Deseando el trasero del niño de la iglesia, El campeón del juego.
No dejaba de pensar en Jordy desde la última vez que nos vimos en el aniversario de la iglesia. Ese culo respingado, redondo y «tragón», al que siempre se le metía la tela del pantalón a su rajita, me estaba volviendo loco. .
—Si el niño de 9 años es alto y delgado ¿Cómo es que tiene ese culazo tan firme, rico y prominente?…
¿Cómo he llegado hasta este punto, de estar tan obsesionado con él?
La última pregunta se resuelve fácilmente en mi cabeza:
Es por su tierna mirada de pupilas negras, esos dulces labios siempre humectados y rosados, esa sonrisa perfecta, la piel media clara; sedosa y perfumada, el cabello negro con corte honguito y las puntas quebradas a los costados, esa apariencia de niño bueno y travieso, pero con un cuerpo que conduce a la lujuria y a la obsesión.
—¿Será que me estoy enamorando? ¿Cómo puede ser si es un niño? ¡Va! Yo también soy un niño, aún tengo 16, o bueno eso me dicen los mayores… Y cuando era un niño me gustaban algunas personas adultas ¿Por qué a un adulto no le puede gustar un niño?…
Yo hubiera deseado tener una relación amorosa con una persona grande…
Las horas habían pasado muy rápido, mientras pensaba en mí casi-amigo Jordy, me cambiaba para ir a la iglesia.
Al llegar al recinto sagrado, un rumor se había esparcido por todo lados:
El hermano Raúl se estuvo masturbando en el baño, la última noche de vigilia. El pastor le llamó la atención y el negó rotundamente los hecho pero un niño lo había visto con la verga dura, meneandose al costado de él y frente al urinario. Este niño le contó al auxiliar de la iglesia y a su amigo; así se esparció hasta llegar al pastor. Ese niño, no era nada más y menos que Jordy.
Entendí todo cuando supe su nombre.
¿Quién no se masturbaría pensando en ese bello ser de nalgas apetecibles?
Yo también había pensado hacerlo pero no lo hice porque sabía lo boquiflojo que es.
Pero este hombre de 45 años que tenía los huevos hinchados, llenos de leche por guardar su castidad, no pudo contenerse al ver que aquel niño, que la mayoría de «hermanos» deseaba, estaba al costado de él con el culito parado; ceñido al pantalón chándal y haciendo pipí.
Estoy seguro que Jordy le sonrió como hace con todos. Quizá empezó a dar saltitos en el lugar, haciendo que sus nalguitas reboten. Se mordió los labios y estos se pusieron más rojos. Dió suspiros de complacencia mientras su pipí salía… El hermano Raúl, al que todos creían santo, no aguantó esa tentación en cuerpo y alma, su polla grande y gorda quería ingresar en ese culito virginal y entonces hizo aquella jugada, para que el niño le diera su consentimiento. Pero Jordy al ver una polla gigante a centímetros de su rostro, salió rápidamente y acusó al hombre.
Mis esperanzas con Jordy se habían desvanecido. A ese niño no le gustan los hombres. Entonces ¿Cómo podía hacer para besar esos labios y tocar esas nalgas?
Tenía que empezar a recuperar la cordura y ya no pensar más en él. Además yo no me consideraba guapo, aunque me gustaba mi aspecto de fuckboy/chico malo pero cuando sonreía me decían que era como un osito, lo cual me molestaba. Mi contextura era normal; ni gordo, ni delgado. Tenía el pelo castaño alborotado, mi piel blanca pero estaba bronceado, ojos negros, nariz un poco ancha, labios inferiores en «m» o marca de corazón. Y lo peor que mi autoestima estaba por los suelos… Un niño tan bonito nunca se fijaría en mí.
Una hora después llegó Jordy y su mamá a la iglesia. Se sentaron a dos filas delante de mí.
¡dios! Es tan lindo, parecía un ángel caído del cielo. Vestía un blazer gris largo, suéter blanco; de cuello alto, zapatos negros brillantes y su pantalón también era gris. Los hermanos evitaban mirarlo para no caer en la misma tentación que el hermano Raúl.
Pero yo no podía despegar mis ojos en ese cuerpito tan inquieto. Su cabello sedoso y su perfil tan encantador, me parecería estar en una escena de alguna película romántica.
