mi favorito- tarija
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por chapaco_1.
Después de nuestro primer encuentro Rex y yo hemos cambiado para siempre la manera de vernos y ciertos roles que cada uno cumplía. A los ojos de todo el mundo (excepto de un par de amigas mías) yo vivo con Rex, mi mascota, pero puertas adentro y en nuestra intimidad yo soy su perra y el es mi macho. Ya lo hemos aceptado así, y cada vez que me necesita enseguida corro obedientemente como corresponde a una perrita a ponerme en posición para que mi amo se desahogue en mí. Más aún reconociendo que yo tengo ganas de hacerlo a toda hora y que Rex no falla en dejarme realmente satisfecha.
El tema es que algunas noches atrás me senté cómodamente en el sofá del comedor de casa a ver un poco de tele después de haber caminado todo el día para hacer trámites, entre los cuales me distraje unos minutos frente a un sex shop bastante grande y bien surtido donde finalmente entré a comprar una nueva pezonera.
Mi nueva adquisición es un complemento extra para el juguete que mi querida amiga me había regalado y que desde entonces no deje de usar: en lugar de ajustar o perforar con el redondelito ajustable o la argollita con la púa, son dos pequeños cilindros que se abren a lo largo por la mitad, revelando su interior cubierto completamente por minúsculas púas que apuntan hacia el centro. Los cilindritos se unen por fuera a la cadena que va de un pecho al otro mediante un pequeño móvil y se abrochan al pezón apretando hasta cerrarse con clic como las argollitas con púa, solo que ahora el pezón es perforado por múltiples púas desde todos lados. Una dolorosa delicia.
Escuchaba la tele sin prestarle atención y me concentraba en mis pezones cuando a los pocos minutos Rex se me acerco lentamente y con la lengua afuera, típico de cuando quiere sexo. Francamente estaba cansada y casi no tenía ganas de nada más que implique moverme, pero Rex empezó a seducirme lamiéndome una pierna, y luego por debajo de la rodilla… Ya me estaba poniendo caliente contra mi voluntad. Su juego me obligó bajar la pierna que tenía cruzada sobre la otra y todavía sin terminar de hacerlo él empezó correrla con su hocico, ansioso de seguir lamiendo pero por otras partes más interesantes.
Separé las piernas ligeramente dejando que él se meta entre ellas por sus propios medios, como siempre hace y en cuestión de segundos ya lo tenía lamiéndome furiosamente la vulva sobre la media mientras yo me manchaba la tanga mojándome a chorros de la excitación.
Aún con la ropa interior puesta logró calentarme de tal forma que el cansancio dio lugar a un creciente placer y de repente me encontré con las piernas totalmente abiertas, las caderas en el aire y la espalda apoyada sobre el asiento del sofá, gritando todo tipo de groserías sobre lo que deseaba que me hiciera. Rex no paraba con su lengua y cuando ya no pude más rompí la medibacha por la entrepierna y tras hacerle un agujero más o menos grande me corrí la tanga hasta donde pude dejando mi feminidad completamente húmeda y babosa al descubierto. Separé mis labios vaginales con los dedos mientras con la otra mano acercaba el hocico de Rex a mi cueva hasta sentir su fría nariz dentro, gritándole como loca que me metiera su lengua por todo el interior. Instintivamente y enloquecido por el olor de mi sexo predispuesto a recibirlo abrió la boca y su lengua empezó a recorrer mi interior entrando y saliendo, llevándose mis jugos en cada lamida y quemándome por dentro de la lujuria. Sentía el libre movimiento de mi vulva al pasarme la lengua y me excitándome y mojándome cada vez más, y al ver que tenía más flujo para ofrecerle Rex volvió a meterme el hocico y a comerme el coño bebiéndose mi néctar femenino y haciéndome explotar en un orgasmo brutal.
Me hizo acabar como nunca, pero a pesar de todo yo todavía seguía con ganas de que me sirviera y al mirarle el pito vi que estaba erectísimo y muy colorado, ya goteando.
Hecha un infierno me levante del sofá y apartándolo para que me deje moverme me arrodillé frente al sofá, apoyé las tetas sobre su almohadón y separé las piernas, quedando en cuatro patas y con la vagina totalmente expuesta, lista para la monta.
El sólo hecho de haberme puesto en esa posición me predisponía todavía más para la situación y lo notaba por mis jugos cayendo por las piernas y por la vagina abierta como una flor esperando recibir el miembro canino. Con el corazón latiendo a mil por hora me aferré al sofá y cerré los ojos mientras no paraba de repetir en voz baja que viniera a cogerme, que viniera por su perra y le hiciera sentir su virilidad. Y el deseo no demoró ni dos segundos en hacerse realidad, ya que mientras repetía todo esto Rex me tomó por detrás y rodeándome fuertemente con sus patas me montó y me penetró violentamente.
Estaba desesperado por entrar en mí y una vez unidos gruñía y bombeaba enérgicamente, casi como con furia, mientras su pito entero me calcinaba por dentro. Me poseía tan intensamente que me hizo gritar y gemir, y en cuestión de algunos minutos su bombeo aceleró cada vez más hasta eyacular rápida y copiosamente, sin dejar de moverse. Sentía mi vagina llena hasta rebalsar de su semilla, que ya mezclada con mis abundantes jugos empezaba a caer por mis piernas en gruesas gotas.
