Mi primer encuentro con la Zoofilia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por AngieZoo.
Hola, mi nombre es Angélica, mis amigos me llaman Angie.
Mi primer acercamiento con la zoofilia fue a los 13 años cuando vi unos perros apareándose en la calle.
Ya sabía lo que es el sexo pero quedé impresionada del salvajismo que le ponían los animales.
En ese tiempo teníamos un perro rottweiler (lo pueden ver en mi galería de fotos) de nombre Bari el cual ya estaba entrando a una edad sexualmente madura.
En una ocasión se montó a mi pierna como queriendo aparearse.
Recuerdo que traia unos shorts de la escuela y sentí la punta húmeda de su pene, me agaché a inspeccionárla pero él lo interpretó como que quería copular, me derribó y caí en 4 patas, de inmediato Bari me montó por detrás y comenzó a moverse.
No hubo penetración porque yo estaba vestida, pero todo lo que sentí fue increíble.
El peso de su cuerpo sobre el mío, su hocico jadeando en mi nuca, sus poderosos empujones a mi trasero, la punta de su pene golpeando por entrar en mi.
Estuve en esa posición unos segundos y recuperé la cordura, me levanté de inmediato, regañé al perro y me fui con todas esas emociones golpeando mi subconsciente y diciéndome "Te gustó, no lo niegues".
Después de eso no volví a ver a Bari de la misma manera.
para mi se había convertido en un objeto de investigación.
En las noches me acordaba de esas sensaciones, quería repetirlo.
Incluso me ponía en 4 patas sobre mi cama recordando lo que sentí, hasta que no pude más y le hablé a Bari una noche cuando todos dormían.
El perrito se acercó curioso y somnoliento, lo acaricié y me puse en 4 patas.
Para mi sorpresa el perro se echó sobre la alfombra para dormir y yo me quedé frustrada, enojada y ofendida.
Al día siguiente después de la escuela me llevé la sorpresa que mi mamá llevó a mi hermanito a un museo.
Me quedé sola y Bari estaba deseando montar cosas de nuevo.
Me di cuenta porque se le montó al gato que salió corriendo.
Ni siquiera recordé que estaba ofendida, me quité el uniforme y me puse el mismo short con una playera.
Corrí a la sala y llamé al perro.
Ni siquiera tuve que suplicarle, en cuanto me vio en posición se me montó y todas esas sensaciones regresaron.
Estaba extasiada con solo sentir sus movimientos y esta vez lo estaba disfrutando mucho.
Cuando se bajó de mi trasero, corrí por un espejo para poder ver la acción.
El único lo bastante grande que encontré estaba en el cuarto de mis papás y era muy pesado para mi.
Bari estaba a mi lado queriendo repetir.
Acomodé el espejo y de nuevo lo dejé montarme.
Nunca antes había visto nada tan erótico.
Estaba muy excitada con lo que veía y sentía.
Cuando el perro se bajó me tiré en el piso y me frotaba con fuerza la entrepierna hasta que alcancé un fuerte orgasmo.
Creo que hasta vi fuegos artificiales y casi me desmayo.
Bari me lamía la cara como preocupado, pero yo solo le sonreía.
Así comencé a dejarlo que me montara por las noches.
Ni siquiera tenía que llamarlo, él ya estaba parado frente a mi puerta listo.
Le pedí a mis papás que me compraran un espejo de cuerpo completo como el de mi mamá y accedieron! Entonces comencé a ser más atrevida, por ejemplo me quitaba la playera para sentir su pelambre después fue mi bra, luego decidí quitarme los zapatos, después el short para sentir mejor la punta de su pene pero hasta ahí.
Por supuesto que pensé en dejarlo metérmela, pero me daba mucho miedo.
Para entonces yo ya tenía mi periodo y temía quedar embarazada
Pasó el tiempo y tanto Bari como yo comenzamos a perder el interés, para entonces yo tenía 14 años, además yo empecé a interesarme en los chicos y tuve mi primer novio.
La relación fue bastante inmadura, ambos éramos inexpertos, y rompimos.
Estaba muy triste y quien me consoló fue un primo 4 años mayor de nombre Daniel.
Yo lo veía como modelo, guapo, alto, atlético.
Comenzamos una relación oculta para la familia, yo ya me estaba acostumbrando a guardar secretos.
Cuando cumplí 15 años él fue el primero con quien tuve relaciones sexuales varias veces, hasta aprendí a dar y recibir sexo oral.
Para entonces Bari regresó a ser tan solo la mascota de la casa.
Ya no lo llamaba por las noches y él dejó de rascar la puerta de mi recamara.
Tiempo después Daniel se interesó en otra chica de su edad y terminó conmigo.
De nuevo estuve triste y como tuve un novio mayor por un poco más de un año ya no me interesaban los chicos inmaduros de mi escuela.
Lo peor era que tenía muchas ganas de sexo y no tenía con quién hacerlo.
Sabía que si me metía con uno de mi escuela, para el día siguiente hasta mis papás se iban a enterar.