Jordy volteó a verme y me sonrió tiernamente. Con la cara de tonto correspondí a su sonrisa, con una mirada enamorada.
Durante el sermón, rogaba porque se quitará el blazer. Quería ver aquellas nalguitas perfectas, la causante de estimulaciones sexuales masculinas…
Como oyendo mis ruegos, Jordy se quitó el blazer pero sentado. Aún así, podía distinguir el comienzo de sus nalgas a través del pantalón. Felizmente el asiento de madera, solo tapaba la mitad de la espalda superior.
El suéter blanco de cuello alto, le quedaba pequeño y estaba al ras de su pantalón de vestir, el cual no tenía cinturón. El inicio de esas nalgas dejaba claro que tenía un culo respingado. La entrada de la rajita, a través del pantalón se veía profunda, ya que aquellas nalgas sobresalían a sus extremos.
Mi verga estaba creciendo y tuve que regresar la mirada hacía el pastor para que bajara mi erección.
De pronto Jordy se inclinó, poniendo los codos sobre sus piernas y las manos sosteniendo sus mejillas, haciendo que el suéter se levante y dejando ver su trusa/slip y el inicio de su rajita. La verga se me paró en seguida, ya no podía ocultarla.
Su ropa interior celeste con pequeños dibujos de estrellas y planetas, se veía tan limpia que parecía nueva.
—como quisiera tocar la textura de esa tela, llevarla a mi cara y olerla. Y si la tiene puesta, mejor, le diría que se siente en mi cara y olería a través de ella ese culito, besaría esas nalgas lamiendo también su ropa interior -al pensarlo mi polla botó un poco de líquido preseminal.
Su rajita/entrada de sus nalgas, estaba más blanca que el resto de su cuerpo. También se veía impecable, la piel se percibía suave, pura, y lo que me excitó, aún más, es que se veía un poco rosadita; seguro por el roce de la ropa o el calor.
—¿Cómo se sentirá el tacto en aquella zona?
Con esa piel tan suave, mis dedos se deslizarían fácilmente hasta su hoyito. Estarían muy a gustos debajo de ese calzoncito con dibujos, sentir en mi mano la calentura de sus nalguitas y mucho más de su ano. No aguantaría si estuvieramos solos. Lamería con desesperación su entrada hasta llegar al borde de su ropa interior, y luego, bajaría lentamente su slip hasta que esas nalgas queden en frente de mí; blanquitas, suaves, impecables y calentitas. Las besaría, las lamería y restregaría toda mi cara en ellas. Hasta abrir sus nalgas y meter mi lengua en su anito estrecho, ese hoyito de pliegues sedosos y rosados…
Jordy se levantó y se puso rápidamente su blazer con la ayuda de su madre. Mis pensamientos se dispersaron y mi verga detuvo sus palpitaciones.
Habían prendido el aire acondicionado y empezaba a ser frío.
Esa noche odié el aire acondicionado.
Al día siguiente, Jordy llegó más temprano. Tomé asiento, a dos sillas detrás de él, y me puse a orar; irónicamente pedí que se enamorara de mí.
Cuando levanté la mirada Jordy se sentó a mi lado. Me sorprendí al verlo, pero también me emocioné.
—¿Tienes papel de cuaderno?
Su voz suave y aireada me fascinaba.
—Sí, tengo una libreta de apuntes.
Le dí la libreta, y con su lapicero azul empezó a dibujar.
Sentirlo tan cerca, me causaba ternura, amor y excitación. Ese pequeño era perfecto para mí; sus labios rosados balbuceaban mientras dibujaba, esos ojitos soñadores expresaban confianza, su mejilla se veía tan cálida y armoniosa.
Jordy y yo dibujamos muchas cosas esa noche, entre ellas dibuje corazones, a los cuales no le tomó importancia.
Después de jugar casi una hora, allí sentados, me fuí al baño a orinar y arreglarme para mi acompañante. Pero cuando regresé, ví a Jordy dormido en mi silla.
Algo triste, me senté donde él había estado pero al sentir una tibieza en mis nalgas, mi excitación me hizo agradecer el momento.
—¡Su culito de Jordy estuvo aquí!
Mi polla se puso dura. Su trasero y mi culo estaban siendo unidos por aquel tenue calor que había traspasado mi delgado pantalón. Toqué con mi mano el asiento por debajo de mis nalgas.
