Viuda de mi Lyon.
La vida continua..
Han sido días terribles, no hemos cesado de buscar a mi Lyon, pero finalmente una vecina de la granja cercana a la nuestra dijo a ver visto un furgón negro echando un perro de color clarito al interior del vehículo, ellos pensaron que era un animal enfermo siendo atendido por veterinarios y no le dieron mayor importancia, tampoco se preocuparon de tomar la placa patente del furgón, así que dejamos de buscarlo, me sentí morir y pensé que debía asimilar el hecho de haber quedado viuda de mí Lyon.
Días, semanas y meses pasaron, tenía la compañía de mi Lyon Junior, y como se dice “un clavo saca otro clavo” y yo necesitaba de algún clavo no sé si me explico, entonces comenzaron a girar ideas locas por mi cabeza y mi cuerpo me reclamaba cierto tipo de atención, mi hijo en un primer tiempo apoyaba su cabeza en mi muslo y me miraba con su mirada lánguida como sintiendo mi penita, pero estas últimas semanas había comenzado a olfatearme justo ahí, pensé ― ¡Con mi hijo! ― me resistí todo lo que pude, pero sintiendo su respiración cerca de mis bragas y sus mofletes peludos y exquisitos en mis muslos, no pude resistir más y me quité las bragas.
Me lo llevé a mi dormitorio y él me siguió como sabiendo a que íbamos ― soy una perra caliente ― pensé, me persigne tres veces y le envié todas las bendiciones a mi Lyon adorado y que dios lo tenga en su seno ― ¿será incesto? ― se me paso por la mente ― ¡Oh! mi dios … si lo es … perdóname … soy débil como mi carne ― me volví a persignar rápidamente porque ya sentía a Junior mordisqueando mis bragas que llevaba en la mano.
Apenas me senté al borde de la cama, Junior al igual como hacía su padre, me metió su joven hocico directamente sobre mi chocho, me estremecí de pies a cabeza, podía sentir su ímpetu y sus energías, necesitaba tocar su pene, eran tantos meses sin una verga con bola, que mi mano se fue a su vientre a acariciar su polla magnifica, alcance a tocar la puntita y me fui de espaldas cuando alcanzó mi clítoris, casi me muero de placer y un orgasmo como una chispa encendió en mí una cadena de sensaciones que faltaban en mi vida, Junior me estaba brindando esos locos deleites adormecidos en mí, me desnudé rápidamente y me subí a la cama impaciente por su pene.
Junior saltó detrás de mí y me aprisionó entre sus zampas, sentí gotitas de su semen que escurrían por mis muslos, la fogosidad y ansias en penetrarme lo hizo equivocarse varias veces, la furia y violencia de su juventud le jugaban en contra, yo hice lo que tenía que hacer, puse mi manito como embudo y encaucé su pene hacía mi canal vaginal, un grito gutural de bestia cachonda escapo de mi garganta, su bola no hizo más que acelerar mi goce, me corrí chillando y gruñendo y agarrando sus patitas y moviendo mi culito hacía atrás y mi vientre tiritando.
― Que cosa más bella y rica volver a ser perrita ― pensé, además que no le debo fidelidad a nadie, soy una perra libre y tengo un Rottweiller y un Pastor alemán que me andan olfateando mis partes pudendas, me regocijé mientras Junior me daba con todo y yo más gozaba, algunas lágrimas escurrieron por mi rostro, pero eran de goce y alegría de sentir su pene enorme profundamente incrustado en mi chochito.
Junior comenzó a pausar sus arremetidas y luego sentí la dulce sensación de recibir el semen de mi hijo, claro está que después de lo sucedido con mi Lyon, hice que me ligaran las trompas, así que ya no había ninguna posibilidad de ser preñada, mí coño rebalsaba semen y yo lo sentía escurrir por mis muslos y mí vientre, estuve abotonada a él por poco más de diez minutos y sonoramente nos despegamos, él se vino a lamerme e hizo que me corriera una vez más en un espléndido orgasmo, después de estar tanto tiempo sin recibir cariñitos, me sentí rendida, satisfecha pero exhausta, sin saber cómo me adormecí.
