XX mi mejor Amante
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Rose.
Soy una mujer profesional, absolutamente independiente, separada, tres parejas, transcendentes en el pasado. Vivo en región hace años. Tengo un importante cargo en el departamento de sistemas de informaciones de una conocida empresa de mi país; lo que me permite tener un excelente pasar.
Tengo 38 años, físicamente sé que tengo una excelente figura y de rostro es agraciado también. Esto me ayuda a ser una persona muy segura de mi misma, porque me sé atractiva, me considero una equilibrada, muy ejecutiva, normal y corriente, pero con un secreto que creí por mucho tiempo me hacia diferente. Pero me he dado cuenta con el tiempo, que mi secreto, que celosamente he guardado toda mi vida, no es tan único y otras mujeres también lo hacen. Las ganas de contarlo las he tenido siempre y este medio es una excelente manera para no llevarme este secreto a la tumba. Todos los hechos son verídicos, trataré de relatarlo cronológicamente parte de lo sucedido, por lo menos lo más importante. Se los paso a contar:
Cuando chica vivía en Santiago, estudiaba en la jornada de la mañana mis hermanos mayores en la tarde, mis padres trabajaban y me quedaba sola luego que la nana (sirvienta) me daba almuerzo y se iba, yo veía televisión hacia las tareas del colegio; charlar por teléfono y visitar mis amigas, era mi vida durante la semana.
En una oportunidad, poco antes de los 14 años en la casa de una amiga, que frecuentaba y que vivía cerca de mi, un día vi como su perrita como era poseída por un perro, vimos todos los detalles, como la lengüeteó, como la tomo con sus patas delanteras y como después de muchos intentos la ensartó y luego como quedaron abotonados ambos. Quede muy impresionada y al igual que mi amiga, muy intensamente excitadas ambas. Era algo que no conocía y me daba cuenta que me impactaba y fascinaba. Recuerdo que el momento que tome conciencia que los hombres nos podían ensartar y era muy rico; se me corrió un velo que no me permitía ver lo evidente.
Cuando llegue a mi casa me puse a observar mi perro y comencé a masturbarlo, él reaccionaba inmediatamente y se erectaba; descubrí entonces que eso a mi, me excitaba muchísimo, de modo que comencé a hacerlo frecuentemente y cada vez mas a menudo; al poco tiempo, me comencé con una mano me masturbar en mi clítoris y con la otra el pene de mi perro. Lo que vendría era cosa de tiempo. Partí con los lengüeteo de mi perro, recurrí mucho a su lengua que era fantástica, su rugosidad era maravillosa, descubrí que a medida que me excitaba, mas fluidos de lubricación me salían y mi perro mas se interesaba, sentía como la fuerte lengua del animal me penetraba incipientemente, provocándome unos espasmos que me convulsionaban entera. La lengua de un perro es única y fantástica lo sostengo hasta el día de hoy.
No recuerdo cuando ni como pero comenzó a circular en mi mente cada vez mas la idea de introducirme el pene de mi animal. Primero lo hacia con la mente en forma imaginaria. Me detenía el asco, la posibilidad de quedar abotonada y la idea de la virginidad, quería perderla con un hombre. Lentamente con la excitación, el asco y a visión de la virginidad desapareció; pero me entusiasmaba la idea que no hablaría. No paso mucho tiempo hasta que un día me decidí y ocurrió.
Llegue muy estimulada por una pareja de novios que vi y observe, en el metro(subway) besándose, estaba muy lleno y me deje apretar por ellos, así que les escuche claramente lo que hablaban y lo que iban a hacer luego. Llegue a mi casa a mil, era lo que me faltaba, comencé a masturbar mi perro y no se como, estaba sobre él, lo puse despalda y yo encima, comencé a frotarme mi clítoris con su suave pene; lo había hecho en otra oportunidad pero esta vez en mi mente estaba la decisión de introducírmelo. Poco a poco, me comencé a masturbarme mas adentro; el limite era de metérmelo pero no mas allá de lo que me había introducido un dedo mío alguna vez en las noches, aunque quería ser muy precavida y con mucho cuidado, para que no entrara mucho; pero la excitación fue mas y sin darme cuenta, lo tenia adentro mas de la mitad, ya que en ningún momento me dolió, eso era mi gran temor o mi barrera.
