Reencuentro Salvaje IV.
Manadas de lobos en disputa..
Me quedé embelesada al borde del escarpado precipicio mirando hacía el valle abajo, una vista absolutamente encantadora, temprano en la mañana la cuenca mostraba sus colores verdes y azules, con manchas blancas de nieve, me encontraba subyugada observado la naturaleza salvaje, el arroyo formado por una preciosa caída de agua un medio kilómetro más arriba, descendí calmadamente hacía la pequeña lagunilla formada por un remanso del curso de agua, llegué a la orilla y me incliné a beber de la fría y cristalina agua, sin mirar con atención, pisé una piedra resbaladiza cubierta de musgo y perdí el equilibrio terminando sumergida en la fría laguna, me aferré a las raíces y arbustos de la orilla y salí desorientada, gracias a la estación veraniega, el sol se encontraba ya a buena y altura y sus templados rayos bañaban esa parte de la montaña, busqué un espacio cubierto de un suave césped y comencé a desprenderme de mis vestidos mojados.
Sentí un ruido de matorrales a mi izquierda y Valiente apareció observándome atentamente, se quedó contemplándome con su cabeza ladeada y su lengua que pendía fuera de su hocico, mientras yo me deshacía de mis prendas empapadas para colocarlas a secar al sol, mis senos sintieron la tibieza de los rayos solares y mis pezones se endurecieron, estrujé cuanto pude la remera térmica y sequé mi cuerpo desnudo, Valiente se había acercado a mis muslos y apoyó su fría nariz en mi ingle, su lengua lamió la rajita de mi sexo, como un reflejo, junté mis muslos con un lascivo gemido, él insistió y yo me miré alrededor, estábamos solos yo y él, seguramente la manada estaba en las cercanías, pero no era visible.
Despacio me arrodillé y él se puso detrás de mí, apoyé mis manos sobre la suave hierba y Valiente inserto su ofidia lengua en mi panocha, el placer fue intenso y muy luego mi conchita producía fluidos en cantidad, su larga lengua extraía mis jugos desde lo profundo de mi chocho, mis gemidos eran atenuados por el trinar de las aves, un águila sobrevolaba los picos de la montaña en búsqueda de su presa, me recosté de espalda para dejar que me lamiera como a mí me gusta, Valiente se ubicó en medio de mis muslos y luego se echó entre ellos, su pelaje estimulaba la piel de mis piernas, así agazapado, se deslizó los últimos centímetros hasta mi concha.
Mi corazón latía con fuerza, tomé su cabeza y rasqué sus orejas puntiagudas, el sol se aproximaba a su zénit y sus rayos se sentían cálidos y fuertes, la fría nariz de valiente chocaba con mi clítoris, encendiendo la mecha de mi calentura más y más, haciéndome ceder a mis impulsos sexuales y transformándome en la hembra del lobo alfa, que hundía su lengua en la profundo de mi concha, lo que se traducía en que mi espalda se encorvase y mis tetas se alzaran y crecieran al aire templado del bosque, mis gemidos competían con el canto de las aves que sobrevolaban el solitario paraje, me puse de lado y levanté una pierna en el aire, mi peludo amante no perdió tiempo en repartir sus lamidas entre mi chochito bañado y mi estrecho culito rugoso que ansioso de las atenciones, se contraía involuntariamente.
Muy luego me encontré media girada sobre mi guatita y con el culo bien en alto, Valiente se había levantado y su lengua se adentraba en mi chuchita desde arriba y me llegaba dentro muy profundo haciéndome gemir y estremecer, mi mano alcanzaba una de sus orejas y lo tironeaba a ritmo de que me fornicase con su aparato lingual, solo que él no era de la misma idea, me empujo con su fría nariz para que me colocase en cuatro patitas, mire su vientre y su enorme verga estaba toda afuera de su forro y lucía sus colores violáceos y rosados con todas sus venitas henchidas, mi concha de contrajo de placer y mis muslos temblaron a la vista de esa majestuosa pija de Valiente.
