Sola en casa con Tuzko
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy hija única y mis padres siempre han sido muy aprensivos conmigo, para ese entonces ya tenía 16 años y aún no me daban permiso para ir a ningún lado sola, siempre tenía que estar con ellos ni en la casa me dejaban estar sola, a cualquier evento que los invitaban siempre me llevaban. Ese fue un fin de semana que tenían planeado fuéramos a la playa, pero yo sola con ellos me aburría, era más entretenido cuando íbamos con unos tíos y ahí yo aprovechaba de compartir con mis primas, pero este no era el caso en esta ocasión. Por lo que les supliqué que me dejaran no ir y quedarme sola en casa, que ya estaba bastante grande y me podía valer por sí misma.
Unos tres días antes del fin de semana apenas supe del planeado paseo, comencé a hostigar para que me dejaran quedarme en casa. Quería tener algo de libertad haciendo lo que quisiera sin estar bajo la supervisión de mis padres, pero obviamente utilicé otros argumentos para convencer a mi madre que sabía que si ella decía que si mi padre también aceptaría. Y finalmente conseguí lo que quería, pero no a cambio de nada. Mi madre me dijo que si quería algo de libertad eso debía ir acompañado de ciertas responsabilidades, por lo que debía hacer un buen aseo en el cuarto de baño y la cocina, el cual inspeccionarían al llegar a casa y dicho resultado dictaminaría que tan responsable yo era y si tendría permisos y otras libertades más a futuro.
Dicho y hecho, llegó el viernes en la tarde y cuando volví del colegio mamá estaba arreglando el equipaje para esperar que papá llegara de su trabajo, cargar el auto e irse al hostal donde habían reservado su habitación. Pasó un par de horas, se fueron y una emoción muy grande me invadió, esperé algunos minutos y puse uno de mis CD de mi grupo favorito en el equipo de música, dejándolo a todo volumen y me puse a bailar como una loca. Estuve así hasta la noche y luego cuando me acosté vi televisión hasta muy tarde.
Al día siguiente cuando desperté me di mi ducha matutina y luego que me sequé miré mi cómoda para ir a buscar que ropa me pondría y en el mismo momento decidí que ese sería un día de nudismo. Si, partí a media mañana totalmente desnuda tomando un contundente desayuno en la cocina, me preparé huevos con tocino, tostadas, jugo de naranjas, leche y otras cosillas más, mientras Tuzko nuestro labrador dorado (golden retriver) me miraba extrañado echado en un rincón al verme pasearme sin ropa alguna por la cocina.
Luego cuando ya estaba terminándome mi desayuno llamé a Tuzko que se acercara para darle el tocino que no me había comido, y vino muy gustoso pero tranquilo a comer lo que para él sería una golosina, engulléndolo en un par de mascadas y luego lengüeteándome los dedos extrayendo el aceite que había quedado en ellos, le dije – Mira, todo lo que me toca limpiar – haciendo alusión principalmente al piso cerámico que sus junturas ya no estaban del color original que era y al parecer requeriría mucho esfuerzo para dejarlo impecable. Lo cual era mi idea para demostrar lo responsable que ya era y poder conseguir permiso para salir con mis amigas y poder quedar sola en casa.
Dicho y hecho, me puse manos a la obra. Saqué las sillas y la mesa de comedor de diario, y me puse a trapear con mucho limpiapisos y cloro, pero por más que cargaba la mopa y la pasaba reiteradamente el color de la juntura no aclaraba, así que probé pasando un paño con mis manos directamente en cada juntura y ahí sí que quedaba impecable. Y aunque sería un arduo trabajo limpiar una por una las cerámicas de la cocina, estaba dispuesta a hacerlo pues a futuro valdría la pena.
