preñadas a favor de la ciencia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por emy22.
Hola a todos los lectores y lectoras de esta página, he regresado después de una larga ausencia; esta es otra más de mis fantasías. Con mucha imaginación en lo sexual no sé si sana o no, pero a veces me asusta las cosas con las que fantaseo por eso no lo podría compartir con mi familia o amigos, creerían que estoy loca o poseída y por eso uso esta página para dar rienda suelta a mi imaginación sin mucho conflicto. Esta historia bien podría titularse "Preñadas Por La Ciencia" o “Los Monitos Sementales”. ¿Ustedes creen que sean normales mis gustos y fantasías?
Mi nombre es Gracie (Glam), resido en un hermoso país de Latinoamérica. Actualmente tengo veinticuatro años y soy veterinaria. La historia que les voy a contar me ocurrió haciendo un experimento de procreación hibrida entre especies, esto fue hace apenas dos años.
Soy una chica intelectual y juiciosa. Soy de cabello negro, largo y lacio, el color de mi piel es moreno claro, con ojos verde oscuro, mido 1,65, soy delgada y mi pecho no es muy grande apenas uso brassier talla 34B tengo 66 cm de cintura y cerca de 91 de cintura, me gusta tener mi vagina completamente depilada, creo que así se ve más atractiva. Desde que era pequeñita mi afición ha sido el estudio y aprender cada vez más sobre la naturaleza y los animales, que son lo que más quiero en el mundo.
Trabajo en los “Laboratorios Quimera” que son laboratorios de investigaciones biogenéticas en los que se realizan estudios e investigaciones relacionadas con la hibridación para mejorar la calidad de vida de las personas y los animales, además de algunos experimentos confidenciales y secretos para algunas empresas extranjeras.
En este lugar hay varias salas de experimentación, quirófanos, y obviamente jaulas y hábitats artificiales con animales. Yo soy parte del ”Estudio de convivencia social entre especies hibridas y especies progenitoras" que en palabras normales no es otra cosa que ver como conviven los híbridos con las especies de las que descienden, por ejemplo, tigrones y Ligres, con tigres y leones, Mulas y burdéganos, con caballos y burros, etcétera. O por lo menos me contrataron para formar parte de ese estudio.
Parte de mis funciones era atender medicamente a los animales, hacerles revisiones periódicas y curarlos cuando se lastimaran, poco a poco me fueron reduciendo el trabajo, al grado que llego un momento en que únicamente me encargaba de un grupo de siete simios, tres chimpancés, un macho y dos hembras; y cuatro bonobos, tres machos y una hembra, la única superviviente de los ataques de las hembras chimpancés. También había que llenar algunos formatos que mi superior, el Doctor Rodríguez me había entregado con la intención de registrar la evaluación y evolución diaria de la salud de los simios.
El Chimpancé estaba excitado todo el día. Me llamó la atención que no paraba de auto-estimularse, por no decir masturbarse, cuando estaba confinado en su celda y cuando estaba cerca de las hembras siempre intentaba copular, aunque en ocasiones era rechazado por estas e intentaba acercarse a la hembra monobo, lo que provocaba ataques de las hembras chimpancé, si estas no estaban ocupadas copulando con los machos monobos. El chimpancé lo intentaba aproximadamente 6 o 7 veces al día, eso sí, la cópula duraba solo unos minutos. Por otro lado los monobos eran mucho más activos pareciera que su día se iba en comer, dormir y fornicar, ya fuera que lo intentaran con la hembra de su especie o con las chimpancés. Tiempo después el Doctor Rodríguez me dio una serie de cometidos, como eran cuidar al chimpancé, darle de comer y lavarlo. Aunque al principio me pareció extraño, pues como medico veterinaria que soy, pensé que ese tipo de cosas podría hacerlo cualquier encargado, y no era trabajo para una médico como yo, sin embargo mi sueño siempre fue hacer una especialidad en primatología, por lo que nunca me queje.
El equipo de trabajo del proyecto en el que estaba asignada estaba formado por varias personas pero principalmente por 4 personas de mayor importancia, arriba de todos estaba el doctor Rodríguez, un médico cubano que se rumoraba había estado trabajando como genetista en la antigua Unión Soviética, por lo que muchos lo consideraban una eminencia. Además de él estaba una etóloga llamada Lexi (Belle), encargada principal de observar estudiar y analizar el comportamiento de nuestros siete simios. También en el equipo contamos con Madison (Ivy), la bioquímica encargada de estudios más profundos o específicos acerca de la salud de los simios, y por ultimo estaba yo, que como ya comente me encargaba del estado de salud general, higiene e incluso alimentación de la pandilla, así llamábamos al grupo de simios.