Sumisamente adopte la pose acostumbrada y él saltó en grupa a mi espalda, aferrándome enérgicamente con sus zampas y tironeándome hacía su inmenso trozo de carne canina escarlata, algunas gotas salpicaron mis muslos y supe que él estaba pronto a poseerme, hábilmente me dio un par más de tirones y unos alaridos escaparon de mi garganta provocando el vuelo de algunas aves vecinas, sentía su pene entrando en mi vagina con fuerza inaudita, no sé si habrá sido el agua fría, pero mi conchita parecía haberse encogido y dificultaba la penetración de ese arnés fenomenal que sin tregua se introducía en mis carnes ardorosas, finalmente su bola gigantesca se presentó en mi boquete vaginal estrecho a oprimir mi chocho desmesuradamente, casi me desvanezco cuando esa bola se deslizo dentro de mí y comenzó a inflarse, haciendo que su polla se estirara en mis profundidades hasta alcanzar mi matriz.
Mi hermoso e imponente trasero comenzó a tomar el ritmo de la copulación vaginal, estaba extasiada comenzando a gozar intensamente, mis mejillas excitadas ardían y mi cuerpo se acurrucaba bajo la peluda piel de mi amante que gruñía también de goce fornicando a su hembra favorita, de tanto en tanto Valiente levantaba su hocico al aire y aullaba a la montaña, haciendo saber que él es el lobo predominante y dueño de ese lado del macizo rocoso y todas las hembras pertenecen a él.
Yo dichosa de estar del lado del jefe, de ser su hembra predilecta, un chorro de ardiente semen comenzó a escurrir en los vericuetos de mi concha provocándome contracciones y espasmos orgásmicos enloquecedores, ahora era yo la que aullaba y chillaba sin poder contener mi jadeos y gemidos, las explosiones placenteras que recorrían mi cuerpo inundado de esperma de lobo, de mi Valiente, mantenían mis muslos vibrando a toda fuerza, mis nalgas también temblaban y no podía controlar mis manos que arrancaban champas de césped casi con desesperación, mi cuerpo entero sufría este deleite interminable, miraba mis manos para cerciorarme que no comenzara a crecerme pelos y garras y me transformase en una loba de verdad, pero mis exuberantes tetas que rozaban la hierba me decían que continuaba a ser la loba humana de dos patas.
Permanecimos fuertemente unidos por nuestros sexos mientras Valiente descargaba toda su lechita en mi útero, mis movimientos copulatorios eran involuntarios como así también mis espasmódicos orgasmos, después de varios de estos potentes y placenteros momentos, su pene resbaló fuera de mi conchita, mirando su maravillosa pija rojiza y llena de venas violáceas, resultaba en un regocijo el ver esa polla esplendorosa brillando y chorreando su lechita y mis fluidos recién salida de mi panocha.
Me quede extasiada ante esa vista, mientras Valiente delicadamente había venido a lamer mis labios enrojecidos e hinchados, su poderosa lengua separaba mis gruesos labios hasta incrustarse en mi chocho empapado provocándome escalofríos y espasmos de placer, abrí mis piernas al máximo y estaba gozando a concho el tratamiento post coital de mi peludo amante, cuando vi en medio a la tupida foresta que nos rodeaba, una cabeza negra con unos dientes amarfilados muy blancos y muy afilados, tenía una feroz expresión y detrás de él habían unos seis lobos más, sin mucho preámbulo de abalanzó en contra de valiente, el cuál ágilmente lo evito dando un salto increíble, los otros lobos rodearon a Valiente y el lobo negro le hizo frente, me di cuenta que Valiente con cortos ataques y retrocesos los alejaba de mí, entendí su intención y rápidamente recogí mis prendas aún con un poco de humedad y me vestí.
Seguramente en mi largo caminar me había internado en el territorio de otra manada y ahora ellos venían a tomar posesión de lo que se encontraba en su territorio de dominio, sentía los rugidos y ladridos que daban los lobos mientras atacaban a Valiente, estaba muy ´preocupada por él porque eran siete contra uno y temía por su incolumidad, me alejé lo más que pude en la dirección por la cuál había venido, pero en mi nerviosismo me equivoqué y me adentré mucho más en el territorio del lobo negro, evidentemente ellos habían tenido la mejor en contra de Valiente, pues algunos minutos después comencé a sentir los ruidos de ramitas que se quebraban y apareció en frente a mí el jefe de la manada, un inmenso lobo negro que un poco agazapado me miraba pronto a saltar sobre mí, me paralicé de terror.
