Por no salir de paseo con mi familia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por kimmy.
Que bueno dirá la mayoría, pero yo no lo encuentro nada de entretenido, el asado a la hora de almuerzo que sería lo único que me podría gustar, hay que tratar de comérselo rápido y agazapada evitando moscas y avispas carnívoras, tampoco me agrada bañarme en ríos ni lagunas, y envés de dormir siesta a la sombra de un árbol prefiero hacerlo en mi cama.
Por lo que en esa ocasión le rogué tanto a mamá que me dejara quedarme en casa que la convencí. Salieron muy temprano como de costumbre para aprovechar el día, pese a haberme quedado acostada igual desperté temprano al sentir a papá hurguetear buscando algo en mi habitación, pero desde que se fueron solo logré dormir como una hora y media más, ya que entre carreras a cargar el automóvil se les quedó el perro encerrado dentro de la casa y este metió mucha bulla durante ese rato.
Así que viendo que no podría seguir descansando, decidí levantarme a darme un buen baño para luego desayunar. Fui al armario del pasillo a buscar toallas, y solo había pequeñas, las grades de baño que quedaban limpias se las llevaron al paseo. De modo que tomé las dos menos chicas y me dirigí al baño, no sin antes pegarle un vistazo al perro que andaba tratando de encaramarse en el lavaplatos en la cocina.
Me tomé mi tiempo en la ducha sabiendo que nadie estaría esperando a ocupar el baño y finalmente rematé con un largo chorro de agua fría para apretar aún más mi tersa piel. Salí del agua envolviendo mi pelo con una toalla, y con la otra que era igual de angosta pero más larga me rodeé el torso. Me dio risa cuando me miré en el espejo, por delante apenas me tapaba el triangulito de bellitos de mi vagina asomándose una divertida chasquilla en el centro, y por detrás me quedaba al descubierto la cuarta parte inferior de mis redondeados glúteos. Pero como no había nadie más en casa, salí así tal cual.
Llegando a mi habitación pretendía secarme y vestirme escuchando la radio, pero cruzando el umbral de la puerta me doy cuenta que eso era lo que papá había ido a buscar, ya que es el único aparato en la casa que tiene para funcionar con pilas (baterías) y adaptador para enchufarse al encendedor del vehículo. Bueno dije, entonces veré un poco de TV, y esta no prendía, miré tras el mueble de esta, y claro que papá por no querer molestarme entró a oscuras y al querer desenchufar mi radio, también lo hizo con la TV.
Corrí un poco el mueble y me agaché a un costado para tratar de conectar el aparato al enchufe que estaba justo en el centro a pocos centímetros del piso. Lo hacía cuidadosamente porque estaba toda mojada y le tengo bastante respeto a la electricidad que ya me ha sacudido un par de veces. Cuando de repente siento al perro lamiéndome los muslos y glúteos, pensé entonces que la bulla que había metido y su intromisión en el lavaplatos era porque tenía sed, ya que estaba absorbiendo toda la humedad de mi parte posterior así como yo estaba, a gatas.
Terminé de enchufar la TV, y me quedé ahí sintiendo la agradable tibieza de su lengua y el cosquilleo que me producía su aspereza, no tardando este animal en conectarse a mi entrepierna. Si bien estaba bastante limpia y sin olor alguno, creo que me anduve excitando con las caricias de su lengua y se me humedeció la vagina. Cosa que olfateó inmediatamente y sin despegar la punta de su hocico de la raya de mi almeja, lamió insistentemente mis jugos provocando que salieran aún más.
Era una sensación exquisita que nunca antes había experimentado, ni masturbándome lograba tal nivel de placer, era un cuerpo ajeno con temperatura propia el que estaba haciendo contacto con mi intimidad. Estaba tan rico que no me dio asco que fuera un perro, es más eché mi cola para atrás bajando mi tronco y separé la punta de mis pies haciendo una especie de V con mis pantorrillas, para que mi vagina quedara más expuesta y me pudiera lamer más profundamente.
