Con 11, mi primo marihuano me toma por primera vez.
Volvió a ensartarmela y me la saco nuevamente, jugueteó mi entrada con su glande y la ensartó con dureza haciendo que sus huevos choquen con mi culo haciendo sonidos de perversión. Ahí estaba yo, 11 años con el ano rojo por la vergota de mi primo de 19..
Este es un relato de un seguidor, compartido a través de Tl.
Hola, mi nombre es Anthony, tengo actualmente 20 años. Soy muy delgado, de piel muy blanca y culo pronunciado.
Desde niño sabía que me gustaba, y creciendo me gustó hacer ejercicio para moldearme un cuerpo de mujercilla, siempre me gustó tener abdomen plano y un culote para llamar la atención de los hombres.
Esto sucedió cuando yo tenía 11 años con un primo.
Mi primo es de la parte materna, se llama Rubén y en ese tiempo tenía 19. Es alto, mide como 1.78 más o menos, es igual de blanco que yo y tiene un cuerpo trabajado, realmente atractivo por practicar boxeo desde que tiene 15. Su papá, mi tío, es una persona que se ha entregado a su trabajo profundamente. Por ello, ha descuidado mucho a mi primo, y mi tía sufre de algún trastorno cognitivo que desconozco y generó que no pueda hacerse cargo propiamente de mi primo.
Todo eso, hizo que Rubén caiga en drogas, se la pase en la calle, deje la escuela e incluso haya robado para conseguir para su vicio. Mi mamá quiere mucho a Rubén, varias veces ha regañado a mi tío, apoyado a mi primo y lo último que hizo fue obligarlo a anexarlo a un centro aislado de la ciudad.
Para resumirles, mi mamá apoyó demasiado a mi tío y primo, los acompañaba a visitarlos, les llevaba comida, etc. Pero mi primo ya era muy difícil de salvar, un día se escapó del centro y llegó a mi casa diciéndole a mi mamá que no quería regresar porque no se llevaba bien con sus compañeros; mi mamá lo aceptó quedarse un tiempo en lo que se tranquilizaba y así.
Fue en ese tiempo que todo pasó.
Rubén se quedó en mi habitación, pues soy hijo único y tengo mi propia habitación en la planta de abajo, mientras la de mis padres está arriba.
Yo dormía en mi cama y Rubén en una hamaca, al otro extremo del cuarto. Somos del sur de México, por ello es común que durmamos en hamacas.
Para este tiempo, yo era muy caliente pero nunca había tenido ningún acercamiento con otro hombre, solo me masturbaba viendo porno o con los boxers usados de mi papá.
Cuando Rubén se mudó, andaba sin camisa en el cuarto, dormía únicamente con bóxer y salía de bañarse solo con una toalla en la cintura. Yo como cualquier pasiva putita, me masturbaba pensando en él, me metía los dedos imaginando que eran los suyos y también olía sus bóxers usados que dejaba en el cesto del baño.
Una noche, me levanté ya entrada la madrugada, escuchaba leves quejidos y desde mi posición podía ver bien la hamaca donde dormía Rubén. Él se encontraba con los pantalones en los muslos, con audífonos, su cel en una mano y con la otra agarraba su verga. Su verga era ligeramente morena en comparación a su piel blanca, era gruesa y fácilmente le medía unos 18cm, el glande tenía una forma picuda y era bastante venuda.
Él veía fijamente la pantalla, subía y bajaba lentamente su mano en su verga, su glande desaparecía cada vez tapado por su pellejo cada que subía y bajaba. Yo me encontraba bien caliente, llevé mis dedos a mi anito y comencé a invadirme, mientras con el corazón a mil veía el espectáculo de mi primo.
Después de un rato masturbándose, apagó el teléfono, con su mano ahora libre destapó su abdomen subiendo su camisa y con la otra aceleró los subes y bajas mientras tenía los ojos cerrados. 4 chorros brincaron a su abdomen, gimió tan levemente que solo lo escuché por ya estar despierto. Tomó papel que tenía debajo de la hamaca y limpió su abdomen marcado que estaba manchado de su semen fresco. Se volvió a acomodar su ropa, y se levantó de la hamaca para tirar los papeles. Eso me espantó por el miedo a que me vea, saqué mis dedos de mi ano y me hice el dormido.
