Por el celo de la perra de mi vecina
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por kimmy.
Ese día se dieron algunas extrañas coincidencias, lo primero fue que no asistí a clases porque había consejo de profesores y solo nos harían las dos primeras horas de clases, por lo cual mamá me permitió no ir. Con papá luego se fueron cada uno a sus respectivos trabajos y yo pretendí seguir durmiendo hasta tarde, pero no conciliaba el sueño y seguía tirada en mi cama con los ojos abiertos de par en par, pasó cerca de una hora y decidí levantarme.
Deambulé un rato por la casa, comí algo a modo de desayuno y sin tener nada más que hacer decidí ir a tomar un poco de sol al patio trasero, así tal como me había levantado en puro calzón y camiseta, cosa que había hecho con anterioridad pues los muros de cierro son altos y no hay casa de segundo piso entre los vecinos, no corriendo riesgo de que me vieran en paños menores. Me gané en el muro que está al costado de la puerta trasera de la cocina, el tibio sol matinal de la primavera se sentía bastante agradable y me puse a disfrutar de él.
Noté que mi perro estaba bastante intranquilo, olfateando el aire y gimiendo se paraba apoyando sus patas delanteras en el muro de una vecina, se le notaba un aire de desesperación como si quisiera pasarse para el sitio de mi vecina, pero la barda era muy alta y obviamente no iba a poder. Haciendo memoria recordé que la perra de la vecina estaba en celo (segunda coincidencia), porque había visto a varios perros merodeando y tratando de entrar por la reja del antejardín de la casa del lado, lo que me hizo entender su desesperación.
¡¡¡Pooobresiiiito!!!…., lo molestaba “si quiere pero no puede” y frases de ese tipo le decía burlándome de su frustración. Hasta que me compadecí un poco de él y le dije si quería verla directamente en vez de solo estar sintiendo su olor, a lo que asintió mirándome fijo a los ojos y moviéndome la cola. Por lo que quise levantarlo para que viera por sobre la pandereta a su amada, él pesaba unos 35 kilos y yo cerca de 50, por lo que me costó un poco tomarlo en brazos para que pudiera ver a esa perrita. El antebrazo izquierdo que pasé bajo su vientre hizo contacto con la punta desnuda de su pene humedeciéndose en esa zona, lo que cuando lo llevaba a media altura me lo apoyé en la cadera y tomándolo con un solo brazo me limpié en mi camiseta. Cuando lo tuve lo más alto que pude pasé un brazo por detrás de sus muslos y con la mano contraria lo afirmé por el pecho logrando que su cabeza quedara por sobre la barda.
Al tenerlo ahí en esa posición no pude evitar fijarme en su pene que lo tenía a pocos centímetros de mi cara, su roja puntita asomándose desde su prepucio y un pequeño cototo que rodeaba su base muy cerca de sus testículos, lo que me produjo un extraño escalofríos. Momento de mi observación que vi interrumpido por no sentir ya su peso, el muy desesperado se estaba colgando de la pandereta para pasarse a la casa de al lado, cosa que no podía dejar que pasara pues después no sabría cómo explicarla, por lo que lo agarré de sus caderas y empecé a jalarlo para abajo. En tal lucha resulté como vencedora, pero cuando se soltó fue tal el envión para atrás que me fui de espaldas al suelo.
Él como animal de 4 patas obviamente cayó de pie, y yo cuando trataba de incorporarme al levantar mi cabeza apoyándome en mis codos, entre mis piernas abiertas él ya estaba olfateando mi vagina, no alcanzando yo a evitar que diera un par de lamidas ahí antes que pudiera ahuyentarlo. Pese a haber sido por sobre la tela de mi calzón me produjo muchas cosquillas, “!!!Sale estúpido que yo no soy perra!!!”, le dije al momento que le empujaba su cabeza y me ponía de pie para enseguida dirigirme hacia el interior de la casa, transcurso en el cual él no se me despegaba de mi retaguardia metiendo su nariz en la parte baja de mi trasero, lo que me hizo recordar que estaba en mi periodo fértil (tercera coincidencia), esos dos o tres días en la mitad de nuestro ciclo menstrual en que las mujeres tenemos nuestra temperatura más alta, nuestra vagina más jugosas y nuestro cuerpo más susceptible a cualquier estímulo.