Comencé a moverme sobre él, al mismo momento que me frotaba el clítoris con mis dedos y sin que esta entrara completamente. A mi trastornaba de placer, tan solo la idea de estar con un pene vivo dentro de mi, era una vivencia real, me encantó. De este modo así comencé a hacerlo cada vez mas seguido, casi todos los días, metiéndomelo más adentro cada vez y por más largo tiempo, siempre estaba sola y el libre albedrío para gozar era total.
El pene de mi perro, era rosado rojizo y puntiagudo, tenia una dureza en su interior, como un hueso o cartílago que lo hacia parecer erecto aunque estuviese pequeño, tenía unas protuberancias laterales en su base del pene, este se erectaba en dos etapas, primero el pene mismo y luego, se le inflaban las protuberancias y cuando las estrangulaba levemente por atrás, se ponían duras, ya que simulaban, una penetración total. Todo el aparato de la base a la punta era inmenso, según yo.
Me daba terror que me las introdujera por el tremendo tamaño y también, porque claramente por la forma de las protuberancias, era el motivo que quedaba adherido con su pareja perra, me cuidaba mucho que no me las metiera.
Para yo concretar la relación, lo colocaba de espalda sobre un piso, me lo introducía su primera parte y sujetaba con tres dedos la protuberancia para que se inflara afuera mío, apretándola, en su parte trasera con los dedos índice y medio, ya que de ese modo, le simulaba la penetración completa. En ese instante, me sentía segura y comenzaba a gozar apretando su protuberancia, por fuera, sobre mi clítoris sin que estas entraran en mí. Fueron mis primeros, incipientes orgasmos. Pero la idea, que me penetrara entera y quedar adheridos, estaba presente ¡¡como!! excitaba mi mente . Poco a poco le perdí en miedo y un día de a poco me lo permití y lo introduje todo dentro de mi, en forma fugaz sacándolo rápidamente antes que se inflaran las protuberancias de la base, sabia que podía quedar abotonada, pero me fascino la idea haberlo tenido todo, todo.
Como me lo pude sacar, me tranquilizo, mis miedos, ya que lo podía retirar. Me trastornaba de placer haberlo tenido todo adentro y a los dos días que estaba como acostumbraba “semi ensartada” y por lo excitada, me decidí. Me lo saque, deje que se bajaran su inflado y nuevamente me lo introduje, pero hasta el final dentro de mi, pensando sea lo que sea, la excitación fue mas que el dolor y entro, comencé a sentir como las inflaba dentro de mi en toda su magnitud, crecían y crecían en mi interior, abriéndome mis carnes, en ese instante me dio mucho susto y trate de sacármelo, pero no pude, porque el dolor fue muy grande al tirar, deje de traccionar y apreté, todo volvió completamente a mi interior, un dolor de desgarro que aumentaba ya que sentía como crecía cada vez mas, me invadió y el pánico también, me sentía llena, el placer de sentirme llena, pero me comencé a desesperar, pero no tenia alternativa, solo podía y tenia que tranquilizarme.
Apreté nuevamente y deje que se fuera completamente al interior mío el escozor fue menor y el miedo también bajo; trate de relajarme y tranquilizarme ya que estaba embromada, tenía que apechugar y esperar que saliera solo.
Conocía muy bien su tamaño, pero ahora lo sentía más grande que nunca y la idea de verlo todo dentro mío, cuando me miraba entre mis piernas, me trastornaba de placer y comencé a moverme y traicionar suavemente pensando en gozarlo y con la excitación, el dolor desapareció en placer y el miedo se esfumo, recuerdo que sentí que era el instante que estaba perdiendo mi virginidad, dolía y me sentía llena, completamente llena. Yo estaba encuclilla sentada sobre el tremendo pene de mi perrito y todo dentro mío, ambos conectados carnalmente.
