Parte de lo que he vivido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Key-Q.
Compartíamos la casa de mi abuelo con una tía (hermana de mi mamá) y su familia (marido e hijo), mi primo es 7 años mayor casi nunca estaba en la casa y tenía un perro salchicha que pese a ser de él era más amigo mío que de cualquier otra persona en esa casa.
Todos los demás trabajaban, por lo que por las tardes luego de la escuela quedaba sola con mamá, que siempre tenía algo que hacer y cuando no estaba viendo telenovelas no tomándome mucho en cuenta, por lo que yo me dedicaba mayormente a jugar con el salchicha.
Para ese entonces yo tenía 12 años, ya me había llegado mi primera regla y estaba comenzando a explorarme.
Pasaba gran parte de las tardes con el perro, ya fuese en mi habitación, la de mi primo o en la sala de estar, no nos faltaba a que jugar siempre había una pelota por ahí, algún muñeco viejo o simplemente le hacía cosquillas con mis propias manos, acariciándolo a veces cuando se quedaba tranquilo.
Y no faltó la ocasión en que le topé su pene, que pese a haberme ruborizado insistí en pasar mi mano por ahí y notando que al animal no le molestaba se la dejaba apoyada en su cosa cuando estaba boca arriba, atreviéndome hasta a jugar con sus testículos.
Lo que ya desde esa primera vez se transformó en un vicio, pues al día siguiente le estaba haciendo lo mismo, me encantaba sentir su pene bajo la piel de su vientre y que me dejara jugar con sus bolas.
No era algo muy invasivo pues solo le tocaba por encima su aparato y sus huevos los cobijaba en una de mis manos moviéndolos suavecito.
Esto a cada día que pasaba me excitaba aún más, percibía yo como fluían de mi interior los líquidos que dejaban jabonosa mi vagina.
Y antes de dos semanas de haber iniciado este sucio juego, en una salida de mamá a comprar el pan por la tarde en que demora entre 20 minutos y media hora, no pude evitar hacer lo que mis instintos me dictaban, a mis senos que estaban en pleno desarrollo le cosquilleaban sus incipientes pezones y mi humedecida vagina suplicaba por ser acariciada.
Por lo que sin mayores tapujos y a sabiendas que de momento estaba a solas en casa, sobre la cama de mi primo al lado de su perro comencé a masturbarme, mi corazón estaba muy agitado y no sé porque contenía tanto yo mi respiración, como que la falta de oxigeno acentuaba la sensibilidad de mi sexo.
Estaba yo ahí con mis calzones a las rodillas, a piernas abiertas y con ambas manos involucradas en ello, con el dedo medio de la izquierda frotaba mi clítoris mientras el medio y anular de la derecha jugaban al mete y saca, cuando sin darme cuenta, el salchicha estaba ahí mismo con su nariz en mi entrepierna y atraído por el olor de mis fluidos se puso a lamer ayudándome en mi labor, haciéndome alcanzar muy pronto un delicioso orgasmo, su caliente y áspera lengua desplazó el accionar de mis manos, encargándose de mantener aquel orgasmo por un par de minutos o más.
Jamás había logrado algo así con mis manos, apenas llegaba a unos tibios orgasmos, y ni hablar de los alaridos de placer con que liberé mi contenida respiración, por suerte estaba sola o alguien me hubiese ido a ver por aquel escándalo.
Pese a haber bajado la intensidad de mi clímax, lo dejé que siguiera lamiendo hasta el cansancio ya que la habitación de mi primo queda al final del pasillo y al sentir la puerta podría acomodarme la ropa sin problemas antes que pudiera verme mamá.
Pero no fue necesario ese actuar de urgencia, pues me sentí satisfecha algunos minutos antes que ella llegara y cuando lo hizo ya todo aparentaba habitual normalidad.
Al día siguiente esperaba con ansiedad ese momento a solas en casa, durante las primeras horas de la tarde jugué más atrevidamente con el perro, acariciándole su vientre en conjunto con su pene, lo usé de almohada apoyando mi mejilla ahí también y hasta le di unos besos en su hocico.
