MI EXPERIENCIA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por SAKURA18.
Hola, me mi nombre es Verónica, ésta es la primera vez que escribo y me gustaría relatarles la experiencia que viví hace exactamente dos meses.
Mi casa tiene en la parte de atrás un amplio jardín bastante grande y de mascota tenemos a un perro de raza dálmata de nombre Carusso. Un sábado por la tarde, mis papás y mi hermana mayor (de nombre Maribel) asistirían a una fiesta a casa de unos familiares nuestros, pero yo no quería ir, y mis papás como me tienen suficiente confianza me dijeron que entonces me quedaría algunas horas sola en casa, y que si necesitaba algo que los llamara a su teléfono móvil. Aquella tarde me sentía libre y con la libertad de hacer lo que yo quisiera, así que me dio por cumplir una de mis fantasía que tenía entonces: ¡¡Andar desnuda por toda la casa!! La tarde era muy agradable, hacía calor, entonces entré a mi habitación y empecé a quitarme la ropa; empecé con mi blusa, mi bra, mi falda y por último mis pantys. Como me sentía en libertad caminé hacia el patio, me senté en una banca que ahí tenemos.
Estaba realmente excitada al contemplarme desnuda; no se oía ningún ruido en casa, sólo el sonido del viento al golpear a los árboles. Cerré los ojos y empecé a tocarme los senos y no se porqué me encontraba tan excitada esa tarde, estaba empezando a humedecerme y empecé a tocarme, nadie me podía ver, me masturbé como nunca antes lo había hecho. Al poco rato tuve unos orgasmos geniales y me quedé acostada dormida en la banca del patio. Recuerdo que estaba soñando que me estaban besando en la boca, era delicioso y ¡¡La sensación era real!! Desperté sobresaltada, y me di cuenta de que tenía ante mí a mi perro con su cabeza entre mis piernas. El perro me estaba lamiendo la vagina. Lo aparté de mí con la mano, diciéndole: ¡¡¡No Carusso!!! ¡¡¡Fuera!!! ¡¡¡Vete!!! y tratando de pensar porqué hacía eso.
Pero el perro no me hacía caso y volvía a lamerme. Era algo asqueroso, no podía permitir que mi perro me pasara su lengua por mi vagina, pensé que me podría transmitir alguna enfermedad. Insistí con más fuerza mientras trataba de escapar.
Al levantarme de la banca me tropecé y me caí de rodillas al suelo y con la única y decisiva intención de levantarme y escapar. Yo le tuve mucho miedo en ese momento a mi perro, así que mis movimientos fueron lentos para que mi perro no se molestara y me fuera a morder; le di la espalda a mi perro y entonces desistió de su labor y se echó para atrás. Aun me encontraba arrodillada, pero al notar que mi perro ya no me lamía más, pensé que ya no me haría nada, de modo que seguí así, de rodillas, erguida, quieta y sumisa ante ese animal esperando que por nada del mundo tratase de hacerme daño. Cuando todo parecía ya en calma, decidí que era el momento de levantarme y escapar, de modo que puse mis manos en el suelo para impulsarme y levantarme, pero en ese momento, estando a gatas, ocurrió algo inesperado; mi perro se me montó por detrás sin avisar, lo sentía muy pesado, me cubría toda la espalda y se me doblaron los brazos por el peso que él tenía y casi me golpeo la cara en el suelo. Mientras trataba de pensar porqué mi perro hacía eso, sentí que me agarraba por mis caderas y me atraía hacia él; fue cuando pensé con terror que mi perro quería copular conmigo. Sentía sus movimientos como cuando se aparean y su pene lo sentía chocar en mis nalguitas. Intenté incorporarme, y miré hacia atrás. ¡¡¡No podía creerlo!!! mi perro quería copular conmigo como si yo fuera una perrita. No podía ser verdad, era como un sueño. Estas cosas no pueden suceder, sentía que lo que estaba viviendo era una pesadilla, algo irreal. Nunca en mi vida me hubiera imaginado que mi perro iba a ser quien me iba a desvirgar.