Comencé a apretar y levantarme para ver cuan abotonada estaba de él, sentía que me abría desde mi interior y me dolió nuevamente mucho, apretaba mi vagina y volvía todo al interior, me produjo una sensación fantástica, y comencé a repetirlo y gozar y buscar el orgasmo en esta forma diferente, ahora no necesitaba las manos como antes, me concentraba solo en mi vagina, yo apretaba fuertemente tiraba y lo podía levantar a mi animal, que estaba despalda. La parte del pene que salía de mi, después de la bola de la base, que estaba adentro mío, se alargaba en forma impresionante y se estiraba como un elástico, largo y delgado, lo miraba entre mis piernas como me unía carnalmente a mi animal, no podía creer que, todo ese tremendo artefacto que conocía bien, estuviese completamente dentro mío resultaba fantástico para mi mente; literalmente comencé a tirar y gozar. Al mismo tiempo latía fuertemente y escupía dentro mío semen caliente como nunca y sin parar que me llenaba mi interior; pasaron los nerviosos minutos y media hora o mas después se salio, me dolía todo, mi vagina, por el tremendo instrumento, mis rodillas, por el suelo y después mis caderas todas rasguñadas por sus patas traseras.
Sangre virginal no alcance a ver pero si mucho semen y me perro comenzó a lamer rápidamente. Fui al baño y puje todo lo que pude, y el agua se tiño levemente rojiza, fue toda mi sangre virginal que me pude ver.
Estaba muy adolorida, me estuve bañando mucho tiempo, me sentía contenta, arrepentida, sucia, emocionada, desconcertada y feliz por lo descubierto; había una mezcla de todo, sabía si, que nadie lo sabría y también, que lo repetiría, pero no lo pude hacer hasta una semana después, por todo el dolor y el susto que me quedo por varios días por el largo tiempo que quede adherida y poseída por mi animal a su merced. El placer de recordar lo que había hecho me revolcaba de gozos, tan solo el pensamiento de haber estado ensartada de esa manera, el placer me lanzaba a las estrellas. A la semana siguiente no me resistí y lo hice nuevamente, a partir de ese momento no pare más de hacerlo, cada vez más a menudo. Aprendí que a apretar fuertemente la vagina, para mantenerlo bien adentro mío, ya que de ese modo, no dolía al traccionar que era lo que me daba mucho placer, apretando y tirando los orgasmos se repetían.
Comencé a hacerlo cada vez con más frecuencia, hasta que me hice una experta, primero dos veces por semana como mínimo, pero luego fue un vicio, casi de lunes a viernes. La forma que hacia sexo en ese tiempo era la siguiente: Siempre yo encima de él de espalda; lo tomaba con mis manos sus patas delanteras y en las traseras, le ponía calcetines blanditos con relleno que le hice para que no me rasguñara mi trasero. Fue una época fantástica, exquisita, sabía que no me podía engendrar y solo era gozar, a nadie le hablaría de mí; porque mi perrito no hablaba, no le contaría a nadie lo que me hacia, siempre estaba dispuesto, siempre quería, me gustaba me controlara, poseyera, ser de él y me sometiera a su voluntad de estar adentro mío todo el tiempo que el quisiera.
Cuando me soltaba, me limpiaba entera con su lengua. Me encantaba porque estaba siempre listo y nunca pedía más que comida y cariño y como se lo daba. Teníamos un maravilloso secreto los dos y que secreto.
El terror de ser sorprendida o el placer de lo oculto, de lo prohibido, mas me hacia gozar; era imposible que nos pillaran, porque siempre en las tardes estaba sola y si tenía la urgencia de desabotonarme sabía que lo podía hacer, pero eso si sabía que dolía, dolía y mucho, una sola vez lo hice y el dolor me duro casi toda la semana. Nunca estuve en una situación de miedo, por alguien que llego a la casa una hora inesperada, hoy creo que con el susto, no podría haberme zafado por la tensión. El encerrarme en mi pieza por dentro, era mi única protección real de no ser descubierta en el acto y también mi tranquilidad.
Hoy me doy cuenta que de chica fui muy ardiente, en mi casa nunca se dieron cuenta la diablita que habitaba en mi interior. De mis acciones nunca me he arrepentido para nada, incluso hoy me gusta haberlo hecho, es mas, se la recomiendo a cualquiera. La mujer que no ha cogido con un can pero no ha vivido.
Toda esta fantástica aventura duro poco mas de dos años hasta que un día desapareció en forma trágica por culpa de un hermano y lo atropellaron, fue terrible, yo lloré mucho, nada me podía consolar, fue mas que terrible y me prometí, no tener una mascota nunca mas. Hoy creo que de no haber ocurrido esta tragedia, me habrían pillado tarde o temprano.
Un año después tuve un pololo (novio) lo excité al máximo, con promesas de sexo, todos los días le decía que mañana, durante una semana y poco antes de los 17 años me lo devoré, comenzamos a tener relaciones; la primera vez, le hice un tremendo show de miedo, por “ser virgen”, el quedo feliz y yo también.
