Una mujer normal, hasta que probé con mi perro.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Era domingo y hacía mucho sol, aproveché para subir a la terraza y broncearme durante una hora, mientras tanto recordé que la noche anterior mi marido se había quedado viendo una película hasta muy tarde y cuando llegó a la habitación, yo ya estaba dormida y a pesar de que intenté tener sexo con él, el sueño me venció, mientras le acariciaba su verga que me encanta, no lograba quedarme despierta, hasta que él me apartó la mano y nos dormimos.
Mientras tomaba el sol sentí que algo muy suave me caminaba extremadamente lento por una de mis pantorrillas, llegaba a mi muslo y se dirigía hacia mi entrepierna, pensando que era Juan, no retiré la tela que cubría mi cara y me relajé dispuesta a sentir esa sensación tan placentera. De un momento a otro se detuvo a muy poca distancia de mi triángulo del placer, esperé unos 20 segundos y me destapé la cara, al hacerlo me di cuenta de que era una mariposa y yo en mi estado, recordando la noche anterior que a pesar del sueño, me había quedado con ganas de ser penetrada por mi esposo, por lo cual estaba muy sensible, sentí que en mi interior se moví el líquido lubricante natural, me toqué mi panochita a medio rasurar y noté una gotita de aquel líquido que le encanta a Juan, miré la hora y eran las 9 am y pensé que era buena hora para un polvo. Me levanté y bajé a la habitación y Juan estaba dormido.
Me acerqué lentamente y le acaricié las piernas, como lo hizo aquella mariposa atrevida conmigo, con lo cual él despertó y se incorporó, fue al baño y al regreso yo lo esperaba ansiosa y mojada, pues venía con una leve erección, muy interesante para mí, pues ya me encargaría de que se parara del todo aquel bello aparato.
Cerró la puerta y se acostó de nuevo al lado derecho de la cama y sobre su costado derecho, quedando su verga hacia el borde, me bajé de la cama, di la vuelta y me arrodillé a su lado, le acaricié de nuevo las piernas, le levanté la izquierda y aquella barra de carne que me da tanto placer, se asomó como buscando lo que sabe que le gusta tanto: mi panocha.
Le di unos lametazos desde los testículos hasta la punta y noté que también tenía gotas de lubricante, las cuales saboreé delicadamente, él se acostó boca arriba del todo y yo quedé ya no arrodillada, sino en cuatro patas, pues nuestra cama es muy baja.
Mientras Juan fue al baño, yo estuve manoseándome mis pequeñas tetas 32 B y mi panocha (esa no es tan pequeña, de tanta verga que me ha dado Juan, vale decir, la única verga que había entrado allí hasta ese día), con mis bien ojos cerrados imaginando lo que vendría apenas él regresara del baño y no me di cuenta de que Cosmo, nuestro Weimaraner de cuatro años, se había escondido debajo de la cama (Juan tampoco lo notó), apenas en ese momento mientras disfrutaba oralmente de aquella hermosa verga de 18 centímetros, fue cuando sentí que algo frío se había acercado mucho, mucho a mi chochito y al recordar la mariposa en la terraza, pues no le di importancia y por el contrario, aproveché para agregarle otro elemento de placer al momento, una sensación nueva, pues hasta ese instante no me imaginaba qué era eso tan frió, pero tan rico que acariciaba mi poco peludo chocho. No supe en qué momento pasó, pues estaba muy concentrada en la mamada que le estaba dando a Juan y disfrutaba viendo cómo le crecía hasta sus habituales 21 cm, pero cuando menos pensé, sentí que algo carrasposo pasaba desde mis muslos, muy cerca al chocho e iba hasta mi ano, esta vez sí me asusté un poco y me giré para ver qué era Cosmo, muy entretenido lamiendo mis jugos de lubricación, Juan seguía con los ojos cerrados mientras yo le acariciaba su aparato, así que no se dio cuenta de nada, yo no sabía qué hacer, pues él y yo sólo una vez habíamos visto unos videos cortos de zoofilia y él me había manifestado que le parecía excitante, pero sólo eso y ya, nunca más hablamos del tema…