Cuando me ocupe personalmente del chimpancé macho por orden o sugerencia del Doctor Rodríguez, al principio el Chimpancé se portaba muy bien, dejaba que le diera su ración diaria de alimento, que lo lavara siendo muy obediente. Todo era muy tranquilo hasta que empezó el experimento real. El Doctor Rodríguez dijo que si me encontraba preparada para el siguiente paso, me llamo a su consultorio y me dijo:
-Dra. Glam, Gracie…- me dijo con cierta familiaridad forzada -es momento de pasar a la siguiente etapa del estudio, como sabes los “Laboratorios Quimera” además de hacer investigaciones para el beneficio de la humanidad, también tenemos muchos otros proyectos pagados por empresas privadas y gobiernos internacionales para sus fines propios.
– si lo sé- dije algo nerviosa- yo no tengo ningún problema con los fines o los intereses de los clientes, soy científica mi principal interés es generar conocimiento…-dije sin saber realmente que decir.
-Bueno mira- continuo el Dr. Rodríguez.- se que a ti te gustaría realizar estudios sobre el comportamiento de primates relacionados con humanos, y más aun ganar un premio por tu investigación. Lo que sabes de este estudio en el que estas participando es que estamos tratando de crear híbridos de Pan Troglodytes o chimpancé y Pan Paniscus o bonobo, lo cual hemos logrado con relativo éxito, si no hubiera sido por la agresividad de las chimpancés hembras que asesinaron a las monobos hembras cuando estuvieron preñadas del Chimpancé macho, en cambio las chimpancé hembras ya han dado a luz a varios “bonopances” que han sido donados a diferentes zoológicos para su estudio su relación con especies puras. ¿Cierto?
-Si así es…
-Excelente, recordaras también que yo en mi juventud estuve trabajando en la Rusia soviética, bajo el régimen comunista, lo que tal vez no sepas es el tipo de proyectos en los que estuve involucrado, durante mucho tiempo se ha creído que solo es un mito urbano, o propaganda inventada por los estadounidenses para desacreditar a la URSS, me refiero al extendido rumor de que en Rusia se estaba tratando de crear un ejército de súper-hombres-mono, con la fuerza de un simio y la inteligencia suficientemente humana para entender y obedecer órdenes y comunicarse con humanos, algo habrás escuchado de eso.
-bueno yo…- no sabía que decir algo había escuchado, pero nada concreto.- creía que era algún tipo de broma o propaganda como dice usted…
-… nada de rumores o propaganda, es totalmente cierto, Basándonos en las investigaciones del Doctor Ilya Ivanovich Ivanov, logramos hacer muchos avances primero inseminamos simios hembras con semen humano, lo que no tuvo mucho éxito, por otro lado cuando intentamos lo opuesto tuvimos excelentes resultados, sin embargo nuestro propio gobierno nos obligo a detener los experimentos y sacrificar los productos, porque EUA se estaba acerando mucho y podía denunciarnos ante la ONU. Por mi parte yo guarde en mi memoria todo los datos que pude, y ahora irónicamente los estados unidos son los que quieren que investiguemos como crear un hibrido simio-humano para fines bélicos, que sea fuerte y resistente como para soportar cualquier clase de clima, agresivo para entrar en batalla sin temor alguno, pero lo suficientemente dócil y obediente como para seguir ordenes. Como tú sabes existe una profunda proximidad en similitud entre al ADN del Homo Sapiens y el de los Pan Troglodytes y Pan Paniscus, prácticamente entre el 96% y 99%, por lo que la idea es aparear hembras humanas con simios machos, y como fue obvio que los bonobos resultaron más fértiles, lo más indicado seria que fueran los bonobos machos quienes preñen a las mujeres.
-¡¡¿Cómo?!!- Dije sorprendida y asustada. -¿Es parecido a cuando mezclan un caballo y una burra cuyo resultado sale una mula, verdad?- pregunte aun sabiendo la respuesta, pues la sorpresa no me dejaba pensar claramente.
-Exacto- dijo el Dr. Rodríguez -La posibilidad de engendrar es de 99.99%, -aseguro él- Quiero que tengas sexo con uno de los bonobos dejándote fecundar de él, por lo que veo en tú fisonomía estas en los días fértiles, que dices, ¿Aceptas o No?
-Acepto- dije sin duda alguna. Aunque seguía sorprendida, no sé si acepte por morbosidad sexual o curiosidad científica.
-Perfecto contigo ya tenemos a la tercera candidata
-¿Tercera…? ¿Quienes…?