Estaba ya muy mojada y poco antes que mamá saliera él comenzó a husmear en mi entrepierna olisqueando y resoplando con fuerza en mi entrepierna, lo que me tenía a mil y apenas ella cerró la puerta de salida me saqué los calzones y él se puso a lengüetear como desesperado, lo que yo recibí gustosa separando mis labios con mis dedos medios e índice de la derecha, mientras que con mi izquierda la lujuria de ese momento me hizo ir a buscar su pene e iniciarle una masturbación frenética, la cual parece que la recibió de buena manera pues reaccionó moviéndose como si se estuviera apareando con mi mano.
Pero dicho actuar hizo que se desentendiera de mi vagina, dedicándose a empujar su aparato por dentro del aro formado por mi mano.
Se cargó tanto que la piel de su vientre se estiró de tal modo que la funda de su cosa quedó totalmente arremangada casi a continuación de sus testículos y una especie de cototo que rápidamente se formo quedó rodeado por la cuenca de mi mano a la vez que su delgado pene también se hinchó en un par de segundos y antes que me diera cuenta el animal ya estaba eyaculando con su aparato en mi mano, comenzando a mojar la cama de mi primo que obviamente se podía manchar con eso.
Yo dentro de mi calentura y por la preocupación de no ensuciar ahí, tomé la salchicha del salchicha, llevé a ambos a mi entrepierna y reclinándome un poco me embutí eso para que no siguiera chorreando en la cama que no se alcanzó a humedecer mucho.
Yo solo me metí la punta de aquel aparato, un poco menos de la mitad, pero este animal siguió empujando haciéndolo entrar casi por completo y hasta que esa bola topó con la entrada de mi vulva.
Ya acostada de espaldas, lo abracé y él se quedó dando pequeños empujoncitos a medida que iba echando chorritos de su semen en mí.
Llevaba algunos minutos recibiendo la eyaculación del salchicha, cuando noté que estaba escurriendo entre mis glúteos, a lo que reaccioné poniendo ahí mi calzoncito que al ser de algodón absorbería bien ese exceso de líquidos, con tanto gozar perdí la noción del tiempo y temí que pudiera llegar mamá y me descubriera, por lo que me saqué al perro tapándome de inmediato con mi prenda ya humedecida y dejando al animal en el piso me fui al baño, no sin fijarme antes que su nudo no dejaba bajar el pellejo de su pene que aún estaba hinchado y goteando, por lo que me devolví y lo llevé conmigo para que mamá no lo fuese a ver así.
Mientras sentada en la tasa pujé para que saliera lo más posible de su semen, vi como levemente se iba deshinchando esa cosa que casi topaba con el piso por lo corto de sus patas, me agaché un poco y tomándolo desde atrás le ayudé a su pene que se cubriera nuevamente con su funda, quedando más tranquila con respecto a lo que pudiera ver mamá.
Y echando al salchicha para afuera me lavé mi agradecida vagina y salí sin calzones cubierta solo por mi falda a buscar unos limpios.
Ya luego los días siguientes no dejaba que su nudo saliera de su funda, pues costaba mucho que se le guardara, y si este no entraba en mí, no era necesario que saliera y podía disfrutar de la salchicha del salchicha hasta que llegara mamá.
Pasaban los días y cada vez era más atrevida, fui capaz de chupárselo e incluso esperaba hasta último momento cuando mamá iba entrando para desenchufarme el pene del perro.
No me explicaba como yo siendo una niña tan retraída y tímida podía haber llegado a hacer eso, pero tampoco pretendía dejar de hacerlo.
Estuve así un par de años hasta que mi tía se fue a vivir a otra casa, mi primo se llevó a su perro y de ahí en adelante tuve que ajusticiarme sola por mi propia mano, no me faltó un par de pretendientes que pudieron haber sido uno de ellos mi novio, pero por lo ansiosa que soy me daba miedo que al tener sexo pudiera quedar embarazada, no sabía si podría ser capaz de controlarme y prefería evitar la tentación.
Pasó como un año y medio, estaba a punto de cumplir 16 y una tía (otra hermana de mi mamá) que vive a algunas cuadras de nosotros (5 ó 6), saldría de vacaciones por un par de semanas, pidiéndole a mamá que le cuidara la casa, lo que involucraba mantener limpio el antejardín, recoger la correspondencia, regar las plantas y alimentar al perro, a lo cual la acompañé y ayudé los 2 primeros días, ofreciéndome para hacerlo sola al tercero, lo que mamá aceptó ya que a ella le quitaba un poco de tiempo para hacer el almuerzo y a mí me sobraba estando de vacaciones de la secundaria.