…Decidí permitirme ese placer al tiempo que me deleitaba con aquel sabroso palo masculino, mientras llegaba el momento glorioso de clavarme en él, pasaron unos tres minutos y Juan se movió, así que tuve que levantarme un poco para poder alcanzar la verga con mi boca, así que mi cola, que también es grande, también se levantó algo, quedando más alta que el nivel de la cabeza, ya se imaginarán la posición, con lo cual Cosmo se levantó y trató de montarme, me quejé por su peso, pues es muy grande para su edad y Juan me preguntó que qué pasaba, le tapé los ojos y le dije que si recordaba el video del Golden Retriever clavando a esa rubia que habíamos visto hacía unos meses y dijo que sí, le pregunté que qué pensaba de eso y dijo lo mismo que esa ocasión, que le parecía excitante, le dije que abriera los ojos sólo cuando yo le dijera, le quité las manos y le dije que mirara quién estaba tratando de violarme, inmediatamente abrió los ojos y vio la escena y se quedó de una pieza, ni dijo, ni hizo nada, solo miraba y en sus ojos vi una mezcla de susto y excitación, así que le pregunté qué hacer, me preguntó que si tenía la pija del perro adentro y le dije que no, que apenas se estaba montando, fue cuando me dijo que si quería dejarme penetrar y le dije que no sabía cómo hacerlo que si él quería y lo permitía, yo lo haría , a lo cual me dijo que si lo hacía sola o que si me ayudaba, lo halé de las piernas para que me quedara de frente y vi cómo su verga parecía reventar, había engordado más de lo normal y chorreaba más líquido preseminal, lo que interpreté como una respuesta a mi pregunta, entonces le pedí que me ayudara, pues me daba susto, pero desde ese punto sin moverse, pues no quería sacar su verga de mi boca, mientras Cosmo me penetraba.
Soy pequeña, de 1.65, así que en esa posición a Juan le quedaba muy fácil ayudarle al perro a encontrar la cueva del placer de mi marido, que ahora sería compartida con nuestra mascota, yo temblaba, más de emoción, excitación y placer que de susto, pues había pasado la mano por debajo de mi cuerpo tapándome el chocho mientras pasaba el diálogo con mi marido, y había tomado la pija del can evitando ser penetrada , así que ya había palpado y calculado su tamaño y era similar a la de Juan; estaba mojadísima, a chorros, sentía algunas gotas bajar por mi muslo, solté aquel aparato carnoso para que lo tomara Juan y lo llevara a mi cosita, cuando lo puso en mis labios lo sentí como fuego y muy suave en su textura, llevé mi mano allí y sentí que soltaba mucho líquido, entonces le dije a mi marido que si se había venido ya el perro sin meterme su bella cosa, afortunadamente para mí, me dijo que eso era el mismo líquido lubricante, pero en más cantidad que un humano, le pedí, le exigí que lo pusiera adentro de una vez por todas y lo ubicó en la entrada, lo soltó y allí fue mi epifanía: la señal que me indicaría que en adelante sería una perra más, adicta total a la pija de mi perro, en compañía de mi marido o cuando estoy sola en casa, la sensación fue indescriptible, Cosmo empujó su gran cosa de un solo envión hasta el fondo de mi cavidad, 17 o 18 centímetros de carne rozando todas las terminales nerviosas de mi vulva y vagina, sentí cada milímetro como si me lo hubiera clavado en cámara lenta, como a veces me hace mi esposo, que me lo va metiendo muy despacio, para lograr esa sensación, y al igual que con mi marido, el pito del perro ocupaba todo el espacio ofrecido por mi canal, un escalofrío impresionante recorrió toda mi humanidad, desde los talones hasta el cerebro, por toda la columna vertebral y se expandió lentamente hacia los costados, poniéndome toda la piel de gallina, apreté fuertemente la tranca de mi esposo con mi boca, pero sin morder y él la sacó de inmediato, pero yo logré capturarle de nuevo en el aire