-Lexi y Madison también aceptaron, entenderás que este es un experimento bastante controversial y no podemos arriesgarnos a traer a cualquier tipo de persona, por esa razón tenemos que usar al personal disponible, además la mayoría de los que trabajamos aquí somos personas de digamos mente abierta.
Yo me limite a sonreír.
Entonces el Dr. Rodríguez nos reunió y nos explico que tendríamos que estar desnudas cuando conviviéramos con los simios machos. Y así lo hicimos, estábamos las tres desnudas cuando estábamos con los animalitos. Para ser sincera el solo hecho de verme desnuda junto con esas otras dos hermosas mujeres.
Lexi (Belle) la etóloga era una joven pelirroja aproximadamente de mi edad, con el cabello largo y un poco rizado, de piel blanca casi pálida, y un gran número de pecas sobre su espalda y hombros, sus ojos son de un hermoso color avellana un café muy claro, es más pequeña que yo ella mide 1,60 su pecho es más chico aunque con mejor forma ella usa talla 32C en su brassier, sus aureolas son mas chicas, pero eso hace que sus pezones se vean más grandes y erectos, mide 61 cm de cintura y 83 de cadera, ella como pueden ver tiene un cuerpo más pequeño que yo, además tiene un lindo mechón de vello púbico sobre su coño, no muy bien recortado; eso sumado a su linda sonrisa y su carita de niña inocente hace que se ve casi como una adolescente si no fuera porque la conocía desde antes pensaría que es una chica de instituto.
Madison (Ivy) por otro lado es la bioquímica, es una rubia de aproximadamente 27 o 28 años, de nacionalidad estadounidense, habla con marcado acento gringo, aunque entiende perfectamente el español y otros idiomas, no por nada es la segunda al mando después del Dr. Rodríguez. A ella le gusta llevar el cabello recogido en un chongo, pero cuando lo lleva suelto llega casi a su cintura. Ella tiene unos hermosos ojos azules, tiene la piel blanca bronceada. Tiene los pechos más grandes de las tres, ya que usa copa 32D incluso creo que DD, 55 cm de cintura y 82 cm de cadera. A pesar de ser la de mayor edad y rango, y de mejores proporciones, también es la más pequeña de las tres ya que solo mide 1.50 m. ella también tiene vello púbico pero a diferencia de Lexi lo lleva perfectamente recortado en un pequeño triangulo rubio oscuro a unos centímetros de su vulva. Se veía magnifica cuando se queda completamente desnuda, aunque creo que las tres juntas debíamos vernos gloriosas, como un grupo de chicas de lujo.
Nuestros deberes ahora incluían convivir casi todo el tiempo con los simios, no solo para auscultarlos, obtener muestras, observarlas o analizarlos; ahora también teníamos que bañarlos, alimentarlos, y para hacerlo teníamos que estar desnudas bajo las batas de laboratorio.
En una ocasión cuando estábamos bañando a los tres bonobos note que el animal del que me estaba encargando yo, cogió mi mano con sutileza y poco a poco la fue llevando por debajo de su vientre hasta que para mi sorpresa, me encontré con su pene parado debido a unas a las sustancias que les agregábamos en el alimento ¡Quería que le masturbara! No sé que me paso por la mente porque empecé a mover mis dedos sobre aquel pedacito de tronco, hasta que se convirtió en un enorme mazo de carne más grande que cualquier pene humano que hubiera visto antes estaba sonrojada, sentía como mi vagina comenzaba a mojarse. Comencé a sentirme la puta más puta del mundo. Levante la vista y note que mis otras dos compañeras estaban en situaciones parecidas. Las tres estábamos masturbando sin recato a los tres monos, Madison tomo cierta iniciativa y sin dudarlo introdujo la verga enorme de su “paciente” en su boca para chuparla, entonces Lexi y yo que la veíamos fascinadas la imitamos, y metimos loas penes que teníamos en la mano a nuestras bocas, chupamos con mucho cuidado, aunque poco a poco fuimos acelerando el ritmo, hasta que los tres simios explotaron en nuestras bocas casi al mismo tiempo, sin embargo en esa ocasión no llegamos a mas. Eso estaba reservado para otra ocasión.
