Un nuevo en trío con Juan y Cosmo (Una mujer normal, hasta que probé con mi perro III)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Después de despertar de aquel trío que me llevó al éxtasis y casi a la inconsciencia y de escuchar la idea que se le ocurrió a Juan de hacer otro trío, pero intercambiando mis orificios, me quedé mirándolo fijamente y le pregunté que si quería acabar conmigo, me dijo que ya que estábamos metidos de lleno en la zoofilia, no había motivo para negarnos todas las experiencias que pudiéramos imaginar, le dije que me parecía bien y que entonces no lo dejáramos para después. De sólo imaginarme siendo penetrada de nuevo por mi culo y mi almejita (ya no lo era tanto, después de haber sido ensartada constantemente por ellos dos), me excité de nuevo, pero antes de cualquier cosa le pregunté a Juan si Cosmo tendría ánimos para otra sesión, a lo cual me respondió que en los videos que hemos visto, los perros repiten sexo muy seguido, siempre que tengan buen estímulo.
Me acerqué a Cosmo, le acaricié la barriga y bajé hasta su polla, se la saqué un poco, con mucho cariño y se la empecé a chupar, tenía ese sabor característico a mi raja y a su semen, me sentía inundada, por mis fluidos lubricantes y por su leche, que aún escurría de mi sexo, mientras tanto, mi esposo me pasaba la lengua desde el culo hasta mi clítoris, hubo un momento de pausa para preguntarme si de verdad quería ser penetrada como él me proponía, mi respuesta fue acomodarme a cuatro patas y lo único que le dije fue: “aquí estoy para ustedes, si quieren acabarme, háganlo”. Ante esta respuesta, vi cómo su polla se paraba, eso me excitó más aún y se la tomé mientras él guiaba la del perro hasta mi culo, el cual todavía tenía su leche también, igual que mi profunda chimba, era yo un torrente de jugos de tres clases: semen humano leche de perro y fluidos lubricantes, que a estas alturas, ya ni necesarios eran, pero ahí estaban, aprovechó aquella lubricación y que mi culo siempre se queda muy abierto un buen rato después de que me lo rompe Juan, así que con el primer empujón, sentí hasta la bola de Cosmo pegando en el borde de mi culo, era la primera vez (más no la última) que mi adorable perro entraba a mi cuerpo por el otro agujero del placer, me sentía tan llena que no quería nada más, lo único fue que le pedí a Juan que no le dejara meterme ese bulbo, pues realmente es muy grande, como un puño de mi marido y me dio miedo, él lo sostuvo evitando que me abotonara hasta que me dijo que él también quería entrar en mí por el otro orificio, le pregunté que cómo lo haría, me dijo que yo debía tomar la verga de Cosmo para evitar que entrara su bola, mientras él se metía debajo de mí para que yo lo cabalgara, así lo hice y mientras Juan me clavó desde abajo, en medio de mi trance, no pude evitar que Cosmo lograra su objetivo a medias, afortunadamente, sentí que so bola empezaba a entrar en mi culo y le pedí ayuda a Juan, y mientras este tomó la verga del perro sentí cómo la empujaba y casi logra entrar, pero no pudo, algo muy dentro de mí me pedía que lo dejara, pero me daba mucho miedo, pues había visto un video de una señora abotonada en el culo y la forma de salir del dálmata fue desgarradora y no quería eso, mis orificios son para disfrutar, no para sufrir, aun así, le permití otro intento de coronarme con su bola, pero me dolió y definitivamente me saqué esa idea de la cabeza.