Me estaba volviendo loca, pasé una mano por debajo y masajeé mi clítoris aumentando mi éxtasis. Al parecer mis fluidos le encantaron, pues los engullía más rápido de lo que salían y se dio a buscarlos en mi interior, escarbando con su lengua en mi vulva. Esto era algo similar a una penetración y me llevó a un sabroso orgasmo que me hizo liberar mayor cantidad de jugos, y por consiguiente un aumento en la frecuencia de sus lametazos. Gozaba y gozaba cada vez más, estaba en el limbo y aunque no creía que se pudiera disfrutar más, mi lívido me obligaba a seguir y querer más.
Estaba ensimismada y solo pensaba en el placer,………………………., en un momento pensé en su pene y miré hacia atrás llevándome tamaña sorpresa, su punta estaba asomada y estaba listo para copular. La lujuria que me invadía, estaba a punto de hacerme cometer una locura. Entendí entonces que las hormonas de mis fluidos habían excitado al perro y no fue necesario que lo estimulara para que me montase, como pretendía antes de mirar.
Pasaron pocos segundos entre que miré y fui montada, segundos que se hicieron eternos con la ansiedad de mi vagina por ser poseída. Sabía que conseguir un macho humano no me costaría, pero podía salir embarazada y/o ser difamada de fácil o una cualquiera, por otro lado la ansiedad, necesidad y desesperación era ahora en ese preciso momento. No pude desistir, y antes que terminara de cuestionarme, el perro que ya había dado varios puntazos en las proximidades, dio en el blanco metiendo la punta en un primer envión, como tres cuartas partes en el segundo y ya en el tercero me lo mandó hasta el fondo.
Dando paso a un sucesivo y exquisito bombardeo, que hizo contraerse mi vulva adaptándose a la forma de su miembro,…….Uuuuuhhh!!, que riiiico!!!, ……., nunca pensé que tener un pene dentro fuera tan fenomenal. Y él seguía empujando y empujando, mientras con cada puntada que daba su herramienta iba engrosando cada vez más, repletando mi cavidad vaginal y haciéndome gozar como jamás imagine que se pudiera.
Era una sensación indescriptible el tener un miembro caliente, grande y duro revolviéndome las entrañas, una exquisita presión un poco más adentro de la entrada de mi vulva, era lo que me volvía loca, rozaba exactamente la parte más sensible de mi caverna del placer. Y cuando alcanzó su máximo volumen me apretó con una fuerza descomunal, que si no hubiese estado con la toalla aún, me rompía la piel entre mi cintura y abdomen con sus uñas.
Aplicó tanta fuerza en su agarre que sus patas traseras quedaron en el aire, fue como si quisiese meterse por completo dentro mío, y cuando su pelvis ya no pudo estar más unida a la mía, comenzó a liberar su eyaculación. Líquido abundante y caliente que me hizo estallar en un segundo orgasmo, al tiempo que inundaba mi útero. Espasmo que se vio prolongado por lo largo de su acabada y disfruté infinitamente con su interminable palpitar.
Mis senos se hincharon de tal modo que aflojaron el amarre de la toalla, y pude ver directamente como se erectaban mis rosados pezones, y también el ondular en mi pálido abdomen producido por las constantes convulsiones orgásmicas. En un momento fui a tocar mi vagina, notando que solo una delgada manguera de piel y carne salía de su arremangada funda y estaba unida a la voluptuosa masa que tanto placer me daba. Lo que me recordó que los perros cuando se aparean quedan abotonados a sus hembras, recorriéndome un intenso escalofrío todo el cuerpo debido al temor del momento.
Pese al miedo que invadía mi mente, mi cuerpo se negaba a dejar de seguir gozando. Y en medio de esta lucha logre relajarme y pensar que a lo mejor no sería tal grave, además que tenía todo el resto del día para despegarme, y continué placiéndome de su todavía latiente verga. Pero al momento que esta se detuvo, precipitadamente se dio vuelta pasando una de sus patas traseras por sobre mi anca, quedando con nuestros traseros enfrentados y produciendo un extraño vacío en mi vientre cada vez que jalaba.
Pero como el espacio en mi habitación no es mucho lo arrinconé en una esquina, para evitar los tirones y seguí gozando de su miembro hasta que se deshinchó lo suficiente y salió fácilmente. Obviamente tuve que limpiar prolijamente el piso de los líquidos excedentes que salieron en la descorchada, para ocultar toda evidencia de mi tan improvisada desvirgada.
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