Sumisamente agache mi cabeza y me arrodillé, el lobo negro se aproximó a mi muy desconfiado y comenzó a olerme por todas partes, gruñía aterrorizándome aún más, pero cuando los otros lobos se acercaron hacía mí él los mantuvo a raya no dejando que ellos me olfatearan, es como él reclamaba a mí como su propia posesión, sentí su fuerte hocico cerrarse en torno a mi cuello, sentí sus dientes, pero no hizo ninguna presión, su baba impregno mis cabellos, luego se detuvo a olfatear mi trasero, por largo rato no hizo más que tocarme con su zampa y seguramente era confundido por mis atuendos que escondían la fuentes del excitante olor que él olía claramente con su fino olfato, así que siempre sumisamente me baje de a poco mis pantalones térmicos, el lobo negro se volvió como loco detrás de mí, giraba y metía su fría nariz en mi culito, luego volvía a girar para olfatear mi sexo, repitiendo esto varias veces, su lengua tibia se insinuó entre mis labios vaginales y él sintió el olor y sabor del semen de Valiente, gruñó y apoyo una zampa en mi espalda, luego me montó y mirando de reojo vi que su pene estaba fuera de su funda.
El resto de los lobos habían creado una especie de círculos y miraban a su jefe de manada como se preparaba a copular con esta extraña loba, disciplinadamente no interferían, solo miraban y giraban alrededor, de tanto en tanto se internaban en la foresta y luego volvían a donde nos encontrábamos, el lobo negro sin mucha experiencia tenía sus zampas en mi espalda y trataba de copular conmigo sin acercar su pene a mi hendedura, la punta golpeaba mis muslos y nalgas, pero siempre alejado de mi vagina o culo, mi chocho estaba lubricado, pero no me sentía muy deseosa de ser penetrada por este nuevo macho, entendía que no me podía rehusar, pero tampoco colaboraba con él para que me penetrara, mi pensamiento aún estaba con que suerte había corrido Valiente.
Después de varios tentativos el lobo negro desistió por cansancio, yo me hice un ovillo y traté de dormir, pero el lobo negro me gruñó y empujó con su hocico, así que me levanté y los seguí, caminamos por cerca de media hora hasta la madriguera muy escondida por el tupido follaje que ocultaba la entrada de la cueva, las lobas dejaron a la camada de cachorros que custodiaban y curiosas vinieron a oler esta nueva y extraña loba, sin moverme sentí sus frías narices olfatear mí cabeza, mis piernas y trataron de llegar a mi sexo, pero mis indumentos no se lo permitieron, luego todas se retiraron donde sus pequeños lobeznos.
Me desperté sintiendo la agitación que había entre los lobos, la lobas y los cachorros habían desaparecido, me quede en mi lugar en silencio e inmóvil no sabiendo a qué atenerme, no sabía la causa del alboroto hasta que improvisamente apareció otro grupo de lobos y entre ellos pude distinguir a Valiente, mi manada venía al rescate, la manada sobrepasaba en número a los lobos del lobo negro, así que optaron por correr por la ladera de la montaña alejándose del sector, yo me sentía feliz y observe que la mayoría de los lobos de Valiente, procedían a orinar todos los árboles y arbustos del sector, apropiándose de ese territorio.
Cuando él se acercó hacía mí, vi que un pedazo de su oreja le colgaba ensangrentada, también tenía heridas en sus patas y le faltaban algunos girones de su espléndido pelaje en sus cuartos traseros, me di cuenta de que él había luchado con encono contra los lobos del lobo negro y que no había sido vencido, más bien hizo una retirada estratégica para ir a buscar a sus huestes y ahora victorioso venía a buscarme, me sentí orgullosa y mis entrepiernas me decían que le debía algo al vencedor, Valiente no terminaba de girar en torno a mí y me olía por todas partes, su verga magnifica emergía desde su funda y se movía tiesa, erecta, enhiesta como la punta de una lanza, cedí inmediatamente a tal muestra de calentura, arrodillándome en la alfombra de hojas secas, me bajé mi pantalón térmico, dándole acceso a mi panocha bañada a mi héroe y salvador.