Esta situación se daba con más frecuencia y los monos eran cada vez más osados, pues no solo nos hacían masturbarlos como esa primera vez, ellos también empezaron a explorar nuestros cuerpos acariciándolos sobre la tela de las batas de laboratorio y no tardaron en descubrir que debajo de las batas no llevábamos ropa alguna, metían como podían los dedos entre los espacios que quedan entre los botones; de eso a encontrar la forma de desabotonar la bata paso menos tiempo aun. Así nuestros monitos tuvieron acceso completo a nuestros cuerpos. Eso permitió que los simios pudieran jugar acariciando nuestros pechos, lo hacían con fascinación, con la curiosidad que podría hacerlo un niño, pero definitivamente con la intención de un adulto; entonces al sentir lo suaves que son nuestros pezones, que estaban totalmente erectos y las aureolas inflamadas por sentir el trato que nos daban las ásperas y grandes manos de los monobos, los simios se metieron a la boca nuestros pechos, probablemente imitando al mono de Madison, pues de reojo vi que él fue el primero que chupar sus enormes pechos, tal vez imitándola a ella, pues segundos antes ella misma tomo uno de sus pechos y lo estiró hasta llevárselo a la boca chupando su propio pezón para mostrarle a su pareja como hacerlo, comportamiento que no tardo en imitar y aprender el inteligente monito. Y al igual que él los que estaban con Lexi y conmigo, empezaron a chupar nuestros pezones, con sus húmedas lenguas, la sensación era distinta que con un hombre, pues aunque es suave la usaban con más fuerza, y se sentía un poco más áspera. Con este tratamiento que nos daban los monos, como era de esperarse nos éxito a tal grado que mas que excitación parecíamos estar a punto de hervir, las tres nos pusimos a 1000, y evidentemente los bonobos lo percibieron en el aire, por el olor de nuestros sexos, pues los tres empezaron a oler a su alrededor, y dirigieron su nariz, o tal vez su nariz los dirigió a ellos hacia abajo al olor que emanaba de entre nuestras piernas, imperceptible para la mayoría de los humanos, sin embargo muy atractivo para otras especies. Fue entonces cuando sentimos las lenguas de nuestros simios hurgando y explorando con curiosidad, fueron introduciendo además de sus lenguas sus dedos para juguetear, y sentir. Tal vez tratando de decidir si nuestras vaginas, sin vello, o por lo menos sin tanto vello como las de las hembras, se podían usar igual, tal vez aun no estaban seguros de si estas “simias sin vello” estarían igual de dispuestas que las hembras que ellos habían conocido. Y cuando nosotras estábamos a punto de dirigirles el pene dentro de nuestros cuerpos el Dr. Rodríguez, que estaba viendo todo detrás del cristal de observación, encendió una sirena nos espantó, y a los pobres monitos los hizo huir a sus jaulas despavoridos. Las tres quedamos resoplando, tentó por la excitación como por la sorpresa que nos genero el ruido, aunque más por la excitación que un teníamos. Después el Dr. Rodríguez nos explico que lo hizo porque estábamos a punto de permitir que nos penetraran, y que no tenia caso hacerlo si no estábamos las tres en nuestros días fértiles, solo desperdiciaríamos el semen de los simios, en afán de la satisfacción de sexual propia; honestamente esta idea nos hizo sentir alas tres como verdaderas putas-ninfómanas, que buscan satisfacerse a de cualquier forma, estuvimos a punto de dejar que los monos nos cogieran sin importar si nos preñaban o no, cuando el objetivo era evidentemente quedar preñadas. También nos explico que la razón de estar las tres desnudas no solo era excitar a los monos, sino que al estar conviviendo las tres, por un sistema de competencia biológico, nuestros ciclos fértiles se sincronizarían de forma que las tres reglaríamos al mismo tiempo y por tanto nuestros días de fertilidad serian básicamente los mismos. Increíblemente así sucedió en menos de dos meses, mi ciclo se fue retrasando, mientras que el de Lexi se adelanto, ambas estábamos alcanzando al cuerpo de Madison, que es el más maduro de los tres.
Cuando la sincronización sucedió casia a la perfección, y las tres estábamos en nuestros días fértiles, el Dr. Rodríguez nos comunicó que el experimento se llevaría a cabo en esos días. Entraríamos las tres desnudas al hábitat de los simios, y el liberaría a los bonobos, ellos evidentemente ya están más que acostumbrados a nosotras. A si lo hicimos entramos desnudas al hábitat de los simios, el que simula una pequeña pradera de pasto verde con tres arboles, cuerdas y varios juegos de jardín para niños, que ellos disfrutan mucho, sin embargo ahora disfrutarían de algo mas, nuestros cuerpos dispuestos a recibirlos. Al entrar las tres estábamos tan excitadas que nuestros coños ya estaban húmedos. Y cuando oímos a los bonobos corriendo por el túnel de metal que conecta las jaulas con el hábitat de juegos, nuestros corazones se aceleraron de la emoción. Las tres sonreímos cuando vimos a los tres monobos entrar corriendo casi desesperados por la pequeña puerta.
