orgia en el cmpo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Llegamos casi al alba al rancho enclavado entre unos cerros, no se veía servidumbre o algo parecido, o sea mucha discreción pensaba, con que no me salgan como la vez anterior, voy a terminar en boca de los vecinos como la mas puta de mi pueblo y la mas desvergonzada por hacerlo con los ministros de la iglesia, pero me venia -a estas alturas- valiendo madre, pues estaba obsesionada con los temblores de la carne que los sacerdotes me habían imbuido hasta el fondo de mi cerebro, pues no pensaba en nada mas que en el sexo y en bestias salvajes que me penetraban día y noche hasta la saciedad, hasta el limite. Aun podía sin embargo convivir con mis amistades y mis familiares que nada sospechaban pues todo el infierno estaba dentro de mi. Los demonios solo estaban en mi cabeza y el me daba entendimiento para poder discernir lo bueno y lo malo, claro pero acercándome al gozo continuo y temerario que me tenia prisionera.
Lo que si vi fueron unos perrazos en la casa- por cierto muy bien construida pero austera y unos potrillos en el corral, lo cual me despertó los instintos que el paisaje habían rebajado.
Después de degustar un rico café y algunos panecillos con miel, jugos y frutas varias, descansamos en sendas hamacas contemplando el paisaje vasto y apacible roto apenas con el canto de algún gallo y de las aves silvestres.
Aun estaba fresco el ambiente cuando el padre Fernando me comenzó a dar comezón por seguir cobrándome aquella afrenta a dios que ya me estaba cansando. Ven conmigo dijo y usted también padre Juan, otro personaje nuevo al que llamaron como Joaquín también se acerco, era joven como de unos quince años y fungía como un mozo. Te presentamos a Joaquín, ahora el nos va a ayudar en el este escabroso camino de la salvación. No padre, ya muchos saben lo que realmente hago y no estoy dispuesta a seguir exhibiendo mi cuerpo y mi espíritu a cualquiera que usted me ponga enfrente.
No hija, Joaquín también esta aquí para purgar sus culpas, pues al igual que tu, el también es un pecador. ¿Como? Dije incrédula, el es un pecador, tuvo contacto carnal con su hermana menor y debe pagar ese escarnio con el castigo que se merece.
No lo puedo creer, estos curas se dedican a descubrir a los pecadores, como en la época de la santa inquisición. Me guarde mi comentario porque vi el movimiento a mi alrededor.
El padre Fernando me dije casi al oído, como el pecado que cometiste se relaciona con tu perro, aquí tenemos a dos mastines para que tu culpa sea expiada, empleándolos a ellos que es la mejor manera, ojo por ojo, diente por diente, mascullo.
Yo comencé a llorar, no padre ya no quiero seguir con esto, no hija ya comenzaste y ahora tienes que seguir.
No, ya quiero terminar.
Es que no sabes que lo que te espera es el paraíso en la tierra, este es el gozo supremo.
Quede perpleja con todo lo que escuchaba. Procedamos me dije, ya estoy aquí y por otro lado me atrae este riesgo que corro, le dirigí una mirada de complicidad al joven compañero que ahora estaba como agregado.
En cuanto se acercaron los perros, los cuales por cierto estaban tan bien cuidados como mi mascota Roky, note el botón de entre su abdomen y piernas por donde colgaban unos huevos de tamaño formidable. Eran largos altos,, con orejas descomunales y de belfos enormes. Cuando aparecieron los primeros signos de su virilidad me quede anonadada. Aquello era como una saeta, con una punta aguda y el cipote trasladado hasta la base, el cual era como una gran manzana. Inmediatamente me comenzaron a oler, primero en la cara, mis pechitos y después en mi cola.
Lo que hacia uno, repetía el otro, y comencé a observar que aquello les crecía de manera descomunal, mas grande que el de mi Roky, pues eran de otra raza. Y comencé a tener miedo.
No temas me dijo mi confesor, ellos están adiestrados para dar únicamente placer.
No me van a lastimar? Dije temerosa
No, ya lo veras.
Me desnude a solicitud del padre, me tendí en un camastro boca a arriba con las piernas abiertas y enseguida un perro comenzó a lamerme mi panochita, yo lance un suspiro y cerré los ojos, aquello era realmente cachondo, indescriptible. Le tome su enorme cabeza y acaricie las orejas enormes y el me miro con unos ojos tan enternecidos que me desarmaron. Lamia con tal avidez y el padre aprovecho para untar en mis labios mayores y menores un poco de miel que ellos, los perros lamian a toda velocidad, yo me vine inmediatamente y otro y otro orgasmo. Entre en calor y mi cerebro se obnubilo, quedo a merced de aquellas bestias, era de ellos me abandone y me perdí en la inmensidad de un cielo infinito. Allí mismo uno de los perros me penetro y yo levante las piernas para aprisionarlo de los riñones. El me tomo entre sus patas delanteras –increíble rodeando mi cintura. No podía creerlo, yo lo abrazaba, el me lamia la boca, el cuello, las orejas y yo sentía que algo me rompía mi vagina, era el que le agarro una seguidilla y junto con mis jugos y su saliva, pudo ensartarme la gran manzana que tenia en la base. Se quedo estático por un momento, para después reanudar su mete saca Hasta que se aseguro de tenerla clavada hasta el tronco.
Me soltó de la cintura y se dio la vuelta, me dio la espalda y sentí que algo tiraba de mi, era su pene que se había trabado en mi esfínter vaginal y quedamos pegados como los perros en brama- yo los había visto alguna vez pero no me imaginaba que lo viviera en carne propia.
Intento arrastrarme por mi poco peso pero el padre estaba pendiente y lo detuvo. Yo anhelaba que lo hiciera, quería vivir aquella experiencia, ser arrastrada por un perro. Pero no, lo que comencé a sentir es que mi cavidad vaginal se comenzó a llenar de un liquido viscoso y caliente, muy caliente que comenzó a rebosar mi entrada, estaba goteando profusamente. Estuvimos pegado por espacio de 10 minutos hasta que el se jalo y ¡plop!, se zafó proporcionándome uno mas de los múltiples orgasmos que habían iniciado desde que me la metió.
Inmediatamente el otro perro fue soltado y ni tardo ni perezoso me dio la vuelta quedando como una perra, calándome su flecha hasta el fondo de mi culito, que avasallado por la cogida previa se había abierto y nuevamente quedamos abotonados, yo también me amarre, apretando mi esfínter y entonces si fui arrastrada por el segundo perro que al sentir mi fuerza, tiro de mi. Fue arrastrada por toda la habitación por espacio de otros cinco minutos hasta que con una hemorragia profusa se me chispo aquel amasijo de carne que tenia en su base. Detrás de la sangre comencé a obrar aquella cantidad enorme de semen que se había introducido hasta el fondo de mi intestino y entonces el padre se puso a limpiarme el ano que tenia algunas venitas rotas pero nada del otro mundo, porque además ya no me importaba lo que viniera.
Al filo de las 18.00 fuimos entrando a la ciudad y por supuesto ya repuestos de aquella tremenda aventura, platicando mi recién conocido amigo Joaquín que me consolaba y me fui quedando dormida sobre su regazo y no me despertó hasta que llegamos por fin nuestro destino.
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