Con satisfacción puedo decir que experimenté un orgasmo en mi primera vez que tuve relaciones con un hombre, no conozco amiga que pueda decir eso, por la experiencia que tenia con mi perrito, me supe y logré conducirme muy bien al éxtasis orgásmico. Creía que los conocías en su máxima plenitud, pero este fue mucho más de los que había experimentado hasta el momento. Recuerdo y hoy, me río de lo contenta que estaba, me decía y repetía “que rico son los hombres”, “es fabuloso”, el mundo era maravilloso. Lo comenzamos a hacer a diario ya que era muy rápido, hacerlo con un humano, cinco a diez minutos y estábamos listos. Me encantaba tomar una actitud pasiva y dejarme poseer.
Me quedaba inmóvil, desconectaba mi cuerpo y me concentraba mi vagina, me sentía ser solo mente y una vagina; mi yo y mi vagina; el hombre hacia todo y hablaba de lo que sentía en el acto. Recuerdo que a él le fascinaba como yo estrechaba mi vagina después de la penetración y apretaba yo su pene, luego hacia con contracciones rítmicas a mi voluntad, era el único movimiento de mi cuerpo, él estaba impresionado, lo hacía con toda mis fuerzas, cuando yo sentía que él comenzaba su orgasmo, mi novio creía que eran simultáneos al de él.
Cuando soltaba de apretar, saltaba violentamente, el semen dentro mío, en tres tandas me llenaba, yo hacia los apretones buscando su ritmo de eyaculación estrujándolo; los orgasmos míos ya habían recorrido mi cuerpo y mas de una vez y frecuentemente, un tercero final, después al de él, al que yo lo llamaba “triple mortal”. A apretar tan fuertemente, fue una gracia que aprendí por mi perrito. Recuerdo que mi novio que me decía que era como apretar tan fuerte con su mano, tanto rato, hablaba de eso todo siempre, le encantaba. Esta forma de apretar, mi parte intima, me ha caracterizado toda mi vida y me encanta practicarlo y como pongo a los hombres.
Con ese novio, nos gustaba hacerlo demasiado seguido a ambos; hasta que mi mama nos hizo una trampa y nos pillaron. Yo estaba tan curtida, con el miedo que me sorprendieran con mi perro, que casi no me importó, que lo hiciesen con mi pololo. Mi mamá hizo un escándalo, en cambio mi papa, sentí que me apoyo y bajo el perfil, y dijo algo que me sorprendió, “pero es mas normal a que fume”.
Al poco tiempo todo se acabo con mi novio. La pelea partió por una amiga que no conocía mucho, me pregunto si era verdad que yo apretaba muy fuerte cuando tenia relaciones; la tonta bruta quería que le explicara como hacerlo. Me dio mucha rabia ya mi novio obviamente contaba nuestras intimidades a sus amigos. Era hombre y el hombre hablaba. No paso mucho mas y todo se acabo, no me quería, ni lo quería realmente, esta relación, era solo practicar sexo y por el control de mi madre no podíamos hacerlo seguido. Paso poco tiempo y luego fue otro hombre y mejor dotado.
En esos años y desde que tengo recuerdo, todos los veranos solíamos ir al campo, al sur donde mis tatas (abuelos) y los fines de semanas, solían venir también unos primos, uno de ellos me gustaba excitaba y ya estaba dispuesta acostarme con el, pero las cosas no se dieron. Cuando se fue el que me gustaba quede con muchos deseos y recordando lo que había hecho con mi perro y lo que pensé que nunca se repetiría, volvió a ocurrir. Mis abuelos tenían muchos perros y me seguían, comencé a masturbarlos uno a uno y las ganas de hacerlo nuevamente, fueron aumentando hasta que me anime y “probé” a uno en un maizal, el que me pareció mas limpio, por sus colores, me saque mis pantaloncitos no estaba segura de metérmelo pero antes de 30 segundo ya estaba penetrada totalmente, ensartada y abotonada sin la menor posibilidad de poder soltarme, lo sentí inmenso, mucho mas de todo lo que conocía, de hombres y perro, me lleno de esperma, hasta sentirme inflada por la presión de la cantidad y el descomunal instrumento y me encanto, pero me dio terror que me pillara otro primo que me rondaba.