Esa noche Antonio también tuvo su parte y se alegró mucho de ver que estaba tornando a ser la de siempre, una mujer feliz de vivir la vida y a afrontarla con todas sus vicisitudes, su pene mantenía sus grandiosas dimensiones y me procuro variados orgasmos, incluso cuando invadió mi culito, le prometí que sería mas colaboradora con la granja que hasta el momento él había hecho funcionar el todo estupendamente.
Teníamos once cabañas y estaban siempre ocupadas, nuestros perros habían aumentado porque había muchísimos requerimientos de gente que vive en soledad con sus fantasías y nosotros los ayudábamos a hacerlas realidad.
Ese mediodía mientras Antonio dormía una siesta reparadora, se detuvo en la recepción un furgón blanco me acerqué a ellos pensando fuesen proveedores, pero no, era un matrimonio de chinos, ella lucía un velo y no me daba la cara, se sentía nerviosa y quizás avergonzada, les indiqué la cabaña once, porque la más lejana, también la más tranquila, me fui en mi bici detrás de ellos.
Una vez en la cabaña, él me preguntó muchas cosas sobre la tarifa, cosas estaban comprendidas en el precio y que cosas no, hizo que le mostrará la cabaña y como se usaban los implementos de esta, me pidió que le encendiera el plasma con pantalla gigante, me hizo abrir el refrigerador y se declaró conforme, la chinita en tanto, mujer menudita no hablaba nada, se mantenía en silencio prestando atención a lo que decía su esposo ― Rottweiller … Rottweiller ― fue lo único que dijo la chinita y el marido dijo que restarían hasta el domingo y que estaban interesados en un Rotty.
Tomé mi bici y me fui a buscar el Rotty que habían pedido, me preguntaba como una chinita menudita como ella iba a comerse el gigantesco pene del perro, siendo que el Rotty era más grande y mas pesado que ella, pero como se dice por ahí “en el pedir no hay engaño”, ya sabrá ella como se las arreglará para ello, pero el solo pensar al respecto, me hacía juntar los muslos pensando al enorme miembro en tan estrechito chocho, me dije ― esto tengo que verlo ―
Apenas dejé al Rotty donde los chinitos, me fui a la habitación donde Antonio tiene las pantallas de las cámaras, yo no tengo idea como utilizarlas, así que él me seleccionó la cabaña once y aparecieron seis cuadros en la pantalla, cada uno correspondiente a una de las cámaras instaladas, me hizo una breve instrucción para ir seleccionando las pantallas y luego se fue a atender la recepción.
La chinita se estaba desnudando y su cuerpo era realmente pequeño, alta quizás 1.50, unos cuarenta kilos, para su cuerpo sus senos eran bastante grandes, redondos y duros, su marido estaba sustrayendo unas cuerdas de su bolsa y se preparaba a maniatar a su joven y menuda esposa.
Arreglaron un choapino al centro de la habitación y acomodaron la robusta mesa de centro al extremo del choapino, la chinita menuda se arrodilló y puso su torso desnudo sobre la mesita, su marido procedió a amarrarla por todos lados asegurándose que no se soltaría en ningún modo, después él se desvistió y se puso un impermeable de cuero negro y sacó de su bolsa una especie de cinturón, un látigo y una asta platica telescópica que se alargaba, con esta última procedió a dar varillazos en el trasero de la chinita que se quejaba y daba gritos de dolor.
