Mi Señora Amiga
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Key-Q.
A mediados de año (2016) mamá me mandó a cotizar pre-universitario o algún instituto para que al siguiente año estudie algo y no me quede de nana o empleada doméstica en la casa, claro que ella no sabe que le hago servicios sexuales a mi perro desde ya 18 meses (todo el 2015 cuando quedaba sola en casa y los 6 meses que iban del 2016 a destajo) que lo teníamos con nosotros y lo pasábamos excelente.
Ya llevaba como seis meses haciéndolo a destajo con mi perro desde que mamá entró a trabajar, lo que entiendo hizo para poder costearme los estudios.
Pero yo no quería estudiar todavía, prefería seguir siendo la esposa humana de mi marido perruno, lo pasábamos muy bien teniendo sexo cada vez que nos daban ganas, prácticamente estábamos de luna de miel.
Ese era el tercer día que había salido a ver institutos y preuniversitarios, ya viniendo de vuelta el autobús quedó averiado y todos los pasajeros debíamos bajar a esperar el siguiente para seguir nuestro rumbo, pero yo decidí seguir a pie puesto que de aquel lugar a mi casa quedaban cerca de once cuadras y no tenía inconvenientes en caminar.
Pero habiendo avanzado una manzana y media, me topo con una señora de unos 55 años que estaba alimentando a un par de perros en la acera en dos tiestos que tenía atados a un árbol – !Que lindos! ¿son suyos? – era un pastor alemán y otro que parecía bóxer atigrado pero su hocico no era tan corto – "!Si, absolutamente míos! – me respondió en un tono gracioso que nos hizo a ambas esbozar una sonrisa.
¿Pero por qué les da de comer aquí afuera? – le pregunté – Es que adentro son muy territoriales y se pelean cuando se trata de alimento – me respondió y yo mientras acariciaba al bóxer le replique con cara de incredulidad – ¡Que raro, aquí se ven bastante amistosos! – y su corto pelaje me permitía percibir su contundente musculatura bajo él, lo que me hizo excitar un poco y el perro lo notó inmediatamente encajando su nariz en mi entrepierna – "¡Parece que le gustaste!" – me dijo la señora haciéndome sonrojar, y al mirarnos a los ojos yo supe que me hablaba de sexo, evidenciando mi avergonzamiento que le había entendido, y con el análisis de su respuesta inicial tuve la certeza de que ella también lo hacía con ellos.
La presencia de otra zoofílica en compañía de sus amantes, no hizo más que hacerme reventar la vagina en jugos y ya ambos perros se interesaron de sobremanera en mi sexo no sabiendo yo que hacer – ¡Uuyyy, estoy que me orino! ¿me prestaría su baño? – le dije ya que la excesiva humedad estaba sobrepasando mi calzón y ya mojando la entrepierna de mi jeans.
La señora me dijo – ¡Si mi niña, pase nomás, al final del pasillo a mano izquierda! – y entré rauda a secarme mi vagina y ponerme uno de los protectores que andaba trayendo en mi mochila, pero los perros entraron tras de mí y tuve que empujarlos para que me dejaran cerrar la puerta del baño.
Era increíble la cantidad de ese cristalino y viscoso líquido que había liberado mi vulva, formaba hilos de hasta 10 ó 12 centímetros al pasarme mis dedos por ahí.
Luego salí y los perros estaban detrás de la puerta esperándome, siguiéndome estos por el pasillo hasta donde me estaba esperando sentada la señora en la sala de estar y noté que no había nadie más en esa casa, lo que le pregunté a ella y me lo confirmó indicándome que sus dos hijos ya son mayores y su marido trabaja en faenas mineras pasando pocos días del mes en casa.
Me indicó que me sentara, a lo que le respondí que no, que tenía que llegar a mi casa a cocinar y hacer otras cosas (otras cosas que obviamente incluía llegar a tener sexo con mi perro).
Y al quedarme de pie los perros nuevamente comenzaron a meterme sus hocicos por abajo, con lo que decidí sentarme para que no siguieran molestando.
Pero al estar más abajo, mientras la señora me hablaba, no podía dejar de observar la roja punta del pene del bóxer que algo se le asomaba, ya que al pastor no se le veía nada por su pelaje más largo.
Trataba de disimular, pero ella ya me tenía plenamente identificada y me ponía incómoda su inquisidora forma de mirarme.
Me volví a mojar y así sentada como estaba los perros igual fueron a hostigarme, estaba muy confundida no sabía si quedarme o salir arrancando.
La señora notó mi incomodidad y directamente me preguntó – ¿Has oído hablar o sabes algo de la zoofilia? – y los casi treinta segundos en que guardé de silencio me delataron.
Ella se sonrió y yo me volví a sonrojar – ¡Si, es que no, no sé, ay perdón, lo siento, es que tengo que hacer! – y poniéndome de pie me fui sin dar mayor explicación.
Salí de aquella casa y caminé rumbo a la mía sin mirar atrás, solo pensando en lo increíble de la coincidencia de haberme topado con otra mujer que se dejara o hiciera montar por su perro.
Claro que ella tenía dos y eso me causaba una sana envidia, su actitud no fue invasiva ni me presionó por nada, solo que yo me puse nerviosa y no supe como reaccionar ante aquel encuentro.
Al día siguiente me fui a dar una vuelta por allá rondando el sector entre las 10:30 y las 11:00, que fue más o menos cuando salió a la calle y me acerqué a hablar con ella.