Un golpe se su pene en mi ano me hizo reaccionar. Su instinto de copular iba en serio y yo solo pensaba en mi interior ¡¡¡Por favor, que no me lo vaya a hacer!!!- Como pude, intenté evitar que mi perro me copulara. Lo único que podía hacer era avanzar a gatas con lentitud, teniendo en cuenta el peso de mi perro encima de mí, conseguí avanzar un poco, pero mi perro me tenía bien sujeta y era más rápido que yo. Mientras avanzaba, él también lo hacía y sin dejar de tratar de penetrarme.
En cada movimiento me estaba haciendo daño, lo hacía con fuerza, pero lo que más temía era que en una de esos acertara ya que podía hacerlo en cualquiera de mis cavidades. Yo estaba nerviosa, miré alrededor por si alguien me estaba espiando, pues me daba vergüenza pedir ayuda en esa situación, sería ilógico, pues todos pensarían: "¿¿¿Qué hace una chica desnuda y con un perro montada en ella???". Tampoco me atreví a pegarle a Carusso, era un perro imponente y tenía miedo que me mordiera. Mi perro seguía con sus embestidas y en una de ellas, se acercó mucho. Sabía que no tardaría mucho en conseguir penetrarme, el pensamiento de que mi perro me violaría me dio fuerzas para insistir en escapar, de modo que seguí gateando, pero era inútil, el perro era más rápido y fuerte que yo, y además, comprobaba que al moverme, le resultaba más fácil acercarse, es más, él sabía que estaba cerca de penetrarme y aumentaron sus movimientos, ¡¡¡Que no lo haga, que no me penetre!!! pensaba, y sentí cómo en una de sus embestidas acertó con su pene en mi vagina, yo grité muy fuerte al sentirlo; sólo metió un poquito su pene, pero fue suficiente para hacerme gritar. Sus patas delanteras me sujetaban muy fuerte mis caderas, y empezó a penetrarme con fuerza. No podía hacer nada. Me quedé quieta, muy nerviosa, aguantando como podía las embestidas.
¡¡¡Auughhhh…Ayyyy…Aaaghh!..aaaggghhh…!!!!
No había nada que hacer, solo mantenerme a gatas y dejar que me penetrara, y vaya que sí me penetraba, sentía que cada vez lo hacía más rápido y con más fuerza. En varias ocasiones me hacía perder el equilibrio. Miré hacia atrás y contemplé cómo el perro me estaba poseyendo. Sentía su pene entrar y salir con muchísima rapidez, nunca en mi vida había sentido nada igual. Debía tener un pene bastante grande porque sentía que me llenaba toda. Mis senos se movían al ritmo de sus embestidas, hacia adelante y hacia atrás.
Entonces, mientras veía alucinada mis senos bamboleándose con violencia, algo ocurrió dentro de mí. Puede que fuera por lo excitaba que estaba antes y por el morbo de la situación o simplemente que estaba por estar recibiendo la mayor experiencia de mi vida, me empezó a invadir una sensación placentera que nunca había sentido en toda mi vida. Estaba muy excitada, no sabía cómo iba a terminar esto, pero me dejé llevar por las sensaciones. Poco a poco empezaron a salir gemidos de mi garganta. A mi perro parecía que le habían dado cuerda, era una máquina, y su pene me tenía llena la vagina. También sentía cómo me golpeaba la entrada de mi vagina con sus testículos (eso era lo que yo creía entonces). Intenté pasar una mano por debajo de mí para tocarme el clítoris, pero las embestidas de mi perro me hacían perder el equilibrio y tenía que volver a estar a gatas.