De pronto, miré su carita dormida, para excitarme más, pero me pareció lo más hermoso y puro del mundo. Sus pestañas largas . Sus labios rosados, su nariz fina, su piel tersa; resplandecía con la luz artificial, sus orejitas delicadas, su cabello sedoso cubría un poco de su frente, una de sus manos suaves reposaba encima de su pierna y la otra caía hacia un costado.
Aquel pequeño cuerpo estaba hacía el frente, pero su cara hacía un lado, en mí dirección, como esperando un beso mío.
Me moría de ganas por besar esos labios, sentir con mi lengua sus dientes de leche, beber el néctar dulce de su boca y succionar esa lengüita.
Ver su cuerpo dormido me hacía imaginar escenas fantásticas de placer.
-Ese ano olerá riquísimo. No me molestaría ser su silla de dormir… sería feliz que use mi cara de asiento para su culito dormido.
En ese instante, quería meter mi dedo entre sus nalgas. Explorar ese hoyo pequeño, suave y virgen hasta que mi dedo quede completamente dentro de él…
Los minutos pasaron y mis pensamientos seguían vagando. De repente la madre de Jordy me hizo seña para que lo despertara. Algo nervioso, lo hice, toque varias veces su hombro y no se despertaba.Tiré de sus brazos y nada. Mecí su cuerpo nuevamente desde su hombro y solo se acomodó para seguir durmiendo.
¿Tan profundo tiene el sueño? Eso me volvió a calentar.
Justo en ese momento acabó el culto y su madre vino a verlo. Levantó su cuerpo para ponerlo de pie y Jordy recién reaccionó.
No es por exagerar pero aún con la cara dormida se veía muy bien ese mocoso. Sus ojos entrecerrados, sus mejillas rosadas y su boquita también. Estiraba su cuerpo gimiendo suspiros, quebrando la cintura y haciendo que su culito sobresalga más de lo habitual.
Deseaba tanto tenerlo así para mí y estar solos en ese mismo instante. Quería lamer su boquita, su cara, tocar su cuerpo, oler esas nalgas mientras él se quiebra aún medio dormido, meter mi lengua en ese rico ano caliente y lubricarlo con mi saliva para luego follarlo con fuerza; mientras mantiene esa posición de la cintura quebrada y comienza a gemir de dolor y placer… Y por último, correrme dentro de él, que toda mi leche inunde sus intestinos.
Mis pensamientos terminaron cuando Jordy desapareció de mi vista.
Me fuí a casa con la polla húmeda. Y al entrar en mi habitación, saqué la libreta de apuntes en la que Jordy había dibujado. Me desnudé completamente y me tumbé a la cama, boca arriba con la verga parada. Acerqué la libreta a mi cara y aspiré su aroma. Jordy había dejado su olor a perfume frutado y ligeramente a jabón de bebé. Mi verga palpitaba de deseo, junto con el recuerdo de su cuerpo. El olor de aquel niño se apoderaba de mis sentidos.
Rocé suavemente los papeles por mi boca y luego los deslicé hasta mí polla caliente. Recordé que sus dedos habían estado allí, y entonces, empecé a masturbarme frenéticamente con el contacto de aquel papel y el dibujo de ositos azules que había hecho.
Imaginé su tierna carita frente a mí verga mientras sus manos la apretaban, con un sube y baja torpe pero placentero.
Cuando sentí que ya me iba a correr, puse el papel con los dibujos y huellas dactilares de Jordy en la cabeza de mi polla, imaginando sus manos, sus labios, su culito… Salió un montón de leche; esparciendose en los papeles y escurriendo por mis huevos.
Esa noche dormí feliz, sosteniendo entre mis manos, algunas páginas con dibujitos que rescaté.
Pasó una semana. Llegó «El día del niño» e iban a hacer un festival para ellos. Casi no veía a Jordy ya que su mamá se estaba alejando de la iglesia. Pero ese día iba a estar presente, lo escuché por allí. Así qué decidí colarme, al menos, para mirarlo desde lejos.
El festival inició. Canciones, danzas y anuncios de los próximo juegos… Jordy por fin apareció. Con un buzo deportivo amarillo y blanco que lo hacía ver precioso.
Yo estaba parado sobre un muro que sobresalía de un almacén viejo del recinto mientras que Jordy se reunía con los demás niños, en medio del show.