Me siguió hasta el interior de la casa colándose detrás mío sin dejarme cerrar la puerta trasera de la cocina, traté de no tomarle asunto para que dejara de molestarme pero no antes sin recordar la humedecida de su pene en mi antebrazo, el que me fui a oler sin percibir nada y la muy estúpida sin pensar en nada me lengüeteé esa zona, asimilando después que era casi lo mismo que lamer su pene, solo me di cuenta cuando sentí viscoso en la punta de mi lengua ese sabor dulce con un pequeño toque de acidez, no era algo desagradable pero había salido de su pene. Como pude limpié mi lengua con la palma de mis manos, pero estas tenían pelos de él también, de modo que a la pasada me incliné sobre el lavaplatos para enjuagarme la boca, acción que aprovechó mi perro para tomarme por la cintura y simular que se apareaba conmigo, “!!!TE DIGO QUE NO SOY PERRA, IMBÉSIL!!!” le grité sacando mis caderas del agarre de sus patas delanteras, no corría riesgo de nada pues su pene estaba mucho más abajo pero me molestó su actitud de aprovechamiento.
Luego fui a mi cuarto a buscar toalla y mis cosas para darme un baño, ya me sentía bastante sucia y necesitaba asearme, esta vez me apuré y logré entrar antes que este animal se me colara pero no puse el seguro y bajando la manilla con una de sus patas igual logro entrar. Luego de sacar una toalla de mi closet apoyé mis rodillas en el borde de mi cama para inclinarme hacia la repisa que está sobre ella en donde guardo mis cosas de aseo personal, posición que nuevamente aprovechó mi perro para jugar a aparearse conmigo……”¡¡¡UUuuuhhhh que insistente, déjate de jugar a eso conmigo….., ANIMAL!!!”, y ya con ambas manos ocupadas giré mi cintura y de un codazo que le llegó en su cuello cerca de su oreja me lo saqué de encima.
Quedé con cierto remordimiento por haberlo golpeado de ese modo, me sentí tan culpable que en la puerta de mi cuarto antes de dirigirme al baño me quedé pensando si lo echaba para el patio o lo dejaba dentro de la casa, momento de descuido que el muy sinvergüenza aprovechó nuevamente y parándose en dos patas me tomó por la cintura haciendo el movimiento ese…… “¡¡¡Ya estúpido juega un poquito, haber que haces!!!” le dije al momento que me ponía a cuatro patas…., y por no soltar las cosas que tenía en mis manos terminé apoyándome en mis codos dejando mi trasero en un ángulo que dejaba muy expuesta mi vagina, con lo que mi perro no tardó en dar tres o cuatro puntazos que hundieron la tela de mi calzón en la rajadura de mi vagina…., “¡¡¡Oh, ay, AY, no, NO, no……,!!!” exclamé al momento que me ponía de pie y huía hacia el baño, mientras él se sentaba de lado lamiéndose la roja punta de su pene.
Una vez en el cuarto de baño cerré la puerta con seguro y apoyé mi espalda en ella poniéndome la mano derecha sobre el corazón y la izquierda sobre mi vagina….., estaba conmocionada como en estado de shock, no daba crédito a lo que acababa de hacer ni a las libertades que era capaz de tomarse mi perro. Recuperé el aliento y con mi mente en blanco me desvestí para empanzar a bañarme, ya estando bajo el agua tibia me relajé un poco y comencé lavándome el pelo que me enjuagué de inmediato para proseguir a jabonarme el cuello, no pudiendo evitar el acariciarme los senos al bajar mis manos, lo que era un presagio de que aquella ducha terminaría en una ansiosa masturbada. Cuando iba en mi cintura la barra de jabón ya estaba en el piso de la ducha, no tardando mis manos en irse a mi entrepierna y desatar mis más bajos instintos masajeando mis labios y clítoris, e introduciéndose dos de mis dedos a diestra y siniestra en mi vulva simulando una penetración frenética.
Pensando que con aquella masturbación había calmado mi libido, me enjuagué bien mis partes íntimas y secándome un poco me envolví en la toalla para ir a vestirme a mi habitación……. Pero al abrir la puerta del baño ahí estaba él esperándome……., “¡¡¡Ya ándate al patio, fuera!!!” y caminé con él hasta la puerta trasera de la cocina para que saliera, en cuyo trayecto no paró de tratar de meter su nariz bajo mi toalla, lo que no permití aplastándomela en el triangulito de mi vagina con la mano desocupada que llevaba y no dándole la espalda. Pero me siguió hasta esa puerta a mí y no porque tuviera intenciones de salir, por más que le indicaba que se fuera no me hacía caso y me miraba fijo con actitud y cara de ansiedad, traté de empujarlo con mis piernas y rodillas para afuera pero se corría hacia dentro como sabiendo que le iba a cerrar la puerta, no hubo caso.