Unos días después, el se encontraba bañándose en el baño de mi cuarto, esta vez con las hormonas a mil me dirigí debajo de la puerta, aquella abertura pequeña y que dejaba ver atisbos de lo que pasaba dentro. Rubén estaba con la cortina del baño abierta y enjabonando su pecho, solo podía ver de su pies a su pecho, su verga estaba bien parada y apuntando directamente al frente, usaba el jabón para masturbar suavemente su verga, se inclinó y colocó una mano en la pared mientras con la otra aceleró sus movimientos, su verga ya estaba roja y al cabo de unos segundos se hinchó y botó 4 chorros al piso de la regadera.
Intenté apoyarme más en la puerta para ver mejor, pero falseé en el agarré y terminé haciendo presión en la puerta, ocasionando que sonará un pequeño golpe casi, casi inaudible
– ¿Toni? -preguntó Rubén-.
Del miedo, rápidamente me levanté y dirigí a la cama a fingir seguir viendo la tele que ya se encontraba prendida.
– ¿Toni? -preguntó más fuerte Rubén-.
– Euu. -respondí lo más tranquilo que pude fingir-.
– Aaah, nada enano. Creí que tocaste, pero creo que fue mi imaginación. -Rubén alzaba la voz para poder escucharse hasta mi lugar-.
– Nop, ando viendo la tele desde que entraste.
– Está bien, enano.
Pasado los días, estaba durmiendo plácidamente en mi cama boca abajo usando únicamente una playera ligera y unos bóxers blancos, Rubén hacia lo mismo en la hamaca.
De pronto, sentí un peso en mi espalda, abrí los ojos lentamente y pude ver los brazos musculosos de Rubén a mi costados, era él el que hacía ligera presión en mí, creyendo que esta dormido.
De pronto, acercaba su cara a la mía para ver si estaba despierto, pero yo ya tenía los ojos cerrados para fingir dormir.
Rubén sin acostarse en mi, restregaba su miembro en mi culito, mientras con la fuerza de su brazos se mantenía en el aire para que yo no sienta su peso. Su verga la sentía en su boxer, se sentía ya erecta y la ligereza de mis bóxers y de al parecer solo su bóxer, hacia que yo sintiera su verga completamente. Sentí como metía su dedo a un costado de mis bóxers y jalaba la tela del mismo. Tras unos segundos, sentí su verga en mi culito, la restregaba dentro de mis bóxers y encima de mi rayita. Escuchaba como suspiraba y gemía casi inaudiblemente mientras me hacía una rusa entre mis nalgas.
Después de un rato, por estar completamente quieto, me sentía entumido y moví discretamente un pie, no fue lo suficientemente discreto porque sentí como Rubén rápidamente abandonó mi cama y unos 2min después, se dirigió al baño.
Me maldije a mi mismo, tal vez si hubiera intentado otra cosa, no se hubiera espantado pero intentado algo más.
Todo lo excitante en torno a mi primo me volvía loco, necesitaba dar otro paso.
Un día, mis padres salieron a cenar por su aniversario, sabía que tardarían y era el momento de hacer algo.
Rubén estaba cenando un plato de cereal en la sala, yo estaba en el baño. Salí y únicamente me coloqué una playera que me llegaba por encima de mi culo y una trusa sencillo color roja, me puse la que ya no usaba porque me apretaba, ahora la lucí mientras la tela apretaba mis nalgas blancas.
Me dirigí a la sala por agua, mostrando mi culo. Hacía movimientos bruscos para que mi culo rebotara, además lo meneaba de un lado a otro. Saludé a Rubén y me dirigí al dispensador de agua, sentía su mirada detrás mío. Me agachaba y movía mi culo para provocarlo pero discretamente para que no se viera demasiado intencional.
– Ala primito, ¿apoco haces deporte? Estás bien nalgón jaja
– Únicamente juego voley como mi extra escolar y me gusta, también salgo a correr con mi mamá.
– Pues sí te sirve, tienes dos melonzotes detrás jaja
– Gracias jaja
Me dirigí a nuestro cuarto, tomé mi tablet y me puse boca abajo apuntando mi culazo a la hamaca de mi primo.