Cuando los juegos iniciaron, me dí cuenta que yo no era el único interesado en Jordy. Habían niños mayores y menores que se le acercaban mucho, se enfrentaban por estar a su costado o atrás de él. Incluso «hermanos» jóvenes buscaban excusas tontas solo para estar cerca de él. Que si tenía sed, o si sus zapatos estaban bien amarrados, si el sol le daba mucho… Estaba literalmente en un juego para ver quién ganaba el amor y virginidad de Jordy.
—¿Quién ganará el juego? —Decía la voz de la locutora, mientras mi alma se invadía de celos.
Mis oponentes jóvenes no eran guapos, aunque había uno a quién Jordy le prestaba más atención:
Julio, el de ojos claros. Tenía lindos ojos pero vestía muy anticuado. Era algo torpe pero muy servicial… Quizá Jordy podía ser seducido por su inteligencia.
Mis oponentes niños era los que más temía. Habían dos que Jordy parecía gustar de su compañía:
Leonel, el mejor amigo, un año mayor que él. Era algo curioso, un poco gordito pero a pesar de eso no tenía culo grande. Se veía muy correcto, alegre y era un chiqui viejo… Quizá Jordy podía ser seducido por su carisma.
Joshua, el millonario, 7 años. El nene era lindo pero muy arrogante. Tenía la piel blanca, el pelo castaño, los ojos negros y casi no tenía labios. Vestía muy bien… Quizá Jordy podía ser seducido por su elegancia.
Pero hay más niños ¿Y si estoy equivocado y es Ricardo, Pedro, Natael o el niño de la gorra roja?
De repente veo a Jordy con una sonrisa de oreja a oreja, nervioso y con la misma expresión que yo ponía al verlo.
-¡Y el ganador es…! -se oyó la voz de la locutora.
Almendra… Jordy miraba a una niña muy linda, de ojos marrones y piel trigueña. Ella correspondía a su mirada y también sonreía, mientras su amiga al costado le daba de empujones, animandola para que se acerque a Jordy.
Ante esa escena, huí del lugar. Me fuí atrás del almacén y me reproche por sentir esas emociones por un niño. Pero la verdad, es que estaba realmente triste al pensar que nunca tendría nada con Jordy.
Después de estar 10 minutos en solitario, decidí irme a casa pero de repente escuché pasos venir hacia mí. Pensando que era algún diácono de la iglesia me senté, cerré los ojos y me agarré la cabeza para simular que me dolía.
-¿Estás bien?
Uno de mis sonidos favoritos me hizo abrir los ojos y bajar los brazos.
-Jordy…
Se acercó jugando con las cosas que habían a su paso.
-¿Qué haces aquí? -pregunté sorprendido.
-es que, te ví cuándo venías hacía acá.
-Pero …
Quería decirle como fue que me vió, si yo ví que estaba embobado con la niña, pero callé para no parecer patético.
-Te ví de espaldas -dijo adivinando mis pensamientos.
Otra vez me puse nervioso y embobado como siempre.
-ahhh -respondí y comencé a jugar con la tierra donde estaba sentado.
Me sentía como un niño. Después de tener todos esos pensamientos lujuriosos con él, su presencia me intimidaba.
-¿Jugamos a algo? -Jordy se dirigió hasta un espacio tipo caseta. -mira, ven.
Fuí al lugar y había un hoyo pequeño a la altura de mi ombligo, que dejaba ver un salón vacío.
Jordy observaba por el hoyo, un poco encorvado, levantando la cola y dejándome ver esas nalgas paraditas, ceñidas a su pantalón deportivo amarillo.
-¡dios! No puede ser, estamos solos. No quiero cometer un locura.
Jordy me describía lo que veía adentro mientras mis ojos no se despegaban de su culo gordo y hambriento, pues se metía un poco de tela al final de entre sus nalgas. Era Un durazno perfecto, tierno y jugoso.
Mi polla ya erecta deseaba frotarse, a través de mi pantalón, en esa hendidura que definitivamente me llevarían hasta su hoyito.
Cuando acerqué mi paquete disimulando que quería ver por el hueco de la pared, Jordy salió del lugar y me dió espacio.
Desilusionado puse mi ojo en el agujero mientras Jordy, detrás de mí, mencionaba las cosas que había visto.
Observé algunas carpetas empolvadas, libros en el piso, un estante viejo…
De repente sentí el cuerpo de Jordy acercarse a mí.
