Mara y el perro de su marido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por kimmy.
Hola mi nombre es Mara, tengo treinta y algo. Y en este relato les contaré lo que por una mala costumbre mía me pasó con el perro de la casa.
Vivo con mi esposo y nuestra hija de seis años, en una casa no muy grande pero que está bien para nosotros tres. Ambos trabajamos y mamá se va a nuestra casa en las tardes a recibir a mi hija que la van a dejar a media tarde de la escuela, y cuando llego yo o mi esposo ella se retira a su casa. Transcurriendo así nuestra vida de lunes a viernes.
La mala costumbre que hago mención en el encabezado es que por lo general dejo las puertas abiertas. Me explico, cuando pienso que voy a pasar luego por la misma puerta de vuelta, solo la dejo abierta para evitar el esfuerzo de repetir la tarea de abrir y cerrar, pero en ocasiones demoro más de lo habitual, lo olvido o simplemente no la cierro.
Costumbre que me ha acarreado problemas con mi marido y compañeros de trabajo. En casa en ocasiones dejo abiertas la puerta principal y la trasera, las que con una pequeña corriente de viento que corra, se azota una o ambas por el vacío provocado en el pasillo, en una ocasión se partió una y la tuvimos que cambiar por una nueva. En el trabajo las quejas son múltiples en invierno y verano por el desperdicio del sistema de climatización y los cambios de temperatura que producen resfríos en cualquier estación del año.
El problema más grave con mi esposo, fue una vez que al azotarse la puerta principal, de no ser por un par de centímetros, hubiera golpeado de lleno a nuestra pequeña hija que en ese entonces solo tenía 4 añitos, fue tal el susto que me reprendió exageradamente y tuvimos una fuerte discusión.
Esto fue un día sábado que me encontraba sola en casa durante la mañana, puesto que mi esposo había salido temprano con nuestra pequeña, para comprarle algo de ropa en un Mall cercano. Me quede acostada un rato más para darle descanso al cuerpo, pero no pude seguir durmiendo, pues nuestro perro un pastor alemán de +/- cinco años, ladraba como condenado debido a que la perra de nuestros vecinos estaba en celo y eso lo ponía muy ansioso y no había quién lo hiciera callar.
No soportando más los ladridos, me dispuse a bañarme entrando desnuda al baño, doy el agua caliente y nada, el ahorrativo de mi esposo dejó apagado el calefón, así que me puse la bata para ir a encenderlo y luego volví a entrar, me saco la bata tanteo el agua con la mano y estaba demasiado caliente, como para pelar chanchos, al tratar de regularla con agua fría el calefón perdía presión y se apagaba, hace un mes que venía fallando. De modo que tuve que salir nuevamente a bajar la llama para no quemarme o tener que bañarme con agua helada, pero esta vez para ahorrar tiempo y esfuerzo salgo desnuda, pues el artefacto queda en la parte posterior de la casa y la barda es bastante alta como para que me vieran los vecinos.
Mientras regulaba la llama se acerca Fido (nuestro perro) pegado al muro y el muy confianzudo se da a olfatearme la entrepierna, a lo que respondo con un manotazo certero en su hocico que lo dejé aullando, tenía mucha rabia con él pues con su bullicio había pasado muy mala noche. Al entrar dejé como de costumbre la puerta abierta pensando que tendría que volver a salir a darle un último toque a la regulada de la llama, pero al sentir que la temperatura del agua estaba más que agradable, diría que exacta, no tuve necesidad.
Teniendo todo listo fui a buscar unas sandalias de goma que tengo para salir de la ducha y no empapar el piso y tener que trapearlo después, obviamente para evitar el esfuerzo, pero solo había una a la orilla de la cama, por lo que tuve que agacharme a buscar la otra debajo de la misma. Y ahí estaba, justo en el medio, de modo que inevitablemente me esforcé para darle alcance, metiendo hasta la cabeza también bajo la cama, ya que solo con el brazo no llegaba.
Estando en esta posición siento algo peludo y tibio sobre mi baja espalda, era Fido que nuevamente estaba molestándome, miro hacia atrás y tenía sus patas delanteras una a cada costado mío, lo que me alertó e hizo desesperar. Y al tratar de salir de abajo de la cama, me eché para atrás haciendo que involuntariamente mi cola se levantara más y sentí lo que me temía, el contacto de la aguda punta desnuda de su húmedo pene con mi entrepierna y rozando levemente mi vagina. A lo cual el perro reaccionó aferrándose a mis caderas, como pude saqué mi cabeza tratando de escapar, gateé por la orilla de la cama, pero el animal no me soltaba e incluso me tomó de más arriba encajando sus patas justo en el hueco de mi cintura aprisionándome fuertemente.
Caminé a cuatro patas lo más rápido que pude tratando de zafarme, pero Fido no me soltaba, traté de separar sus manos con una de las mías, ya que no podía con ambas porque me iría de bruces, probablemente con las dos hubiese podido pero para eso necesitaba pararme y su peso unos 50 kilos no me dejaba. Mientras forcejeaba con el, aprovecho de tirarme unos puntazos tratando de penetrarme, le lancé unos codazos, le grite, pero no había caso estaba decidido a poseerme.
