MI CABALLO EL CHACHO Y YO.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por fernanda21.
Me fui al rancho de mi tío en cierta parte de la sierra de Sinaloa a pasar unas vacaciones.
Una de tantas tardes decidí montar a un caballo macho el cual me obsequiara mi tío, de nombre “chacho”.
Desde joven me ha encantado montar a “puro pelo” debido a que mi vulva, clítoris y culo se frotan intensamente en contra del animal, al rebotar mis nalgotas al cabalgar.
Esa vez como siempre, mi tío envió a varios de los rancheros empleados a que me cuidaran debido a los peligros de la sierra.
Mientras cabalgaba, y por el intenso roce de mis partes, sentí el inminente acercamiento de un orgasmo, el cual amenazaba con ser intenso, y espoleando al caballo me aleje un poco de los rancheros que me custodiaban, gritando como loca de placer durante el poderoso e incontenible orgasmo, sofocándole entre las hermosas crines del animal para evitar ser escuchada.
Así ocurrieron otros dos durante ese instante de inmenso e increíble placer.
De muy joven ya lo había experimentado, pero ahora de mujer adulta, lo he aceptado con mayor agrado y libertad debido a que mi esposo le encanta la idea y me incita a continuar haciéndolo, borrando sentimientos de culpa.
Mi entrepierna se encontraba empapada, similar a como si me hubiese orinado en mis eróticas pantaletas color rosa y mis pantalones jeans, entonces les pedí a los rancheros me dejaran a cierta distancia para comer un supuesto lunch que yo llevaba, sentada junto al río.
Al desmontar, note que al “chacho” iniciaba a crepitarle su verga, como un leve crujido al pisar hojas secas, al momento en que brotaba y crecía su miembro hasta alcanzar proporciones enormes…La vi punzar bellamente ante mis ojos, aquella potente manguera de carne, muy seguramente al olfatear mis fluidos vaginales con su finísimo sentido del olfato que ellos poseen al igual que los perros.
Sin pensarlo, mientras vigilaba que los rancheros no se dieran cuenta, metí mi mano cómo mejor puede entre mis apretados jeans, hasta llegar a mi vulva, haciendo a un lado mis suaves calzones, y empapando mis dedos de la abundante secreción de mi tremenda venida, lo di a oler al “chacho” quien ya no era capaz de soportar el aroma de una hembra en celo, aunque yo no perteneciera a su misma especie…
En esa ocasión, me atreví por primera vez a frotar la inmensa verga de un equino, sintiéndola muy dura, y punzar entre mis dos manos, procediendo a masturbarlo lo mejor que pude, y rápido debido a que (¡oh maldita suerte!) los rancheros preocupados por algo, me estaban hablando agitando las manos, y yo de espalda a ellos, le rogaba “al chacho” que por piedad hacia sí mismo y su calentura terminara pronto (como cuando le hacía puñetas a mi novio ocultos detrás del auto).
Afortunadamente, el caballo eyaculo como intuyendo que no teníamos tiempo, y sentí entre mis manos el paso de grandes cantidades de atole en bola a través de la uretra de su enorme verga, a la vez que sostenía como pude los “pistolazos” del “chacho”, y grandes cantidades de semen fueron derramados cerca de mis botitas vaqueras y muy coquetas de color rosita, mientras yo besaba después al noble chacho en sus mejillas prometiéndole que algún día intentaría dejarme atravesar por aquella gigantesca verga hasta donde fuera yo capaz de soportarla, ayudada por mi esposo y por mi amiga y pareja, la otra putona igual a mí, a quien también le excita la idea de verme cogida por mi hermoso caballo, aunque ella dice preferir a un noble perro.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!