Vacaciones Ecuestres.
Me deleitaban todas esas cosquillas sobre mi sensible piel, la humedad de esperma equina que me había bañado casi todo mi cuerpo, esa tibieza que se derramó desde mi concha, por sobre mis tetas y que se escurrió a tierra entre medio de mis muslos.
Mi padrino es cuidador de uno de los centros ecuestres que hay en la ciudad, es bastante grande, hay muchas caballerizas y caballos, junto a los caballos hay personal de los dueños de los animales, que cuidan de ellos, limpian el lugar y les dan de comer y también los sacan a pasear.
Yo soy Carolina, tengo diecisiete años y de siempre he sido una muchacha precoz, me encantan las vergas y más las de los caballos, pero jamás me había atrevido a acercarme a uno de estos animales, durante las vacaciones del colegio, fui invitada por mi padrino a pasar un par de días con él y la madrina, recuerdo que cerca del atardecer del segundo día en el lugar, me fui a pasear por las caballerizas, estaban solo los animales, había una cierta penumbra en el interior, como estábamos en verano la temperatura era bastante agradable.
El olor del lugar era un poco fuerte, pero he de decir que no era desagradable ni irrespirable, se notaban los ángulos bien barridos y aseados, más que un olor fuerte, era el olor salvaje de los animales, yo me acercaba a las caballerizas y observaba esos esplendidos ejemplares equinos, sus crines bien cepilladas y sus pelajes brillantes, sus largas y elegantes patas, pero lo que más me animaba era el tratar de ver una que otra poderosa pija equina.
Sentí unos poderosos sonidos de cascos contra una de las caballerizas, me asuste mucho, pero me ganó la curiosidad, me fui acercando de a poco y mis ojos casi se me salen de mis cavidades cuando note que al negro corcel le pendía bajo el vientre unos cuarenta centímetros de una polla descomunal, la caballeriza contigua estaba vacía, así que entré en esa y metí mis manos entre el elástico de mis shorts para alcanzar mi panocha que se había comenzado a mojar sobre manera.
Lo que yo quería era tocarla, pero mi miedo era demasiado, me levante la remera y acaricie mis tetas, mis pezoncitos casi se reventaban, para estar más cómoda y sintiendo que no había nadie más que yo, me desnude y comencé a pajearme de lo lindo mirando esa polla que se balanceaba y al parecer se estaba endureciendo y apuntando más alto, mi respiración era muy afanosa y estaba tan concentrada en el placer salvaje de ver así de cerca esa pija de un color rosado blanquecino con negro, que solo escuche la voz —pero que no es nuestra querida sobrina … — era la voz de uno de los empleados muy amigo de mi padrino que estaba junto a un muchacho de unos veinte años, ambos sonriendo viéndome toda desnuda y acariciándome mientras miraba la enorme pija del caballo.
Intenté cubrirme —¡No! Hagas nada … así mismo te llevaremos donde tú padrino … — dijo el hombre que tendría unos cuarenta años —Por favor … por favor … ¡No! … haré lo que quieran … pero no me lleven donde mi padrino … — los hombres se miraron y el mayor me tendió una mano, me llevaron para el fondo del local donde había heno y alfalfa para alimentar a los equinos.
El joven, por su contextura física me parecía un jinete, el hombre mayor empujó mis hombros y me hizo arrodillar, luego se bajó el cierre del pantalón y saco su verga —Ya putita … chúpamela si no quieres que tu querido padrinito venga a saber que a su querida sobrinita le gustan los caballos … — tomé su pene flácido y lo comencé a pajear con una mano, el hombre le hizo señas al muchacho y este se acercó abriendo su cierre y pronto me encontré con un pene en cada mano, la verga del muchacho se puso dura de inmediato, así que me lo eché en la boca y se la inicié a mamar, cuando sentí que la polla del hombre mayor tomó una buena consistencia, también se la empecé a mamar, con mi ojos cerrados, me turnaba a mamar una y después la otra, la polla del chico era más pequeña, quizás unos quince centímetros y no muy gruesa, en cambio la otra era considerablemente más grande, sobre veinte centímetros y bastante gruesa, me excitaba mucho sintiendo el sabor de ambos miembros.
—¡Chúpamela, perra … chúpamela! — decía el mayor, que en fin de cuenta era el único que hablaba —Claro que te la chupo … me gusta chupar pijas … en el colegio es lo que hago a mis compañeros … me encanta una polla dura en mi boca … me gusta que se corran en mi boca— les dije desafiante —¡Ah! sí … pues ahora iremos a buscar tu amante favorito … — dijo el hablador, luego cuchicheó algo a la oreja del jinete y este se subió los pantalones y se fue sin decir nada —¡Ya! Putita … continua a chupármela … ya veremos cómo te comportas … — me dijo a mí, comenzando a follar mi boca con más energías.