Antonio tan curioso como yo vino a ver, se bajó los pantalones y ya tenía duro sus majestuosos 24cmts. me hizo levantarme y después me tiro sobre su miembro, yo me abrí mi conchita para recibir su envergadura, abrí bien mis piernas y cuidadosamente me empalé en su pene, con la estimulación previa casi me corro, controlé mis movimientos y mí respiración para resistir los espasmos y tiritones, me quedé quietecita por un rato, en tanto la chinita tenía sus glúteos enrojecidos y su marido tenía al Rottweiller por el collar detrás de ella, el perro tenía su verga parcialmente fuera de su forro, era inmensa.
La chinita totalmente inmovilizada se quejaba y respiraba a estertores, totalmente excitada después del azote procurado por su marido, se veía ansiosa de recibir la gigantesca polla del Rotty en su estrecho chochito, se veía el esfuerzo de ella para poner su culito lo más expuesto posible, su consorte hizo montar al perro en su espalda y luego arrodillándose, agarro el miembro del animal y se lo enfilo en su chocho, la chinita dio un alarido desgarrador, el marido empujo hasta la bola dentro de ella y si bien su rostro era indescifrable, la mueca de agonía combinada a placer resultaba evidente, ella estaba gozando la extraña relación, un idilio perverso pero gratificante para ellos dos.
Antonio me estaba apretando las caderas y me penetraba con fuerza mi chorito, sentí que se tensaba y el caldo de su verga se descargaba en mi útero directamente, sus pellizcos a mis pezones y sus masajes a mis tetas me hizo correrme casi junto a él, este hombre es único y por ese motivo me puede tener todas las veces que él quiera, su arnés es fantástico, no creo haya otro igual, sobre todo cuando penetra mi trasero hasta que sus pelotas rebotan en mi concha, simplemente divino.
Continuamos a mirar las cámaras con los chinitos, el Rotty bombeaba la chuchita de ella y el esposo se había sentado sobre la mesita a horcajadas y la chinita se la estaba mamando, el pene del chinito no alcanzaba los 12 centímetros, la mitad de la verga del Rottweiller, se notaba que ella tenía continuos orgasmos, finalmente él se vino en su boca y cabellos, el Rotty se había girado y estaba culo con culo con ella, el chinito la comenzó a desamarrar de sus puños y piernas dejándola libre, pero todavía abotonada al poderoso perro.
Él mantenía al Rottweiller de su collar para que no lastimara a su esposa, ella se quejaba y gemía soportando los espasmos que la golpeaban y la hacían contorsionar lascivamente su menudo cuerpo, los orgasmos de ella eran manifiestamente vigorosos y la chinita los gozaba estirando su pierna que temblaba y sus gemidos y grititos de placer.
Finalmente, el Rotty se liberó de ella y un rio de semen se volcó fuera de ella, su marido acomodó lo mejor que pudo las toallas y ella sin perder tiempo se metió debajo del perro a chupar su pene goteante, hasta ahí Antonio continuaba a estremecerme con su polla dentro de mi chocho, pero me dijo que tenía que hacer y comenzó a levantarse, haciendo deslizar su pene fuera de mi conchita.
Yo también me levanté y me fui a lavar un poco el semen que escurría por mis muslos, cuando volví Antonio estaba atendiendo una pareja de españoles que se iban, la mujer se acercó a mi y me pregunto casi bisbiseando ― encontré que el sabor del semen de sus perros … es … agradable … ¿cómo los alimentan? ― sonriendo enorgullecida le dije ― ese hombre que esta ahí, es el que se encarga de la alimentación … pero puedo decirle que los hacemos beber agua con canela y su alimento es a base de arroz … muy poco alimento para perro … incluso él les cocina unos panecillos de harina de arroz con verduras … es una alimentación muy sana … sin carbohidratos ― mientras le respondía esto, le apunté a Antonio, porque él es el que se encarga de la alimentación de nuestro animales y su cuidado sanitario, me agradeció y se fue a interpelar a Antonio.