También me gusto mucho como otros perros me miraban mientras era poseída, con el hocico cerrado como esperando su turno. No lo volví a repetir en el campo nunca mas, una por el susto y otra que no me gustaba su olor de estos animales, pero que la goce, la goce. Lo importante para mí fue que tome conciencia que con repetir experiencias pasadas, me di cuenta que eso era lo mío y que tendría que tener otro perro para mí nuevamente, era lo que me encantaba comencé a hacer lobby en mi casa que quería un perrito y ese mismo año siete meses después de recuerdos de pensamiento eróticos y algunas prácticas sexuales con amigos.
En las vacaciones de septiembre me lleve un perrito nuevo; tenía que ser chiquitito para que nadie sospechara y criarlo bien limpio, sin ningún parásito; yo misma lo seleccione por los colores, cafecito claro, casi blanco, tenia de labrador y otras razas mas grande, con el pelo muy corto; pero la verdad que la selección fue, porque era igual al supuesto padre, el que tenia un tremendo instrumento y así fue cuando creció mi XX(Rntntn) resultó espectacular. Lo comencé a penetrármelo de chiquitito, para lo cual desarrolle una forma nueva, me colocaba a mi pequeño encima, yo de espalda sobre un cojín en el suelo y él sobre mi estomago, entre mis piernas, esta posición era práctica y grata para mí y para él también, se movía rapidito esa cosita peluda. Yo lo sujetaba con mis piernas y lo apretaba con mis talones hacia mi, aunque era chico tenia su cosita, que cuando me la introducía sentía una extraña cosquilla y me hacia mucho reír, también. Lo abrasaba y lo hacia lamerme los pezones, que al poco tiempo ya alcanzaba justo; se quedaba haciendo solo latidos de eyaculación.
Cuando estuvo mas grande, al poco de estar penetrado en mí, quería darse vuelta y si yo lo sujetaba con mi apriete vaginal pero si me descuidaba, se salía, ya que era muy chico aun. Pero en pocas semanas siguió creciendo cada vez lo sentía mas grande y mas semen echaba dentro de mi, !!como creció¡¡ cada ves estaba mas grande dentro de mi y mas me hacia gozar, Rápidamente se transformo en mi rey, a medida que crecía comencé a usar mas cojines en mi espalda, para quedarle mas alto, En ocasiones lo dejaba darse vuelta, lo que hacia con mucha habilidad levantaba un patita y quedábamos culo con culo invertidos, el con las piernas en el suelo y yo con la espalda sobre los cojines mirando el techo, con las piernas abierta con mi perrito entre ellas y el animal dentro mío. Cuando comenzaba a tirar levemente y yo apretaba fuertemente la vagina y lo atrapaba con fuerza en mi interior, provocando unas sensaciones, más que fantásticas, entre más apretaba, más intensas eran.
Con los muslos lo cogía de las caderas regulando lo que el tiraba. Con una mano me masturba en el clítoris y con la otra en los pezones mientras sentía como el escupía semen muy caliente y sin parar. De este modo yo obtenía todos los orgasmos que yo quería y eso que no estaba aun, por su corta edad en su máximo esplendor, prometía, prometía mucho.
A los 6 o 8 meses no recuerdo bien, ya tuvo el tamaño casi adulto y cuando me penetraba ya no me lo podía sacar, al menos sin un terrible dolor, a partir de ahí lo deje siempre completar su ciclo, no tenia alternativa. A esa edad aproximadamente pudimos hacer cómodamente la posición en cuatro patas, era notorio como a él le gustaba, porque obviamente le era natural. Literalmente lo hice grande y lo enseñe y me enseño como poseer a una hembra humana, la mujer “a lo perrito”. Pero en un principio no pude gozar todo lo que quería a mi perrito, no pudo ser en plenitud, a rienda suelta sin restricciones hasta el año siguiente.
Esto fue por que en Santiago mis hermanos que estaban en la Universidad y sus horarios eran dispersos, podían llegar en cualquier momento y tenía que cuidarme en forma extrema; mi casa no era tan segura como antes. Mis papas trabajaban como igual y nunca llegaban a deshoras. Me limitaba en las penetraciones y era muy incomodo hacerlo con mucho nervio. Ese verano me moría por poseerlo, pero siempre había alguien, así que me dedique intensamente a enseñarle a obedecer órdenes normales y con muchísima paciencia y cariño, con el tiempo (años) aprendió a ser un perro ejemplar. Las horas que le dedique exceden todo lo razonable, eran tardes completas dedicadas a entrenarlo. Llegue a lucirme con él, por buenas costumbre y obediencia, pero solo acataba mis ordenes.
