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Zoofilia Mujer

Mi primera vez en todo

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Buen día a todos, me presento:
Mi nombre es Zara, actualmente tengo 18 años, aunque parezco de 14 debido a mi carita de niña buena.
Mido 150 cm y peso 37 kg, soy muy, muy flaquita, de piel pálida, cabello negro y ojos miel.
Parezco una muñequita, un ángel, pero en realidad soy un demonio.

Soy de familia bien posicionada, aunque eso nunca me ha importado, soy bastante noble y sencilla en ese aspecto.
Mis padres son jóvenes empresarios, muy liberales y atractivos, cuando yo tenía 4 años me di cuenta que los dos me gustaban, aunque obviamente nunca dije nada.
Pero si fue ahí cuando mi sexualidad empezó a despertar.

Poco antes de cumplir los 5, mi tío más joven, Víctor, de en aquel entonces 15 años (quien llamaba también mi atención, pues siempre ha sido guapísimo) se quedó a cargo de mi en una fiesta, pues éramos los únicos menores en el lugar y ambos nos llevábamos super bien.

En dado momento, ya entrada la noche, él me llevó a una de las habitaciones de la casa pues yo ya tenía sueño.
Una vez ahí dentro, mi sueño se fue, y entró cierta adrenalina de que él y yo estuviéramos completamente solos.
Él me miraba intensamente, y en un momento me pidió sentarme en sus piernas viéndolo a él, rodeándolo con las mías.
Tomó mi cintura y empezó a moverme contra su pelvis, frotando su pene contra mi conchita.
Yo estaba en el cielo, y más con sus besos esparcidos por todo mi cuerpo.
Cuando ambos llegamos al orgasmo, él me pidió no decir nada y me recostó en la cama.

Fue ahí cuando mi libido se disparó.

Casi a diario me frotaba contra mis almohadas o peluches, yo solita me tocaba antes de dormir, e imaginaba que mis peluches me daban duro.
Era tanta mi calentura que cuando estaba sola en casa veía los canales prohibidos de mis padres (tuve que investigar su contraseña) y ahí aprendí mucho sobre el sexo, anal, lésbico y orgías principalmente.

A los 9 mis padres me regalaron una computadora y contrataron Internet, por lo que tuve la oportunidad de ver más material pornográfico, y fue así que conocí la Zoofilia.

Al principio me sacó de onda, pero después, al ver lo mucho que gozaban las mujeres con sus canes, y lo enormes y deliciosos que lucían sus penes, comenzó a gustarme bastante.

En ese entonces teníamos un perrito labrador de 3 años, que siempre fue super apegado a mí.
Así que investigué cómo hacerlo por primera vez y aprovechando que un día mis padres llegarían tarde, preparé todo el escenario.

Me encerré en mi habitación con Doby, mi can.
Me desvestí y comencé a tocarme, ésta vez lentamente mientras él me veía detenidamente.

-Ven Doby, ven.
-Le hice señas con la mano para que se acercara y obedeció al instante.
Primero olfateó mi conchita para después comenzar a lamer, y ¡Oh Dios! Era sumamente maravilloso sentir esa enorme y húmeda lengua recorriéndome desde mi ano hasta mi clítoris.
Yo soltaba gemidos como loca pidiéndole más y más a mi bebé.
-¡Mmm! ¡Sí Doby!
Él continuó lamiendo unos minutos más hasta que tuve un orgasmo, más intenso que cualquiera que haya sentido antes.
Incluso sentía como salían mis fluidos, los cuales Doby lamió con ímpetu.

Después de ello mi bebé quiso montarme, pero aunque estaba más que ansiosa porque me penetrara, no quería que terminara tan rápido todo.
Así que lo calmé un poco y me acerqué a su pene, el cual ya estaba comenzando a asomarse.
Con una de mis manos lo masturbé lentamente hasta que su pene ya estaba fuera, rojo, enorme, duro y jugoso, me sorprendió mucho su gran tamaño, ademas que constantemente soltaba mucho líquido, y yo tan deseosa no dudé en metérmelo a la boca.

Su sabor era extraño, pero delicioso, ni siquiera me cabía todo de tan grande que era, y encima me le llenaba de sus jugos tan ricos.

