Tercera entrega! Ahora tema Zoo!
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por graciela80.
Hola, nuevamente soy yo, Graciela, espero y me recuerden… bueno esta será mi tercera entrega siguiendo con mis memorias, como aquella tarde de domingo sexual-familiar…
Pues bien, una vez devuelta en casa, mi estomago no paraba de darme giros debido a la gran cantidad de esperma que mi querido tío deposito “generosamente” en mi recién estrenado culito y que por cierto, inundaba mis entrañas. Esa había sido la primera vez que me tiraba bien por el culo, cosa que me seguía mojando de placer por ser una nueva experiencia. No dejaba de destilar fluidos por mi vagina y continuaba excitadísima al recordar lo que me había ocurrido.
Una vez ya en casa, y para variar, nadie se percataba de mi deliciosa condición, cosa que yo continuaba disfrutando, sintiéndome cada vez más mujercita.
Bueno, iba subiendo las escaleras hacia mi habitación, sintiendo como tenía empapada mi panti. Cerré la puerta y corrí hacia el espejo de cuerpo completo que tenía frente a mi baño. Me subí mi vestido y casi me vengo en seco al ver lo empapada que tenía mi prendita; se me ceñía en mi cosita, mis nalgas toda mojada… m,m,m… olía fuertemente a esperma y a mis juguitos: a sexo puro destilado de pasión. Es eso escuché que me hablaba mi mamà desde el patio de enfrente:
-Tienes que darle de comer al perro. Apúrate porque nos vamos a misa.
-Tengo mucha tarea, necesito entrar al baño… y además ¿tengo que darle de comer a Floyd?
-Bueno, allá tú. Te quedarás…
Mi hermana, mi abuela y mi mamà decidieron salir de prisa y dejarme sola con mis obligaciones. Yo estaba molesta, porque saliendo del templo siempre comíamos algo de fritangas y golosinas. Intenté apresurarme y alcanzarlas, pero la verdad me daba un poco de miedo salir sola por la noche, ya que casi estaba oscuro. Entré al baño… al salir y sabiendo que estaba sola, me saqué mis empapadas pantis y así fui a hacer mis obligaciones (error, grandísimo y delicioso error).
Salí al jardín llevando las croquetas de Floyd, nuestro perro, quien se abalanzó de inmediato saltando emocionado y hambriento, saludando…
-Quieto Floyd, quieto. Ya, ya, aquí está tu comida. –Le dije mientras le servía en su plato. Deposité las croquetas y él comenzó a comer. Vi que no tenía agua en su deposito, así que me empiné a su lado para alcanzar la manguera y surtirlo… esta se encontraba detrás de una jardinera, así que por la posición me descubrí mis partecitas aún olorosas a sexo; entonces sentí una cosa fría oliéndome la entrepierna… Floyd y su instinto se sintieron atraídos por el inconfundible aroma a sexo. Mi primer reacción fue el alejarlo, pero él insistía en olfatearme con más insistencia… no me había fijado entonces, pero Floyd casi cumplía tres años y nunca lo habíamos cruzado; ahora sé que esa fue la causa de su alboroto.
-¿Què haces perro tonto? –Le decía ocupada tratando de abrir la llave del agua y quitarlo de mi colita, ilusa, pensé que haría lo de siempre: olernos y continuar con sus cosas, pero en esta ocasión no fue así, buscaba algo entre mis piernas con insistencia hasta que me paré. Floyd se sentó entonces frente a mí moviendo la cola.
-¿No vas a comer o qué? –Le dije sobándole la cabeza-. Mira que aquí está tu comida.
Me agaché a acercarle el plato, cuando le vi que se le comenzaba a salir la punta de su pene. No me alarmé, normalmente hacía eso cuando se sentaba de esa forma, así que no le di importancia. Volví a empinarme sobre la jardinera (otro error), entonces sentí su lengua abriéndome mi biscochito… fue una sensación abrasadora… rica y hasta amable. Nuevas cosquillas corrían en mi entrepierna, así que dejé que continuara con tan delicioso trabajo… M,m,m… que rico me hacía mi perrito… me comía toda. Sin pensarlo me empiné aún más, ofreciéndole en su totalidad mis partes y él me devoraba ansioso y delicado a la vez. Nuevamente me lubricaba con abundancia…
-Ay perrito lindo… que rico. –Atinaba a decir mordiéndome los labios al sentir aquella áspera y jugosa lengua hurgar en mi nuevamente abierta vaginita. Me estuvo comiendo casi cinco minutos, hasta que me levanté. ¡Que espectáculo se me presentó entonces! Floyd volvió a sentarse de frente, pero esta vez con su “herramienta” totalmente de fuera. Me dejó pasmada. Nunca se la había visto así… era por demás atrayente. Si la de mi tío me daba miedo por grande y gorda, la de Floyd se la doblaba o triplicaba. ¡Sentí un rico y candente pinchazo en mi colita al ver tan descomunal verga pelada!