En cuanto me tuvo en posición, Valiente sumergió su nariz oliendo mi vagina y luego su lengua se adentró en mí y comencé a gemir y a desear la penetración exquisita y brutal de este macho, pero el inteligente lobo solo me lengüeteó un par de veces y luego me empujó para ponerme de pie, entendí que debíamos irnos de prisa, Valiente se adelantó algunos pasos y cuando vio que lo seguía, se dirigió hacia las faldas de la montaña, los otros lobos cubrían nuestra retirada dando vueltas entre los arboles y orinando sobre algunos arbustos, marcaban el territorio para advertir a los intrusos que esta zona pertenecía a ellos.
Caminamos por casi tres horas, Valiente giraba inquieto de una parte a otra, ya al atardecer llegamos a la caverna donde se protegían las camadas de lobeznos, las lobas de guardia salieron a nuestro encuentro y hubieron diversos aullidos como relatando lo acontecido, exhausta me dirigí a mi mochila para comer y beber algo, la caminata me había hecho sudar y la temperatura de la cueva bastante agradable, me había hecho despojarme de alguna de mis ropas, me tendí en mi sector donde había acomodado algunas pieles y mi cubierta térmica, me había cambiado la remera que tenía sudada, me recosté con los ojos cerrados, el suave genero de la remera estimulaba mis pezones que apuntaban endurecidos hacia arriba, sentí un cariñoso lengüetazo en mi mejillas y supe que Valiente me buscaba.
Deseosa de complacerlo, saque mi lengua respondiendo a su caricia, él besó todo mi rostro y mis manos aferraron esos duros pezones para tironear mis tetas que crecían con excitación, Valiente continúo baboseando mis brazos y luego mordisqueaba la banda de mi pantalón, el cual me lo quité junto a mi calzoncito bikini dejando mi chocho húmedo y caliente a disposición de mi macho, Valiente lengüeteó mis sedosos muslos con su cálida lengua, rozando los inflamados labios de mi pequeña panocha que se estremecía con sus atenciones, parecía como si me lengüeteara la concha por primera vez, olía la deliciosa esencia de mi coño y al hacerlo gemía como un cachorro, me olía y volvía a hacerlo, quizás para confirmar que el lobo negro no me había poseído, bajé mis manos y me abrí mi chocho todo para él, mi chuchita cremosa se estremecía con sus golpes de lengua y la penetración de su larga y áspera lengua, levanté mis piernas en el aire y Valiente se ocupo del pequeño ojetillo de mi ano, me lo abrí también para él y no perdió tiempo prodigándome unos largo lamidos que me hicieron correrme con respiración sofocada y espasmos deleitosos.
Con infinita pasión y calentura, me posicioné a cuatro y él con ahínco y empeño me monto, bastaron solo dos golpes y su pene hermoso se deslizaba en mi canal vaginal, mientras su bola se presentaba en el ojete estrecho de mi vagina, estaba tan bien lubricada que ese gordo pedazo de globo caliente se introdujo con rapidez y facilidad, Valiente me aseguró con sus zampas tironeándome hacía atrás, para empalarme con toda su verga magnifica, mas que gritos, unos chillidos de placer escaparon de mi garganta sintiendo el calor de su miembro que distendía mis paredes vaginales.
Mis blancas tetas temblaban con la furiosa follada que me estaba proporcionando Valiente y mis gemidos más parecían quejidos y sollozos de placer, estaba cansada y sudada, pero este macho me estaba trasmitiendo energías nuevas, mi chochito rebosaba de polla de lobo y como nunca sentí los colmillos de Valiente en mi cuello, pero no sentí temor porque no eran amenazantes, él también se posesionaba de mi como una hembra más de la manada, agarraba mi cuello y mis cabellos al igual que lo hacía con las otras lobas, su pasión animal me hizo correrme como hasta ahora nunca me había corrido con él, me follaba como su loba predilecta y eso me excitaba de sobre manera, la follada duró no más de diez minutos, pero me hizo ver estrellitas en tres ocasiones y luego cuando se giró y quedamos pegados culo con culo, también tuve otro orgasmo, se vació dentro de mi con toda su leche abundante y hubo un rebalse que escapaba a chorritos por entre mis labios mayores, también él se corrió como nunca.