Estaba a su merced; me sentía como una esclava suya con mi nivel intelectual por los suelos. Pero era su potencia, su poder sobre mí y la sensación de sumisión lo que me estaba excitando terriblemente. Y justo cuando me llegaba un rico orgasmo, de pronto se paró, se echó más encima de mí y me apretó aún con más fuerza. "¡¡Estaba intentando meterme sus testículos o lo que fuera!!! Yo susurraba:.
¡¡¡¡¡Aaaggh…uuunnnnn…uuunnn……pero qué me estás haciendo!!!!
No sabía nada de anatomía perruna y creía que me estaba metiendo los testículos, pero era como más bien como una bola que me estaba dilatando al máximo. Tenía la vagina muy mojada y notaba que me estaba entrando. Me dolía, era algo muy grande, finalmente me entró, yo no podía más y empecé a tener orgasmos y empecé a moverme. El perro me respondió con nuevas embestidas cortas y rápidas, mientras yo gemía .
"Oooohhh! Ooooohhhh! uuuuuuuuuugggggggggggghhh!!!"
Tenía los labios apretados debido a la intensidad del placer, era el orgasmo más largo y fuerte que había tenido. Además, notaba que su pene y la bola se hinchaban más. Al entrar la bola, noté que la punta de su pene penetró muy profundo. Era como si me estuviera metiendo todo su pene en mi vagina. Al poco tiempo empezó a eyacular, y sentí chorros de semen dentro de mí, y no paraba de eyacular.
Sentía su semen que se salía de mi vagina, a pesar de estar sellada, bajando por mis muslos, era demasiada la cantidad de semen que me estaba soltando el animal. Yo no pude más y me dejé caer, estaba desfallecida. El perro se mantuvo un rato encima de mí y no sé qué hizo que se dio la vuelta pasando una pata por encima de mí, pero no se salía, entonces tiró de mí y me di cuenta de que aún estaba atorado a mí. No tiró fuerte, de modo que no me produjo dolor, pero yo estaba alucinada de cómo había podido darse la vuelta sin sacarme su pene. Levanté una de mis piernas para observar sus atributos y vi sus testículos, pegados a mis nalguitas, entonces entendí que no eran sus testículos lo que me había metido dentro y me mantenían pegada a él; estaba pegada al perro. No podía escapar. Si llegaba alguien no podía impedir que viera lo que estaba ocurriendo.
Empecé a recordar las posturas de algunos perros que vi de pequeña, nunca me pregunté por qué estaban pegados por detrás. Ahora lo entendía. Estos animales tienen una bola que forma parte de sus atributos, una vez que la meten en la vagina se hincha y ya no hay manera de sacarla. Me preguntaba cuánto tiempo íbamos a estar así, pero me daba morbo sentirme así, me toqué el vientre para notar el bulto que estaba en mi interior. Calculé que su tamaño debía ser como el de una pelota de tenis. Quizás llegara al doble. Me sentía como una perrita enganchada a este animal con un pene enorme y su bulto hinchado dentro de mi. Me volví nuevamente a gatas y pasando mi mano entre las piernas me toqué el clítoris que estaba bastante hinchado y empecé a disfrutarlo.
Empecé a masturbarme hasta llegar pronto a un nuevo orgasmo, era el tercero. Pasados lo que supongo eran unos 10 o 12 minutos, y tras otros orgasmos, su pene se deshinchó un poco y salió de mí, dejando salir un chorro más de semen dentro de mí. Me quedé sentada en el suelo viendo el increíble pene que tiene ese perro y no me podía creer que todo ESO había estado dentro de mí. El perro se alejó de mí muy contento y feliz después de desvirgarse a su perrita y yo me senté un rato de nuevo en la banca mientras me reponía, porque estaba exhausta, y pensaba todo lo que había ocurrido. Realmente había perdido la virginidad con un perro y lo más curioso es que me gustó mucho. Rápidamente entre a la casa a bañarme pues en cualquier momento podían llegar mis papás y mi hermana.
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