El entró y se sentó en su hamaca, viéndome fijamente sin decir nada. Al cabo de un rato, se acostó a lado mío, con un codo en la cama y su torso erguido, me preguntó que jugaba.
– Zombie Tsunami, me gusta esos juegos de obstáculos
– Ahh que padre. -Rubén puso una mano en mi hombro y solo veía mi culo desde su posición-.
Me dio una nalgada y río.
– De verdad primo, que nalgón estás. Ni las viejas que me he echado.
– Jajaja yaya.
– ¿Has tenido novia?
– Nop -dije apenado. A pesar de siempre saber que era gay, me incomodaban esas pláticas-.
Rubén llevó una mano a mi trusa y jaló una parte para descubrir un glúteo entero, colocó su mano y me masajeaba sin mirarme, solo veía fijamente.
– ¿Entonces, no te has cogido a ninguna morrita?
– nada jaja
– ay primo, pa’ mis 12 ya me había ensartado en varias panochitas. Pero ninguna como este culote que traes.
Giró a verme y me nalgueó suavemente mientras sostenía una sonrisa pícara.
– Ahí en el anexo, sobrevivía a pajas. Ni una morrita. ¿Sabes cómo se coge a una morrita?
Negué con mi cabeza. Me encontraba embriagado de esta situación, yo estaba al tope y ya quería que intentara algo.
– ¿Lo quieres ver?
Asentí y Rubén tiró de mi trusa dejándola en mis pantorrillas. Con sus dos manos tomó ambos glúteos y comenzó a besarlos tiernamente, después, ensartó su rostro en mi ano y apretó mis nalgas hacia él, mientras hacía la presión en su rostro, podía sentir como me lamía el ano. Con movimientos circulares, mojaba cada parte de mi ano, era una sensación nueva para mí, me daba cosquillas pero se sentía tan rico.
– Ya quería un culito. Lo tienes bien rico, primo. ¿Quieres seguir?
Asentí.
– ¿Le dirás a mi tía?
Negué. Él sonrió.
Apagué mi teléfono y me mantuve atento a cada movimiento de mi primo. Estaba enamorado.
Tomó mis caderas y me jaló hacia su posición. Siguió besando lentamente, después comenzó a devorar con mucha necesidad mi ano y restregaba todo su rostro en mi hoyito.
Se levantó mientras yo estaba en 4 en la orilla de la cama.
– Mira como me tienes, primito.
Rubén llevaba un short verde de esos deportivos, tenía una enorme erección y su verga apuntaba hacia el frente.
Bajó sus shorts y brincó su enorme verga. Jamás había visto una en vivo, estaba gruesa y a lo máximo se erección.
Escupió a su mano y comenzó a hacer movimientos circulares en su glande mientras me sonreía con una expresión que jamás había visto en él.
Tomó su tronco y me azotó el culo con su verga.
– Comémela. Sin usar dientes, tapalos con la boca.
El porno que había visto, me daba una idea de como actuar.
Tomé su verga y la contemplé en su totalidad. Estaba caliente y venosa, del glande escurría precum y la cabeza estaba rojita.
Saqué mi lengua y succioné el precum de su glande. No sabía a nada, pero de alguna forma era el sabor más embriagante. Hice lo que me dijo él, cubrí mis dientes inferiores con mi lengua y me introduje su miembro, solo pude meterme pasando cms del glande. Era demasiado grande para mí.
– Sssss. -Rubén siseaba con los ojos cerrados y con respalidos que salían de él.
No podía meterme más de su verga, pero hacia lo posible para tragarme su glande. Eso lo desespero.
Tomo mi rostro y comenzó a penetrar con salvajismo mi boca. Me ocasionaba arcadas porque me lo ensartaba a lugares donde por mi solo no llegaba.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y con mis manos intenté empujarlo. Pero él, sonreía mientras fruncía el ceño. Aumentó sus embestidas a mi boca y me dolía la mandíbula.
Su verga olía a macho, a sudor y mucha virilidad. Cada que ensartaba su verga inchada en mí, sus enormes huevos colgantes golpeaban mi barbilla, siguiendo el ritmo de las embestidas a mi boquita de niño.
Rubén tomó mi cabeza desde atrás y ensartó su verga al final de mi garganta. Sentía que me ahogaba, sus vellos púbicos los sentía en mi nariz, y su hedor a macho estaba impregnado en mí.