Agotadísima me arrebujé con mi manta y sentí que él se echó cerca de mí, con su fiero rostro mirándome, no sé si su mirada tenía algún significado, pero yo sentí ternura y me adormecí mirándolo como terminaba de limpiar su esplendida verga, mientras su semen caliente escurría de mi chocho ardoroso.
La luz que se filtraba del exterior me despertó, en un rincón había dos lobas que amamantaban a sus lobeznos, me miraron por un instantes y luego se recostaron para seguir en su faena, una loba tenía dos y la otra tres cachorros, apreté mis pezones los cuales me gustaría sentir mordisqueados y lamidos por esos pequeños lobitos y poder darle mi leche, pero nada salió de mis pechos, un poco apesadumbrada me alcé y salí de la cueva, había un lobo y una loba, el lobo vino a olerme y luego se alejó a continuar con lo suyo, Valiente no estaba por ninguna parte y concluí que andaban de caza.
Volví a la gruta y me vestí, pensé que era hora de regresar a casa, me senté en una roca y degusté un alimento en conserva y una leche pasteurizada, cerca de dos horas después regresó Valiente, el inteligente animal me miró vestida con mi mochila y sin decirle nada me acompaño cerro abajo, cuando llegamos al sendero que yo reconocía, me arrodillé y el vino hacía mí, lo abracé y besé, algunas lagrimas cayeron de mis ojos, pero él se separo y me empujo suavemente, cuando me di vuelta para volver a mirarlo, ya había desaparecido.
Caminé cerca de una hora y media, hasta que divise el puesto de los guardabosques, uno de ellos vino a mi encuentro y con cierta aprehensión me preguntó de donde venía, yo le hice ver mi mochila y expliqué que había hecho una incursión en las laderas de la montaña azul que se divisaba al final del sendero y él me amonestó por salir de excursión sin avisar al puesto de guardabosques, me explicó que no era obligatorio sino una buena practica para cuidar la propia seguridad, ya que en esos lares habían algunas manadas de lobos, mientras charlábamos, divisé la silueta de Valiente moviéndose entre los arboles detrás de la casa del guardabosques, así que distraje al guardia hasta que el lobo desapareció una vez más en el bosque y luego dándole todas las excusas del caso, lo saludé y me marché a casa, fuera del jardín, entre unos tupidos matorrales, apareció el hocico de Valiente, tenía algo de bobo en su mirar casi de prófugo, un poco divertida le hice señas de que podía salir y vino trotando gallardamente, él sabía que estaba en mi territorio y se mostraba mansueto.
Lo hice entrar a casa, encendí la estufa a leña y también llene la caldera a leña, cerré las llaves de purga y llené el circuito de la calefacción, luego de cerciorarme que el agua caliente estaba circulando y los calefactores estaban entregando calor, procedí a desvestirme y Valiente vino hacía mí, totalmente desnuda me abracé a él y sentí su suave pelaje que excitaba mi piel, vi como él se estiraba con gran esfuerzo a lengüetear mi conchita, me acosté de espalda en la alfombra y Valiente se ubicó en medio a mis piernas, la temperatura de casa era ya bastante agradable como para estar así desnuda y con mi espalda en el piso, solo que este aún no tomaba suficiente temperatura, pero el grueso tapete lo hacía soportable, el lobo se echó en medio a mis muslos y comenzó de a poco a reptar hacía mi conchita voraz, sentí la punta de su lengua separando mis labios tumefactos de calentura por mi macho, él agazapado saboreaba mi manjar de chocho y su lengua hacía ruidos con sus lamidos, cuando profundizaba su lengua dentro de mi conchita, me estremecía de placer, mis gemidos y chillidos eran otra fuente de ruidos, la sala se llenaba de olor a sexo.