“¡¡¡Ya bueno, quédate, pero no me molestes!!!”, y emprendí camino a mi cuarto, trayecto en el cual no sentí que me molestara, hasta que a un par de metros de la puerta de mi habitación sentí un solo narizazo por detrás que al momento de levantar mi toalla se coló entre la parte baja de mis glúteos separándolos un poco y antes que pegara un brinco para adelante me proporcionó un par de lengüetazos en plena vagina…….., “¡¡¡Ooohhh….!!!”, fue un corto contacto que provocó unas intensas cosquillas, las que reactivaron mi morbo al sentir ese contacto de piel con piel de otro cuerpo que no era el mío, ahí sentí que mi vagina aún estaba húmeda y más fluidos comenzaban a emanar de mi interior. “¡¡¡NO, no……., no por favor!!!”, le decía mientras lo miraba de reojo y no era capaz de girarme o seguir el camino a mi cuarto……., ese par de lengüetazos fueron como un verdadero látigo que me enlazó ambas piernas no permitiéndome avanzar y sometiéndome a su voluntad.
Se acercó sigilosamente para volver a meter su nariz por donde mismo, pero esta vez yo no reaccioné dando un salto, sino que lo dejé hacer…., y aguantando la cosquilla inicial fui levantando poco a poco mi trasero ya que su lengua se sentía muy rico rozando mis labios exteriores, a cada momento separaba un poco más mis piernas levantando otro poco mi trasero, hasta que quedé con mi tronco totalmente inclinado apoyando mis manos en el marco de la puerta al momento que era víctima de un pronunciado orgasmo, el que con sus convulsiones amenazaba con tirarme al piso……, bueno y mi perro nuevamente hizo aprovechamiento de mi posición y se paró en dos patas dejando caer su pecho sobre mi baja espalda aferrándome por la cintura y haciendo el movimiento típico ese…..
Mentiría si les doy una razón, pero mis rodillas se fueron al suelo, no sé si fue la suma de la debilidad de mis piernas en ese momento más su peso, que quise probar su pene o que simplemente que quise complacerlo, pero bajé a su alcance y él no tardó en penetrarme dando paso a un frenético bombeo que no hacía más que hundir cada vez más su pene en mi interior……., sentí como el nudito en la base de su pene en un principio entraba y salía produciendo un ruidoso chasquido “SHSHFLAPT, SHSHFLAPT, SHSHFLAPT, SHSHFLAPT”, y cuando sentí que mi orgasmo ya estaba en su máxima expresión me apretó muy fuerte montándose literalmente sobre mí y se quedó en el fondo haciéndome percibir como en pocos segundos se repletaba mi cavidad vaginal agudizando todavía más mis espasmos de placer……. Nunca jamás pensé sentir algo igual, aún era convencionalmente virgen y no tenía idea de que el sexo real fuera tan bueno, pero mi perro en su énfasis por profundizar su penetración desde la posición en que estaba hacía cierta palanca en mi sexo como jalándolo hacia mi ano, lo que no me importó mucho pues en ese mismo momento inició su eyaculación inundando a raudales mi útero con ese caliente líquido que hizo pasar a una nueva etapa mi orgasmo en donde comencé a gemir de placer, mi vida en ese instante se resumía en las sensaciones de mi vagina no había nada más ni recuerdos ni emociones solo mi vulva irradiando placer a todo el resto de mi cuerpo…….
Pero hubo una abrupta interrupción, él sin mediar provocación, distracción u otro motivo se bajó para un costado sin sacar su cosa aún de mí interior produciéndome la sensación de que se me iban a salir las tripas por la vagina, lo que en principio pensé sería por la torsión de su pene o la palanca que ejerció en ese movimiento en mi caverna vaginal, pero una vez ya él abajo su miembro quedó totalmente torcido para atrás sin salirse todavía de mí, con lo que recordé que los perros al aparearse se quedan pegados a sus hembras y lo cercioré palpando con una de mis manos la delgada manguera de piel que unía su dislocado aparato a su pelvis y al interior de la entrada de mi vulva su nudo que se había hinchado descomunalmente manteniendo atrapado el resto de su pene al interior de mi vaginita.