-¿Ves esos libros? -hablo por un costado de mi espalda.
Al oír su voz cerca, me dí cuenta que yo estaba en posición sexual parecida a la de perrito. Y cuando quise salir, sentí la pelvis de Jordy chocando contra mis nalgas.
Me quedé quieto, no sabía qué hacer, mientras Jordy seguía hablando y yo respondía con monosílabos.
¿Será que no se da cuenta en que posición estamos? Es un niño, no creo que este hermoso ser, sienta atracción sexual por…
Jordy empujó más su pelvis y sentí su pollita dura entre mis nalgas. Cómo tenía puesto un pantalón gris deportivo y mi slip era fino, podía sentir el calor ligero de su pequeño miembro. Mi verga empezó a crecer hasta ponerse dura.
No podía creer lo que estaba pasando. Aquel niño que tanto deseaba ¿Quería cogerme?
La pelvis de Jordy hacia un pequeño vaivén, mientras su respiración se iba acelerando y sus palabras se entrecortaban.
Entonces pensé, que sí esa, era la oportunidad para tener algo con él, tenía que dejar que fluyera para luego lamerle el culito y cogermelo.
Paré más el culo y esto hizo que el bulto de Jordy se hundiera más entre mis nalgas.
-ahhhhh -Jordy gimió sin querer.
Esa vocecita tierna ya había cesado pero su respiración estaba más agitada. Entonces enderezó su cuerpo para apretar más su pelvis contra mi trasero mientras yo quebré más la cintura y restregué la cola en su bulto para que supiera que aceptaba el juego.
El tan solo verme en esa posición hizo que la cabeza de mi polla se humedeciera con precum.
Así pasó casi un minuto hasta que decidí voltear el juego.
-Me toca -dije casi enderezándome.
-No -dijo deteniendo mi espalda.
Rápidamente y sinvergüenza, me bajó el pantalón y mi slip/calzoncillo a la vez, hasta dejar mi culo al aire. Entonces sentí que su verguita caliente ingresó entre mis nalgas.
No podía creer lo que Jordy estaba haciendo. Era yo, él que quería ponerlo en esa posición.
Aquel niño hermoso de 9 años empezó a gemir. Sus manos estaban en mis caderas mientras su polla rojita, del tamaño de un cigarrillo, rozaba mi ano, con un vaivén armonioso.
Al sentir su piel suave en mis nalgas, sus manos, su pene haciendo cosquillas en los pliegues de mi ano, empecé a sentir un orgasmo interno, mi cerebro se deleitaba al pensar que un pene de un niño se metía en un culo de un casi adulto, que ante sus ojos se veía gigante y gordo.
-Ahhhhh…
Jordy gemía con los ojos entrecerrados.
-Jor… Jordy…
Empecé a susurrar su nombre. Quería convencerme de que era él, quién me tenía casi en cuatro patas.
Así pasaron unos minutos.
Quería que ese niño se deleite conmigo pero también quería hacerlo mío, era lo que más deseaba desde que ví que los hermanos de la iglesia babeaban por su trasero. Entonces recordé todos los momentos que deseé que se sentará en mi cara y me arriesgué parandome de golpe.
-Ya no, ahora me toca.
Me subí el pantalón y cuando volteé decidido a hacerlo mío sí o sí, su belleza me paralizó.
Jordy tenía la frente y su flequillo mojado por el sudor, sus mejillas sonrojadas lo hacían ver como un muñeco de anime, sus labios rojos brillaban, tenía la piel aterciopelada y la mirada pura; sus ojos iluminaban el lugar.
Enmudecí y me sentí avergonzado por lo que pensé hacer.
-Solo encima -dijo suspirando.
Por fin ví su pollita, rosada, durita, delgada pero larga y cabezona. Inmediatamente la guardó y se puso en el lugar donde yo había estado, amarró su pantalón; por temor a que no cumpliera sus palabras, y puso sus manos sobre la pared.