El jinete volvió y para mi sorpresa traía un bellísimo ejemplar equino, un semental de tomo y lomo, un caballo blanco con manchas negras —¿Querías un caballo? … putita ahí tienes uno … no temas porque es manso … acércate y tómale la verga — me dijo empujándome hacia la bestia, en realidad no sabía qué hacer, estaba muy nerviosa y atemorizada con este inmenso animal que parecía mirarme —¿No es eso lo que querías putita? … empieza por acariciarle el lomo — dijo bocazas —¡No! … no quiero … tengo miedo … es muy grande— dije con terror, pero en mi interior había algo que me empujaba a hacerlo, mi chocho estaba caliente y emanando fluidos como un volcán —Entonces se lo diremos a tu padrino … — dijo el maduro, subiéndose los pantalones —¡No! … por favor … no … — dije poniendo una mano sobre el flanco del animal, bocazas volvió a bajarse los pantalones y vino detrás de mí, sentí su polla entre mis nalgas y él paso una mano por delante y me acarició mi concha.
—Mira como tienes tu almeja, parece una laguna, estás toda mojada … no puedo creer que tengas miedo … — me dijo el bocón al mismo tiempo que me agarraba las tetas, me tomo la mano y la puso sobre la bolsa genital del caballo —¡Ya! Putita … muévela atrás y adelante … atrás y adelante … como cuando le haces la paja a tus compañeros … ya verás la sorpresa — dijo riéndose, sentí que su pene invadía mi chocho desde atrás, también sentí como el miembro del caballo comenzaba a crecer y esto casi me hace tener un orgasmo espontaneo, agarré esa verga que crecía y crecía, mientras movía mis glúteos y mis caderas disfrutando la verga de bocazas, el joven nos miraba y se pajeaba sentado en un fardo de alfalfa.
Bocazas saco su pene de mi vagina y fue a buscar unas mantas y arregló un fardo de alfalfa cerca del semental, la polla del caballo había crecido más de cuarenta centímetros, era por lo menos tres veces más grande que la verga de bocón, éste se acostó de espalda sobre las mantas e hizo que lo montara, me puse a horcajadas y bocazas no perdió tiempo empalándome en su verga, después hizo señas al jinete y le dijo que me la metiera en el culo, ahí estaba yo con una polla en mi chocho, una en mi culo y la enorme pija del equino refregándomela en mis tetas, me corrí como una loca, pero no fue un orgasmo, sino una cosa demencial que me recorría todo el cuerpo una y otra vez, vibraba, temblaba, me estremecía, gritaba, chillaba, gemía y me quejaba, todo esto en un subseguir de sensaciones que me estaban volviendo loca.
Los dos hombres se corrieron dentro de mí casi contemporáneamente, el jinete volvió a su fardo de alfalfa y el bocón me dejó arrodillada sobre la manta con mis dos orificios goteando esperma, la polla del caballo había alcanzado un tamaño descomunal, bocazas me dijo que me acostara boca arriba y me refregara mi concha con la cabezota de esa verga gigantesca, mi calentura era tanta que obedecí inmediatamente, sin dilación ni pensar mucho a la locura que estaba haciendo, sentía esa tremenda cabezota que refregaba contra mi clítoris, bocazas que se había ajustado sus pantalones vino y comenzó a forzar esa pija gigantesca en mi chocho, me causaba dolor, pero ya que él me ayudaba, atinaba solo a gemir y revolcarme con orgasmos salvajes.
Como que me borré, mi cuerpo entero se estremecía, la punta de esa verga gigante estaba dentro de mi chocho y el caballo había iniciado a moverse, me estaba destruyendo mi chuchita, pero el dolor se mezclaba a una sensación demencial de querer ser penetrada, de querer ser poseída, de no dejar salir de mi concha esa cosa desproporcionada a mi boquete vaginal, ya estaba dentro, que más da, quiero ser inundada por su lechita.
Bocazas tenía su cara desencajada, también él estaba sufriendo esta excitación alucinante, mantenía la pija del semental dentro de mí y controlaba la penetración que en este momento ya no me dolía demasiado, mis muslos los había abierto al máximo y con mis manos me abría mi vagina ensimismada por la maravillosa vista que se presentaba ante mis ojos, me di cuenta que mis labios menores perdían unas gotas de sangre, este bruto me había desvirgada una segunda vez, me corrí otras tres veces, bocón sintió cuando el potro se encabritó y comenzó a llenarme de lefa equina, mi chocho se rebalzó y bocazas me saco la verga del caballo de mi concha y varios chorros de su esperma cayeron en mi vientre y muslos, luego la soltó como asqueado —Madre de la gran puta que eres … te has cogido al caballo —
Me deleitaban todas esas cosquillas sobre mi sensible piel, la humedad de esperma equina que me había bañado casi todo mi cuerpo, esa tibieza que se derramó desde mi concha, por sobre mis tetas y que se escurrió a tierra entre medio de mis muslos me hacía sentir como en un remanso de satisfacción total, no estaba asustada, bocazas me miraba incrédulo, miraba la sonrisa en mis labios, el brillo de mis ojos —Esta puta se corrió como nunca … al parecer te gusto ¡eh! — me dijo abriendo sus ojos y frunciendo su ceño —Sí … me gustó muchísimo — le dije entornando mis ojos —Pues si vienes mañana … lo prepararemos para ti — dijo bocazas esperando con cara de ansiedad mi respuesta —Aquí estaré Señor — le dije mientras con mis dedos sentía que todavía salía semen de mi panocha.
Fueron las mejores vacaciones de mi vida, una semana de lujuria y mi chocho se la pudo casi con toda la verga del semental que todas las tardes me follada hasta casi desmayarme.
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Da fusto leerte .. bien escrito y super caliente… Te felicito Lo mejor de zoo que he leido en mi vida…