquilo, obediente y cada vez que me veía movía su cola contento, me llamo la atención su cambio de conducta.
Pero el viernes siguiente, ya en la mañana había vuelto a sus andadas, lo encontré follando la mesita de centro, mas tarde follaba el diván y después fue el turno de un cojín del diván, me metí a la web para ver si encontraba alguna solución casera, había cientos de sitios, pero llegué sin querer a un sitio zoofílico, mis ojos no daban crédito a cuanto se mostraba en cada uno de ellos, pero mi chocho comenzó a empapar mis calzoncitos rápidamente.
Estaba tan ensimismada recorriendo esas paginas y mirando videos de chicas y animales, que no me percate cuando Lyon comenzó a follar una de mis piernas, hasta cuando no sentí sus chorritos que bañaban mi extremidad … ¡ándate perro de mierda! – dije, me sentí culpable cuando él se alejó con su cola entre sus patas, mi chuchita estaba anegándose, en fluidos vaginales, con mis dedos recogí el liquido que descendía por mi pierna y rápidamente me metí los dedos en mi chocho y comencé a follarme desesperadamente mi almejita, solo un par de minutos me tomaron para lograr un orgasmo esplendido.
Me sentí apagada y un poco exhausta, así que me fui a recostar al sillón donde me adormenté, repentinamente un cálido aliento se extendió por toda mi zona genital, sentí una húmeda y áspera lengua que azotaba entre mis muslos y sobre mis grandes labios, y así una lamida seguida de otra y después otra, la sensación era deliciosa e intensa, pensé de estar soñando y que estaba imaginando esta cosa tan rica que estaba sintiendo, pero me di cuenta de que estaba despierta … abrí mis ojos para encontrar la cabeza de Lyon enterrada en mi coño.
Lyon estaba entre mis piernas abiertas, su cabeza baja para lamer mis muslos y el interior de mi vagina con su lengua larga y fuerte, traté de cerrar mis muslos, pero la sensación exquisita que estaba sintiendo me impidió luchar, es más, después de un rato, moví mi calzoncito hacia un lado para darle mas espacio a sus lamidas, mientras Lyon me acariciaba y lamia mi entrepierna, comencé a rascarle la cabeza y a acariciarlo yo también.
Mi mascota se había concentrado sobre mi triangulo de pelitos rizados donde se unen mis muslos, metió su cabeza bajo mi muslo para exponer mis labios genitales a sus lamidas, ahora estaba a su alcance mi coño y mi orificio anal, me estremecí cuando su lengua resbaló en la fisura estrecha de mi culo y los hinchados labios de mi coño, todo en un solo lengüetazo, levanté mis piernas y las abrí, la excitación sexual comenzaba a formarse en mi bajo vientre, la capacidad de controlar mis espasmos y convulsiones era ínfima, Lyon penetró mi vagina profundamente con su lengua, enviando mi cuerpo en una rotatoria de caderas lujuriosa, me hizo gritar, gemir y sollozar cuando su lengua lamio bruscamente mi clítoris.
Justo cuando pensé que eso sería todo, Lyon se ubicó en el centro de mi torso, metiendo su hocico bajo mi espalda me hizo rodar, quede sobre mi estómago, lo sentí subirse al sillón meter su hocico en mis nalgas, luego bajo mi entrepiernas empujándome y haciendo levantar mi culo, procedió a lengüetear mi chocho y ano por largo rato, estimulando toda mi zona pélvica y perianal, me estaba trasportando a otro orgasmo de ensueño, ahí estaba yo indefensa casi en cuatro patas y Lyon haciéndome disfrutar como nunca antes había gozado.
Pensé que me haría acabar, pero dejo de lamerme y rápidamente me montó, sentí su pelaje en mi espalda, movía sus cuartos traseros hacia adelante y el pelaje de sus patas rozaba mis muslos, sentía su respiración en mi cabeza y podía oler el aroma de su excitación sexual.
Comenzó a puntearme y sentí la dura y húmeda punta de su pene tocar mi nalga deslizándose hacia mi ano, lo quería en mi vagina, así que, con una mano entre mis piernas, tomé su verga y la bajé hacia mi chocho, su pija era muy gruesa, pero entró en mi chuchita que estaba bastante mojada, dentro de mi estaba aterrorizada, pero mi calentura era mayor, quería esa verga enterita dentro de mi coño.
Lyon sintió la cálida humedad de mi delicado chochito y comenzó a follarme frenéticamente, casi pierdo el equilibrio debido a sus fuertes embates, pero logré mantenerme y empujar hacia atrás, fue entonces que sentí esa bola inmensa presionar a la entrada de mi chocho y deslizarse dentro, comenzó a inflarse dentro de mi y me provoco una serie de mini orgasmos, mi chochito se había hinchado y brillaba con el semen que se derramaba por las aberturas que aún no habían sido selladas por la bola del animal.
