Bebiendo y jugando cartas, con el peón de la finca, perdí el poco dinero que tenía la ropa y hasta el culo.
Un hombre ya retirado, divorciado y operado de la próstata, adquiere una finca y contrata un peón, con el que eventualmente juega cartas mientras beben ron, él termina perdiendo, dinero, la ropa, y como quiere seguir jugando acepta apostar lo que le pida el peón, que le pide que se vista de mujer..
Bebiendo y jugando cartas, con el peón de la finca, perdí el poco dinero que tenía la ropa y hasta el culo…
Ya me encuentro parcialmente retirado, completamente divorciado, y sin poder acostarme con una mujer, y no precisamente por no querer, sino más bien por no poder, ya que soy operado de próstata, y ni con un gato hidráulico se me para.
Como me retiré a vivir en la finca, contraté a un peón, unos años mayor que yo, viudo, y buen trabajador.
Lo cierto es que para facilitarle todo, le propuse que durante la semana se quedase a dormir en la casa, de lo contrario, debía esperar a que él llegase para ponernos a trabajar la finca.
Durante los primeros días, yo quedaba tan agotado y extenuado, que después de un buen baño, y cenar, una vez que me acostaba no había quien me despertase.
Pero poco a poco me fui acostumbrando al trabajo duro, fue un viernes en la noche, después de haber terminado de trabajar y cenar, que invité al peón a que jugásemos una partida de cartas.
Como la idea era distraernos un poco, llegamos al acuerdo que únicamente apostaríamos el poco dinero que cargábamos ambos encima.
Al principio apostábamos centavos, pero llegó el momento en que las apuestas subieron, aunque nunca fue una cosa del otro mundo.
En cierto momento él me preguntó, si podía darse un trago de ron, y como realmente no vi nada malo en ello, no tan solo le dije que sí, sino que fui yo quien abrió una botella de buen ron para seguir jugando.
A medida que jugábamos, yo comencé a perder el poco dinero que tenía encima, ya que el acuerdo era jugar para pasar el rato.
El peón cuando en cierto momento en que yo quedé sin un centavo, me dijo que como la idea era pasar el rato, que apostase la camisa.
Yo que ya tenía varios tragos encima, y acepté de inmediato, y de inmediato también perdí, y así seguimos pasando el resto de la noche, en ocasiones yo ganaba, pero eventualmente fui perdiendo incluso lo que aún tenía puesto, hasta que quedé completamente desnudo.
Mi acompañante me dio a entender, que había terminado el juego y que él se iba a dormir, cuando a mí se me ocurrió, seguir jugando, y le propuse que si yo perdía haría lo que a él se le antojase, siempre y cuando fuera, dentro de la finca.
Yo además de estar completamente desnudo, y bastante borracho, cuando él me preguntó de manera incrédula que quería decir yo con eso de lo que a él se le antojase, le di varios ejemplos sencillos, como servirle un trago de ron, prepararle algo de comer, cantar, bailar, y hasta vestirme de mujer, si a él se le antojaba eso o cualquier otra cosa.
Ya a esa altura del juego me bastaba que me dijera que había ganado, que yo sin revisar las cartas, aceptaba su palabra, en una de esas me mandó a dar un baño, y en medio de mi borrachera me lo di.
Pero fuera de la casa en el patio, en ese momento si noté que el peón quien caminaba tras de mí, no quitaba sus ojos de mis nalgas, a lo que yo no le di importancia.
Durante el baño que yo me estaba dando con la manguera en el patio, me hizo notar que me faltaba enjabonar mi espalda, por lo que cuando se ofreció a pasarme el jabón por la espalda, yo acepté.
Y si bien es cierto que me enjabonó la espalda, en varias ocasiones, sus manos se deslizaron un poco más debajo de mi espalda llegando hasta mis nalgas.
Momento en que yo le di las gracias diciéndole que yo solo podía terminar de quitarme el jabón.
Al regresar al juego volví a perder, y fue cuando me dijo que, de haber ropa de mujer en la casa, le hubiera gustado verme vestido de mujer.
Yo que estaba bien borracho, y a pesar de darme cuenta de que no quitaba sus ojos de mis nalgas, inocentemente le dije que se equivocaba, que en la casa yo si tenía ropa de mujer, para ser preciso de mi exesposa.
No había terminado yo de decir eso cuando me dijo. “Bueno vístase de mujer y luego actué como si fuera una puta del bar.”
Yo dando unos cuantos tumbos y ayudado por él, fui al cuarto donde tenía unas cuantas cajas de ropa de mi ex, la fui sacando toda, hasta que entre los dos escogimos una mini falda, blusa y hasta la ropa íntima me iba a poner, además de calzado, peluca, y hasta maquillaje había en una de esas cajas.
Ya una vez vestido, maquillado, perfumado y hasta con una peluca rubia que era de mi exmujer, seguí bebiendo como si el mundo se fuera acabar, y de momento que el condenado peón me invita a bailar, bueno como el arreglo era que yo actuase como mujer, acepté.
Casi de inmediato sentí sus manos sobres mis nalgas, a medida que fuimos bailando él se fue aprovechando de mi estado, mientras que yo disfrutaba el estar no tan solo vestido de esa manera, sino que también de las atenciones que mi pareja me brindaba.
Por lo que cuando me vine a dar cuenta ya tenía su lengua por completo dentro de mi boca, y sus manos descaradamente me habían levantado la falda, y se encontraba agarrando mis nalgas.
Al principio si mal no recuerdo creo que procuré infructuosamente en separarnos, pero sus fuertes brazos me apretaban firmemente contra su cuerpo.
Sus manos continuaban acariciándome las nalgas, al mismo tiempo que su boca una y otra vez me besaba intensamente, al punto que en la condición en que yo me encontraba, prácticamente me entregué en sus brazos.