Claro que eso tenía su sacrificio de por medio ya que todo debía ser en la mañana para que las plantas al regarlas no se quemaran con el fuerte sol de medio día.
Mamá me pasó el juego de llaves y partí rumbo a aquella casa, hice rápido todo lo primero dejando lo del perro para el final.
Él es un mestizo de mediano tamaño de unos 35 kilos y pelaje totalmente negro.
Abrí la puerta trasera de la cocina que da al patio trasero y ahí estaba él, que apenas me vio comenzó a mover su cola, si bien lo conocía desde cachorro nunca habíamos estado a solas y no podía evitar clavar mi mirada en su pene, que obviamente era bastante más grande que el del salchicha que solo pesaba unos 8 kilos.
Estaba muy contento se acercaba a mí, se agazapaba y luego salía corriendo dando de saltos, utilizando todo el ancho del patio en su correteo mostrándose ansioso y vigoroso a la vez.
Yo le hablé cariñosamente mientras llenaba sus recipientes, aprovechando de acariciarle lomo y costillas al momento que tomaba un poco de agua, lo que al sentir su musculatura, suave y corto pelaje hizo que me terminara de mojar, sintiendo como que me había orinado de tan empapada que estaba mi almejita, lo que él obviamente percibió con su olfato y no dudó en ir a meter su nariz ahí.
Insistió tanto y tan luego, que me sentía agradecida de que mis oscuras intenciones se estaban dando así de fácil.
Fui a probar suerte y con algunas expectativa de lo que pudiera pasar, pero no pensé que las cosas se dieran tal como iban, clavó de sobremanera su nariz en mi entrepierna, por lo que me lo llevé a la cocina y bajándome en conjunto mi jeans y calzón dejé expuesto mi sexo, el que no fue necesario le ofreciera pues se puso a lamer en el acto, haciéndome entrar en transe de inmediato con aquellas cosquillas que hace mucho tiempo no experimentaba.
Mi pantalón en las rodillas no me dejaba separar bien las piernas para que me pudiera lamer más profundo, por lo que en una rápida acción saqué mi pierna derecha y abriendo un cajón del mueble de cocina apoyé mi pie ahí, logrando abrir en un gran ángulo mis muslos permitiéndole lengüetear directamente de la entrada de mi vulva, haciéndome estremecer en pocos segundos al rozar exquisitamente mis labios, pasando por mi clítoris cada vez y cuando estaba a punto de llegar al máximo clímax de mi orgasmo, el cajón se salió de sus correderas yéndose de golpe al piso.
Con tal estruendo el perro salió corriendo quedándose luego tras el umbral de la puerta y yo respiré tranquila luego de ver que nada se había roto, solo tenía que recoger todos esos utensilios de repostería que estaban desparramados en el piso y volver a poner el cajón en su sitio, lo que comencé a hacer enseguida luego de ponerme mis pantalones, ahí estaba a gatas y le hablé tiernamente al mestizo para que entrara nuevamente en confianza "¡¡¡Siiií entre mi niiiño, si no fue su culpa, venga, venga!!!", lo que además de alentarlo a entrar le dio tanta confianza que apenas llegó a mí, se me subió por atrás respondiendo mi interrogante de cómo lo haría para probar su pene.
Tan sencillo como me lo demostró, su tamaño era preciso para que me montara como perrita y me pareció que él sabía como.
Así que una vez guardado todo lo del cajón, me desnudé de la cintura para abajo y me bajé a cuatro patas al piso de la cocina, lo que el perro obviamente entendió y luego de dar unas cuantas lamidas más dio inicio a sus intentos por montarme y penetrarme.
En un principio era molesto sus uñas en mis pantorrillas que me las pisaba a cada instante tratando de acomodarse, también sentía las de sus patas delanteras en mi costados que si bien igualmente dolían no me arañaban por contar con la protección de mi camiseta, fueron cuatro o cinco las ocasiones en que se subió bombeando algunos segundos en el aire y luego se bajaba sin haber topado siquiera mi entrepierna con su aparato.