En cuatro patas me puse a restregar con un paño cada una de las junturas, pero esa posición le llamó la atención a Tuzko y se acercó con la paciencia que lo caracteriza hacia donde yo estaba, apegando su cuerpo al mío por un costado dejando su cola abanicando a un costado de mi hombro y giró su cabeza hacia mi trasero pegando su nariz a mi entrepierna para luego resoplar con ella en mi ano y vagina, un par de veces en cada agujero haciéndome erizar la piel, y luego se fue a echar donde mismo. No estaba yo hedionda pues recién me había bañado pero en el acto entendí que solo era para saludarme en mi posición perruna pues había visto y escuchado que esa es la forma en que se saludan los perros dejándose oler sus glándulas genitales. Me imaginé que de haber sido otro perro me hubiese lamido o tratado de montar, pero Tuzko sabía bien cuál era su lugar dentro de la familia, además que por lo cotizado de su raza le tocaba cruzarse (aparearse) unas tres o cuatro veces en el año, de lo cual papá obtenía un cachorro de cada camada por prestarlo y de su venta sacaba el dinero para la comida, vacunas y demás cosas para el cuidado de Tuzko. Es decir que él se ganaba su propio sustento con su pene y no tenía necesidad de andar buscando sexo, le llegaba solo.
Pero el pensar en tantas estupideces me hizo imaginar a las perras que eran montadas por Tuzko, y ese cierto morbo que me invadió hizo humedecerse mi vagina. Lo que al parecer el perro notó, pues nuevamente se puso de pie y se gano en mi retaguardia sin despegar su nariz de mi entrepierna, gimiendo y poniendo ojos de pena, como si estuviera pidiendo algo, se relamía como saboreando algo, y entendí que quería lamerme pero no se atrevía. Yo por mi parte no sabía si iba a dejar o quería que me lengüeteara mi sexo, era una sensación muy extraña como que estaba dispuesta a llegar donde Tuzko se atreviera y ahí le pondría yo mis límites, realmente no sabía que quería.
Yo aún era convencionalmente virgen, pues nunca había estado con un hombre pero no me privaba de darme unas buenas masturbadas de vez en cuando. La descabellada idea de dejar que mi perro me practicara un sexo oral hacía mojarse todavía más mi ansiosa almeja, pero era algo a lo cual no lo podía invitar. Para distraer su atención y también la mía, me giré hacia donde él y comencé a empujarlo por sus costillas con mi cabeza tratando de alejar su cabeza de mi sexo, pero Tuzko tomo eso como una invitación a jugar o un voto de confianza, pues se puso algo contento y entre empujones me lamió rostro, orejas y cuello, haciendo esta vez erectar mis pezones y que un delgado hilo de mis fluidos corriera entre mis labios vaginales y precipitara una gota de ellos hasta el piso.
Y entre vueltas y empujones Tuzko notó aquella gota sin dudar en ir a saborearla, y sabiendo desde donde venía fue directo a buscar más de aquello. Los primeros lengüetazos me paralizaron e inmóvil me quedé sintiendo como su lengua separaba mis labios profundizando ese cosquilleo que endurecía mi clítoris cada vez más, en muy poco tiempo (menos de un minuto creo) alcancé el orgasmo, el que en cada lamida se intensificaba más y más. Pero aquello en total no alcanzó a durar tres minutos, pues luego puso una de sus patas sobre mi anca dejándola caer para luego poner la otra, como acomodándome para montarme o avisándome que lo iba a hacer, por lo que me voltee rápidamente alejando de su alcance mi retaguardia.
En realidad estaba tan excitada que la descabellada idea de que Tuzko me penetrara no me parecía tan grave, más me preocupaba el grosor de su pene y si me podía hacer daño. Siguiendo con el juego de los empujones para que no le diera alcance a mi trasero, pude ver que la roja punta de su pene se asomaba desde su prepucio y por mi curiosidad femenina quise ver un poco más, de modo que con mi mano izquierda le afirmé una pata trasera para que no se moviera y con la derecha le eché un poco para atrás su prepucio notando que es muy parecido a un gran lápiz labial. Yo al masturbarme solo me introducía un par de mis dedos, haciendo una maniobra que las jóvenes conocemos como spiderman por quedar la mano en la forma que la pone el súperheroe cuando lanza su telaraña. Bueno la cosa es que solté a mi perro y apoyándome en mis codos con mi mano izquierda rodee mis dedos medio y anular de mi mano derecha para luego sacarlos y ver el agujero que ahí quedaba, comparándolo en mi mente con cómo había visto el miembro de Tuzko, y finalmente concluyendo que si podría entrar sin producirme daño, pero así aún no me atrevía a dejarlo ir más allá. Momento de análisis que mi perro aprovecho y ya lo tenía lamiéndome nuevamente mi angustiada y necesitada vagina, pero esta vez por estar mi tronco algo inclinado para adelante mi sexo quedo más expuesto y sus lamidas eran más profundas haciéndome estremecer de placer, incluso su lengua hurgueteo al interior de mi caverna vaginal realizando una especie de penetración que me hizo volver loca de lujuria y desear con todo mi ser albergar un pene en mi interior.