No quería correrme solo con su lengua, me faltaba sentir la consistencia de su pene en mi panochita famélica de verga, él se levantó cuando yo me enderecé y pude ver la punta rosácea de su pene asomar desde su peluda funda y que continuaba a crecer, ya arrodillada alargué mi mano para aferrar la masiva y aerodinámica masa carnosa, parecía la punta de un proyectil y yo quería proporcionarle un canal o cañón donde inserirlo a disparar su carga maravillosa y caliente.
Me sentía eufórica con ese pene en mi mano que ya bañaba mis dedos con gotas perladas tibias y viscosas, palpitaba y goteaba, me agaché para mirarlo de cerca, me subyugaba el tamaño, el olor, el color, con mi lengua repasé la aguda punta, recibí un par de lengüetazos en mi costado cerca de mis redondas y protuberantes tetas, tuve que pellizcar un poco mis pezones para aliviar la comezón que estaba sintiendo, me giré meneando mi culo provocativamente y él salto a mi grupa, rápidamente me aprisiono entre sus dos patas alrededor de mis caderas.
Algunas gotas de su pene escurrían por mis muslos y su verga buscaba mi chocho, el espejo de la sala me devolvía la escena, yo agazapada en mis rodillas y codos, mientras el inmenso lobo estaba un poco encorvado, dando pequeños saltitos para alcanzar mi panocha hirviente, probaba a meter su verga dentro de mí y lo logró después de algunos tentativos fallidos, me provocaba una enorme excitación ver a ese enorme animal cubriendo a su loba humana, me plegué en adelante un poco para poner mi conchita a la altura apropiada para obtener la máxima penetración, su polla enhiesta se hundía en mis deseosas carnes, mi piel entera olía a polla de macho ¡que olor más rico!, pensé mientras mi macho aplicaba más fuerza a sus golpes y me tironeaba autoritariamente hacía atrás haciéndome gemir, chillar y apretar mis muslos con lujuria.
Él me empalaba en su verga gordota y mis coño encarnado con esos inflamados labios se sellaban una vez más recibiendo su bola gigantesca, mi pancita se infló un poco con toda es masa carnosa empapuzando mi conchita fértil, la follada estuvo magnifica haciéndome acabar una par de veces y pidiéndole que me diera más, Valiente llenó mi concha con sus espermatozoos caninos y mi pancita volvió a crecer un par de centímetros con la carga de semen que él eyaculó dentro de mí, sentía todo mi vientre hervir con sus jugos mezclados a los míos, con potentes chorros su lefa comenzó a ser expulsada desde mi panocha, seño de que su bola comenzaba a perder tamaño, haciéndome chillar y temblar de pies a cabeza, Valiente se giró para quedar pegada su cola con mi culo y así quedamos por algunos minutos.
Mientras esperaba que su miembro se empequeñeciera un poco más, pensaba cuan bello era estar en esta posición, mi rostro en la alfombra, mis duros pezones rozando el tapete y yo jadeando de placer aferrando sus patitas posteriores para no dejarlo salir de mí encharcada chuchita, él palpitaba dentro de mí y hacía tiritar a mi chochito, quisiera tener muchas más palabras para describir esta situación, pero hasta él día de hoy jamás he logrado hacerlo porque es indescriptible e imposible, solo sé que las sensaciones increíbles que su verga me hace sentir son inenarrables.
Como todas las cosas bellas, siempre hay un final, así su bola y su polla volaron fuera de mi concha dejándome un vacío que me apesadumbraba, hubiese querido sentir esa plenitud por toda una eternidad, pero no era posible, así que reuniendo fuerza me giré y antes de que él se echara a limpiar su pene, lo aferré con mi mano derecha y lo tiré sobre mí quedando con mi cabeza directamente bajo su vientre a chupar todos sus fluidos que sabían al chocho mío, Valiente no se movió ni un ápice, solo vi que tiritaba cada vez que mi lengua envolvía la punta de su pene.
