Por culpa de la de en frente
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por kimmy.
Por lo menos un par de veces a la semana mi compañera de curso y mejor amiga, me acompañaba a mi casa para quedarse conmigo por la tarde a hacer las tareas, o compartir un rato cuando no teníamos ningún otro trabajo que hacer de la escuela. Éramos intimas amigas, nos contábamos todo, hasta incluso cosas que ni nuestras madres sabían.
Un día en que íbamos llegando a mi casa, estaba una turba de perros en la reja del antejardín de la casa de en frente, cosa que pasaba cada seis meses, en que entraba en celo la perra de nuestra vecina. Nos daba mucha risa y nervios el ver a esos seis u ocho perros calientes haciendo alboroto, gruñéndose por ocupar el lugar más cercano a la perra en esa reja metálica que les imposibilitaba el paso o tratando de montarse los unos a los otros por no tener al alcance a esa perrita, que no hacía más que coquetearles.
Pero entre nuestros comentarios más que nervios o risas, lo que nos producía cierto morbo era el ver sus penes asomándoseles, la puntita a algunos, y unos pocos centímetros a otros cuando hacían movimiento de coito al tratar de montarse entre ellos. Era como una risa nervosa que nos invadía, caminamos lentito antes de llegar a casa para poder mirarlos un poco más diciéndonos bromas a los oídos.
Como te verías con los muchachos más guapos de la escuela rondándote con sus penes erectos para tratar de hacerte el amor – me decía mi amiga, y yo le respondía – y tu de seguro que serías capaz de hacerlo con varios al mismo tiempo perra cochina y caliente. Y nos reíamos tapándonos la boca para no levantar sospechas entre los vecinos. Mira, mira!!, que roja la tiene ese – me decía – Y que puntuda también!! , yo le respondía.
Para entrar a la casa tuve que usar mis llaves, pues mamá no salía cuando tocábamos el timbre, y al estar dentro vimos una nota que decía “Tuve que salir de improviso a ver a tu abuela que está algo enferma, no es nada grave, pero no creo que vuelva antes de las 7PM, cuídate”, y recién eran las 2PM, así que teníamos bastante rato en que estaríamos solas en casa.
Oye, no te gustaría ver uno de esos rojos penes más de cerca…???, le pregunté a mi amiga. Mmmm….!!!, y como lo piensas hacer??, me preguntó. Obvio son la mayoría callejeros, más de alguno debe tener hambre. Y picamos uno de los trozos de carne al jugo que eran para el almuerzo, en pequeños pedacitos tirándolos disimuladamente desde la puerta para donde estaban los machos, de los cuales no tardó uno en empezar a comerlos siguiendo el caminito que se iba haciendo hasta nuestro antejardín.
Luego que estuvo dentro, cerramos la puerta y lo hicimos pasar para el patio trasero siguiendo a un trozo más grande que llevaba en la mano. Y ahora que???……, me preguntó mi amiga – Acércate le dije y me agaché poniéndome como perrita, cuando me monte te acercas y se lo ves en primer plano.
Pe, pe, pe, pero como se te ocurre! – me contestó. Pe, pe, pero nada, le respondí (mofándome de ella), si con ropa no nos va a pasar nada. Respiró profundo y me dijo, Bueno ya!!. Pero el perro aún estaba tímido y no se me acercaba, por lo que le hablé con voz dulce y le movía el trasero, no tardándose en comenzar a olérmelo. Estaba nerviosa pero la emoción y el morbo, me tenían toda humedecida la vagina. Ambas teníamos 15 años y aún éramos vírgenes, bueno convencionalmente hablando, porque según nos contábamos cada cual se daba sus buenas masturbadas y con distintos objetos, nos conocíamos desnudas por habernos bañado juntas, pero nunca nada sexualmente.
Pegó unos momentos su nariz sobre mi vagina, pero por sobre las telas de pantalón largo deportivo y la de mi calzón, lamiendo a continuación y logrando que me mojara más aún, para luego subírseme y tomarme por la cintura. Momento en el cual mi amiga soltó una risotada, que me hizo recordar que estaba acompañada, miré para el costado cerciorándome que estaba viendo de bien cerca y al parecer inconcientemente tocándose por sobre su calzón, lo que hacía sin problema por estar ella con su faldita del uniforme, se mordía su labio inferior y abría tremendos ojos.
Entre tanto yo ya sentía como el pene del animal pegaba certeramente en el centro de mi ansiosa vagina y me imaginaba siendo realmente penetrada por ese caliente perro que no le importaba que fuéramos humanas, solo se dejaba llevar por sus instintos reproductivos. Cuando me interrumpió mi amiga diciéndome, oye te está mojando el pantalón con unos chorritos como de orina, a lo que reaccioné tratando de ponerme de pié e increpándole que ya era mi turno de mirar.