Tan abundante fue esa mezcla que hasta podía oír su pito chapotear con el semen dentro de mi concha a cada entrada y salida, mientras se mantenía encorvado sobre mi disfrutándolo y jadeando con la lengua afuera. Me estaba inseminando como nunca y en plena faena su bola comenzó a hincharse dentro de mí hasta palpitar, dulce momento en que quedamos firmemente abotonados. Luego dejó de montarme y al querer irse quedamos cola con cola, inmóviles durante unos minutos en que me enloquecí con su tremendo nudo dentro de mi y sus últimas gotitas de esperma en cada palpitación. Ahora, a pesar de seguir con el corazón desbocado estaba un poco más tranquila y traté de reponerme mientas estuviéramos prendidos el uno a la otra. Al fin, no sin esfuerzo de parte de ambos pudimos separarnos y cuando su nudo cedió salió como un tapón de mi vagina, de donde se derramó gran parte del esperma que había recibido. No pude evitar la tentación de meterme los dedos para luego esparcir el blancuzco y viscoso fluido sobre mi ano, a fin de dilatarlo un poco y prepararlo para nuestro inminente segundo encuentro. De lo que me sacaba de la concha con los dedos chupaba un montón, pero aún así tenía suficiente dentro de mí como para lubricarme abundantemente, y aunque mi propio flujo podría haber ayudado a lo mismo reconozco que hacerlo con el semen de Rex es mucho mejor y más excitante.
Vi que el pobre se había echado a descansar en el suelo con la lengua afuera y un poquito agitado, pero reparé en que a pesar del magistral servicio al que me había sometido su pito no daba muestras de agotamiento. Por el contrario, todavía seguía hinchado y tan rojo como antes, por lo que decidí dejarlo descansar hasta que terminara con mi labor de preparación.
Me acerqué a Rex e inclinándome hacia delante tome su pito en la mano y se lo empecé a chupar con suavemente y dedicación volviendo a crear en él las ganas de penetrarme, y las caricias empezaron a dar resultado ya que en unos minutos se había repuesto y ya estaba rondándome de nuevo. Al verlo así me llevé los dedos al ano para comprobar la dilatación y que todavía estuviera impregnado, y como así era sólo me limité a ponerme nuevamente en posición para mi amo. Ni lerdo ni perezoso volvió a someterme por detrás montándome para luego enterrarme su duro falo canino, solo que esta vez en lugar de permitirle penetrarme la vagina tomé su pito pulsante y lo ubique sobre mi ano abierto. En cuanto la puntita estuvo adentro su empezó a hacer fuerza y a empujar con todo el ímpetu del que fue capaz hasta meterme todo su tronco ardiente por el culo, haciendo caso omiso de mis gritos y gemidos. Entraba y entraba cada vez más hasta quedar por completo dentro de mi apretadito culo y tan tirante que hasta deseaba que me lo rompiera.
Inmediatamente empezó a bombear rápidamente y sin pausa, arrancándome todo tipo de exclamaciones y haciéndome disfrutar a lo loco al tiempo que mis nalgas temblaban al recibir todos y cada uno de sus fieros embates y mis tetas se balanceaban bruscamente hacia delante unidas por la cadenita. A veces me dolía tanto que me hacía ver las estrellas, pero la verdad es que me estaba dando la culeada de mi vida y me estaba relamiendo del gusto. Me cogió sin parar hasta hacerme delirar de placer y al escuchar mis gritos parecía excitarse aún más, por lo que parecía dármela más fuerte. Rex llegó al clímax en medio de ese salvaje servicio y en pocos segundos me empezó a llenar el culo con pequeños pero espesos chorritos de leche que no paraban de colmar mis entrañas y que pronto rebalsaron la capacidad de mi agujero, nuevamente cayendo por mis piernas. Mientras me acababa pude darme cuenta que su poderoso nudo ya empezaba a formarse y atine a separarnos antes de quedar abotonados por el culo, cosa tremenda dolorosa (me ha pasado antes).
Sin embargo y a pesar de habernos separado ya, él todavía tenía un poco de lo suyo para darme así que me di unas palmaditas en el hombro y recordando lo aprendido se me acercó y me montó por delante, metiéndome su verga en la boca. Estaba muy caliente y al contacto con mi boca empezó a menearse locamente de nuevo, escupiendo ahí todo aquello que no me había dejado en el culo.
Mientras Rex gozaba de su segundo orgasmo entre gruñidos y eyaculaciones yo me deleitaba saboreando su delicioso semen, juntándolo en la boca para tragar una buena cantidad y así sucesivamente.
En cuanto mi amo estuvo satisfecho se quitó de encima de mí y, ya realmente agotado, se echó a descansar al pie del sofá, y yo a metros de él seguía en el suelo, chorreando semen por todos mis agujeros y muerta de cansancio.
La energía con la que mi amo me sirvió esas dos veces me dejó temblando las piernas de tal forma que me costó pararme, pero al fin lo logré y tras darle a Rex una suculenta comida yo me saqué la media y la tango y me fui a duchar.
Decidida a dormir totalmente satisfecha me puse solo la bata y al llegar a mi dormitorio veo a Rex echado en mi cama, moviendo la cola y mirándome con dulzura.
Nos miramos un instante que pareció no terminar y al final no me pude resistir.
Con un poco de saliva en los dedos me moje la vagina, me quité la bata y subí a la cama en cuatro patas. Y Rex vino a mi encuentro…
les gusto ?? este es mi msn zoolevi@hot….
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