Me levanté con mi rostro embadurnado de esperma canino y fluidos varios, me fui a la ducha y Valiente me siguió, el agua estaba bien temperada y no sabía si Valiente se atrevería a meterse bajo la ducha, le hice señas para que se metiera a la vasca y bajo el chorro de agua tibia, y para mi sorpresa lo hizo animosamente con su hocico lengüeteando el chorro de agua y una divertida expresión en su rostro, aprovechando el momento le versé un poco de mi propio shampo, ya que no tenía ningún producto equivalente, y lo enjaboné, él se dejaba hacer lanzando pequeños mordiscos a mis manos que lo refregaban por todos lados, incluyendo su preciosa verga que ya era oculta en su guaina peluda, no bañamos por media hora y cortando el agua lo hice salir, tirándole mi bata de baño sobre su lomo, el se sacudió varias veces y yo continué secándolo con toallas frescas.
Nos fuimos a mi dormitorio, lo terminé de secar con chorros de aire caliente echadito al lado del radiador térmico y su lengua me acariciaba de tanto en tanto como agradeciendo el tratamiento que le estaba dando, me parecía de estar con un mansueto perro faldero en vez de un feroz lobo, macho alfa y jefe de manada, habrá sido la temperatura o mis continuas pasadas por su guaina peluda, pero se asomó de a poco su verga, sintiéndolo tan rico y limpiecito, esa irresistible punta rosácea, presto estaba en mi boca, lo pajee hasta que su entero miembro estaba fuera de su vaina, el líquido pre-seminal llenaba mi boca y parte de mi cara estaba humedecida por su semen, agarré mis tetas y comencé a pajearlo con ellas, mis pezones estaba duros como roca y me causaban una comezón insoportable, tironee de ellos hasta que parcialmente se aplacó la picazón.
Ver reflejado en el espejo del dormitorio mi cuerpo desnudo brillando con la lefa de Valiente, me causó una gran excitación, pero también teníamos que alimentarnos, así que me sequé un poco y me fui a la cocina a buscar unos ricos trozos de filete para mí macho, Valiente estaba casi adormecido, pero su olfato reaccionó con el olor a carne y él se alzó y se fue directo a la escudilla de la carne casi tragándose el primer trozo, a mala pena deposité la escudilla por tierra y él se apoderó del resto de la carne, devorándola al instante, luego me quedo mirando para ver si tenía más carne, como había traído una botella de leche, la versé también en la escudilla que traía para tal efecto, Valiente procedió a beber leche ávidamente, yo me fui a la cocina a buscar más carne, al volver ya con menos energía y agresividad, Valiente dio cuenta de la carne y bebió un poco más de leche, yo también me serví un buen refrigerio caliente, me di cuenta que él se sentía algo incomodo, así que abrí la puerta y él salió a hacer sus cositas, para luego reentrar moviendo su cola como si estuviera contento de estar en esta nueva cueva.
Regresamos al lecho y el se echó cuan largo era con intenciones de reposar, me pareció lo apropiado así que me acosté a su lado abrazando su potente pecho y apretando mis tetas a su peludo pelaje, la tibia temperatura me envolvió en un sueño reparador, cuando pase una de mis piernas sobre sus muslos peludos, sus pelos hicieron contacto con la rajita de mi sexo, estimulando mi clítoris y sumiéndome en un letargo que hizo perderme en una lujuria rica, pero el cansancio hizo que me adormeciera por fin en esa maravillosa posición.
Por supuesto que me desperté después de un par de horas caliente como una novia en su luna de miel, estaba aún abrazada a él que continuaba a dormir, mi conchita se movía rítmicamente sintiendo los pelos de él en mis labios mayores, el cosquilleo en mi coño era particularmente intenso y el placer era muy fuerte, así que refregué mis pezones contra su pelaje, mi vientre rotaba en círculos y mi concha ya quería sentir su sustanciosa masa en su interior, Valiente se levanto con parte de su verga fuera, de inmediato se fue a oler mi panocha, abrí mis piernas y mi chocho se abrió con el florecer de una flor, el color rosado pálido al exterior y más rojizo al interior, hacía parecer mi concha como una herida a tajo abierto, su lengua besó esos regordetes labios, separándolos para introducir su lengua ofidia cual culebra contorsionista, invadiendo mis pliegues húmedos y causándome una serie de gemidos, más una serie de placenteras sacudidas con unas sensaciones de hormigueo y maripositas en mi vientre.