Eeeeehhhh….!!!!, eeee, en serio??…, me preguntaba, mientras en un segundo intento lograba que me soltara el perro y ponerme de pié. Si pues, te toca ponerte de perrita, porque yo también quiero ver de cerca!!! Ya pues!! Y como un resorte se fue al piso quedando en cuatro patas, no tardando el animal en subírsele por atrás. Pero su faldita estaba muy corta quedándole su vagina solo cubierta por el calzón, el que ya estaba muy húmedo sin que el delgado y rojo pene del animal lo hubiese mojado.
Era una visión impresionante, ese pene golpeando ahí y marcando la profunda línea de esa jugosa almeja, que debe haber estado igual de ansiosa que la mía, ella se contorsionaba pero no por hacerle el quite, sino que por abrirse más y sentirlo tocando más adentro.
Con mi imaginación ya veía a ese miembro entrando y saliendo de mi amiga. No aguanté más y para complacer a todos, metí sigilosamente mi mano y tomando ese calzón de una arruguita que se hacía entre su monte de Venus y su clítoris, tiré fuerte para bajo logrando bajarlo lo suficiente para dejar descubierta su vagina. Lo que bastó para que el animal sintiera el camino libre y en las siguientes dos o tres estocadas se fuera hasta el fondo, sin volver a salir.
Mi amiga no hizo nada, solo guardaba silencio mientras el perro empujaba frenéticamente su cosa como queriendo meterla todavía más adentro, apenas se veía un delgado trozo entre la entrada de esa vagina y la arremangada funda de ese delgado pene, el que calculaba tenía unos 16 ó 18 centímetros de largo, pues +/- esa distancia había desde su punta hasta sus testículos, los que colgaban detrás y se golpeaban contra los labios exteriores de esa suertuda vulva. “Porque no fui yo” me replicaba en silencio, al momento que comencé a oír los gemidos de esta nueva perrita.
Mmmmm….!!! Que rrrriiiiiiiico……!!! Parece que me metió hasta los testículos, siento un bulto que me masajea rico cerca de mi entrada, momento en que recordé que los perros se quedan pegados cuando se aparean, pero guardé silencio para no hacerla entrar en pánico. Gozaba como una verdadera perra, se veía disfrutar tanto que me daba envidia. El perro estaba totalmente montado en ella, que sus patas traseras no tocaban el piso, se quedó quieto con su pelvis absolutamente pegada a la de ella. Cuando de repente “¡¡Ah, ah, ah, aaaaaaahh, aaaaahhh!!”. Estas acabando???…. – Siiiiii, y él también!!!!
Los testículos de el can se recogían, supongo que al ritmo que iba eyaculando, lo que duró menos de un minuto hasta que el perro se bajó para un costado sin aún haber sacado su cosa de ahí. ¡Ay, ay, me va a sacar las tripas!, exclamo mi amiga, mientras el perro pasaba una de sus patas traseras por sobre sus nalgas, quedando trasero con cola y manteniéndose muy tranquilo él ahí, pues al parecer seguía acabando ya que todavía se recogían rítmicamente sus bolas y ano.
Pensaba y no me podía explicar como se le había hinchado tan rápidamente su delgado pene dentro de mi amiga, y le pregunté – ¿Voy por agua fría para echarle, haber si se despegan? – ¡¡No, no, déjalo nomás que se sigue sintiendo rico así como está!! – Y siguió gozando por un largo rato, el que no sabría decir cuanto fue porque quedé perpleja mirando esa unión y tratando de entender como llegamos sin pensarlo a lo que estábamos haciendo, me hubiera gustado ser yo la que hiciera de perra. Y entre tanto análisis el perro terminó de acabar y estaba jalando para salirse, por lo que le puse una mano entre su pecho y cuello, sobándole el lomo para tranquilizarlo, y luego de un momento su miembro pudo salir sin mayor problema, dando paso a una cantidad increíble de fluidos que escurrían de la ahuecada vagina de mi amiga, se notaba su abertura a simple vista cuando recién salió esa tremenda tranca, que le quedó colgando fuera de su funda al perro y se la fue a lamer a un rincón.
Te sientes bien, le pregunté a mi amiga – Exceleeeeeeeennnnte!!! – me respondió, y la dejé ahí para acercarme al callejero a ver su cosa semi-erecta aún fuera de su capullo, sentado de costado lamía y lamía como si de un helado se tratase, ante tal espectáculo mi vagina no daba más de humedecida, y me bajé los pantalones en conjunto con mis calzones para ajusticiarme por mi propia mano, masajee mi clítoris para enseguida introducirme un par de dedos, (el anular y el medio) presionándome el monte de Venus con la palma de la mano y luego procediendo con el respectivo mete y saca.
