Primera vez con perrito
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Tela45.
Ella y yo nos conocíamos desde la primaria, y nos llevábamos muy bien, aunque como es normal solemos pelear de vez en cuando.
Un día, yo estaba navegando por los foros de internet y buscando algo lindo que leer, cuando de una ocasión a otra llegué a cierta página de relatos.
Tenía un poco de curiosidad por saber qué clase de cosas podían darse en ese ambiente, y me puse a leer uno de cada categoría.
Algunos estaban muy mal redactados y le hubieran dado un tremendo dolor de cabeza a mi hermana memor, Daniela, que es una friki de la ortografía.
De todos modos leí y admito que me fui caldeando con ellos, hasta tal punto que necesité de mi mano para bajarme la temperatura.
Mi clítoris siempre ha sido sensible, quizá un poco más de cualquier otra mujer.
En ocasiones el mero hecho de andar con tanga o bragas ajustadas me producía un bonito picor que me hacía sonreír.
De todos modos, al llegar a la sección de relatos zoo, hice cara de asco y dejé de leer.
No obstante, hubo uno que al final terminó por llamarme la atención.
Hablaba sobre los inicios en la zoo, lo cual para mí era un tema tan.
Extraño como la pedo y siempre traté de mantenerme al margen de ambos.
Leí y me calenté.
He de admitirlo.
La posibilidad de que un perro pudiera darme un orgasmo me revolvió un poco las entrañas y sentí un poco de culpa.
Dias después, Ximena me dijo que quería ir con su novio a la playa y que si yo podía ir a darle comida a su perrito llamado coki.
Ya que mi amiga vivía en una casa rentada por motivos de estudio, necesitaba de alguien que le echara una ojeada a su mascota.
Así pues, acepté y fui con Daniela, mi hermana menor, a cuidarlo.
A pesar de susb17 años, tiene una personalidad muy diferente a la mía, pues es más social.
Yo tengo 20 años.
Durante esto nos pusimos a arreglar un poco la casa, puesto que Ximena tenía las cosas en desorden.
Sus tanguitas estaban tiradas en su dormitorio y también vimos unos condones usados, todavía con semen dentro.
-Rico – soltó mi hermana con sarcasmo al meterlos dentro de la bolsa de basura.
-Creo que ella tiene más vida sexual que yo.
-Porque no quieres -soltó mi hermana con voz mordaz.
Ella siempre me había intentado presentar a algunos de sus amigos para follarmelos.
-No, gracias.
No quiero nada con hombres y menos si tú ya te los cogiste.
-No seas pendeja.
Además yo sé cuales te gustarían y cuáles no.
-Eres una putilla- le bromeé y ella río sin negarlo.
Daniela había comenzado con el sexo desde la primaria, cuando a los diez u once años ya andaba tocando los penes de los niños en el baño.
Tuvo un reporte por eso y después la expulsaron de la primaria, por lo cual mis padres tuvieron que llevarla a otro colegio.
-Bueno, ya está.
Vamos a descansar.
Luego le cobramos a tu amiga por el trabajo.
Nos sentamos en el sofá a ver un rato la televisión.
Coki estaba en las piernas de mi hermana, y le estaba acariciando el lomo al pequeño animal.
De repente mi hermana empezó a reír y a pelearse con el perrito.
-Shu.
No me andes lamiendo.
-Ese perro te quiere comer -le dije en broma y ella, riendo por las cosquillas, trataba de calmar a Coki.
Su lengua dejaba marcas de saliva en los muslos de mi hermana menor.
Ella llevaba unos cortos shorts cómodos y deportivos.
Tras un rato, me di cuenta de que el perrito estaba lamiendo las piernas de Daniela porque está había dejado caer un poco de la mermelada del pan que se estaba comiendo, y tras un rato, era ella misma la que ponía algo de dulce sobre sus muslos para que el labrador la lamiera.
Empecé a sentirme rara y recordé el relato.
Las mejillas se me tiñeron de rojo.
Traté de ignorar las risitas de Daniela mientras la humeda lengua le bañaba la parte interna de sus muslos.
Al final mi hermana pareció cansarse y me dió al perro.
Dijo que se iría a casa y que si me iba con ella, lo cual dije que no, pues necesitaba quedarme un rato más.
Ella no pregunto y se marchó.
Tarde unos quince minutos en decidirme.
Le puse un poco de mermelada a los piernas, pero antes tuve que cerrar las cortinas y quitarme los pantalones para quedarme solo en bragas.
Me senté en el piso y llamé a Coki, que acudió de inmediato.
Le señale el dulce con los dedos y el lamió.
No sé qué decir.
Fue cómo.
Cruzar cierto límite.
Me gustó.
Me reí.
Subí un poco más y puse mermelada en mis rodillas.
-Ven, perrito.
Lamió.
Otras risas.
Más arriba ahora, a la mitad de mis muslos.
-Vamos, Coki.
Mi respiración ya era muy fuerte.
Morbosa.
Caliente.
-A la mierda- solté y me quité la bragas.
Traía yo el coño depilado por mera comodidad y me puse mermelada por toda esa zona de mi vagina.
Abrí mucho las piernas.
Llamé al perrito.
Este se acercó con timidez y olió.
Luego.
Luego vino la puta gloria.
La lengua larga empezó a lamer por toda la cara externa de mi vagina.
Suspiré.
Sentí cosquillas por todo el bajo vientre.
Cuando terminó de lamer, coloque más mermelada y dejé que el cachorro me chupara todos los jugos que yo estaba soltando.
Fue algo sumamente raro, pero bien.
Me gustó y no dejaba de sonreír.
Obviamente me sentía sucia y puerca, pero valía la pena solo por sentir ese hocico comiendo de mi.
Tuve un orgasmo que potencié pellizcando mis pezones por debajo de la blusa.
Así pues, terminé metiendo uno de mis dedos a mi apretado coño.
Como ya se había ido, pero yo obtuve una gran corrida.
Inmediatamente me vestí.
Dejé a Coki abundante comida y agua.
Luego, sonriendo, y sintiéndome extrañamente asquerosa conmigo misma, pero algo.
Satisfecha, salí de la casa y volví a la mía.
Al día siguiente, Ximena regresó y nos invitó a comer como pago por todo.
Sin embargo, a pesar de que había roto un tabú muy.
Censurado, no puedo decir que me atrae el zoo o que me dejaría follar por un can.
Esas cosas no van conmigo.
Tengo ciertos límites, pero mi experiencia con Coki fue algo muy íntimo que hasta el día de hoy me hace sentir rara, culpable, pero en cierta forma, bien.
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