Puse un cojín bajo mis glúteos para alzar mi pelvis y su lengua recorrió el rugoso orificio de mi culo haciéndome estremecer y mis mejillas enrojecieron en alborozo, mis tetas se hincharon y mis pezones volvían a esa sensación de explotar de un momento a otro, me estaba corriendo como una loca en un demencial orgasmo, mi coño totalmente hinchado de excitación anhelaba la polla que se balanceaba obscenamente bajo la panza de Valiente, sentía un deseo lascivo de fascinación por esa verga monstruosa de mi amante, la necesitaba como si mi vida dependiera de ello, un caliente cosquilleo recorría todo mi cuerpo, la fría nariz sobre mi caliente clítoris era una tortura de placer increíble, la saliva caliente del lobo escurría por la hendedura de mi culo, mojando el cojín y me obligó a girarme y ponerme en posición favorable para ser penetrada, mi cuerpo entero estaba pidiendo la fornicación.
Valiente hábilmente se subió a mis caderas agarrándome entre sus zampas y haciendo blanco en mi panocha con su dura verga, grité de placer y empujé mi culo hacía atrás sintiendo que su bola entraba suavemente en mi chocho y automáticamente empezaba a hincharse, sellando por completo mi apertura vaginal, él inició un pistoneo frenético a mi concha, me hacía gritar por la agresividad de su follada y mis muslos comenzaron a temblar involuntariamente, mi nalgas saltaban y tremaban a cada embiste de mi macho, me mordí mis labios para no gritar más fuerte, mi goce era total, Valiente me follaba mi delicioso chocho y no iba a desistir hasta acabar dentro de mí y era justo lo que yo más deseaba.
Me quemaba maravillosamente el flujo de esperma que a chorritos se descargaba en mi panochita, yo empujaba convulsivamente mi coño abierto hacía atrás, los flujos a borbotones me bañaban el útero provocándome espasmos y gritos de placer, sonidos guturales se originaban en mi garganta convirtiéndome en una hembra animal gozando de la verga de su macho, sin siquiera darme cuenta mi chocho sentía una hambre insaciable de esa polla magnifica que explotaba en mi interior, mi respiración era salvaje y desigual, entrecortada, los latidos de mi corazón eran potentes y parecía que se escaparía de mi pecho, me pellizqué tanto las tetas que los pezones me dolían, las olas orgásmicas me golpeaban a ráfagas y casi perdía mis sentidos, era una explosión de espasmos eróticos y me deleitaba en éxtasis corriéndome una y otra vez, me sentía morir mientras mi culo autónomamente se contraía sin cesar, quizás estaba ya muerta y me encontraba en el paraíso.
Después que Valiente liberó mi conchita del aferre de su pene, me sequé el sudor de mis tetas y me senté al borde de la cama con mi concha abierta y rebosante de fluidos, estaba enrojecida y tenía temblorcillos exquisitos, estaba hipersensible, no me atrevía a tocarla porque me hacía contorsionar de placer, fui al baño a orinar y Valiente se acomodó a los pies de la cama a limpiar su impresionante verga, enjuagué mis partes intimas con delicadez, mi coño se mantenía en estado de excitación, afuera el viento comenzaba a soplar, presagiando alguna tormenta al horizonte, me hice una rápida ducha y mi macho dormía plácidamente sobre el tapete, sin hace ruido, subí a mi cama, me arrebujé con mi ropa de cama y pensando en lo acaecido, me sentí contenta que Valiente estuviera conmigo y velara mis sueños, mañana pensaremos que hacer … quizás follar mientras pasa la tormenta … no es un mala idea … ¿verdad?
Aportes, comentarios y opiniones, son muy útiles para continuar mis relatos, escribir a:
Guauuuuuuuuuuuuuuu,
y despues.
el lobo se encedio el tv con el control remoto.
y se puso a mirar un lindo partidito.
de futbol.