Mi amante peludo tenía su hocico cerca de mi cuello, podía sentirlo respirar y veía su maravillosa lengua que me había procurado tantas delicias colgando a un costado de sus fauces, me continuaba a follar con una velocidad y una fuerza increíbles, sus patas delanteras me tenían firmemente pegada a su verga voluminosa que continuaba a crecer dentro de mi chuchita, provocándome oleadas interminables de sensaciones jamás sentidas antes, estaba enloqueciendo de placer y lujuria con ese trozo de carne canina en mis interiores.
Se me escapaban gemidos y sollozos de pasión pura, mis nalgas redondeadas y firmes se movían hacia atrás para empalarme mejor en su puntiaguda polla, mi coño voraz devoraba toda esa verga rosada y luciente enterrada en lo más profundo de mí, alcanzando la entrada de mi útero, su afilada punta tratando de forzar el ingreso a mi cérvix, roce inaudito y prodigioso que me hacía temblar de pies a cabeza.
El pene rojizo de él palpitaba y sus golpes se habían transformado en delicadas punteadas, pero comencé a sentir el calor de sus fluidos seminales, Lyon se había apareado conmigo como si yo fuera su perra, creo que eso es lo que era en este momento, él follaba a su perra para inseminarla con sus futuros cachorritos, me hizo sentir algo maternal, era una perra en celo que estaba pegada a la verga de su macho, estaba caliente y feliz de haber sido elegida por él.
Lyon descargó sus cojones al interior de mi chuchita que palpitaba chupando todo ese semen, mi macho tenía que llenarme completamente, mis gemidos y temblores continuaban debido al roce de su polla hinchada dentro de mis carnes vaginales, toda mi vagina tremaba placenteramente, sus cojones peludos cosquilleaban mi clítoris haciendo casi gritar de lujuria, jamás me habían follado en una manera tan exquisita y completa.
Mi amante perruno jadeaba y trataba de despegarse de mí, pero su abultada bola aún se mantenía salda obturando la salida de mi estrecho coño, tuve que tomar sus patas traseras para evitar que me arrastrara con él, nos quedamos así unidos por cerca de quince minutos, hasta que finalmente se deslizo fuera de mí, un rio de esperma canina salió expulsado de mi estrecha chuchita, me desplomé sobre el diván mientras Lyon lengüeteaba mis carnes hinchadas y sensibles provocándome otra serie de orgasmos, mi cuerpo se había abandonado a la lascivia y deseos de mi apasionado galán.
Me quedé como en un letargo, tenía sentimientos encontrados, había follado con un perro, pero al mismo tiempo mi cuerpo entero me decía que había sido maravilloso, pasaba la lengua por mis labios y trataba de centrarme en la razón, todo me condenaba y todo iba en mi perjuicio, la mojigatería de la sociedad jamás perdonaría una cosa de este tipo, hasta era ilegal el acto en si mismo, son esas cosas que ocurren porque tienen que ocurrir, se dieron las cosas y no hubo reflexión, solo instinto animal, pero que cosa mas deliciosa y placentera … no, no estoy arrepentida … es más, es imposible no probarlo una y otra vez más.
En los primeros días de la semana Lyon se comportó como un caballero, gentil, cariñoso y ordenado. El jueves decidí bañarlo, así que cuando regresé del trabajo me vestí con un pantaloncito de yoga y una polera blanca de mi ex que hacía lucir mis tetas magnificas, llamé al guardián del palacio que vino corriendo y meneando su cola ostentosa, nos metimos en la bañera y procedí a mojarlo antes de espalmar el shampo canino en su dorado pelaje, todo lo que hacía a él parecía un juego y trataba de tomar mis manos con sus dientes y lamer mi cara, pronto su lengua comenzó a hacer que mis carnes tiernas se humedecieran.
Sin querer el recuerdo de su última follada reemplazó todo pensamiento y me encontré a enjabonar su vaina, custodia del deseado pene, lo masturbé hasta que la mitad de su verga sobresalía de su funda, lo lavé y enjuague con abundante agua, el pequeño espacio de la bañera no nos permitía muchas libertades, así que rápidamente me desnudé y me duché, estaba con los ojos cerrados lavando mis cabellos, cuando una lengua kilométrica se deslizó por toda la ranura de mi sexo cubierto de rizos oscuros, me hizo tremar y abrir un poco más mis muslos, terminé de enjuagarme el pelo y con mis dedos me abrí la vagina, Lyon se enterró a ella como un imán, con una maestría única me penetró el chocho y me hizo gritar de placer, ya estaba entregada a él plenamente, lo único que deseaba era tenerlo dentro de mí una vez más.