Cada uno se dirigió hacia una de nosotras, aunque creo que los tres corrieron originalmente a madison, pero cuando uno llego, los otros dos nos eligieron a Lexi y a mí. El que llego conmigo estaba totalmente emocionado y con su largo brazo lleno de pelos, me agarró de la cintura mientras me acariciaba las nalgas, yo por la mezcla de miedo y excitación intentaba zafarme del mono, pero este me agarraba con mucha fuerza. De repente, me cogió con las dos manos por la cintura y me llevó contra él sintiendo su hocico entre mis nalgas, oliéndome profundamente una y otra vez. Mientras tanto a Lexi estaba en una situación similar pero con su simio oliendo su sexo de frente, incluso podía ver como esa pequeña pelirroja empujaba la cabeza del mono sobre su sexo. Mientras tanto Madison ya se había recostado sobre el pasto y su simio no solo olía la entrepierna de ella, sino que usaba su lengua para probar y saborear el sexo de Madison.
El mono que estaba conmigo acercó su cabecita para ver bien lo que había entre mis piernas y por la atracción del olor de mi sexo húmedo comenzó a lamerlo, dando lametones como si chupara un tarro de mermelada, su lengua se introducía entre mis labios vaginales, causándome un cosquilleo del que hubiera deseado no sentir, no por molesto, sino por inconveniente, cogí al chimpancé de los pelos de la cabeza y me sorprendía a mí misma diciéndole: “¡Cómetelo todo! ¡Mono cabroncete! ¡Hijo de tú putísima madre! Sigue, máaaass” así mi monito lindo. El bonobo me lamía y me ponía calentísima, al momento comenzó a introducir su dedo dentro de mi sexo, como queriendo sacar miel de una colmena, lo metía, lo olía y lo chupaba. Así estuvo un rato hasta que ya sin poderlo aguantar más, comencé a correrme ante la mirada sorprendida de ese hermoso monito.
Con mis compañeras la situación era un poco diferente ya que el mono de Madison había comenzado a penetrarla con gran salvajismo y ella estaba gritando como loca, sus gemidos casi parecían berridos mezclados con aullidos, Estando ella de espaldas al piso con sus piernas aferrando al simio que la penetraba y son sus manos arrancaba pasto como queriendo sostenerse de algo firme mientras era perforada, mientras en su rostro se dibujaba un rictus combinado de dolor y placer que se fundían en el gesto de su rostro. Lexi por otro lado era tocada por el simio que la tenia que se había concentrado en sus pechos y los lamia con su lengua mientras Lexi acariciaba con sus manos la enorme verga del monobo, y sin ningún ápice de asco la metió a su boca dejando al mono de espaldas mientras ella a 4 patas le hacia una mamada de campeonato con sus labios y recorría el enorme falo con su lengua desde la base de los testículos hasta la punta, y de regreso hasta meterse una de las bolas peludas del mono a la boca. Los monos tienen una fuerza increíble y aunque hubiéramos querido soltarnos de sus brazos nunca lo hubiéramos logrado… pero evidentemente no queríamos soltarnos.
Yo por mi parte ya estaba en cuatro patas con mi mono oliéndome y penetrándome con el dedo mi ya empapado sexo. Cuando de repente sentí en mis nalgas y en mi sexo la sensación de su vientre peludo, intentando penetrarme con su miembro viril y lo logro de una sola estocada, este era un trozo de carne duro y suave, ligeramente húmedo y mucho más grande que cualquier miembro humano que hubiera sentido antes. Encontrándome emocionada, me agarró con mucha fuerza taladrándome a una velocidad sorprendente, de mis labios bucales solo salían frases entre cortadas como: “siiiiii, más, aaahhh, que fuerte me das mi macho” y de repente empecé a decir con algo de esfuerzo “préñame hijo de puta, sigue, que macho, aaaaahhh”. Mi monito lindo siguió penetrándome con fuerza mientras me asía de las caderas para penetrarme más profundo y poco después sentí su pecho y barriga sobre mi espalda pues se inclino para tomar mis tetas y juguetear con ellas mientras me penetraba al poco tiempo en esa posición escuche un sonido de felicidad del bonobo que eyaculó su esperma fértil dentro de mi útero con el fin de fecundar mis óvulos en mi periodo más fértil. Mientras tanto sumando la excitación que me provocaba el ser cogida por pun simio en el hábitat, con la idea de quedar preñada de él y el placer que me produjo con su miembro, yo me desplome poca abajo mientras mi amante descansaba sobre mis espalda jugueteando con mi cabellera.