Luego comenzó a tantear mis caderas con sus patas delanteras y yo además de dejarlo que siguiera, separando un poco más mis codos alcé otro tanto mi trasero, lo que Tuzko tomó como una invitación a montarme (y obviamente lo era). Pero por lo tranquilo que él es procedió sin apuro a poner su pecho sobre mi baja espalda, y teniéndome ya aferrada con sus patas delanteras por la cadera comenzó a hacer puntería acercando su miembro a mi entrepierna. Ya estaba dispuesta a que me lo metiera un poco y por lo calmado que es, sabía que podía controlar que tanto y por cuanto tiempo dejaría que me penetrara.
No tardó mucho en acomodarse bien, corrió su agarre y el apoyo de su pecho hacia mi cintura, luego sentí su pene topar un par de veces a los costados de mi almejita y en el tercer acercamiento calzó justo entre mis labios vaginales, para en un primer empujón introducirme unos tres o cuatro centímetros, – hasta ese instante entendí que estaba demostrando toda su experiencia, sin apresurarse en nada – pero tras el primero los siguientes aumentaron en velocidad y profundidad, demostrando el animal que es comenzando a bombear a una velocidad increíble su miembro picoteaba en mi cuello del útero y sentí una parte más gruesa de su pene que en un principio (las primeras diez u ocho embestidas) entró y salió haciéndome doler un poco la entrada a mi caverna, pero luego se quedó adentro pues enseguida del bombardeo de estocadas se quedó en el fondo empujando y empujando como si me quisiera atravesar con su pene.
Pensé en algún momento en detenerlo pero no me dio tiempo para ello, el dolor por esa parte más gruesa de su miembro que entraba fue por unos pocos segundos, y cuando se quedó adentro ya me tenía gozando a raudales, esa protuberancia ahora era una bola que repletaba mi sexo y con los cortitos enviones que Tuzko daba vibraba en mi interior. Todo eso sumado a la temperatura de su pene y el inicio de su eyaculación que inundaba mi útero, me tenían sumida en un éxtasis carnal del cual no podía dejar de disfrutar, pero más luego que tarde se quiso bajar y volteandose para un costado se bajo de mi espalda pasando su pata contraial al lado que se había bajado por sobre mi anca y quedamos culo con culo.
Cuando se bajó sentí un vacio como que su pene iba a salir con mis intestinos a cuestas, pero fue ese el momento en que me volvió a mostrar toda su experiencia, pues se quedó quietesito y me dejó seguir disfrutando de su miembro que aún latía en mi intrior, es más fui yo quien quien continuo moviendose para seguir gozando de ese acoplamiento. Pero luego de unos minutos (no sabría decir exactamente cuantos) percibí que si pujaba el pene de Tuzko podría salir, pero apreté los musculos del contorno de mi vagina para mantenerlo lo más posible ahí, hasta que fue inevitable y de un SSSSFFFLOAPPPT salió dejando escurrir todo el exceso de fluidos.
Fue increible el ver el tremendo pedazo de de carne que había albergado mi inexperta vaginita, su nudo todavía estaba grande, más o menos del porte de mi puño o un poquito más pequeño. Se veía algo grotezco y hasta casi asqueroso, pero no me importó para nada pues el placer proporcionado fue increible….., y hasta repetimos nuestro apareamiento unas tres vecez más en lo que quedaba de ese sabado, una dosis similar el domingo antes que llegaran mis padres, también después cada vez que podemos cuando estamos solos en casa…..
Es un vicio que no pretendo avandonar.
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