Cosmo retrocedió saliéndose involuntariamente, pero al instante logró llegar de nuevo a su objetivo y otra vez la misma sensación, eran orgasmos pequeñitos, ya se había acomodado y empezó el bombeo característico de los perros al copular y yo me enloquecí, hubo un momento en el que perdí el sentido del tiempo y el espacio, agité fuertemente la pija de Juan buscando que eyaculara ya mismo, pero él me frenó y me dijo que no había afán y mientras tanto, Cosmo bombeando rápidamente, fueron como tres o cuatro minutos del placer más grande sentido hasta ese momento hasta que sentí su carga ardiendo en mi interior, fueron varias descargas las que soltó adentro, pero chorreaba por mis piernas, solté a Juan y miré y era un charco en el piso le dije a Juan que Cosmo se había venido y se incorporó para ver mejor, me preguntó por la sensación y no supe qué responderle, pero mi cara roja a punto de explotar lo dijo todo, el perro se quedó abrazándome fuerte, muy fuerte apoyado sobre mi espalda, pero sin querer sacar su gran verga de mi inundado chocho, fue entonces cuando Juan me dijo que había tenido que apretarse debajo de los testículos para frenar su eyaculación y me preguntó que dónde la quería, le dije que pos supuesto en mi raja, pero la tenía ocupada en ese momento, llena de carne y semen de perro, entonces le dije que por favor en la boca, para lo cual me encargué de seguir con la tremenda mamada que le estaba dando antes, si digo que duró dos minutos para venirse, les estoy exagerando, cuando sentí su trola hincharse previo a la venida, lo masajeé como sé que le gusta, sosteniendo sus testículos hacia abajo y frotando la verga con la otra mano, con toda su extensión totalmente expuesta, cuando iba a metérmela de nuevo a la boca, vino un chorro gigante, haciéndome recordar la primera vez que tuvimos sexo, que al sacarlo de mi cueva, explotó llegando hasta mi cara.
En ese momento Cosmo lamió mi cara limpiando el semen de Juan y al moverse, se salió su verga de mi interior, sentí un leve dolor, pero al tiempo una sensación de nuevo deliciosa, como cuando entró la segunda vez en mí.
Juan estaba muy curioso por ver cómo me había quedado el chochito y se bajó de la cama, yo no podía ni quería moverme, estaba ahí, en cuatro patas con el culo levantado, las piernas bien abiertas, chorreando semen por la boca y la chocha, me sentía la más puta entre todas las putas, pero estaba feliz, llena por ambos lados, por un momento pensé que sólo me faltaba llenarme el culo, pero al parecer lo pensé muy fuerte, pues Juan dijo que me faltaba un orificio por satisfacer, le pedí dejarme descansar unos minutos, fueron como 20 durante los cuales estuvimos jugando entre los tres con nuestros sexos, hasta que llegó el momento de reiniciar la faena, Cosmo lamía mi chocho, yo le limpiaba la verga a Juan con mi lengua y la chupaba y Juan me estimulaba el ano con el líquido que salí de mi rajadura, hasta que no aguanté más y le dije que me clavara YA MISMO!, él obedeció feliz y me acostó en la cama boca arriba, montó mis piernas en sus hombros, los empujó hasta los míos y me la hundió hasta los huevos, los cuales yo sentía golpear contra mi culo, yo no quería por allí, pero lo dejé que me diera un rato, hasta que se lo dije y sin pensarlo enfiló su asta hacia mi culo que ya tenía bien dilatado por sus juegos previos, la puso muy suave en la entrada y yo sin miramientos, hice un