Mientras el monito y yo descansábamos pude ver que Lexi estaba cabalgando sobre su pareja que estaba acostado de espaldas en el suelo del hábitat mientras ella subía y bajaba como pistón incrustada en el enorme falo del bonobo, ella hacia una inconfundible expresión de placer mientras el mono la penetraba, Lexi se agarraba el cabello pelirrojo mientras era taladrada, mientras el monito juguetón acariciaba sus pezones y trataba de arquearse para lamerlos, el simio había tomado ya ritmo y acompañaba los movimientos de Lexi con sus caderas, mientras ella hacia movimientos circulares para estimular su clítoris, al levantar sus brazos para agarrar su cabello Lexi hacia que sus pechos se alzaran por lo que se veían más hermosos. Ella también estaba gritando de gusto, sus gritos eran mucho más abiertos, y de vez en vez decía cosas como: “aaaahh así mi monito, que bueno eres… aaaahhh” y continuaba mientras se lamia los labios “eso mi semental aahh préñame hazlo mono cabrón, aaaahhh hazme una barriga como a las otras dos putas” y linduras de ese tipo, en ese momento mientras ella estaba diciendo eso, como si el mono la entendiera, la tomo de su cintura y la apretó contra su cuerpo, como para profundizar la penetración, y el monito hizo un sonido similar al que hizo el mío de felicidad, lo que fue una prueba inequívoca de que también había eyaculado en el interior de su útero, por lo que seguramente el potente esperma del bonobo alcanzaría su ovulo en los días más fértiles de Lexi y lograría implantarse en su matriz como seguramente lo pasaría en la mía.
Mientras tanto Madison estaba acostada sobre la hierba mientras su mono seguía penetrándola como lo había visto hacia un momento, pero esta vez me sorprendió ver que no solo ella rodeaba con las piernas al simio para facilitar la salvaje penetración de la que era objeto, ahora Madison besaba el rostro de sus monito semental como si de una persona se tratara y el monito le correspondía besando su cara y cuello, probablemente a esta perra le había tocado el monito más inteligente pensaba yo, llego un momento en que ella lo tomaba de la cara y le decía cosas casi al oído mientras sollozaba de gusto, el monito se dejaba dirigir mientras le agarraba la cabeza, de la cara de madison a su cuello y a sus pechos, incluso llegaba momentos en que Madison buscaba desesperadamente los labios del su pareja y se besaban de forma apasionada. Y al igual que con nostras dos, su simio empezó a hacer sonidos agudos, como de felicidad y a agitarse hasta que se desplomo sobre ella. En ese momento supe que también él había eyaculado su fértil semen dentro de Madison y pronto alcanzaría su ovulo que quedaría implantado en su fértil útero.
Cuando estaba yo observando a las otras recostada boca abajo, y ellas también descansaban observándonos unas alas otras, mi monito me tomo por la cintura y con su fuerza simiesca me dio la vuelta quedando acostada de espaldas sobre la hierba, entonces separo mis piernas y volvió a meter su miembro teniendo esta vez mejor puntería. Lo sentí en mi sexo, aunque sólo me penetraba ligeramente, comenzó a agitarse, aprecié una fugaz pero profunda penetración que me causó turbación y un poco de dolor, me sentía ya súper excitada, poco a poco el mono empezaba a moverse como loco, en mi mente solo pensaba en que pudiera quedar preñad, al momento lo hizo, encontrándome tendida en el piso.
Me cogió de la mano y me arrastró hasta luna estructura que simula un tranco talado como una mesa que había en el hábitat. Me hizo un gesto autoritario indicándome que me tumbara sobre la mesa, lo obedecí, tumbándome de cara al techo de cristal porque la verdad es que puso una expresión de fiera que no me atreví a contradecirle. No puedo explicarles lo excitante que fue sentir su dedo jugando con mi pezón, mirando sus ojitos negros que expresaban su lujuria simiesca. Luego sentí su mano fuerte en mis tetas, amasándolas. Me encantó cuando comenzó a darme lametones en los senos con aquella lengua larga, húmeda y áspera, lamía con todo lo largo de la lengua una y otra vez. La verdad es que aquellas caricias de mono me estaban poniendo cachondísima.
Mientras tanto Madison abrazaba besaba y acariciaba a su mono, mientras Lexi había empezado a hacer un 69 con su mono mientras ella a cuatro patas le mamaba la verga, el mono separaba su nalgas estando entre sus piernas para lamer su vagina, y meter sus dedos en ella. Estas situaciones hacia que nos viéramos como verdaderas putas cogiendo en el campo. y de repente al vernos a nosotros en el tronco-mesa los otros dos monos imitaron al mío y las llevaron al mismo lugar quedando las tres tumbadas sobre esa estructura podía escuchar sus respiraciones, sentir el calor de sus cuerpos, y si movía un poco la cabeza, podía ver sus caras que también miraban curiosas a las demás, seguramente desde la venta superior el Dr. Rodríguez tenía una vista excelsa de la situación, y de nostras recostadas sobre el tronco, nuestros cabellos de colores distintos mezclándose en el centro, y los monos entre nuestras piernas, lamiendo nuestros coños húmedos de sexo.