-Pero, Floyd… estás bien enorme… -me quedé mirando su tremenda estaca roja. Voltee a mi rededor temerosa… y recordé que estaba ¡sola! No lo pensé más; me hinqué frente a él… comencé a acariciarlo y poco a poco bajé mi mano hasta su vientre… y se la toqué. Floyd se levantó y paró la cola y las orejas… puedo decir que vi en su mirada deseo y excitación, tal y como yo lo sentía; se quedó quieto a la espera de mi siguiente movimiento.
Comencé por pasarle los dedos sobre su verga hasta que instintivamente, inicié a chaquetearlo como sabía que a mi tío le gustaba… era completamente diferente, aparte de lo anterior descrito; la tenía más caliente, con más contornos venosos y soltaba líquidos constantemente… algo comenzó a crecerle aún más en la base… el pobre gemía sin parar y yo arreciaba la chaqueta, hasta que sin pensarlo acerqué mi boca a esa atrayente manguera roja.
Suponía que eso seguía, así que poco a poco me la fui metiendo… M,m,m… era salada, ¿picante sabor a metal?… y muy jugosa, rica… M,m,m.
Comencé a mamarla como bien había aprendido. No me cabía en la boca, así que fui por partes… su constitución era muy diferente a la de mi tío, cosa que me encantó al conocer otro tipo de verga… ¡que delicia me estaba dando! Había aprendido cuánto me encantaba mamar vergas, y la de mi Floyd estaba sola para mí. Pasarían otros cinco minutos, yo estaba que echaba fuego por mi colita ya bien lubricada… por la posición que había tomado y el movimiento, mi vestidito se me había subido a la cintura, dejando mi culo totalmente expuesto, cosa que no pasó desapercibido por Floyd que comenzó a comerme nuevamente la cola… los dos hacíamos un delicioso 69 dándonos con todo, ansiosos por bebernos mutuamente… en esas estábamos, cuando empezó a bailarme en la cara… ¡que rico!
Me estaba cogiendo por la boca, haciendo que su manguera de carne se me resbalara en ocasiones hasta la garganta… mi tío me había enseñado una técnica para evitar las nauseas… tenía que aguantar la respiración lo más que pudiese, abrir lo más posible la boca y sacar (conforme me la metía) la lengua, de esa forma me taladraba deliciosamente hasta la garganta… pues bien, le hacía lo mismo a Floyd, y él respondía como buen macho arreciando la cogida, loco de placer.
Comencé a sentir que derramaba más líquidos en mi boquita, cosa que me encantaba… pero mucho más abundantemente que mi tío: este era un verdadero conducto de carne jugosa y deliciosa. No soportaba más, ya quería (no sabía cómo), pero deseaba ardientemente que me penetrara, que me la metiera, que me la dejara caer completita en mi vagina que ya rezumaba de rica excitación a mil por hora.
Como pude me la saqué de la boca a regañadientes y paré más el culo bajando mis brazos; entonces de un brinco Floyd se me trepó por la espalda, afianzándome por la cadera y se me pegó al culo… M,m,m. Sentía como intentaba taladrarme sin conseguirlo, cosa que me excitaba aún más al saber que otro macho se moría de ganas por cogerme… nuevamente gemía implorando ayuda… a ciencia cierta yo no sabía qué hacer, así que sólo me tendí más hacia atrás; Floyd lo aprovechó y en una de sus estocadas logró introducirme la punta de su resbalosa vergota en mi jugosa vagina ya lista para recibirlo… creo que sintió mi calor y lubricación, porque detuvo sus embestidas, ¡sólo para comenzar a darme salvajemente de lo lindo!
