MI FANTASIA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por LILIMIEL.
Hola mi nombre es malena y tengo un perro llamado maloncho
sucedió un sábado caluroso. como era costumbre, desplegué mi toallón sobre la grama, apliqué un poco de protector solar a mi piel y me eché desnuda a disfrutar del agobiante sol de enero.
A los pocos minutos, cuando estaba comenzando a dormitarme debido al relajante calor, una gran sombra se acercó a mí. al principio me tomó por sorpresa, pero luego me tranquilicé al comprobar que era maloncho (mi perro), quien se acercaba juguetonamente. con su enorme cabeza empujaba mi cuerpo, como invitándome a jugar con él. giré, porque estaba de espaldas al sol, y allí con mi cabeza apoyada en la verde grama, a escasos centímetros del animal, tuve una visión espectacular que hasta el momento no había tomado recaudo: la gruesa y peluda verga de maloncho; coronada en su base por un bulbo grande y redondo que, seguramente, acumulaba abundante leche virgen en cada uno de sus morados testículos.
Como maloncho seguía empujándome con su cabeza, un poco temerosa, aproveche mi posición para acariciarlo y jugar con él. le pasé la mano acariciando el musculoso vientre y, poco a poco, acerqué mis dedos al mástil de carne de mi joven perro. una vez que pude asirlo delicadamente con mi mano, comencé a practicarle una suave paja, bajándole la piel despacio y descubriendo una punta roja carmesí que brillaba de humedad.
A maloncho parecía no disgustarle el suave masaje que le propinaba a su verga, ya que le crecía e hinchaba a ritmo desenfrenado, ahora, un poco más cómoda debajo del animal, podía oler su sexo y quedaba fascinada por la vara roja de casi doce pulgadas que ya asomaba de su peludo capullo de piel. esta situación terminó por humedecer totalmente mi raja, que a esta altura, manaba flujo caliente entre mis muslos. maloncho seguramente olió que mi sexo se derramaba y, sin saberlo, me propinó una lengueteada de raja que me hizo llegar al orgasmo en menos de un minuto. su larga y áspera lengua lamía mis grandes labios, los apartaba con destreza y se metía hasta el fondo de mi coño, causándome un placer indescriptible.
Al mismo tiempo, noté que maloncho – como buen animal – comenzó a moverse como clásicamente lo hacen los perros cuando montan una perra en celo. esto sin querer, aceleró la paja que le estaba haciendo con mi mano y, cuando quise darme cuenta, maloncho empezó a vaciar caliente y espesa esperma de su enorme barra de carne.
seguramente fue la calentura acumulada que me impulsó a hacer algo que jamás hubiese imaginado. viendo la esperma que bañaba parte de mis tetas y cara, agarré la verga de maloncho, le corrí la piel hasta su bulbo e hice desaparecer esa manguera de semen en mi boca. me pareció haber mamado casi medio litro de leche, y la sabrosa vara de mi adorable perro, seguía latiendo y regando mi paladar.
Luego, notando que maloncho seguía moviéndose frenéticamente sin encontrar una gruta caliente donde montarse y clavar su verga, me puse en cuatro como la perra más encelada y empiné mi cintura hacia arriba, dejando ante la vista del perro, mi culo abierto, oliente, sudado de placer, y una profunda raja pegajosa y deseosa de carne.
El perro reaccionó por instinto al segundo y casi me voltea de cara cuando quiso montarme. su enorme verga seguía erecta – como si nunca hubiese vaciado un torrente de semen – y en su desesperada calentura – junto con la mía – me la introdujo de lleno en la raja de una sola embestida. maloncho me cabalgaba, como buen animal. introduciendo su vara de carne hasta el fondo mismo de mi raja, sintiendo como su bulbo – a punto de meterse también en mi sudada cueva de sexo – golpeaba mis amoratados labios vaginales.
El miedo a quedar "abotonada", como ocurre con los perros, me impulsó a graduar con la mano sus embestidas, evitando que su redondo bulbo ingrese a mi raja. de pronto, mientras comenzaba a deleitar mi segundo orgasmo, sentí latir el caño de carne de maloncho dentro mío, y en el fondo de mis entrañas, recibí el chorro más potente y caliente de leche . una vez que maloncho terminó su tarea, llevé a mi perro hasta el dormitorio, lo acosté con suaves caricias en mi cama y limpié con mi lengua, los vestigios de leche que habían quedado en ya su flácida verga. bebí hasta la última gota, exprimiendo sin reparo la manguera de semen de mi joven perro
desde ese día, maloncho no duerme más en el jardín. tiene un lugar reservado en mi dormitorio
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