Entonces los bonobos colocaron de nuevo sus penes entre nuestras piernas y comenzaron a presionar contra nosotras. Como pudieron nos levantaron pasando sus brazos por nuestras espaldas mientras éramos penetradas por ellos, la sincronía fue increíble los tres lo hicieron al mismo tiempo, de un salto se dieron la vuelta y se sentaron en el tronco quedando de espaldas unos a otros, pero eso permitió que pediremos vernos unas las otras pues nosotras quedamos de frente entre nosotras. En esa posición fuimos penetradas largo rato, mientras cómo podíamos acariciábamos y nos aferrábamos a las espaldas peludas de nuestros hermosos simios. Momentos después sentimos descargar en nuestros interiores el néctar fértil de los monobos, mientras nosotras terminamos de corrernos por el placer que nos había producido la copula. Quedamos así tendidas y nuestros amantes sementales a nuestros lados.
Justo cuando estábamos recuperándonos sonó la sirena que el Dr. Rodríguez usaba para que los bonobos regresaran a las jaulas por el pasadizo de metal. Instantes después nos sorprendió escuchar el sonido de que algún simio estaba recorriendo el túnel y por la pequeña puerta apareció César, el único chimpancé macho que había en el grupo. Eso nos asusto un poco a las tres, pues como todas sabíamos si los bonobos son llamados “los monos del amor” por sus conductas pacifistas amorosas y sexuales, los chimpancés podrían ser “los monos de la guerra” por ser destructivos violentos y belicosos, así que temíamos que César se pusiera agresivo con nostras estando desnudas, tan cansadas y tan vulnerables.
El chimpancé se acerco a nosotras lentamente, caminando apoyándose en sus nudillos mientras avanzaba, era más grande y fornido que los bonobos con la piel de la cara blanca en lugar de negra como los otros. El simio estaba excitado pero tranquilo de una forma increíble, se acerco a Lexi primero y tomándola del brazo empezó a acariciar sus pechos, y a explorar su sexo oliéndolo, y seguramente percibiendo en el olor de los bonobos, después se acerco a Madison y repitió la operación tentando sus tetas enormes y explorando su sexo con su dedo sacándolo empapado oliéndolo y saboreándolo; y por último se acerco a mí y con mucha fuerza introdujo su dedo en mi vulva inflamada mientras exprimía mis pechos y al sacar su dedo lo olio y probo; seguramente percibía el olor de los bonobos mezclado con los nuestros, eso pareció enfadarlo porque empezó a gritar y golpear el suelo de pasto del hábitat, parecía enfurecido por darse cuenta de que los bonobos nos habían fecundado antes que él. El chimpancé me tomo del brazo y me jalo hasta donde estaba Madison observando, después se dirigió con Lexi y también la acerco a nosotras. Estábamos las tres denudas arrodilladas en el piso, vulnerables, a los pies de César el gran chimpancé macho, éste estaba completamente excitado y como nostras aunque cansadas también estábamos excitadas tanto por los orgasmos que nos regalaron los bonobos como por la situación de estar ahora con un chimpancé, las tres fijamos nuestras miradas en el enorme pene de César y gateando como hembras en celo nos acercamos modosas y sometidas a César y relamiéndonos los labios empezamos a chupárselo; Madison en medio de nostras, se ocupo del glande rojo y palpitante, mientras Lexi y yo lamiamos y recorríamos con nuestras lenguas el falo del chimpancé enorme y lleno de venas, Madison demostró ser una chica de garganta profunda pues llego un momento en que se metía casi todo el miembro del chimpancé en garganta, dejándolo aun más húmedo que nosotros con su lengua, apenas se notaban sus arcadas o sus gestos de asco o dolor en su cara. Como Madison se encargaba magistralmente de la verga del chimpancé, Lexi y yo nos encargamos de sus testículos velludos pero suaves y más grandes que los de los humanos. Entonces César nos tomó por la cintura a cada una y nos coloco una sobre la otra y así empezó a penetrarnos una a la vez, primero a Madison que estaba sobre nostras, pues era la más pequeña y ligera de las tres, luego embestía a Lexi que se encontraba en el centro del sándwich de mujeres yo podía sentir como embestía a las otras dos pues con cada embestida cimbraba la torre de cuerpos que formábamos. Y por último estaba yo en la base, sentía sus penetraciones fuertes y violentas mientras escuchaba sus chillidos agudos, señal inequívoca del placer que sentía al