Y mientras me masturbaba, su cosa se terminó de deshinchar guardándosele nuevamente en su capullo y ahora el perro concentrando su atención en lo que yo estaba haciendo se fue directo con su nariz a mi vagina, dejándole yo el paso libre al retirar mi mano, apenas olfateo un par de veces poniéndose a lamer gustosa y ansiosamente. Mmmmmmmm………!!!, las cosquillas fueron increíbles, infinitamente más placentero que el accionar de mis dedos, su temperatura y textura era algo absolutamente diferente.
Por suerte mi espalda estaba apoyada en la muralla, pues luego de las primeras lamidas mis piernas comenzaron rápidamente a tiritar y las convulsiones de mi vientre hacían aún más difícil el mantenerme en pié, miré a mi amiga y no estaba por lo que supuse que se había ido a lavar. Lamió intensamente extrayendo casi todos mis fluidos y haciéndome liberar aún más, una cosquilla más profunda se adentró desde mi vagina hasta el centro de ni abdomen haciéndome casi perder el conocimiento.
Repentinamente subió su pecho en uno de mis muslos abrazándolo y tratándole de hacer el amor, acción que me dio a entender que ya estaba listo para una segunda cópula, por lo que en el acto me bajé a posición de perrita ofreciéndole mi trasero. Yo ya estaba clara de lo que quería y él sabía lo que tenia que hacer, dio un último par de lamidas a mi ansiosa vulva y procedió a montarme acertando en la tercera o cuarta estocada, CHLACK, CHLACK, CHLACK, CHLACK!!!, sonaba su pene entrando y saliendo de mi vagina. No se si yo estaba más dilatada o él menos ansioso, pero iba muy distinto a lo de mi amiga, en que ya una vez adentro se fue hasta el fondo y no salió más.
Bombeaba igual de rápido pero más largo, percibía la anatomía de su miembro deslizándose por mi entrada, como iba creciendo su nudo cada nueva vez que entraba, y el aumento constante de su volumen hasta que se quedó completamente dentro, y como en un acto recíproco mi vulva se contrajo adaptándose a su forma que seguía creciendo, llegando a un momento en que me hizo sentir tan colmado mi sexo que mi vulva se me contraía fuerte y rítmicamente.
Ah, ah, ah, ah, ah, aaaaaaaahh!!!!!!………., yo estaba acabando e induje al perro a hacerlo también, pues a los segundos que empecé con mis contracciones su miembro se puso a latir inundándome con su cálido y abundante semen. Como era obvio, al igual que con mi amiga no tardó en bajarse para un costado, momento en que mantuve apretados los músculos de mi vagina e hice chillar al perro del tirón que se pegó al pasar su pata por encima, por lo que se mantuvo tranquilito mientras ambos seguíamos acabando.
Al parecer el aullido atrajo la atención de mi amiga, que apareció desde el interior de la casa estrujando sus calzones que evidentemente había lavado, y estando a mi lado me dijo “¡¡Riiiiico!!, ¿¿cieeeerto??”, y yo le guiñé un ojo e hice una seña para que guardara silencio y poder seguir concentrada en mis sensaciones….., y luego de un rato cuando sentía que el pene del perro se iba saliendo….., ¡¡¡Ooooooohhhhh!!!, exclamó mi amiga, ¿¿¿No te duele???, me preguntó…., ¡¡¡Su bola va saliendo y tu vagina parece de goma, así como se expande…!!!, y en un repentino FFLLSSHOOAPT su aparato salió de una vez…., provocando que mi amiga diera una risotada..
Pero en el acto guardó silencio procediendo a manosear el miembro del perro que le quedó colgando entre sus piernas y me quedó mirando cuando acercó su cara a él teniéndolo sujetado por la parte posterior a ese nudo…., abrió levemente su boca dándome a entender que se lo iba o quería succionar, a lo que yo respondí con una sonrisa picarona no dudando ella en proceder a lamérselo y chupárselo con muchas ganas, no pudiendo yo evitar el ir a compartir ese aparato que tanto nos había hecho gozar a las dos, y entre ambas le hicimos un extendido sexo oral hasta que se le guardó en su funda.
Pensamos en esperar que se recuperara para volverlo a repetir o entrar a otro de los machos que pretendían aparearse con esa perrita, pero nos dio miedo que nos fueran a sorprender y esa hora de más calor era cuando andaba menos gente en la calle y era la oportunidad de sacarlo sin que nos viese ningún vecino…, y dejamos hasta ahí nuestra primera sesión de sexo animal.
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