Mi monito
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por emy22.
Como recordarán a pesar de la corta edad que tenía entonces (era el verano del ’92 y yo tenía sólo 15) yo hacía mucho que no era virgen, sin embargo nunca me había atrevido a tener sexo anal y siempre que mi novio de ese entonces me lo proponía yo me negaba; como imaginarán para mí fue más que sorprendente que la primera vez que fuera sodomizada seria por un animal.
Todo pasó un par de días después de mi primera relación con el mono, en realidad todavía no asimilaba bien lo que había hecho; yo había leído en revistas porno las cartas y relatos en que mujeres decían sentirse putas al hacer alguna locura sexual y siempre me pregunte porque decían eso. Ahora lo comprendía ya que en mi interior deseaba sentir todo lo que había pasado con Tommy de nuevo; la fuerza y la ferocidad con que el simio me había cogido se me habían clavado en el alma y en realidad me sentía una puta, una perra dispuesta a que su dominador, mi semental monito Tommy, hiciera lo que quisiera conmigo y sentir eso me turbaba mucho.
La segunda noche después de nuestro encuentro estaba muy calurosa; entre el clima y lo caliente que andaba yo, así que me puse una bata (por el calor dormía desnuda) y bajé a la cocina, desde ahí se podía ver el granero de juegos de Tommy y sin pensarlo más saqué la llave que estaba en una repisa en la cocina y entré cuidando que no me viera nadie. Una vez que me acostumbré a la sombra pude ver el rincón donde dormitaba Tommy, encima de un poco de paja, me sonríe y quitándome la bata me acerque a él, por un buen rato permanecí como hechizada mientras veía el gran pene que tanto deseaba hasta que no pude resistir más y suavemente empecé a acariciarlo.
Después de un par de caricias al fin el simio despertó un poco sorprendido por lo que me alejé un poquito mientras se calmaba -‘Tranquilo Tommy, sólo soy yo’- le dije suavemente -‘Estoy muy caliente, por favor’ le supliqué mimosa. El mono, ya tranquilo, se me acercó y tomando su verga otra vez se la acaricie delicadamente, notando de inmediato como comenzaba a crecer; a ponerse mucho más gruesa y dura, sin dejar de pajear a Tommy me acosté boca arriba sobre la pila de forraje donde estábamos. Tommy de inmediato acercó su pene a mi cabeza con claras intenciones de que se lo chupara (eso me pareció) por lo que aproximándolo más empecé a lamer su verga como si fuera un helado, mientras con mi mano libre me comencé a masturbar.
Sin embargo Tommy no se contentó con unas simples caricias ya que se subió encima de mi pecho y acostándose sobre mi me introdujo impetuosamente su gran pene en la boca lo que hizo que casi me dieran arcadas y me ahogara, como supondrán al simio no le importó nada y empezó ‘culiarme’ ferozmente la boca sin piedad. Su verga me entraba cada vez rápido y profundo hasta que mi boca tocaba el vientre de pelos duros del mono y mi nariz quedaba aplastada contra su cuerpo casi sofocándome; sé que algunos dirán que porque no lo mordí o trataba de zafarme, pero en realidad con su fuerza y peso no podía ni intentar soltarme y lo principal era que no quería hacerlo, hay estaba en todo su esplendor el salvajismo que me volvía loca, ser la hembra puta a la que Tommy podía poseer de cualquier forma.
Mientras el chimpancé me cogía la boca, yo me masturbaba frenéticamente hasta hacerme doler el clítoris, tengo que decir que soy de orgasmo fácil si estoy excitada, algunos de los amantes (humanos o animales) que he tenido me han hecho acabar sólo lamiéndome un poquito mi rajita y esta ocasión era igual, ya estaba hiper mojada antes de que Tommy empezará por lo que ya estaba a punto de llegar al éxtasis cuando el mono con una clavada tan profunda que me hizo tener arcadas me llenó la boca con su leche calientita y agridulce, sentir el jugo del mono hizo que mi orgasmo llegara tan fuerte que sentía que mi cabeza explotaba del gusto y aunque como buena hembra trate de tragarme todo el semen los espasmos me hicieron escupir un poco de leche de mi simio que quedó desparramada sobre mi boca y cara.
Tommy se salió de mí y se recostó un rato sobre la paja, yo me quede saboreando su néctar, estábamos totalmente relajados los dos, al parecer ambos necesitábamos desahogarnos y como siempre pensaba en lo que había hecho, me sentía una verdadera puta barata pero sin culpa ni nada, sólo satisfacción de algo que deseaba hacer, mientras me seguía tocando suavemente y me introducía un par dedos llenos de semen del chimpancé que saque de mi cara. Se me vino el pensamiento loco de que si humanos y monos eran tan parecidos tal vez habría alguna posibilidad de quedar embarazada de Tommy pero la idea en vez de asustarme me gustaba, me imaginaba como una especie de tarzán mujer en la selva con sus hijos peludos (fue pura imaginación loca, no crean que fumo nada raro, jijijiji)
Bien, luego de un breve descanso el chimpancé se acercó a mí con obvia cara de jugar de nuevo – ‘Me toca a mí ahora monito’- le dije y parándome me acerque a el con mis piernas abiertas para que me lamiera. Tommy era muy listo (para ser mono) y entendió prontamente lo que yo quería colocándose a espaldas de mí empezó con las lamidas fuertes que tanto recordaba, me iba a volver a acostar cuando el mono me empujó y me hizo caer boca abajo muy bruscamente, al apoyarme quedé con toda mi colita levantada lo que el mono aprovecho para seguir lamiéndome, me sentía muy rara con Tommy abriendo mis piernas con su fuerza increíble y con su cara peluda pegada a mis nalgas, su lengua por supuesto ya me estaba haciendo acabar de nuevo al introducirse en mi vaginita y lamerme por dentro como nadie me lo ha hecho nunca, yo aprovechaba de frotar mi clítoris por lo que sólo tenia una mano para apoyarme cuando sentí que el chimpancé dejaba de lamerme, me sonreí por que ahora ya sabía lo que venía (eso creía yo), su inmensa vergota clavada hasta los huevos en mi conchita, por lo que me eche tratando de relajarme los más posible y sentir la deliciosa bestialidad con Tommy me iba a coger.