Se acabo el verano y todo comenzó a cambiar en Marzo cuando entre a la universidad en Valpo, a mis papas se opusieron mucho que estudiara fuera de casa. La única mujer de la familia y viviendo fuera de casa, No tuvieron alternativa y me fui a vivir sola; como mis papas ambos trabajaban, la situación económica era buena y arrendé en un edificio pequeño de tan solo cuatro departamento, tenían una hermosa vista al mar, lo arrendaban de marzo a diciembre, no era caro ya no tenia posibilidad de estacionamiento. Solo dos tenían patio, uno de esos, era mío y especial para mi perrito.
Al mes que me fui, en Santiago mi XX a mis papas les molestaba, les rompía todo con los dientes, así que me dijeron “porque no te lo llevas” y te cuidará tu departamento y “como tu tienes patio, estará bien”; aparenté que no era una buena idea, para evitar sospechas y como yo viajaba todos los fines de semanas, al tercero hice que me convencieron. Estaba feliz ya que eran justo mis planes y el domingo mis papas me fueron a dejar en auto con mi animal. Desde ese instante, me pude dedicarme a mis anchas, todas mis pasiones, ya que hasta el momento me había tenido que limitar en mis deseos.
Para ese entonces XX, tenía más de 9 meses aproximadamente y era torpe y aún so obediencia era total. Su tamaño no era de completamente adulto, pero a si al año su pene era grande y gordo como mi muñeca, entre la punta y su protuberancia eran 15 cm., su punta era casi plana, luego la bola de la base era inmensa, el conjunto llego a medir a los pocos meses como 25 centímetros; este descomunal instrumento de este animal llego a penetrar dentro mío y se perdían en mi interior. Hoy, aprieto de placer las piernas recordándolo. Yo sentía como me estiraba internamente y me llegaba al fondo, literalmente me dejaba llena, absolutamente llena, con él y en ese lugar aprendí, que son los orgasmos de las diosas y lo que es la penetración hasta el alma, pero para eso fue mucho tiempo de entrenamiento para mis gustos. Fue un arduo, duro y muy grato trabajo, él cada vez lo hacia mejor.
Esto duro toda mi carrera, con el tiempo XX se puso extraordinariamente perceptivo, cuando yo llegaba él sabía inmediatamente cuando yo tenía con ganas, incluso antes que yo misma me diese cuenta. Nos mirábamos y me daba cuenta que estaba excitada y partíamos.
Con él desarrollé una forma para que me satisficiera sexualmente. Me dedique a enseñarle la rutina para mi placer. Era toda una serie de actuaciones que XX percibía y aprendió a reconocer rápidamente. Lo miraba a los ojos un momento y se paraba instantáneamente, nos mirábamos, le decía comentarios eróticos con voz baja, que obviamente me excitaban solo a mí, pero él ponía mucha atención por la voz baja, luego me detenía frente a él y le decía ¿Ya?, se ponía evidentemente feliz y me empezaba a seguir; los perros, me he di cuenta saben reconocer un lenguaje de actitudes. Yo preparaba el escenario, una banca, cojines, una toalla, prendía el calefón para bañarme después del coito que íbamos a tener. Cuando me veía con los cojines se desbordaba de alegría, ya el sabía lo que tendría que hacerme, me masturbaba de pie frente a él y le daba a oler y chupar mis dedos, con eso él ya sabía lo que venia, porque comenzaba su verga a erectarse, asomando la punta filosa, rojiza y brillante de su pene, se alborotaba de muy contento. Yo nunca lo engañaba.
El hacía muchos ademanes para mostrarme que estaba feliz y se comportaba muy obediente acatando a la primera orden, daba diversas señales claras que sabía lo que íbamos a hacer, luego, yo le pasaba unos calcetines de lanas muy gruesos que yo mismo había tejido muy apretado para sus patas, le colocaba estas botitas de lana, que eran para no me lastimara para cuando cogía mis caderas con sus patitas delanteras; muchas veces él mismo los traía y se dejaba ponérselos.