– Cométela toda, putita. Desde que te vi, supe que eras bien zorrita. Ahorita vas a comer leche de macho, traigo los huevos bien cargados para este bebé.
Sacó por completo su verga de mi boca, yo jadeaba buscando aire mientras las lágrimas llenaban mi rostro.
Me volteó y agresivamente me obligó a acostarme, únicamente alzando mi culito hacia él.
Sentí como si verga rozaba la entrada de mi culo. No me dejaba levantarme, hacia presión con sus manos sobre mi cabeza.
Su verga rozaba cada parte de mi culo, lo untaba en mis nalgas, metía su verga entre mi culo sin penetrarme, solo jugando conmigo.
Sentía su glande picando la entrada de mi ano. Escuché como escupió y sentí la saliva recorrer el exterior de mi anito. Insertó su verga y comenzó a hacer presión.
Pedí a llantos que parara, sentía que me partía en dos. Me ardía duramente su verga abriendo mi anito virgen. Intenté empujarlo con mis brazos, pero él los tomó y con agresividad embistió mi ano sacándome un grito.
Comenzó a embestirme duramente mientras yo le pedía que me la sacara.
– Ah, querías verga putita. Meneando tu culito y espiandome, ahora te aguantas la verga de tu macho.
Su verga ya había alcanzado la mitad, sentía que me partía en dos, su verga palpitaba dentro de mí y sentía el ardor de como se internaba en mi tierno culito de 11.
Tomó mis dos caderas y se hundió completamente sacándome otro gemido. Se recostó en mí y sacó su verga suavemente casi en su totalidad de mi, solo permaneció su glande, con salvajismo la volvió a ensartar y siguió esa misma acción varias veces más.
– Uy, estás bien apretadito amor, anito de niño bien apretado ufff
Me embistió de la misma forma por unos minutos y me se recostó en la cama. Me posicionó a su costado. Alzó mis piernas e ingresó su virilidad en mi ya rojo ano.
Para este punto, cada penetración era una sensación riquísima de estar lleno. El ardor y dolor pre virginidad ya era cosa del pasado, ahora mis gemidos eran para clamar por más verga.
Embestía con mucha fuerza. El cuarto se llenaba del golpeteo de sus huevos de adolescentes cargados, que violaban mi frágil cuerpo de niño.
Me la sacó completamente y me nalgueó.
– Si pudieras ver que abierto ya te dejé amor, te enamoras como ya estoy
Yo no respondía, estaba muy ocupado gimiendo y poniendo los ojos en blanco de tanta excitación.
Volvió a ensartarmela y me la saco nuevamente, jugueteó mi entrada con su glande y la ensartó con dureza haciendo que sus huevos choquen con mi culo haciendo sonidos de perversión.
Ahí estaba yo, 11 años con el ano rojo por la vergota de mi primo de 19.
Siguió embistiendo por unos minutos más.
Se levantó y se colocó en la orilla, me puso boca arriba y se llevó mis piernas a sus hombros, ensartaba solo su glande en mi entrada sacándome pequeños gemidos.
Y finalmente me la dejó ir, aumentó sus penetraciones mientras bufaba.
De 7 a 8 chorros me llenaron el ano de leche fresca, mi primo mayor me había preñado en mi cuarto.
Tomó mis nalgas y las separó, hice presión en mi ano y expulsé los chorros de semen.
– ufff que vista, cabrón. Te dejé preñadita.
Me besó morbososamente, succionó mi lengua y mordió mi labio inferior. Se levantó y tomó un chorro de su semen que aun salía de mi oyito. Lo ingresó a mi boca y me lo tragué obedientemente. Sabía salado y espeso, pero como el precum, tenía un no sé qué.
Sonrió y pidió que nos bañemos antes de que lleguen mis papás.
Al salir del baño, el cuarto olía a sudor, sexo y mucha leche de macho. Recuerdos de mi primera vez tomada por mi primo mucho más mayor que yo.
Yo caí rendido antes de que lleguen, cuando me levanté ya todo estaba oscuro a mi lado estaba Rubén solo en bóxer, abrazándome de cucharita.
Al cabo de un rato, sentí como Rubén había sacado su verga de su bóxer y la restregaba en la entrada de mi ano.
Dormí cómo bebé.
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