hacernos suyas. Mientras me penetraba a mí pude sentir como estaba a punto de terminar y eyacular, pero sorpresivamente saco su pene y lo volvió a introducir dentro de Madison que estaba en la cima sobre nostras. César no tardo en eyacular dentro de ella, sin embargo con su pulgar y su índice apretó la base de su pene para detener la eyaculación, e introdujo su pene dentro de Lexi y soltó otros chorros de su fértil semen, y volvió a presionar la base de su pene para evitar la salida de su semen, y entonces fue mi turno de recibir su semen en mi interior, sintiendo como llegaba ese caliente y viscoso semen, su pene era tan grande que casi creo que lo dejo directamente en mi útero. En cuanto César termino de eyacular en mi interior, saco su miembro de mi vagina que ya estaba prácticamente flácido, y sorpresivamente empezó a orinar sobre nostras tres, era un fuerte chorro de orina el que nos llegaba cayendo sobre nuestros cuerpos y escurriendo de una a la otra, la orina recorría nuestros cuerpos llegando a nuestras caras incluso un poco cayó en nuestras bocas e inevitablemente la probamos era demasiado amarga, pero al fin y al cabo estábamos tan calientes que no importaba. La sensación fue indescriptible y hablando después con Lexi y Madison me di cuenta que ellas también sentían lo mismo, nos sentíamos como las más grandes golfas del mundo, las mejores putas para los mejores simios. Unas sucias cualquieras zoofilias, pero sin dejar de pensar que todo era en favor de la ciencia, y beneficio de la investigación.
Cuando todo termino y sonó la campana que usaba para que los chimpancés regresaran y César entro por la pequeña entrada para regresar a su jaula. Entonces el Dr. Rodríguez abrió la puerta del hábitat para que saliéramos. Después de habernos lavado nuestros sudores mezclados con la orina de César que teníamos en nuestros cuerpos el Dr. Rodríguez nos explico que parte del estudio era saber que especie era más fértil y él pensaba que los monos más fértiles son los bonobos así que muy probablemente quedaríamos preñadas de los bonobos. También nos explico que había estado trabajando con César enseñándole posiciones sexuales variadas en especial con tres mujeres, sobre todo haciéndolo ver películas pornográficas de orgias de varias mujeres con un solo hombre, y haciéndolo practicar con maniquís y muñecas hinchables. Esto porque al ser el único chimpancé macho debía aprender a eyacular dentro de las tres al mismo tiempo que los bonobos pues como saben la fecundación es cuestión de tiempo. Según él debía tratar de darle igual oportunidad a ambas especies en la primera coyunda, por eso hizo que copuláramos con los bonobos y con el chimpancé la misa tarde.
Después de esa experiencia tuvimos unos días más de fertilización, de pasión animal con ambas especies, unas veces con alguno de los bonobos y otras con César el chimpancé; a veces las tres juntas y en ocasiones separadas. Cuando se acabaron las sesiones luego las extrañamos, el Doctor Rodríguez nos hizo pruebas de embarazo, efectivamente habíamos desafiado a la ciencia, estábamos preñadas, teníamos en nuestros vientres tres bebés híbridos mono/humano, aunque no estábamos seguras de quienes eran los padres, si los bonobos o el chimpancé eso no lo sabríamos hasta que nacieran nuestros hijos para poder hacerles pruebas de ADN.
A los 8 meses tuvimos a nuestros hijos, fue entonces cuando pudimos hacer pruebas para saber la identidad de los padres, si eran mezcla de chimpancé y humano o bonobo y humano; las pruebas fueron concluyentes los tres eran hijos de César, aun contra los pronósticos del Dr. Rodríguez de que los bonobos eran más fértiles que los chimpancés, sin embargo probablemente la combatividad de los chimpancés se manifieste incluso a nivel celular y eso provoco que su esperma llegar primero a nuestros óvulos fecundándolos. Los tres bebés eran velluditos como su padre y los ojitos como los de sus mamis, nuestros nenes eran todos velluditos, era una nueva raza entre humano y animal, su apariencia era la de bebés normales pero con rasgos de mono. Bueno desde ese día soy feliz y de vez en cuando tengo relaciones con mi novio el Chimpancé, la investigación fue un éxito, pero nos ofrecieron dinero para que calláramos y no publicáramos la experiencia, gracias por leer mi historia, un beso en la mejilla y un abrazo tierno.
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