Yo en mi desesperación en la siguiente lo esperé en vertical sobre mis rodillas y con mis manos tomé las suyas subiendo su agarre a mis costillas para que al inclinarme hacia delante su pelvis se acercara más a mi entrepierna, pretendiendo mantenérselas sujetadas por si le atinaba para que no se bajara tan luego, teniendo ya mis manos ocupadas al bajar no me quedó otra que apoyarme con mi rostro de costado en el piso, pero lo más sorprendente de todo fue que apenas llegué con mi cara a las cerámicas del piso sentí su pene ahí y él luego de percibir que ya estaba en el camino correcto, dio un par de puntadas en que me entró como hasta la mitad, para enseguida apretarme muy fuerte y metérmelo todo lo más profundo que podía, hasta su nudo aún muy pequeño sentí cruzar la parte más estrecha de la entrada de mi vagina, notando yo como se batía en mi interior a medida que cobraba más volumen, aún me seguía jalando hacia él y empujando con su pelvis su aparato pareciendo que me quería atravesar, iniciaba su eyaculación y su protuberancia continuaba hinchándose en mi interior.
Muy rápido alcancé el mejor orgasmo de mi vida, hasta me oriné cuando él estaba terminando de agitar su nudo ahí adentro, e inesperadamente dejó de sujetarme bajando sus manos a afirmarse en el piso, las que por la emoción del momento no recuerdo cuando se las solté, bueno la cosa es que cuando miré para atrás vi que sus patas traseras colgaban a los costados de mis muslos, y antes que me diera cuenta él ya tenía sus dos manos a mi derecha con su muslo izquierdo sobre mi anca, haciéndome sentir que estábamos abotonados al sentir el cuarto de giro que dio su protuberancia en mi interior.
Se quedó unos segundos en esa posición para luego terminar de pasar esa pata sobre mi trasero, y quedando culo con cola percibí como esa tremenda cosa se terminó de girar dentro de mi caverna vaginal sin dejar de palpitar al ritmo que continuaba con su eyaculación.
Preocupada estaba no por el anudamiento mismo, porque lo estaba disfrutando bastante, sino por el daño que me pudiera provocar si el perro tiraba muy fuerte y me sacaba su herramienta así de grande como estaba hinchada, pues sentía la presión que en mi interior ejercía su tremendo volumen y el vacío que producía en mis demás órganos interiores cuando jalaba, sin dejar de mencionar el estiramiento de la piel del contorno de la entrada de mi vagina que me parecía se redondeaba según la forma de su nudo.
Dio un tirón que sentí iba a salir con mi vagina, útero y ovarios todo a cuestas, por lo que apreté lo más que pude los músculos de mi esfínter y entrepierna, con lo que hice chillar al perro entendiendo que a él también le dolía un poco y cada vez que trataba de salirse volví a repetir dicho ejercicio, logrando que se quedara tranquilo y así pude disfrutar del resto de su abundante y caliente eyaculación por largos minutos, en que mi orgasmo recuperó su clímax y yo aproveche de frotar mi clítoris para acentuarlo un poquito más.
Desde el inicio del coito su acabada duró entre 12 y 15 minutos, pues su pene percibí que dejó de palpitar haciéndome pensar que ahí ya se podría salir, pero en deshincharse lo suficiente se demoró unos 5 minutos más, pues más menos ese tiempo tuve que esperar para ver ese tremendo pedazo de carne que aún guardaba grandes dimensiones al descorcharme, no dudando en ir a chupárselo tal como lo hacía con el diminuto pene del salchicha.
Pero este lo tuve que ir a buscar a gatas a diferencia de el del salchicha que lo traía a mí tomándolo en mis brazos.
No podía creer que antes de cumplir mis 16 ya había hecho algo así, gozando como una verdadera perra, lo del salchicha anteriormente había sido como una simple masturbación pero con un dildo de carne real siendo yo quien lo controlaba, pero ahora había sido poseída por este perro que me hizo sentir su fuerza y virilidad, mi vagina estuvo totalmente colmada por su sexo y no pude despegarme de él hasta que todo estuvo consumado.
En la relación con el salchicha él era mi juguete, pero con este animal yo había sido su perra y aunque mi mente se negara a repetir la experiencia, la hembra en mi interior sabía que lo haría nuevamente cada día de los que venían a continuación estando solos en esa casa.