No tenía juguetes sexuales ni nada que me quitara las ganas
Como enterrada en mi mente, brotó la imagen de Bari montándome.
Me sentía tan caliente que estaba dispuesta a todo.
Lo llamé a mi recamara pero no se movió de su lugar.
Me observó y volvió a recostar su cabeza en su cama.
Esta vez no me ofendí, sino que sentí culpa, por cambiarlo por mi primo, por olvidarme de él, por ser tan egoísta.
Lo acaricié y le pedí perdón.
Comenzó a hacerme caso pero aún estaba renuente.
Entonces decidí subir un nivel más y comencé a hacerle sexo oral, a masturbarlo.
Con eso fue suficiente.
Bari estaba excitado.
Fuimos a mi recamara y me desnudé por completo y me acosté en la cama ofreciéndole mi vagina.
Comenzó a lamerme como un experto.
Ni Daniel me había hecho un sexo oral tan rico y profundo.
Sentía su lengua muy profundo, lamiendo las paredes de mi vagina.
Por fin tuve un orgasmo fenomenal.
Me senté en la cama y Bari me observaba como si preguntara "Y yo?" De nuevo el sentimiento de culpa me inundó.
Sentía que le debía una por el orgasmo tan rico que me provocó, pero a la vez me daba miedo tener sexo con él, además de que según el calendario no era día seguro para tener relaciones sexuales.
Decidí masturbarlo con la mano.
Creo que no le gustó porque movía las caderas pero parecía que quería alejarse de mi.
Terminé de masturbarlo, estaba asombrada con el tamaño que alcanza su pene y además no sabía absolutamente nada de el nudo.
En parte agradecí que no tuvieramos relaciones sexuales porque creí que me trataría de meter esa enorme bola a la fuerza.
No sabía que hacer.
Revisé enciclopedias, libros, el Internet no estaba tan a la mano como ahora, fui a una biblioteca y por fin pude encontrar un libro que mencionaba todo acerca de la fisionomía canina, el bulbo del pene, función, etc.
Lo único que no encontré es si un perro me puede embarazar.
No sabía siquiera donde buscar, ya que todos los libros sobre sexo que encontré únicamente hablaban sobre relaciones entre humanos.
No existían condones para perros, y un condón femenino era muy caro además de que no se lo venderían a una adolescente de 15 años.
Lo que decidí fue esperarme a mi temporada segura.
Mientras pasaban los días sentía que Bari me veía acusadoramente, sé que quien me hacía ver cosas era mi sentimiento de culpa, pero no podía evitar sentirme mal cada vez que lo veía.
Por fin el momento llegó.
me desperté a las 2 a.m.
Me desnudé y fui a la puerta.
Bari ya estaba parado frente a mi recámara, en cuanto abrí se metió rápido.
Mi corazón palpitaba muy fuerte, sentía la boca seca y las manos sudorosas.
Me arrodillé y lo abracé, recuerdo que le dije "no me vayas a lastimar".
Para mi sorpresa mi vagina estaba empapada.
Me puse en 4 patas y Bari me montó en seguida.
Tenía una lampara encendida, así que podía ver todo lo que pasaba por el espejo en mi recámara.
Sentía la punta de su pene tocando mis nalgas.
Mis pechos se movian con cada empujón de las caderas de Bari, nuevamente sentía su aliento en mi nuca.
Pasé una mano por mi entrepierna para guiar su pene hacia mi interior y lo logré.
En cuanto sintió la calidez y humedad de mi vagina empujó más duro y la metió toda en un par de embestidas.
Lancé un quejido, pero no sentí dolor Fue una sensación muy extraña.
Me estaba penetrando muy rápido, muy salvaje.
Sentí que un líquido resbalaba por mi pierna, supongo que era mi lubricación junto con sus pre-eyaculaciones.
Con mi mano me aseguraba que no me metiera el nudo.
Entonces comencé a sentir que crecía.
El delgado pene se engrosaba y estaba llenando mi vagina hasta tocar mi cérvix.
Yo no dejaba de gemir de placer.
Nunca había tenido algo tan grande dentro de mi.
Me copuló por unos segundos pero yo lo sentí mucho más largo.
Empezó a resoplar en mi nuca y sentí como relajaba sus patas delanteras.
Con la mano sostuve el nudo y sentía que palpitaba.
Pensaba que eran sus latidos, ahora sé que lo que sentía era su pene eyaculando.
En mi interior sentía el liquido caliente que me llenaba la vagina y útero, pero después de un rato se comenzaba a salir, estaba eyaculando mucho o yo tenía muy poco espacio en mi interior.
Cuando lo solté, sentí una gran cantidad de liquido que salía de mi, en verdad estaba asombrada.
No tuve orgasmo sino hasta después me empecé a masturbar recordando la sensación de tener su enorme pene dentro de mi.
Esa fue la primera de muchas, muchas noches que Bari me visitaba.
Gracias por leer, un beso para todos
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