Lo sequé como pude y me lo llevé envuelto en toallas a mi dormitorio para terminar de secarlo con el secador de pelo, lucía precioso sobre mi cama, lo peiné y sequé acuciosamente, este perro me hacía enamorar, lengüeteaba mis manos con tanto afecto, sus ojos luminosos me adoraban, sentado al borde de mi cama, la puntita de su polla asomaba apetitosa, me arrodillé frente a él y tomé su vaina, la moví hacia atrás para hacer salir otro poco de su verga y me incliné para mamársela.
Desnuda y arrodillada, tenia mi cabeza entre sus cuartos traseros y me estaba devorando su polla fantástica, con una mano me metí dos deditos en mi coño sumamente mojado y mi cuerpo entero tremaba con un deseo carnal animalesco, me había convertido en su perra en celo una vez más, me subí a la cama y me puse inmediatamente de rodillas y sobre mis codos, levantando mi culito invitante.
Lyon jadeando se ubicó detrás mío, pronto su lengua caliente comenzó a dibujar sensaciones en mi ardiente chochito, abrí mis rodillas aún más y doble mi vientre hacia abajo, para entregarle toda mi vagina sin obstáculos, él sabía como excitarme, quería tenerme lo mas caliente posible, su lengua recorría incansablemente mi sexo, haciéndome gemir y hasta gritar mis deseos por su pija que colgaba de su vientre,
Cuando Lyon puso sus patas delanteras en mi cintura y comenzó a jalarme hacia su pene, me sentí en la gloria, mis nalgas se movían hacia atrás haciendo círculos lascivos, ansiaba su penetración, mi rostro era la representación de la lujuria, mi cuerpo exprimía voluptuosidad, mi chuchita hervía en una vorágine de pasión, necesitaba esa verga que llamaba a las puertas de mis labios mayores, mi coño era pronto a recibir a este comensal, la mesa estaba servida y mi chocho era el plato principal.
En un empuje delicioso, su polla se incrustó en mi chocho, mas que un gemido, lance un chillido de complacencia, al fin su polla era mía, se deslizaba en lo profundo de mi vientre, jadeaba y respiraba con la boca abierta para humedecer mis labios y morderlos cada vez que él empujaba su verga más y más adentro, estaba disfrutando su pene, mis gemidos de placer se mesclaban con gruñidos animalescos, mi cuerpo se contorsionaba con gusto, la enorme polla de él hacía mecer mis pechos desnudos y opulentos hacia adelante y hacia atrás en una danza sensual.
¡Oh! mi dios … fóllame, Lyon … cógeme perrito lindo … hazme tu perra Lyon … méteme tu pija hasta el fondo perrito … estaba loca de deseos por mi amante perruno, que furiosamente estaba haciéndome hilar frases que jamás pensé en decir a nadie, menos a un perro, pero aquí estaba yo aprisionada firmemente con la patas de él, mi cabeza no razonaba, mi cuerpo respondía a los embates de Lyon con gemidos, suspiros y expresiones varias … ¡qué cosa más rica follar con un perro!
Mi chuchita estrecha estaba bloqueada por la enorme verga de él, en algún modo el se giró y quedamos unidos pero mirando en direcciones opuestas, mis nalgas con su cola, no era la posición más cómoda, pero podía sentir que su coso no cesaba de palpitar dentro de mi vagina, aún en esa posición él me hacia sentir cosas estupendas debido al roce de su polla con mis partes intimas mas excitables, mi punto-G se derretía y me hacía acabar incesablemente, arqueando mi espalda y gimiendo con esas placenteras sensaciones.
Nos quedamos trabados por una quincena de minutos, yo estaba con mis rodillas separadas para permitirle salir con mayor facilidad de mi coño y mis codos apoyados a las sabanas, mis manos aún se agarraban de ellas para mantenerme firme durante las convulsiones de mis orgasmos, su pija se deslizó fuera de mi y un caudal de semen salió de mi chochito vulnerado ricamente por su polla, ahí me felicité por haber puesto todas esas toallas sobre mis sabanas, porque el torrente se vertió en ellas, Lyon con su verga entera colgando de su vientre, se vino a lengüetear mi almejita, mis temblores comenzaron apenas su lengua kilométrica penetro al interno de mis cavidad rosácea y delicada, no pude evitar otro par de orgasmos mientras mi macho limpiaba mis intimidades.
Mientras me estremecía a los toques de su lengua que serpenteaba en mis interiores, mis ojos estaban fijos en su polla que goteaba y se balanceaba bajo su panza, mi lengua quería sentirla, quería provocar también en él esos espasmos ricos que su lengua provocaba en mí, quería saborear su esencia masculina.
Me doblé un poco hacia su verga y la tomé en mis manos, la acerqué a mis labios y comencé a chuparla ávidamente, ahora sí, recíprocamente nos estábamos dando un placer más, lo sentía rico en mi boca y su lengua se sentía rica en mi chocho, estábamos perfeccionando el acto de amarnos, algo más que probar las próximas veces, porque estaba segura de que Lyon y yo seriamos amantes por muchos inviernos más.
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