Si bien me masturbaba habitualmente solo lo hacía hasta con un par de mis dedos, pues tres se me hacía muy grueso en la base y no podía metérmelos enteros hasta el fondo, o cuando lo hacía con algún objeto cilíndrico procuraba que este cupiera dentro de la empuñadura de mi mano. Bueno la cosa es que estaba pegada con mi perro, pero por la excitación del momento no estaba asustada más que aún mi orgasmo estaba en proceso y su pene no paraba de latir, por lo que lo tomé por la cola para evitar que jalara y seguí disfrutando de su sexo por un buen rato más, hasta que se deshinchó y pudo salir suavemente dando paso al exceso de fluidos en mi interior.
Gocé tanto y de tal manera, que pese a sentirme sucia y depravada por la aberración que había cometido no estaba para nada arrepentida. Antes de ir a darme un nuevo duchazo lo invité a salir al patio, lo que hizo sin mayor inconveniente habiéndose satisfecho ya sexualmente. Me di mi baño y luego cuando estaba secándome en mi cuarto para vestirme noté que de mi vagina aún salían gotitas de fluidos y para evitar manchar mis calzones me quedé desnuda de la cintura para abajo deambulando libremente por la casa con un rollo de papel higiénico en la mano para limpiarme a ratos. Luego después de una hora y media o dos escuché ruido en el patio trasero, y al asomarme por la ventana vi que era mi perro que nuevamente andaba gimiendo y parándose en la muralla de la vecina olfateando el olor de esa perrita, “¡¡¡Que te pasa fogoso!!!” le dije al momento que abría la puerta de la cocina “¡¡¡no te bastó con lo mío!!!” luego en voz bajita cuando se acercó a la puerta.
Me movía la cola y se mostraba muy ansioso nuevamente, no tardando en ir a meter su hocico en mi vagina, lo que me hizo retroceder y aprovechó de entrar en la casa otra vez, insistiendo en ir a lamerme mi sexo lo que hacía colando su cabeza entre mis manos que lo trataban de apartar, yo retrocedía y le suplicaba que no lo hiciera porque ya no era capaz de reprenderlo o golpearlo. Huí caminando de espaldas hasta mi cuarto en donde quedé arrinconada entre un muro y mi cama, y mi perro no paraba de hundirme su nariz en la rajadura de mi triangulito. Si bien ya había tenido sexo con él, hasta el momento lo tomaba todo como una inevitable casualidad que no quería repetir, pero recordando todo lo rico que había gozado sucumbí ante su insistencia y terminé tirada de espaldas sobre mi cama a piernas abiertas, dejándolo que me devorara a gusto mi jugosa almeja.
Lo dejé que lamiera hasta el cansancio, que hurgueteara con su lengua al interior de mi vulva, hasta que me ardía mi sexo de tanto roce y cuando ya estaba iniciando mi orgasmo me bajé al piso pero no poniéndome a cuatro patas, sino que formando un trípode con mis rodillas y cabeza, la que apoyé en el piso para dejar mis manos libres. Pasando una de ellas por entre mis piernas orienté su miembro para que me penetrara en el acto y luego lo tomé de sus muslos ayudándolo a que se levantara y profundizara su penetración al máximo en un mínimo de tiempo no dándole tiempo para que hiciera casquear su nudo en la entrada de mi vulva. Bombeó rápidamente haciendo vibrar esa bola en mi interior al momento que se le hinchaba repletando mi ansiosa cavidad.
Se sentía fenomenal esta nueva variación de lo anterior, su protuberancia no dilató la entrada de mi vagina y apenas se comenzó a hinchar ya la sentía atrapada dentro de mi sexo, cuando inició su eyaculación yo ya estaba en la cúspide de mi orgasmo y para evitar que se bajara le sujeté sus patas delanteras con mis manos manteniéndoselas fijas a los costados de mi cintura, con lo que logré que acabara completamente estando montado sobre mí, lo que me resultó mucho más cómodo y placentero que con su pene volteado para atrás y jalando mis viseras.
Ya yo cebada con lo rico que resultaba el sexo real y sabiéndome a solas con él, volví a repetir la experiencia siempre con alguna nueva variación unas tres veces más en lo que quedaba del día. Y aprovechaba e inventaba escusas para quedarme a solas con mi perro en casa y hacerlo cada vez que podía.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!