Mi peón no tan solo me continuaba agarrando las nalgas sabrosamente, sino que ya sus dedos de manera constante me los fue introduciendo por mi esfínter.
Además, cuando sentí su verga fuera del pantalón verga, no sé en qué pensaba yo, pero a los pocos minutos estábamos ambos sentados en el sofá de la sala, yo masturbándolo lentamente, hasta que sin insistir mucho me pidió que le mamase su verga.
Cosa a la que yo no me opuse, y prácticamente al mismo tiempo, volví a sentir una de sus manos entre mis nalgas.
Ya me estaba preguntando yo mismo, que estaba haciendo lamiendo y mamando la verga a mi peón, cuando sin tapujo alguno él me pidió que le diera el culo.
Sacando su verga de mi boca, no esperó mi respuesta, y en su lugar me dio a beber a pico de botella un buen trago de ron.
Después de eso se colocó tras de mí, levanto la corta falda que yo estaba usando, me bajó ligeramente las pantis, y con ambas manos separó mis nalgas.
Estaba a punto de pedirle que se detuviera, fue cuando sentí su cálida y húmeda lengua, pasando sobre mí esfínter, en ese instante me quedé completamente en silencio disfrutando de todo lo que me estaba haciendo con su lengua, la que a los pocos momentos comenzó a ir introduciéndola dentro de mi culo, sin que yo me opusiera.
Yo por mi parte, aparte de seguir bebiendo a pico de botella, comencé a mover mis nalgas, sabiendo inevitablemente que en cualquier momento me penetraría.
Por lo que cuando retiró su lengua y la sustituyó por varios de sus gruesos y fuertes dedos, el placer que me estaba haciendo sentir era único e incomparable con cualquier otra relación sexual que yo recordase.
A medida que mi peón continuaba introduciendo sus ensalivados dedos dentro de mi culo, yo moviendo con mayor fuerza mis nalgas, le pedí en tono femenino, que me clavase toda su verga.
Cuando comencé a sentir esa cosa caliente y bien dura que atravesaba mi esfínter, creo que gran parte de la borrachera se me esfumó por el dolor que sentí, no paraba de llorar y le pedía que me lo sacase.
Pero él haciendo oídos sordos a mi pedido, lejos de retirar su gruesa y larga verga de mi culo, la empujó más y más adentro.
Mientras que yo sin dejar de llorar le pedía que parase, pero una vez que debí haber tenido todo eso dentro de mi cuerpo, y él comenzó a meter y sacar su verga rítmicamente, casi como por arte de magia dejé de llorar, y como si estuviera poseído por el espíritu de una puta, volví a mover mis nalgas con mucho gusto.
A medida que él seguía bombeando mi culo, se reía, y me decía que yo era su puta a partir de esa noche, a lo que yo con voz aflautada, le respondía que sí, pero que me diera mucho más duro, que yo era su mujer.
Durante toda la noche, él continuó clavándome su gruesa verga, hasta que él mismo la sacó y sin decirme nada, me ha dado vuelta, levantó mis piernas tomándome por los tobillos, y volvió a clavarme su gruesa verga, la que yo vi claramente como mi propio culo se la iba tragando.
Hasta el mismo momento en que estuvo a punto de venirse, retiró su verga de mi culo y sin más ni más me la volvió a poner dentro de mi boca, en gran parte obligándome a que me tragase gran parte de su leche.
Al día siguiente al despertarme, con el culo bien adolorido, y malamente vestido de mujer, rápidamente me acordé de todo lo sucedido.
El peón no se encontraba por todo eso, así que me bañé, y vestí, mientras pensaba que decirle a mi empleado.
Ya cerca del mediodía él regresó con la comida lista, me saludó como si nada hubiera pasado entre nosotros la noche anterior, y yo asumí que al igual que yo no quería hablar del tema.
Durante las siguientes noches, apenas y hablábamos, pero yo no dejaba de pensar en lo que él me había hecho y como yo lo había disfrutado, aunque me daba vergüenza el aceptarlo.
Al llegar el siguiente fin de semana, me preguntó si deseaba jugar otra partida de cartas, solo que me lo dijo justo cuando yo salía del baño envuelto en mi toalla recién bañado.
Bueno les diré, no tan solo volvimos a jugar sino que también volví a perder lo poco que carga encima, sino que agarré otra tremenda borrachera, aparte de que mi peón me pidió que me vistiera de mujer me sentí el ser más feliz del mundo, y tras hacerlo y salir maquillado y perfumado del cuarto, de inmediato hizo que le masturbase, mamase su verga además de que me volvió a dar por el culo divinamente.
Al despertarme en la mañana, cuál no sería mi sorpresa al encontrarlo, acostado sobre mí, con toda su gruesa verga pegada a mi culo y completamente desnudo.
Lo que me sorprendió, pero cuando él abrió los ojos, bastó que me señalase su verga con los labios, para que yo completamente sobrio, me dedicase a mamársela.
Al poco rato nuevamente me tenía bien clavado por el culo, así que mientras él metía y sacaba su verga de entre mis nalgas, yo las movía desenfrenadamente.
Hasta el momento en que se vino, y sacando su verga de mi culo, me la volvió a colocar en la boca, acabando dentro de ella, mientras que yo se la chupaba hasta que ya no le quedó ni una sola gota de leche.
Desde ese instante, sin la excusa de estar borracho, seguí dejando que él me siguiera dando por el culo, además cocinándole, lavando su ropa y vistiéndome de mujer para complacerlo en todos sus gustos.
Wou sería muy divertido ser la mujer de hombre
Que rico relato. Cómo me gustaría tener un peón así
Que suerte la del peón. Tener un putito que se vista de mujer para que uno se lo coja es lo más rico.