Me la fue metiendo duro, muy duro, tanto que comencé a gritar que parara, en verdad me estaba doliendo por lo largo que era y por la fuerza con que me cogía.
Yo comenzaba a tener mis primeros “nuevos” orgasmos, cuando sentí que su verga crecía más y más en mis pequeñas y aún pocas distendidas entrañas; sentí temor ante aquella tremenda verguiza que me estaba acomodando mi perrito, ¡la sentía hasta la garganta!; entonces en un afán de liberarme, me dejé caer al suelo, zafándome del sexual abrazo caliente y jugoso de Floyd… lloriqueó entonces buscando mi hoyito rico, abanicando en el aire su enorme pito que soltaba chorritos de jugo… buscaba en vano la forma de seguírmela metiendo… daba la vuelta una y otra vez desesperado… yo retomaba aire y descansaba tendida en el patio mientras él me lengüeteaba ahora el culo, metiendo su larga lengua entre mis muslos, abriéndose paso hasta que encontró la fuente de sus anhelos… comenzó a beberse mis fluidos y los que ya me había depositado, cosa que lo enloqueció aún más… levanté poco a poco mis caderas hasta que me volvió a montar; me la metió a la primera y ya no me soltó. Comenzó a tirarme con rapidez, pero yo medía como podía sus embestidas… ya no logró meterme la enorme bola porque le había crecido al máximo y mi vagina no se abrió más, por suerte, ante su grosor. Me cogía riquísimo y yo me venía como loca… hasta que de golpe se detuvo, sólo para descargar una candente y enorme oleada de esperma… inundaba mis entrañas, tanto que comenzó a salírseme de mi hoyito masacrado, resbalando por mis muslos… sabía que estaba eyaculando porque olía fuertemente a esperma… era diferente, pero su aroma era inconfundible.
Dos o tres minutos continuó soltando leche calientita hasta que solito se me bajó. Me dio dos vueltas y comenzó a beberse de mi fuente todo el esperma que salía.
Se me nublaba la vista de tanto gozo… al fin se me separó y comenzó a lengüetearse su herramienta… ¡Caramba! ¡Que vergota le colgaba de fuera! Inmediatamente me vi mi hoyito… ¿hoyito? ¡Jamás me había visto tremendo agujero en donde tenía una pequeña rajadita! ¡No daba crédito y me asusté! Pensé que así se me quedaría… pero al volver a ver el enorme pitote de Floyd y percatarme que todavía sacaba “mecos”, fui directa a él… M,m,m… comencé a bebérmelos, a mamársela rico… me encanta la leche de macho, y por primera vez probaba la de otro, así que no reparé en limpiarle toda la verga con mi boquita ardiente.
Se le empezó a adelgazar y ocultarse entre su funda de piel… yo temblaba de ardor, cansancio y deseo… había concluido un día más de enseñanza sexual… como pude me levanté y fui directo a la ducha. Estaba verdaderamente agotada…
Mientras me bañaba, no dejaba de salirme mucho semen perruno de mi muy dilatada vagina. Con el tiempo supe que sólo era temporal. Me fui directamente a mi cama y me dispuse a dormir. A lo lejos escuché cuando mi familia llegó… mamà abrió la puerta y me preguntó si le había dado de comer a Floyd… (Que si le di de comer… si supieran lo que le di a comer), porque estaba muy inquieto; entonces sentí que alguien lamía mi brazo… abrí los ojos y me encontré con la carita feliz y contenta de Floyd.
-Ésta muy inquieto y no nos dejará dormir si lo dejamos afuera. –Dijo mi mamà.
-Le toca a Graciela, mamà, ayer se durmió en mi cuarto y es una lata. –Repuso mi hermana desde su cuarto.
-Bueno. Que se quede contigo. Buenas noches. Estoy muy cansada. Y por favor, tranquilízalo para que nos deje dormir. –Cerró la puerta dejando a Floyd conmigo.
Mi perrito ladeó tiernamente su cabeza y se sentó frente a mí desenfundando nuevamente su tremenda y rica verga que me taladró deliciosamente minutos antes… Obvio, aquella noche casi no pude dormir… supondrán el por qué, pero ese relato, la segunda vez que me cogió mi perro, se las contaré en otra ocasión.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!