Yo comenzaba a desvestirme, me sacaba mi ropa interior de pie, abría las piernas y comenzaba a lamerme, jugueteábamos en el suelo, es fascinante sentir desnuda el roce de los pelos en mi cuerpo, nos revolcábamos y sentía el contacto del pene húmedo luego me sentaba y acomodaba una banca bajita acolchada, cuando aumentaba mi excitación y comenzaba a mojarme, él mas me lamía introduciendo su pedrosa y larga lengua canina, retirando mis fluidos de el origen mismo, de una forma que ser humano alguno jamás podrá hacerlo, la fuerza y la potencia de esa lengua, un hombre jamás la podrá igualar en resistencia la profundidad de penetración, la suavidad y aspereza son únicas, me convulsionaba todo el cuerpo de una forma que me hacia literalmente perder la razón cuando la excitación bordeaba las estrellas.
Me daba vuelta y me ponía en cuatro patas con las rodillas yo me acomodaba acostándome al borde le la cama con mi barriga sobre mi banquita que tenia que alcazaba justo a la altura de mi estomago, donde reposaba, dos cojines para mis rodillas, con mi trasero levantado y sobre una toalla cubriendo todo.
En esa posición seguían las caricias y penetraciones de lengua, hasta que yo le daba una orden, “up”, “up” saltaba sobre mí, ya no había retorno, inmediatamente y comenzaba a intentar penetrarme con rápidos movimientos.
. Cuando me sujetaba con sus patitas ya no me soltaba, me lo introducía, yo le sujetaba las protuberancias hasta que se inflaran afuera mío me relajaba a sentir, sentir y sentir un orgasmos tras otro sus fantásticos movimientos animales inagotable frotándome mi clítoris
Me tomaba con sus patitas mis caderas con mucha fuerza, de manera que casi no podía soltarme, luchábamos los dos en silencio era el instante de libertad ya no obedecía ordenes, se invertían los papeles y yo era sometida obligándome a sus deseos, comenzaba a sentir el tacto sus pelos en mis muslos y su pene a tocarme mis muslos, me convulsionaba hasta perder la razón; siempre le costaba un poco achuntarme la penetración y lo ayudaba con la mano. apenas sentía él, que estaba penetrando en mi zona húmeda de mi agujero, partía con mucha fuerza a bombear para introducirlo, con la primera parte adentro, yo apretaba muy fuertemente mi vagina para impedir la penetración de su protuberancia y con la mano lo impedía que me la introdujera, con mis dedos entre las piernas impedía que entrara toda la bola basal, por mucho que XX hiciera esfuerzos, yo no lo dejaba pero con estos intentos, me frotaban el clítoris en forma fantástica y no paraba, en sus movimientos de mete y saca, tomándome con sus patitas mis caderas. No paraba con sus movimientos.
Tenia una resistencia de un animal podía estar largísimo tiempo, con movimientos rapidísimos sin parar me frotaba mi clítoris haciéndome sentir sensaciones increíbles. La velocidad de sus movimientos era insuperable y no paraba bombear, el roce con el enorme esfuerzo de contracción que yo hacia era más que fantástico, yo me dedicaba a buscar mi primer orgasmo, buscando con mi mente las acciones que estaban realizándome. En su cúspide lo soltaba y me relajaba, y me entregaba a su voluntad, diciéndole “YA”, “YA”, “YA”… el sabia la orden yo me ponía firme soltaba mi sexo y me penetraba entera con sus bolas instantáneamente.
Sus protuberancia era enormes parecía casi imposible que entraran en mí, pero como aun eran blandas lo lograba hacer, una vez en mi interior, las inflaba con una rigidez que casi me mataba, ya no me lo podía sacar, pasaba algunos segundos y sus bolas se colocaban duras y crecían al máximo, quedaba yo absolutamente atrapada, yo sentía como tocaba mi fondo, me abría mis carnes interiormente, llenándome totalmente, estirando hasta mis partes mas profundas.