Eché al perro para fuera, limpié el piso de la cocina y luego de encerrarme un rato sentada en la taza del baño a dejar que escurriera el exceso de semen, me puse un tapón de papel higiénico y me fui a casa, en cuyo camino no dejaba de pensar en lo que habíamos hecho con el perro de mi tía y cómo lo haríamos al día siguiente, obviamente lo primero que pensé es que debía ser apenas llegara, para que mientras hiciera el resto de las tareas se vaciara mi útero y vagina, también me veía en mi mente como en tercera persona como mirándome a un par de metros de distancia con lo cual se me ocurrió la idea de hacerlo frente a un espejo, y así mi mente no dejaba de difariar .
Incluso cuando llegué a casa estaba como embobada, preguntándome mamá que qué me pasaba, a lo que ni recuerdo qué le respondí.
Pero luego de un par de horas no aguantaba la ansiedad de volver a repetir ese tan brutal y exquisito sexo animal.
Y cuando estábamos almorzando le inventé a mamá que tenía que juntarme con una amiga en la tarde, que si me daba permiso, que estaría en su casa un par de horas o tres, a lo que accedió sin problemas indicándome que llegara antes de las 6 de la tarde, con lo que mi vagina se puso a zapatear de contenta.
Obviamente simulé olvidar entregar las llaves dejándomelas en el bolsillo y al salir tome dirección contraria a la de la casa de mi tía dándome una vuelta más larga al irme para no levantar sospechas.
Yendo en el camino muy nerviosa me comí todas mis uñas pensando que me podría ver entrar alguna vecina de mi tía y comentarle algo a mamá, por lo que me paré en la esquina más cercana y viendo que no hubiera nadie en la calle, fui y entré muy rápido cerrando ambas puertas (antejardín y casa) con llave.
Una vez dentro me desnudé de la cintura para abajo, saqué un gran espejo del dormitorio de mi tía llevándolo a la sala de estar y le fui a abrir la puerta de la cocina al perro.
Entró muy contento y ansioso intuyendo lo que se venía, saltaba a mi alrededor, se paraba en dos patas y me rodeaba cargando su lomo en mis muslos.
Pero como yo me quedé expectante sin hacer nada, terminó por sentarse gimiendo frente a mí, lo que claramente era para pedirme sexo y yo pese a estar tan o más caliente que él, me propuse no dárselo tan fácil haciéndome la difícil.
Sonreí mirándome al espejo y me comencé a pasear por la sala aumentando las ganas del animal, si bien yo iba precisamente a eso, él no estaba haciendo ningún esfuerzo real o serio para obtenerlo, si ni siquiera me había tratado de lamer, así que decidí hacerlo sufrir un rato y seguí modelando, llegando él en su desesperación a agarrarme por atrás en plena caminata y luego a tomarme la mano con su hocico jalándome para abajo, lo cual no me pareció bien por ser una actitud muy dominante por su parte y lo reprendí abriéndome de piernas e indicándole mi vagina, la que luego tímidamente se puso a lengüetear y creo que entendió por donde debía empezar, pues luego di unos pasos más en círculos y no despegaba su hocico de mi entrepierna.
Lo dejé que me lamiera un poco más y me bajé a cuatro patas, él se me subió enseguida e intentó hacerlo tal como en la mañana tomándome de las caderas y moviendo indiscriminadamente su pelvis, por lo que apoyándome en mis hombros y rostro con mis manos libres tomé sus patas delanteras y las corrí a mi cintura, pero esta ocasión estando clara que no debía soltárselas.
Logrando así que en la primera montada me penetrara sin el cansancio de los primeros intentos demostrándome así su real vigor y potencia.
Me penetró muy violentamente yéndose al fondo de inmediato y azotando sus testículos contra mi monte de venus en cada embestida e hinchándosele rápido todo su aparato siguió empujando como por un minuto y medio luego de haber iniciado su eyaculación antes de quedarse tranquilo para continuar con ella.
Sentía el palpitar de su pene con cada chorro que lanzaba y por el espejo veía como se recogían sus bolas a la vez que se contraía su ano al ritmo que me iba llenando con su lechecita.
Como tuve sujetadas sus manos, se mantuvo sobre mí los casi 15 minutos que duró su acabada y no lo solté hasta luego de 5 minutos más en que se hubo deshinchado su nudo.