Resignado pero muy excitado baje mi pantalón hasta dejar mi polla y los huevos al aire, el no dijo nada sobre bajarme los pantalones, así que…
Cuando puse la punta de mi pene en su rajita, un poco de presemen salió haciendo que su pantalón amarillo se humedezca en aquella costura, en ese momento gemí y temblé ante aquella escena que tanto había visualizado en mis sueños.
hundí mi polla entre esas nalgas vírgenes, firmes, redondas. Ese niño tenía las caderas anchas,una cintura delgada; ya que su chándal se había levantado por el estiramiento. Tener a ese niño en cuatro con mis manos es su cintura y ver aquel pelito algo largo sedoso, el perfil de niño tierno, su cintura quebrada, su piernas separadas y su culo en forma de corazón amarillo; rozando mi polla, hizo que pierda el control de mis movimientos. Frenéticamente chocaba mis huevos donde estaban los suyos, empujando sus caderas contra mi pelvis para hundir mi polla lo más cerca posible a su anito pero esta solo se deslizaba hacía abajo. Jordy parecía estar incómodo ya que su cuerpito se movía muy rápido al compás de mis embestidas haciendo que sus manos se separen de la pared por momentos.
-Des…pacio…
Jordy empezó a quejarse y agitarse por el movimiento. Eso me excitó profundamente. Traté de bajarle en pantalón pero estaba muy amarrado. No podía aguantar más, tenía que penetrar ese culito estrecho, abrir su ano delicioso, lamerlo, dejarlo rojo por mis succiones y luego llenarlo de leche.
Puse mis manos en su pelvis para que pensara que iba a tocar su polla pero de inmediato tomé el cordón de su pantalón. Jordy se dió cuenta y trato de quitar mis manos. Era una lucha de manos que claramente yo estaba ganando. Por fin ese culito virgen y tierno sería mío, aunque a la fuerza.
-No soy maricón -dijo en voz alta.
Pese a que su voz era tierna, sus palabras firmes y serías me detuvieron. Me sentí avergonzado y enojado a la vez.
Jordy se acomodó la ropa, sin mostrar expresión alguna en el rostro, se puso detrás de mí y me empujó hacia adelante para que me ponga en cuatro.
Me sorprendí al descubrir que él sabía que me gustaban los hombres. Pero ¿Cómo lo supo? Si yo no era afeminado, ni siquiera mi mejor amigo sospechaba… De pronto, todos los recuerdos de lo que hice para tener mi cara cerca de sus nalgas vinieron a mi mente.
¡¿Jordy sabía lo que hacía?!
Jordy empujó mi espalda para que me agaché e inconscientemente lo hice. Bajó mis pantalones y empezó a sobar mis nalgas con sus pequeñas manos. Su tacto suave hizo que mi polla se ponga dura nuevamente y que mis pensamientos se desvanezcan.
Separó mis nalgas para apreciar mi ano y metió su penecito hasta donde pudo. Aquella sensación me hizo estremecer más que la primera vez, aunque su polla no llegaba a ingresar totalmente, podía sentir aquellos cosquilleos de su glande húmedo en el orificio de mi culo. Era una masturbación perfecta, sin dolor, sublime y placentera.
Quebré más la cintura por la excitación de sentirme débil y utilizado por un niño. Aquella experiencia estaba siendo desafiada por mis expectativas. Estaba enojado por su actitud, pero a la vez me gustaba que ese niño hermoso, al que todos querían follar, me estuviera cogiendo como un perrito en celo.
Tomé mi verga y empecé a masturbarme suavemente y con cuidado para disfrutar pero no incomodar a Jordy.
Los vaivenes de su pelvis, eran cada vez más intensos. Ese cuerpito se movía fácilmente y chocaba con mi culo de una manera muy atropellada, haciendo que mis nalgas reboten por si solas.
-mmhhhhhh…
Jordy gemía con los labios apretados para no ser escuchado y poner en evidencia que lo estaba disfrutando mucho.
Podía sentir su pollita bien caliente y seguramente roja de la fricción sexual.
-Ahhhhhh
Jordy parecía estar llegando al orgasmo. En ese momento, mis emociones me confundieron. Estaba excitado pero también triste porque sabía que después de ese orgasmo, nada más sucedería.
-ahhhh, Ahhhhhh… Ahh
Sentí su cuerpito temblar y su pene palpitar en mi ano. Podía imaginar esa hermosa cara, los ojos entrecerrados, la boquita roja, la frente y las sienes empapadas de sudor, esas nalguitas contraídas, apretándo su hoyito, para expulsar esas gotas de líquido que botan los niños.
Jordy respiraba muy fuerte, mientras sentí una minúscula gota de agua deslizar desde mi ano hasta mí entrepierna.