Me entregaba a él, en un continuo orgasmo que se alargaba y alargaba. Era un agradable dolor interno y sentía sus bolas se infladas al máximo, estaba completamente llena. Se acababan sus los movimientos bruscos y rápidos y una electricidad recorría todo mi cuerpo. Sentía como latía su pene dentro de mi, sentía como escupía mucho, mucho semen y muy caliente y sin parar. Luego, en un momento intentaba darse vuelta, en ese momento yo me contraía que yo comenzaba a apretar con toda mi fuerza, le daba una orden y pasaba una patita trasera con mucha habilidad, sobre mis caderas y quedábamos culo con culo y su cola sobre mis caderas haciéndome cosquillas y sintiendo las rítmicas eyaculaciones. yo descasaba por varios minutos sobre la banca y mi cara en el borde de la cama, sentía como se movía, sentía la presencia en mi interior de todo el tremendo artefacto y comenzaba a traccionar, creo que era cuando él gozaba, si yo soltaba de apretar, me dolida un poco y me quedaba por largo tiempo disfrutando las sensaciones.
Al poco rato apenas me recuperaba, comenzaba a buscar el segundo clímax orgásmico apretando fuertemente mi vagina, pero gozaba en forma diferente, y me concentraba en los latidos que no paraban, al calor de sus chorros líquidos, sentía como al contraerme, me introducía la verga presionando mi fondo vaginal y también el otro extremo las bolas que me sellaban, apretaban bajo mi ingle hacia fuera desde mi interior ¡un pene humano no puede hacer esto!, yo no me apuraba, daba tiempo para esperar el fabuloso e interminable orgasmo que inexorablemente venia, venia y se quedaba y quedaba, alargándose infinitamente. Años después supe lo que ocurría, era el punto G, XX por la forma del pene canino, me lo friccionaba directamente, desde el interior con las protuberancias.
Pero esta penetración total, en un comienzo, ocasiones me angustiaba, porque tenia que esperar mas de media hora abotonada como mínimo, pero si lo hacia diariamente no estaba mas de 20 minutos y era lo ideal para buscar el tercero llena de semen. Estos eran la mayor concentración de orgasmos intensos que he experimentado, con hombres y mi perro.
Este período fue mi mayor actividad sexual fueron años de Gozar Gozar y Gozar, esto se extendió por todo mi período universitario y más. Llegaba en las tarde comíamos los dos, fornicábamos, me bañaba, dormitaba una hora y luego me ponía a estudiar hasta altas horas de la noche. XX me acompañaba y no me interrumpía, el amante ideal para un estudiante. Fui muy feliz no me faltaba nada.
Tuve 2 pololos y mi XX nunca se puso celoso ni se enojo por dejarlo en el patio, luego de tener relaciones con mis pololos, que no siempre eran satisfactorias, porque estaban muy torpes a veces, o la poca experiencia de los muchachos, le decía que se fuera, porque estaba por llegar mis papas, o que tenia mucho que estudiar, hacia pasar a XX, me lamía entera el semen humano con su lengua animal, hasta casi matarme de placer luego me daba vuelta y era literalmente era una perra, y obtenía lo que quería, ORGASMOS CON LOCURA y fue con mi mejor amigo (y con ventajas) el nunca hablo ni se fanfarroneó y guardo nuestro secreto.
Pero a veces me delataba un poco, cuando venían algunas amigas mías y especialmente con una, les cogía una pierna y comenzaba a apuntalarlas, las ensuciaba con lubricación y decían “¡¡¡que asqueroso!!!” y yo pensaba supieran dirían “!!!!!Que fantástico!!!!!” en consecuencia cuando venía alguien, lo echaba para fuera, él sabia y pedía salir.
A mi dos ex marido jamás le conté, solo el primero me compartió con XX, pero nunca supo, fue TOP Secret, mi segundo marido me cogía todos los días, en la madrugada y en las tardes me hacia gozar mucho y XX estaba muy viejo, murió en el período de mi última pareja trascendente, padre de hija.
Tengo una sobrina que le gustaba mucho mi perro, tengo la sospecha que intimó con mi XX de hecho nunca me habla a mi de mi perro pero si la he escuchado que se acuerda de perro. Tiene que haberla cogido jugueteando, mi sobrina se éxito y preparado algún encuentro secreto ya que en su casa guardaba una copia de mi casa. Seguro que si lo intento y fui una cornuda por XX .
Los años han pasado y me enterado que muchas mujeres lo hacen, yo me creía única.
Lo divertido es que mi pareja actual, que no sabe nada me dice “mi perrita” y mi hija de 9 años quería e tener un perrito. Obviamente fue una perrita.
Escribanme para conocer sus experiencias secreto.150@hotmail.com
RMS
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