Comencé mi vaivén de adelante hacia atrás de una forma lenta, a mi bebé le encantaba pues jadeaba mucho y movía la colita intensamente.
Lo succionaba, y lamía desde la punta hasta su bulbo, que ya estaba comenzando a crecer.
Sabía delicioso, y si en mi boca se sentía la gloria no podía ni imaginar cómo sería tenerlo en la vagina.

No pude más y me puse en 4, con los hombros pegados al colchón y las nalgas bien paraditas, con las piernas abiertas y húmedas por la mezcla de mis fluidos y la saliva de Doby.

Él entendió a la primera, y de inmediato me montó, aunque tuve que guiar su pene hasta mi conchita, una vez localizada me penetró de una estocada.
Al principio dolió un poco, pues era virgen, pero gracias a que estaba más que bien lubricada y su pene que soltaba sus jugos a cada rato, inmediatamente todo se convirtió en placer.

Y se sentía ¡uf! ¡Maravilloso! Su enorme pene me desgarraba deliciosamente mis entrañas, entraba y salía frenéticamente.

-¡Oh sí Doby! ¡Dame más! – Tuve un segundo orgasmo, más intenso que el primero, y aun así no me bastaba, yo quería más y más de mi Doby, que no paraba de penetrarme con fuerza, y cada estocada soltaba más y más jugos, tanto que podía sentir cómo iban desbordándose a través de mis piernas, e incluso por mi vientre hasta llegar a mi pecho.

Poco a poco su bulbo iba creciendo más y más, metiéndose dentro de mi vagina hasta quedar completamente adentro.
Doby no paró pese a ello, al contrario, incrementó la intensidad de sus embestidas hasta que finalmente ambos nos venimos.
Yo sentí como me invadían sus jugos tan calientes, eran litros y litros.

Nos quedamos pegados durante unos 20 minutos, en los que Doby me soltaba lamidas en mi espalda mientras yo acariciaba mi clítoris.

Cuando finalmente pudo salirse de mí escuché un "¡Plof!" y de inmediato salió todo su esperma fuera de mí, y estaba en lo correcto, era demasiado, mojé toca mi colcha y mis piernas estaban más que húmedas.
Doby me lamió un poco más para limpiarme, aunque estaba tan húmeda y por todos lados que eso no bastó.

Me senté con las piernas bien abiertas y metí mis dedos en mi vagina, sacando más de sus jugos y metiéndomelos a la boca, saboreando esa deliciosa mezcla de su esperma con mis propios juguitos.

Doby se acercó a mi rostro y comnzó a darme lamidas por la cara, yo super excitada y agradecida abrí mi boca y dejé que la lamiera por dentro, yo le correspondía con la mía mientras continuaba penetrándome con mis dedos hasta tener un orgasmo final.

Tuve que limpiar todo y decir que había derramado agua en mi colcha para justificar el por qué estaba tan húmeda.
Mis padres nunca sospecharon nada, hasta la fecha siguen sin hacerlo.

Y esa fue mi primera vez con la zoofilia, pero no la última.

Todas las noches mientras me tocaba dejaba que Doby me lamiera, o a veces hasta le permitía hacerme su perra, aunque claro, tomé medidas de seguridad como poner periódicos en el suelo.

Cuando sabía que mis padres llegarían tarde aprovechaba para tener sexo con Doby por horas, a veces lo hacíamos 3 veces al día, y de forma salvaje.
Incluso una vez dejé que mi prima favorita participara conmigo y Doby, y ella me dejaba hacerlo con su perro.

Como se habrán dado cuenta, soy toda una ninfómana, y muy orgullosa de ello.
Me encanta el sexo, no le hago el feo a nada, la zoofilia fue mi comienzo, pero no me quedé ahí.

Si ustedes me permiten, podría seguir contándoles más de mis aventurillas, zoofilicas, lésbicas, orgías, de todo.

Nos vemos!

4835 Lecturas/1 octubre, 2018/1 Comentario/por sexosintabues
Etiquetas: familia, orgasmo, sexo, vagina
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1 comentario
  1. Alberto zoo Dice:
    27 julio, 2020 en 3:00 am

    Wow! Increíble tu historia, crees que podriamos contactarnos?

    Accede para responder
  2. Gabriel87 Dice:
    24 junio, 2022 en 3:01 am

    Increíble istoria crees que podemos contarnos para escribirnos

    Accede para responder

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