TARDE INESPERADA CON SULTÁN
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por 7girl17.
Todos los veranos me iba a casa de mis tíos, ya que tienen una casa enorme con piscina y vistas al mar. Y mis padres mientras se quedaban en la ciudad trabajando.
Siempre he tenido mucha confianza con mis tíos y hacía en la casa lo que me daba la gana. Como si fuera mía.
Una tarde, mis tios se fueron a hacer la compra y ver a unos amigos, por lo que me iba a quedar varias horas sola. Después de meter los pies en la piscina para refrescarme, fui a la cocina a prepararme la merienda y decidí ver una pelicula mientras lo hacía.
Como no vi ninguna en el salón, fui al despacho de mi tio, donde había un armario repleto de películas. Curiosa de mí, cogí una de la segunda estantería con la carcasa morada y negra, y la puse.
La película parecía de lo mas normal, dos amigas que reían, iban de compras, hablaban de chicos, etc Lo que es una historia de chicas normal, hasta que en una escena las chicas comienzan a besarse y a desnudarse mutuamente. Una de ellas, la morena, empuja a la rubia a la cama y la obliga a sentarse y mirar lo que la va a hacer. La morena comienza a besarle el cuello, baja a los pezones y mientras lame y muerde el izquierdo, pellizca que derecho; y viceversa. Sigue bajando hacia el ombligo, el pubis, le abre las piernas y comienza a lamerla entera.
Yo sin apartar la vista de esa escena, notaba que me gustaba y que quería ver más. Por una parte sabía que estaba mal ver esa película en el salón de mis tíos, pero por la otra necesitaba ver que más hacían. Asi que cogí la silla y la puse lo más cerca posible del televisor, para no perder detalle alguno.
Al oir lo chillidos de la rubia y como la morena la hacía llegar al séptimo cielo, empecé a bajar la mano por mi tripa hasta llegar al borde de mis braguitas, sin pensar lo que hacía, metí la mano y comencé a masturbarme. Me tocaba el clitoris con timidez, lo acariciaba.. Al rato, comencé a sentir mucho calor, asi que me quité las bragas, dejándome la falda puesta porque me daba vergüenza quedarme desnuda en el salón de mis tios.
Mientras seguía tocandome a la vez que las dos chicas se lamían mutuamente y gritaban de placer, Sultán el perro de mis tíos se acercó lentamente a mi para mirar lo que hacía. Tenía miedo de que el perro estuviera viendo lo que hacía, pero a la vez me gustaba mucho. Poco a poco, Sultán iba acercando su morrillo a mi húmeda mano, yo no me daba cuenta ya que estaba muy pendiente de la película, hasta que noté una lengua en la mano y me levanté corriendo.
Asustada subí a mi habitación pensando en todo lo que había hecho. Sabía que no estaba bien, pero algo dentro de mí me incitó a bajar de nuevo al salón y terminar lo que había empezado. Con decisión, me senté en la silla y volví a tocarme, esta vez sin dudarlo. Cuando Sultán regresó, abrí las piernas para que pudiera ver mejor como me masturbaba. Cuando vi que se volvía acercar, retiré mi mano y le deje hacer.
Comenzó a dar suaves lametones, mientras yo le miraba sin perder detalle. Sus lametazos comenzaron a aumentar de intensidad, hasta que noté un inmenso placer y me corrí.
Cuando recupere la sensatez, fui a la nevera a beber agua y vi el paté que mis tíos le daban a Sultán, asi que lo cogí subi a mi cuarto y llamé a Sultán. Mientras el perro llegaba a mi cuarto, yo me quité toda la ropa y me senté en el suelo a poyada en la cama. Llegó Sultán y vio el pate que me estaba restregando por todo el cuerpo: tripa, cuello, pies, vagina.. él sin dudarlo un momento se acercó y comenzó a chuparme entera. Yo estaba loca de placer, sentía que quería seguir así eternamente, asiq ue cuando noté que me entraban las ganas de antes, le aparté y tomé aliento. Me vino a la mente una imagen de la peli en la que una de las chicas se ponía a cuatro patas y la otra le lamía el culo. Sin vacilar me unté paté en mi culito y me pusé a cuatro patas. Como imaginaba, el perro se acercó nuevamente para chuparme otra vez.
Notaba cada lametón en el clitoris, en el ano..y eso me hacía enloquecer de placer. Pero esa vez no pude parar a Sultán, ya que me moría de ganas de sentir otra vez esa increible sensacion y me corrí. Caí tendida en el suelo, mientras el perro seguía lamiendome el cuerpo, pero ya le paré, porque estaba cansadisima y muerta de sueño. Ordené todo y me fui a dormir, con Sultán a mi lado.
Espero que os haya gustado
Me ha encantado compartir esta gran experiencia con vosotros.
Un besazo enorme
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