En ese momento, me dí cuenta que el juego no era entre los hermanos de la iglesia, los niños, y yo. Era Jordy quién manejaba el juego. Ese niño, nos había hechizado con su belleza e inocencia para hacer lo que quisiera con nosotros. El creador de nuestras fantasías, el verdadero campeón de la competencia.
Jordy sacó su polla de entre mis nalgas e intentó subirme el pantalón pero yo le ayudé. Cogí papel de mi bolsillo para limpiarme pero recordé que solo el se había corrido y entonces le ofrecí el papel.
Aún con la verga roja y sus bolitas en el aire, aceptó sin decir nada y empezó a limpiarse el glande.
Torpemente ví que la mitad de su culo estaba al descubierto, entonces me sentí frustrado por no saber que hacer ni que decir ante aquel niño que parecía ser un machito hetero experimentado el sexo.
Sin embargo, antes que se subiera el pantalón, lo detuve con mis palabras:
-No es justo, solo tú, me has tocado…
Mi expresión se volvió triste porque de verdad estaba triste y enojado conmigo mismo por no haber tomado el control de esa única oportunidad.
Jordy al ver mi rostro y temer que podía hablar de nuestro juego, se acercó a mí.
-Ya, pero solo toca.
Se dió la vuelta, bajó más su pantalón y dejó sus dos nalgas ante mi vista.
Quería llorar por la emoción. Había esperado tanto tiempo por ese instante. Desde que me obsesioné con el culo de Jordy, no hacía nada más que pensar en el, imaginarlo, soñarlo, y hasta amarlo… y ahora esas nalgas estaban frente a mí… de color blanca rosadas, delicadas, muy puras, grandes y redondas, con sus hoyuelitos naturales en ambos lados, un lunar pequeño adornaba la cima de la nalga derecha y su piel parecía aún de un bebé… Su belleza me dejó atónito por unos segundos.
Me acerqué con la polla saliéndose de mi calzoncillo y me arrodillé, como lo hacía para orar, pero esta vez para tocar las nalgas de aquel niño de nueve años.
¡dios!… Estaban tan suaves, finas, más grandes que las palmas de mis manos y su tibieza me confirmaba que era el lugar perfecto para dormir en una noche de frío. Mis manos se deslizaban sin esfuerzo de lo sedoso que era ese culo. Parecía la textura de un muñeco de porcelana.
Las apreté… se volvieron más rojitas , suspiré y volví a apretarlas.
Sentí a centímetros de mí cara el delicioso aroma a dulce y jabón de bebé en esa piel, mientras las primeras gotas de leche se deslizaban en mi entrepierna. De repente separé sus nalgas y por fin pude ver ese pequeño y exquisito ano, el cuál amé a primera vista. Rosado, de pliegues muy sedosos, casi brillantes, estaba impecable, muy cerradito porque claramente era virgen, su anito era muy pequeño como el tamaño de una cereza. Tragué saliva mientras mi glande estaba totalmente al descubierto y topaba con mi pierna.
Jordy hizo un movimiento de incomodidad y cuando ví que su intención era subirse el pantalón, impulsivamente metí mi lengua en su ano. Fueron unos segundos hermosos de deleite orgásmico.
Mi lengua sintió ese anito caliente mientras aspiré su aroma como pude por la nariz. su olor a culito era suave pero muy sexual, dulce como su piel externa y se mezclaba con un aroma nuevo, que no había olido antes en él, seguro era de una toallita húmeda para niños o papel higiénico pero era muy agradable para mi nariz. Traté de meter mi lengua lo más adentro posible de su hoyito, quería lubricarlo, penetrarlo con ella, sentirme dentro de él.
-ahhh… Ahhh
Jordy se quejó con esa vocesita aún más infantil, no sé si de placer o de dolor por tener sus nalgas tan abiertas. No aguanté aquella escena y empecé a correrme, por primera vez sin masturbarme.
Mi polla palpitaba dentro de mi pantalón humedeciendo y tirando chorros de leche, mientras mi paladar saboreaba ese ano virgen, del más exquisito y tierno sabor del mundo.
Fueron segundos de deleite que para mi mente eran eternos. Esa imagen de mi cara entre sus nalgas no la olvidaría jamás.