movimiento y me la enterré hasta el fondo, solté un grito de dolor y placer simultáneos y lo agarré de sus glúteos, para ayudarle a empujar más profundo, en esta maniobra, sentí que le abría el culo a él y se me iluminó el cerebro, aproveché que Cosmo estaba recostado junto a mis piernas y lo hice moverse hacia abajo, lo guié para que metiera su hocico entre mis piernas y Juan me preguntó qué era lo que quería, le dije que no me gustaba ser egoísta y que quería que él sintiera el mismo placer que yo había sentido hacía un rato, otra vez se quedó de una pieza, pero no se negó
Cosmo le lamía sus testículos que colgaban por fuera de mi culo y se acercaba peligrosamente a su ano, me unté la mano con mis jugos (mezcla de semen de perro y hombre y fluidos míos) y la pasé por su ano, a lo cual el perro empezó a lamer juiciosamente, Juan se quejó al sentir algo diferente a mi lengua y sentí que bajó sus rodillas hacia los lados, buena señal, pues esto abría un poco su ano, puse mis manos sobre su espalda y le di unas palmaditas suaves, para llamar a Cosmo a ese lugar, él no entendía y se acercó por un lado, de nuevo puse una mano en su ano y la otra empujaba al can hacia allá y por fin entendió, se acomodó para montarse y lo hizo torpemente, sin intención de penetrar a mi marido, por un lado tomé su pito y lo estimulé, lo saqué un poco del capuchón y lo emboqué en el ano de Juan, ya acostumbrado a nuestros juegos con dildos y consoladores, me miró con cara de deseo y un poco de susto, pero se le quitó cuando sintió la pija de Cosmo tratando de entrar, le abrí el culo con mis manos por los lados y vi que mi marido se enderezó bruscamente y abrió la boca para quejarse, pero no le salió ningún sonido, pues Cosmo lo había llenado con su trozo de carne, me miró con cara de dolor y rabia, al tiempo que yo sentía cómo su verga dentro de mí se ponía más gorda, mucho más de lo normal, después fue que supe que la estimulación de la próstata, hace que la verga se engorde en ese momento, el perro empezó su típico bombeo, haciendo que Juan sin quererlo también me bombeara a mí, yo me sentía en la gloria: sodomizada por mi marido sodomizado por Cosmo ¡Lo mejor de la vida!, pasé las piernas por un lado, quería estar como perrita pero sin sacar la jugosa verga de Juan de mi culo, lo logré y en ese movimiento casi hago que Juan se viniera dentro de mí, lo apreté fuertemente con mi ano y con la mano por debajo de sus testículos, pues sé que así le freno su eyaculación, al hacerlo sentí la tranca de Cosmo en su metesaca y se la agarré, la saqué de allí y dejé que Juan me diera duro, con rabia en mi culo, solté la verga de Cosmo, quien se introdujo de nuevo sin más ni más y de nuevo sentí engordar la verga de Juan dentro de mí, le dije que quería su leche ya y se quejó muy fuerte diciendo que Cosmo lo había llenado de leche el culo y de inmediato empecé un movimiento circular el cual sé que hace que Juan no aguante más y sentí su nueva descarga en mis entrañas. Una gran venida en mi culo, estaba feliz y no me quería mover de allí.
Quedamos los tres en cuatro patas, abrazados, Juan con su culo dilatado y lleno de semen canino, yo llena de semen en mis tres orificios, caí de bruces, Juan encima y Cosmo apoyado en sus patas, lo vi por el espejo y parecía que tenía una actitud como de un conquistador luego de ganar una dura batalla.
Lo que vino después de esta primera vez me ha hecho sentir como en el paraíso, mínimo dos veces al mes tengo que dejarme clavar por mi perro y recientemente, con mucha acrobacia, he logrado que los dos me claven al tiempo, pero es material para otra historia, pues en esta se me fue la mano y las letras, jejeje!
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