Los días siguientes no sucedió nada de extraordinario, yo después de ver a la asiática como gozaba con el Rottweiller, me había decidido de llevarme uno de los tres Rotty que tenemos allá abajo a los sauces, así que esa tarde primaveral fui a buscar a Oso, el de talla mediana y me lo lleve hacía el riachuelo bajo los sauces, la fuerza del animal casi me hacía caer, no fue muy fácil y ya me preguntaba como lo iba a aguantar una vez que me abotonara.
Extendí una frazada sobre el césped y el experimentado Rotty vino inmediatamente con su hocico entre mis muslos, me recosté y suavemente aferré su gorda polla que comenzaba a asomar de dentro de su peludo forro, comencé a acariciar sus peludas bolas calientes y llenas de semen, ese semen que pronto sería mío, sentí que algunas gotitas de esperma salían de la aguzada verga del perro, el Rotty encontró mis labios vaginales estrechos y empujo su fría nariz sobre mi clítoris, haciéndome estremecer y arquear mi espalda con lujuria, estaba deseando tenerlo dentro de mi conchita lo antes posible.
Me acomodé un poco mejor y las gotitas de semen comenzaron a caer sobre mis tetas, pronto estas relucían bañadas en lefa tibia y abundante, mis pechos sinuosos resbalaban en mis manos mientras los masajeaba con esa lechita que continuaba a salir de la polla rosada del Rotty, unas gotas las lamí con mi lengua y de verdad el sabor era agradable, pero la mayor parte de estas seguían bañando mis senos y mi torso entero.
La larga lengua del Rotty continuaba a lamer mi conchita y me penetraba ocasionalmente con ella haciéndome vibrar y contorcerme como loca, yo seguía chupando su verga con energía y avidez esperando la recompensa en forma de néctar acuoso y abundante de su semen, mi boca comenzó a ser follada por el Rotty en sus desesperación por correrse en mi paladar, con mi mano apuré su clímax y el gratificante premio comenzó a explotar en forma de chorritos que inundaron mi boca y rápidamente tragué los cálidos borbotones aspro-dulces de esperma canina, una y otra vez el Rotty bombeaba semen en mi boca y yo respiraba entre trago y trago para no perderme una sola gota.
Yo y el perro nos acomodamos uno al lado del otro y nos sumimos en un pequeño letargo reparador, pasé mí muslo desnudo sobre el lomo del animal y lo atraje hacia mis senos, el perro me dio un lengüetazo en el rostro y se quedo apacible al lado mío, nuestras respiraciones se confundían en el silencio del lugar, solo los trinos suaves de las aves se escuchaban casi en la letanía.
Me desperté con la boca seca y pegajosa, tuve que carraspear un poco, Oso me dio un lengüetazo húmedo en mis labios, justo lo que necesitaba para la sequedad de mi boca, así que yo lo retribuí con un beso en su hocico, ambos nos habíamos despertado y también mi chochito se hacía notar, metí mi mano por mi vientre y alcance el pene del Rotty, solo la puntita asomaba, así que me puse a masajearlo y hacerlo salir de su guarida, poco a poco a lo sentí en mi vientre, él se alzó y comenzó a lengüetear mi rostro, me estaba dando besitos por el placer que mi mano procuraba a su creciente polla.
Mi conchita rosada y tibia, se abrió como los pétalos de una flor carnosa y bañada por el rocío, cuando me puse en cuatro presentándosela a mi pretendiente, néctares dulces y sabrosos rezumaban desde mi apertura y el Rotty empezó a saborearlos con su larga lengua que forzaba mis carnes y obligaban a mis rodillas a abrirse más y más en espera del ansiado miembro que pendía como un péndulo bajo la pancita de Oso, la lengua larga, raspante y ágil del perro me tenían en la cúspide de un orgasmo estupendo, justo cuando pensé que me iba a correr el Rotty abandonó mi vagina y se dio un par de lengüetazos a su propia verga, después salto a mi grupa y me atenazó con sus zampas, para comenzar una danza de saltitos y clavadas a mis muslos, culo y chochito, hasta que en un enérgico empujón, penetró mis encharcados labios vaginales haciéndome gritar loca de placer.