Tape mi vagina con una de mis manos que pase por entre mis piernas para evitar el coito y ahí sentí lo mojada que me tenía la entrepierna con sus chorritos de lubricante que lanzaba, pero se me cansaba el brazo con que estaba apoyada en el piso, así que cambié rápidamente de mano alternando sus posiciones, ante el peligro inminente de que Fido acertara, pero me volví a cansar mientras sentía al perro dándole puntazos y mojando mi otra mano.
Me di cuenta que antes cuando iba en movimiento el perro no daba puntazos y corría menos peligro de ser violada, y seguí avanzando. Pero el error que cometí fue dirigirme hacia el baño, pensando que al tirarle agua me soltaría, y al llegar a la tina trato de incorporarme sujetándome en ella, pero mis manos resbalaron de la orilla hasta el fondo de esta quedando mis caderas apoyadas en el borde y mi tronco colgando hacia dentro, sin la posibilidad de cubrirme la entrada de mi vagina con la mano, y quedando prácticamente a su merced. Sentí su pene resbalar por fuera de mi vulva y deslizándose por entre las paredes de mi trasero, ya estaba muy cerca. Aprovechando que tenía mis manos libres, tome sus patas y me dije, aquí me libero de ti maldito perro, e hice mi mayor esfuerzo.
Peso 70 kilos, que tengo muy bien distribuidos por mi metro 69 de estatura, y nunca pensé que un perro con 20 kilos menos que yo, tuviera más fuerza. Me fue imposible, pese a la adrenalina de la desesperación del momento, su instinto reproductivo fue mayor y no cedió ni un centímetro siquiera. Ya estando rendida me quedé entregada a esperar lo peor, pensando que a lo mejor no debí haberlo golpeado, pues él solo seguía su instinto, tampoco había elegido vivir encerrado y nunca nos preocupamos de aparearlo, que siendo un buen ejemplar de su raza se lo merecía.
Y relajando los músculos de mi entrepierna y vagina, que era mi último recurso utilizado, lo dejé todo a la suerte de Fido, quién apenas pudo entrar la puntita de su verga, sintiendo el calor de mi interior, en el siguiente y más fuerte envión me la metió por completo, iniciando un frenético mete y saca, que más bien era un “mete que mete” porque en ningún momento sentí que saliera, solo empujaba y empujaba para estar más adentro. Por el contrario me daba la sensación que estaba tomando buen volumen al interior de mi vulva, y ésta como que se lo estaba tragando, lo que es peor, me estaba gustando mucho esto.
El tamaño de su verga al parecer no era nada despreciable, ya que su punta presionaba mi vejiga y bajo vientre contra el borde exterior de la tina, es decir atravesaba todo el hueso de mi cadera y movía las vísceras en mi interior. Por otro lado no sé si era el grosor de su miembro o el ángulo con que me lo tenía encajado, pero le estaba dando un exquisito roce a mi punto G, cosa que mi marido en pocas ocasiones lograba.
Mi percepción del acontecimiento, cambió de pánico-repulsión a placer libidinoso, y ya estando liberada mentalmente, me inicie en un profundo y delicioso orgasmo zoofílico, que se incremento infinitamente cuando Fido comenzó a acabar, la excesiva cantidad y temperatura de su esperma inundando mi útero, me estaba elevando al máximo de mis climaxs, cada latido de su miembro era un peldaño que me subía más y más, estaba llegando al cielo. Cuando repentinamente su palpitar comenzó a decrecer, se tiró para un costado y pasó una pata trasera por sobre mi trasero quedando culo con culo…………………, santo cielo!!! , voy a quedar abotonada como una vil perra!!!, pensé, pero al primer tirón me descorchó con un estruendoso CHLOAPT!!
El inesperado salir de tan preciada herramienta, más la extraña sensación de vacío en la entrada de mi vagina producto del tirón, apagaron rápidamente mi adorado orgasmo, quedándome con todas las ganas de seguir gozando. Lo extraño es que en la mayoría de los otros relatos que he leído, dicen que es muy doloroso o que están abotonadas por largo rato, pero en la mayoría de los videos gratuitos que he visto en la web, cuando el perro está solo y no lo están manipulando o sujetando, su pene sale con relativa facilidad, tal como fue mi caso. Puede que sea que las mujeres que hemos tenido parto normal tengamos menos probabilidades de ser abotonadas. Viendo su forma, creo que si hubiese apretado mi musculatura lo podría haber retenido, pero eso con un pene humano sería imposible, como imposible sería que un humano me hiciera gozar de esa forma, que jamás olvidaré.
Guardé esto en secreto por unos seis meses largo tiempo, durante el cual nunca dejé una puerta abierta, por temor que le pudiese pasar a nuestra pequeña hija. Pero no pudiendo más con el peso de lo callado y la secreta responsabilidad de velar por mi hija, viendo que el animal nuevamente se estaba viendo afectado por el celo de la perra del vecino, rompiendo en llanto le conté a mi esposo y decidimos regalar a Fido.
Para ser zoofilico, hay que ser una persona sola, ya que los animales no entienden de límites una vez que están cebados. Reconozco que pese a que fui prácticamente violada, goce de sobremanera lo experimentado. Pero amigos hay que tener mucho cuidado.
Lindo sería q apareciera él y se uniera