Sin embargo esta vez el pene de mi adorado mono no se acercó a mi vagina sino empecé a sentirlo en la entrada de mi ano, adonde no había entrado nada antes –‘ No mi amor,’ le dije’por ahí no, me puede doler mucho’- como saben ese tipo de cosas no le importan a un animal así que Tommy comenzó a tratar de introducirme su gran miembro en mi virginal y apretada colita; aunque todo el salvajismo del mono me había vuelto loca de gusto esto era algo que no quería permitirle a nadie por lo que ahora si trate de levantarme o de tapar mi ano con mis manos para que el mono me cogiera normalmente como yo deseaba pero fue totalmente inútil, Tommy agarró mi cuello y me empujó más fuerte contra el piso, aplastando mi mano con la que me masturbaba. Con la otra no tenía ni esperanzas de levantarme, pero igual lo intentaba cuando sentí como la gran cabezota afilada del miembro de Tommy empezaba a abrir mi agujerito posterior, por lo que había leído y hablado con amigas mayores yo sabía que el sexo anal dolía harto la primera vez, tanto que todas gritaban y como no quería que mi familia se levantara como por instinto alcance la bata y me la metí como pude en la boca. Lo hice justo a tiempo pues en ese momento sentí como si se me partiera en dos el culo cuando Tommy me penetró con toda su fuerza, mordí la bata tan fuerte que la rompí en parte, mientras el dolor me hacía retorcerme en el suelo. Como si fuera una máquina, ciego al dolor que le causaba a su hembra humana puta, el chimpancé bombeó hasta que todo su verga entró en el estrecho canal de mi culito, lo sentía como si tuviera en mi cola un gran pedazo de fierro hirviente que entraba y salía desgarrándome las entrañas; el mono recargó todo su peso sobre mí lo que me sofocaba mientras aceleraba el ritmo de su salvaje mete-saca pero dentro del gran dolor comencé a sentir un gran placer, sentía mi ano como un horno caliente y sin darme cuenta volví a masturbarme con la mano que tenía aplastada. Tommy gruñía muy fuerte sobre mi cabeza dejando caer su baba sobre mi mientras con sus manos me apretaba las tetas hasta hacérmelas enrojecer, estaba sudada entera por el sufrimiento y el placer, mi rápido orgasmo llegó haciéndome ver estrellas mientras con cada clavada el mono hacia temblar entera mis nalgas hasta que sentí como la leche de Tommy, mi chimpancé, me inundaba el ano en sus ultimas y profundas embestidas que me hicieron morder aun mas fuerte el pedazo de bata en mi boca, para ahogar los gritos de dolor y goce que di.
Cuando el simio se vacío entero dentro de mi culo se separó de mí, echándose a un costado me manoseo mis nalgas adoloridas un rato, mientras todavía boca abajo saque la bata de mi boca jadeando porque me faltaba el aire luego del monumental y doloroso orgasmo que había tenido. Tommy acercó su pene sucio y todavía con semen a mi boca para que se lo chupara pero como no reaccione me pegó un par de fuertes nalgueadas sorpresivas que me hicieron gritar pero antes de que algún sonido saliera me incrusto su verga simiesca, limpiándose con mi boca todo su miembro de la suciedad de mi ano y su semen; aunque me dio tanto asco el sabor que me dieron arcadas Tommy me sujetó fuerte la cabeza mientras me daba un par de empujes y después, al parecer contento con mi sumisión, me dejó para irse a descansar a un rincón del granero.
Me levanté, muy adolorida por cierto y con mi brazo derecho entumido por haber estado presionado tanto rato, me toqué el culito hallando que estaba tremendamente dilatado, me pase un dedo por ahí y al verlo me di cuenta que el mono me había hecho sangrar el ano con sus violentas acometidas.’Mono de mierda’ pensé por el dolor. Tomé mi bata, que estaba mojada y rota donde la había mordido y me acerqué donde Tommy dormía ahora; me dieron ganas de patearlo por el dolor que sentía, sin embargo, estaba totalmente seducida por la fiereza del mono así que me acosté junto a mi macho y apoyé la cabeza sobre su vientre, quedando esa hermosa y dolorosa verga justo entre mis tetas irritadas y así me quedé descansando unos momento, después me aparte cuidando de no despertar a Tommy y a pesar de su estado me puse la bata, salí del granero y deje al simio con llave como estaba antes de entrar, deje la llave en la cocina donde estaba y en el reloj de ahí me di cuenta que aunque para mi había pasado harto tiempo en realidad no me había demorado con el mono más de 25 minutos, subí tratando de hacer el menor ruido posible y me meti en mi cuarto (afortunadamente nadie me descubrio y eso que después supe que mi tio, a veces, ponía a algunos peones ha hacer guardia para evitar robos) me acosté muerta de cansancio y del gozo que el mono me había dado al violentar mi colita y mientras estaba adormilada me acorde de un relato porno que habia leído en el que la mujer, que había entregado su ano por primera vez, le preguntaba al doctor como podía hacer para que no doliera y el doctor respondía ‘el único remedio efectivo es la costumbre’ así que como supondrán en cuanto pude escabullirme con mi monito lo hice por todos lados y puedo decir que de esas vacaciones volví curada del todo y de todo.
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