Mis caderas comenzaron a rotar con vida propia y mi culo retrocedía para permitir que mi chocho fuese empalado una y otra vez, la gruesa pija de Oso estaba dentro, pero su bola empujaba hacía los lados mis labios regordetes haciéndose espacio para entrar en mi cuevita, pasé mi mano entres mis muslos y alcancé esa maravillosa bola del tamaño de una naranja y la empujé en mi interior, ya estaba medio inflada, pero al sentirse dentro de mi conchita comenzó a inflarse más y más, desatando una cadena de orgasmo que borraron todo los que había alrededor, era como si mis ojos se hubiesen puesto turnios y mi boca se abría como un pez fuera del agua, me faltaba la respiración y me estremecí decenas de veces y lloré, y grité, y gemí, casi con la misma velocidad que este bruto me estaba embistiendo con sus cuartos traseros y empujando su maravillosa verga toda enterita dentro de mi concha famélica de sensaciones.
Me corrí un sin numero de veces, saqué como seis champas de pasto fresco, no sabía que aferrar y tironear ni como sostenerme de la fuerza de este animal, me hacía temblar toda, me recordé de mis primeras veces con mi Lyon, luego perdí mi lucidez y me transformé en un amasijo de chocho y pija, mi cuerpo entero sentía las estocadas de ese pene fabuloso que me hacían contorsionar y chillar y gemir y temblar y sollozar en espasmos infinitos, luego Oso se detuvo y mi cerebro pudo posicionarse dentro de mi cabeza y comenzar a producir razonamientos e ideas otra vez.
Estaba pegada a las bolas de Oso, todo mi culo hacía arriba, mi rostro estaba sobre el césped y mis tetonas enormes me golpeaban en mi barbilla y mentón, una cantidad enorme de semen Oso me estaba bombeando dentro mi almejita trepidante que palpitaba a cada borbotón, el Rotty subió una de sus patas por sobre mi culo y nos quedamos trasero con trasero bien soldados el uno otro, inmediatamente aprisioné sus patitas traseras para impedir que me sacara a paseo por el bosque.
Oso continuó impertérrito a descargar sus semillas en mi cérvix, mis pliegues se expandían más y más para hacer espacio a toda su esperma caliente, mi vulva fundente e inflamada succionaba esta pija palpitante, el olor embriagante de sexo y semen canino llenaba mis fosas nasales, mi canal vaginal estaba colmado de verga y bola que no permitían expulsar ni siquiera una gota del acuoso esperma que continuaba a fluir desde los cojones de Oso.
Mi rostro era una careta de pura lujuria animal y mi boca trataba de respirar a bocanadas, sediento de placer mi exuberante cuerpo entregado totalmente a esta obscena concupiscencia que me aturdía y no me permitía salir de este caos de desenfrenado goce, mis gruñidos de perra en celo no cesaban y las palpitaciones de la verga de Oso tampoco, sentí un hilillo de líquido escapando de mí vagina y supuse que su verga y bola comenzaban a achicarse, no se cuanto tiempo hemos estado así pegaditos, pero el sol estaba bajo en el horizonte y las sombras de todo se habían alargado.
Cuando Oso me desabotonó, un charco de líquido salió de mí abertura vaginal, escurriéndose por mis muslos, afortunadamente el riachuelo cercano me sirvió para lavar un poco mis carnes impúdicas y satisfechas, luego con paso vacilante me fui hacía la casa con Oso caminando feliz a mi lado.
Los rayos del sol habían desaparecido bajo los distantes cerros y me esperaba un baño reparador y una que otra caricia a mi conchita ajetreada e indecorosa, pero siempre pronta a brindarse alguna escapadilla con algún pretendiente peludo, soy viuda pero no estoy muerta, sino feliz de disfrutar lo que la vida me brinda.
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