Le pedí disculpas, entramos a su casa y le hice una serie de preguntas respecto a este tema, en donde ella me contó que lo había descubierto por sí sola al verse necesitada de sexo durante las ausencias de su marido, sus hijos para ese entonces estudiaban, pasaba sola en casa y tenía un solo perro, además que llevaba cerca de quince años haciéndolo y su primer amante perruno había fallecido hace tiempo.
Bueno yo también le conté lo mío, que es lo narrado en mi otro relato "Parte de lo que he vivido" y quedó asombrada de lo precoz de mi incursión en el sexo animal.
Ya todo conversado y luego de un momento de silencio, me comentó – "Tulio es el que quedó más enamorado de ti" – haciendo referencia al Bóxer (el Pastor Alemán se llamaba Dicky) – "¿le darías a probar de tus jugos al pobrecito? porque me parece que te mojas bastante como para atraerlos tan luego" – y sin esperar mi respuesta se subió la falda, corriéndose el calzón para un costado y llamó al Pastor que de inmediato se puso a lamerla, lo que encendió el ambiente e hizo que otra vez mi vulva reventara en jugos, provocando que Tulio se viniera directo a mi entrepierna, pero yo andaba con jeans y me los tuve que sacar para poder dejar que me lamiera, aprovechando también de quitarme los calzones para no tener que estármelo corriendo para un costado.
Pero estando ahí sentada en un sillón, el Bóxer luego de devorar los fluidos de la entrada de mi vagina pronto se montó en mi muslo derecho ya queriendo copular y yo la muy caliente me bajé a posición de perrita en el acto.
Y teniendo ambos experiencia en esto, fue cosa de segundos para que ya me estuviera taladrando profundo, lo que sumado a la emoción del momento de estarlo haciendo con un macho distinto y desconocido, más la excesiva brutalidad con que me penetraba me hicieron estallar en un precipitado orgasmo en que me llegué a orinar de la emoción (tal como en mi primera abotonada).
No me di ni cuenta en que momento la señora se puso a mi costado, entiendo que pretendiendo ayudarme, pero yo ya llevaba como un año y medio apareándome con mi perro y sabía como hacerlo.
Tulio me hizo notar la diferencia entre su fuerza y la de mi perro, pero por otra parte mi vagina percibía la diferencia entre sus penes.
Este era levemente más corto con su nudo más ancho y ovalado para los costados.
Apenas detuvo su bombeo me preparé a estar atenta para ver por donde se bajaría y afirmarlo para que no se saliera (pues ya hace tiempo que no me abotonaba naturalmente), lo que hizo para la derecha y le agarré su pata izquierda con mi mano del mismo lado a la altura de mi cadera antes que la pasara por mi anca, y su mano izquierda con mi derecha apenas la bajo por el lado de mis costillas.
En esa posición su nudo quedó girado en noventa grados y hacía una exquisita presión en mi punto G, acentuando mis sensaciones al palpitar al mismo ritmo que me iba llenando con su semen.
La señora estaba a mi izquierda y quedó presenciando a escasos centímetros directamente nuestro acoplamiento, solo limitándose a apaciguar al Bóxer acariciándolo y cargando su pelvis para que el nudo se mantuviera más adentro.
Luego cerca de un par de minutos así, me tomó mi mano izquierda y me dijo – "Suéltelo mi niña para que se termine de voltear, si no va a tirar o yo lo sujeto si se pone nervioso" – ayudándolo a girarse lo siguió acariciando y Tulio continuó acabando tranquilamente en mi agradecido útero que recibía gustoso esa abundante y caliente leche.
Ya en esta postura su protuberancia seguía presionando mi punto G, pero ahora no por el empuje del ancho de su volumen sino que por la palanca de su aparato mismo que tendía a volver a su posición original.
Nuevamente me orine, porque la intensidad de mi orgasmo no bajaba, mis piernas no tenían fuerzas, parece que me iba a desplomar al piso, pese a estar como un trípode apoyada en mis clavículas y rodillas mi cuerpo no me respondía.
Casi pierdo el conocimiento y entré en una nueva fase de orgasmo, convulsionando de tanto placer, mi vientre ondulaba mientras el resto de mi cuerpo tiritaba, todo mi ser pendía de la unión con ese bendito pene.
Disfruté por mucho rato de aquello, creo que más de media hora, hasta que se deshinchó tanto que salió por sí solo, habiendo ya escurrido por entre mis piernas gran cantidad del semen, que en ese momento estaba mezclado con mi orina en el piso.
"Discúlpeme mi señora por la orinada" – le dije – "No se preocupe que limpiar no cuesta nada en comparación al placer de esto, mi niña" – me respondió, y luego de unos diez o quince minutos me ofreció hacerlo con Dicky, lo que acepté e hice pero no fue tan placentero como con Tulio.
Bueno desde ese entonces nos hablamos por "mi niña" y "mi señora" sin preguntarnos los nombres siquiera pues lo importante es nuestra afición en común, repitiendo el sexo animal solo un par de veces más en el tiempo que llevamos conociéndonos y las otras ocasiones que la he visitado ha estado acompañada y solo hemos conversado.
Lo divertido es que no me di cuenta de que el nombre de ambos perros tenían relación con la palabra pene, hasta que después lo analicé a solas.
Túlio de tula (un chilenismo) y Dicky de dick (penecito en inglés).
Bueno eso.
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