De repente Jordy se alejó aún sin finalizar mi orgasmo y cubrió sus nalgas amarrando su pantalón mientras yo arrodillado miraba todo su cuerpito y botaba los últimos chorros de semen.
Al terminar de vestirse y secar su frente con las manos, se dió la vuelta y me miró sorprendido por lo que había hecho con su culo, era extraño para él sentir su ano mojado. No sé si se dió cuenta que le había metido la lengua o creyó que fue mi dedo.
Mi rostro aún se veía excitado. Traté de componerme mientras mi polla escurría las últimas gotas de semen. Su expresión cambió, quizá por lo gracioso que le pareció verme así ante él.
Me puse de pié, sacudiendo mi pantalón del polvo del piso.
-Ya me voy…
Dijo Jordy y corrió sin permitirme despedir, pero luego se detuvo a mitad de camino para acomodarse la chaqueta.
Mi mirada se dirigió a su culo y me dí cuenta que tenía húmedo el centro del pantalón deportivo, aunque no se le notaba mucho porque era amarillo y sus nalgas hacían sombra, pero para mí era una huella perfecta de la humedad de mi polla y mi saliva.
Jordy se fue sin mirar atrás.
Entonces me senté sobre la acera, para asimilar lo que había pasado. Recordé que aún tenía el sabor de su ano en mi lengua y me saborié. No sé porque pero me sabía a dulce, un poco saladito y tenía un ligero sabor a mantequilla, quizá por su mismo sudor o las toallitas húmedas de niño, no lo sé.
Con el pantalón mojado con semen, acostado sobre el polvo y una sonrisa en los labios, nada importaba a mi alrededor, porque por fin obtuve lo que tanto había soñado.
***
Después de ese día… Debido a que Jordy se ausentaba más en la iglesia, yo también dejé de ir. Cuando nos veíamos, mayormente los domingos, nos saludábamos como si nada hubiera pasado; él con su sonrisa tierna en los labios y yo con el rostro embobado, porque el deseo que sentía hacía él, se estaba convirtiendo en amor. Pero su madre se apartó definitivamente de la iglesia y desde el primer domingo de primavera Jordy no llegó más. Lo esperé muchos domingos, pasé por su colegio, de vez en cuando por su casa, pero no apareció.
Así pasaron 4 años. Hasta que un día, lo encontré en un paradero de autobuses junto a una chica: Jordy estaba feliz, guapo y más alto. Mi corazón se aceleró, como cuando note su hermoso trasero por primera vez en la iglesia. Cuando me vió se puso nervioso, le iba a hablar pero en ese instante voltió la mirada, tomó de la mano a la chica y besó su frente. Aunque ya habían pasado años desde que no lo veía, seguía guardando esos sentimientos de obsesión y amor por él. Ver esa escena me dió celos y rabia por su actitud arrogante, así que disimulé mi emoción de volver a verlo y tomé el primer autobús que llegó.
El juego había terminado para siempre.
Jordy se creía el ganador del juego, el seductor de hombres y mujeres, el dueño del tablero (y así lo creí en su momento) pero después de juntar las piezas de mis recuerdos y de su vida heterosexual. Me dí cuenta de lo afortunado que había sido por vivir un momento gay con él, de tener mi cara en esas nalgas que medio mundo deseaba, de conocer y saborear aquella parte de su cuerpo que ni siquiera el sol podía tocar, de ser el objeto de uno de sus primeros orgasmos, de tener el nectar de su polla en mi culo y en mi boca… Así es, porque después que se marchó en esa tarde del festival, recogí el papel que había limpiado su glande tierno y rojito. Y ya se imaginarán lo que pasó.
*** Desenlace***
El campeón del juego fuí yo. Confieso. El campeón de mi propio juego fuí yo. Porque yo imaginé a los competidores. Nadie estaba detrás de Jordy; los hermanos eran fieles devotos, los niños estaban en su mundo, los jóvenes querían que Jordy sea consagrado…
La belleza de ese niño me enamoró tanto, que tenía miedo que alguien me lo quite. Lo deseaba tanto, que pensé que otros también lo hacían. Y después de tanto pensar, desear y soñar con él, Jordy se fijó en mí. Quizá por la fuerza de la energía de mis sentimientos o a través de la telepatía, induje que me deseara un poco de lo tanto que yo hacía.
Estimado Jordy, niño amado…
El seductor, el dueño del tablero, el campeón del juego… Fuí yo.
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