Al terminar noté que me ardían mis mejillas de lo calientes que estaban y mi respiración aún seguía agitada, su pene todavía mantenía buenas dimensiones y no dudé en ir a chupárselo, se lo tomé por la base y primero lo lengüetee por los costados como a un helado descubriendo que su textura es tan suave como la del interior de mis mejillas, su sabor muy suave y no salado o agrio como pensaba que podía ser, por lo que me lo metí casi entero a la boca masajeándolo con mi lengua, succionando suave y tragándome el poco semen que aún seguía saliendo.
Pero al tenérselo agarrado por detrás del nudo este se volvió a hinchar subiendo su volumen en cerca de un 30%, permitiéndome hacer una idea de qué tan grande era cuando estaba trabado dentro de mi y explicándomelo claramente, pues esa protuberancia era tan grande como mi mano empuñada.
Durante aquella mamada el perro pasó una de sus patas traseras por sobre mi antebrazo, con lo que hizo que su aparato quedara volteado para atrás mientras yo seguía saboreándolo, pero también producto de esa acción me pasó a llevar el rostro dejándome un pequeño pero visible rasguño que casi en el momento inventé la excusa que le daría a mamá por ello, pero que también logró hacerme preocupar por los demás rasguños en mi cuerpo resultantes de este sexo animal, haciéndome pensar en cómo lo haría para en los siguientes encuentros no quedar con tantas magulladuras, pues entre que se subía, me agarraba, se trepaba o se daba vuelta, sus uñas dejaban sus huellas en mi piel.
Así que al llegar a casa cuando mamá me preguntó por el rasguño en la cara le respondí que me pasé a llevar con una rama baja de un árbol que no vi al venir caminando por la acera, y para el siguiente día ya estaba pensando que llevaría para protegerme de sus garras, eligiendo un par de implementos de mi equipo de vóley-ball que no me cubrirían del todo pero igual servirían, mis rodilleras para ayudarme a soportar su peso contra el piso y una faja de neopreno que usaba en mis bubies para que no me rebotaran al saltar y ahora usaría en mi cintura para protegerla de sus garras.
Me veía extraña totalmente desnuda con rodilleras y faja, pero al mirarme desde atrás en aquel espejo noté que también tenía rasmilladas mis pantorrillas, por lo que fui al closet de mi tía y me puse unas botas largas de cuero que me llegaban casi hasta las rodillas, y como andaba con dos colas de cabello (cachos) a mis costados, más rara me veía algo así como una prostituta de película futurista, la guerra de las galaxias o algo así.
Una imagen tan erótica que a cualquier hombre hubiese arrancado una buena erección, ya que con los tacos de esas botas mis piernas se apreciaban más largas y mi trasero un tanto más redondeado y paradito.
Con solo mirarme al espejo ya me había excitado lo suficiente y las lengüeteadas del perro serían solo un complemento, de modo que apenas le abrí la puerta de la cocina iba dispuesta a ponerme pronto a cuatro patas, pero este animal me sorprendió al quedarse lamiéndome desde atrás envés de tratar de montarme de inmediato, ya estaba en posición en el piso frente al espejo y me lamió por largos minutos antes de subirse, ya estaba iniciando mi orgasmo segundos antes que me lo metiera y sentir su aparato hinchándose en mi interior en pleno clímax, fue algo espectacular, mi vulva se contraía rítmicamente ordeñando ese palpitante pene que me repletaba de placer.
Y así estuvimos haciéndolo todos los días que restaban hasta que llegaron mis tíos de sus vacaciones.
Creándome luego gran angustia el hecho de no poder estar con ese tan agraciado perro, llegaba a soñar con él y el tremendo nudo de su pene, hasta veía con otros ojos a cada perro que me topaba en la calle, retorciéndoseme la vagina al clavar mi mirada en sus miembros.
Pero poco antes que llegara el siguiente verano, cerca de nueve meses de aquel bendito par de semanas, mi tía se cambió con su familia a un departamento con lo cual obviamente me ofrecí a quedarme con su perro ya que evidentemente no se lo podían llevar con ellos, convirtiéndolo en mi marido perruno.
Mamá consiguió trabajo, yo salí de la secundaria y este año hemos tenido desde temprano en la mañana hasta las 7pm.
de lunes a viernes tiempo y privacidad para aparearnos a destajo.
Saludos,
Key-Q.
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