Patas negras
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por meteor1.
Yo tenía una amiga que no dormía nunca.
Me avisaba que no tenia sueño o que estaba aburrida o que se llevaba mal con su vieja, y me venia a ver.
Era gordita y grandota y se ponia en cuatro para que me la montara.
Estábamos en eso toda la noche, y como era gordita y grandota yo en algún momento quería descansar, pero ella no me dejaba.
Después se iba a trabajar, a no sé qué suburbio a como 30 kilómetros de mi casa.
En la noche pasaba por su casa, a otros 30 kilómetros de su trabajo, y de ahí se venía a verme.
Y de nuevo me tenía montándomela a lo perrito, sin dejarme dormir.
Cuando necesitaba descansar no la llamaba, y empezaba a subir fotos muy abrazada con su perro Jack o juntando la mano de ella con la de él.
Era de esos perros color pastor alemán pero con el pelo corto.
Un día que la llamé le vi unas rasmilladuras en los muslos, pero no pensé mucho en eso.
Me hablaba mucho de la vida de ese perro y de otros perros más chicos que tenía en su casa.
También me contó de cuando tenía 11 y su papá le llevó de regalo un perrote parecido a un sanbernardo.
El perro se bajó del auto y corrió por toda la casa hasta encontrarla, como si supiera de antes quién era ella.
Me dijo que era uno de los momentos más bonitos de su vida.
No me explicó más y tampoco le pregunté.
Como se subía tantas fotos con su perro yo le decía que él era su novio y que yo era el patas negras.
Me lo imaginaba enojado y mirando el facebook a ver quién era yo.
Una noche fui a tomar donde unos conocidos que vivían a unas cuadras de mi amiga.
Como era tarde partí en bici, quedaba como a 12 km de mi casa.
El asunto estaba un poco aburrido así que llamé a mi amiga gordita y grandota y con perro celoso.
La pasé a buscar, estuvimos tomando chela y cuando nos curamos nos fuimos a su casa.
Yo no había estado nunca dentro.
Era una casa grandota, desguallangada.
La pieza de mi amiga estaba al fondo y daba a un patio con unos perros y unos autos viejos.
Reconocí al perro de las fotos, dando vueltas.
Había olor a animal.
Nos acostamos, ella al poco rato se puso en cuatro.
Afuera el Jack se puso a llorar, rascaba los vidrios.
Le dije a mi amiga:
-Mira, el Jack está triste porque te vino a ver el patas negras.
-Sí pero no puede entrar.
-Por qué?
-No nos va a dejar tranquilos.
-Déjalo pasar pa conocerlo, pobre.
Abrió la puerta ventana y el Jack se nos tiró encima.
Nos olía por todos lados, empezó a meternos la nariz por la entrepierna.
Yo me puse un poco tieso, no sabía qué hacer, pero ella se dejó y me dijo «viste, eso pasa por dejarlo pasar».
Me dijo que le hicier cariño detrás de las orejas, se puso contento.
Ella le empezó a hacer añuñucos y el Jack la langüeteó en la boca, y luego la trató de montar.
Yo me puse celoso y le dije «yapos, dale la pasada a tu novio».
Y bueno, eso hizo.
El Jack la montó, le agarró la cintura con las uñas y se lo metió de una.
Con razón la otra vez estaba llena de rasguños.
Era igual que ver dos perros cruzándose pero se veía toda la chocha de mi amiga y la pichula rosada y llena de venas del Jack entrando y saliendo a mil por hora.
Mi amiga hacía unos ruidos raros, yo creo que los hacía conmigo también pero ahora yo estaba mirando de afuera.
De repente el Jack dejó de moverse.
Miré a mi amiga y tenía los ojos raros, como de animalito.
Jadeaba, estaba como en otro lado.
Se veía muy linda, me hinqué al lado suyo, le hice cariño en el pelo y la besé.
Le puse el cabezón en la boca y me lo lamió.
Era muy bacán todo.
De repente ella dijo «nooo perrito noooo» y el Jack se le salió de encima y se quedó con la pichula roja, con el cototo y tirando chorritos de semen.
Me dieron ganas de tener una pichula así, que tirara y tirara semen y dejara chorreando la chocha de mi amiga.
Me dieron ganas de ser perro y de montar a mi amiga, así que me monté encima de ella y se lo metí.
Entró muy fácil.
Estaba muy caliente dentro, todo resbaloso.
La agarré de la cintura con las uñas y empecé a moverme rápido.
Ella decía «perrito así perrito», yo jadeaba, no decía nada, estaba concentrado en preñar esa chocha pasada a semen de perro.
No me acuerdo de cuando me fui.
Al otro día desperté con la tremenda caña, solo y todo pegoteado.
Me puse la ropa como pude, salí de la pieza y me encontré con la señora madre de mi amiga.
La señora me sirvió un café sin decirme nada, vigiló que me lo tomara y que de ahí rajara.
Creo que después de pedalear varias cuadras todavía la veía mirándome desde la reja.
Parece que me caí un par de veces, pero en algún momento logré llegar a mi casa y ducharme.
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