Volví a concentrarme en las sensaciones que me producían esas dos hermosas vergas dentro de mí, me imaginé estar adentro y verlas a ambas frotándose separadas solo por una membrana y eso hizo que me viniera una vez más, caí sobre Juan, pero sentí que Cosmo casi se salía por ello, así que inmediatamente me incorporé de nuevo y al hacerlo no pude evitar que su bola ingresara sin permiso en mi dilatado culo, inexplicablemente no sentí dolor alguno, al contrario, el sentirme llena como nunca antes y ese espacio ocupado por esa bola de casi 12 centímetros de diámetro prolongó mi orgasmo hasta hacerme gritar mientras mordía a Juan en su brazo, era impresionante el corrientazo que sentía otra vez desde mi ano y mi vagina hasta la base de mi cabeza, me estremecí, temblé hasta casi convulsionar, caí de nuevo sobre Juan, pero esta vez sin riesgo de que el perro se saliera, no había forma, estaba literalmente abotonada, amarrada desde adentro a él, aunque hubiera querido, no podría liberarme de su pollón, y él seguía en su rítmico y cada vez más frenético bombeo, sentía que su verga crecía y no sé si fue por mis movimientos involuntarios, o porque ya era tiempo, pero en menos de dos minutos después de abotonarme y aun en medio de mi orgasmo incontrolable
Cosmo me llenó el culo de leche, sentí varios chorros adentro, más abundantes que cuando lo hacía en mi chocha, me desmadejé, me abandoné, no me importó nada ese botón dentro de mí, no me importó estar casi aplastando a Juan por el peso mío y de Cosmo sobre él, me relajé, abrí brazos y piernas y sentí que estaba muriendo, mi mente quedó en blanco, igual que la leche en mi culo y si antes sentía corriente en mi columna, lo de ese momento era como un relámpago, un calor abrasador me invadió toda la espalda y mi vientre, sentí que Juan me movió un poco para poder él seguir en su bombeo (qué vergüenza me dio en ese momento, pero lo que sentía atrás, me hizo olvidar lo que tenía adelante, para reivindicarme, me enderecé un poco y comencé un movimiento de cabalgata aún con Cosmo encima y muy dentro de mi culo, hice lo que pude, pues el perro no me soltaba y seguía con sus ahora pequeños chorritos adentro, yo no me quería cambiar por nada, sentía que había sido lo máximo, pero faltaba el postre: el perro se acomodó hacia un lado, Juan se sentó y yo seguí en mi cabalgata hasta hacer que Juan se corriera en mi inmensa y jugosa chimba, a pesar de haber tenido sexo más temprano, se vino como si hubieran pasado muchos días sin dejarle probar mis delicias, su leche me inundó, tanto que al tener mi raja tan dilatada, sentí que se salía y caía por mis muslos, mientras tanto Cosmo trataba de sacar su inmensa bola, lo hacía lentamente y eso me producía otras sensaciones nuevas, esa fricción en mi culo, su leche adentro, la corrida de Juan en mi chocha mientras me mordía las tetas hasta casi hacerlas sangrar, y tanta leche en una tarde, me tenían loca, me sentía fuera del planeta, estaba plena, no creo que haya mujer más satisfecha que yo en ese momento.
Por fin Cosmo pudo sacar muy lentamente su bola al mismo tiempo que yo me levantaba y salía la verga de Juan, así que imaginarán la cascada de leche saliendo de mis agujeritos (inmensas cuevas después de esta sesión), quedó el charco en el piso y para no desperdiciar tanta leche, me dejé caer y me revolqué sobre él, quedé embadurnada, restregué mi cabello allí y llevé un poco a mi boca con mis manos, con eso completé el plato que había disfrutado aquella tarde de verga y semen. Estaba literalmente bañada en semen y estaba feliz. Llamé a Cosmo, lo hice acostar en el piso, le lamí la verga para limpiarlo igual que él lo hizo con mi adolorido, pero satisfecho culo y luego con mi chocha, me recosté en él, Juan se recostó sobre mi vientre y nos quedamos dormidos.
Mucho rato después, al despertar, Cosmo estaba retirado de nosotros en la ventana ladrándole a un coche tirado por caballos… Juan me miró con cara de… y le dije “¡Ni se te ocurra!”
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