Deseando el trasero del niño de la iglesia
Él tenía apenas 9 años y yo había cumplido 16 años. Íbamos a la misma iglesia e hice todo lo posible para tener en mi cara, esa manzana prohibida….
Esto pasó hace algunos años atrás…
Cuando vi por primera vez a Jordy, me pareció muy guapo pero le dí poca importancia, ya que estaba muy lejos de mi edad.
Su piel era entre blanca y trigueña, tenía el cabello negro con pequeñas ondas en las puntas, una nariz respingada pero con las asas ligeramente anchas, labios rosados; grueso abajo y delgados arriba, ojos de color negro intenso y su esclerótica muy pura y blanca; parecían ojos de gatito tierno, delgado y alto; el que lo veía pensaba que tenía 12 años.
Su sonrisa era muy hermosa, dejaba ver sus dientes blancos y un poco de sus encías; como una sonrisa para un comercial de pasta dental.
Era el niño consentido entre los miembros de la iglesia y siempre estaba acompañado de su madre, ya que era muy mimado, muy alegre y risueño, daba ternura verlo, pero también era muy travieso y cuando lo hacía ponía una mirada desafiante con una sonrisa lujuriosa.
Algunos hombres de la iglesia lo llamaban para que sentara junto a ellos pero difícilmente se despegaba de su madre, solo lo hacía para jugar con los otros niños.
No me dí cuenta de sus atributos físicos hasta que, dos días después de conocerlo cuando estábamos cantando coros de pie, ví al hermano Pascual con la mirada perdida hacía la izquierda, en dirección baja. En unos segundos volvía la mirada hacía el frente pero, a cada momento, regresaba a ese mismo lugar.
Como yo estaba a la derecha de don Pascual busque el punto exacto donde caía su mirada. Jordy estaba de espaldas, llevaba un pantalón jean y chaqueta guinda. Aunque tenía pantalón grueso, su culo se le veía muy marcado, respingado, como si fueran dos montañas miradas desde lo alto. La pretina gruesa del medio del pantalón jean, se le metía a su raja haciendo que la mente vuele al dejar esa cueva en medio de sus nalgas. Cantaba alegremente con una sonrisa tierna, movía su cuerpo hacia delante haciendo un ligero bamboleo; quebrando su cintura.
El hermano Pascual disimulaba de vez en cuando pero parecía estar babeando ya que tragaba saliva a cada momento. Miré a otro hermano y hacía lo mismo pero con más prudencia.
-¿Todos los hombres desearan a este niño? -pensaba -¿Se lo habrán follado?… Imposible, nunca se despegaba de su madre, ni cuando se quedaba dormido…. Guau pero si es lindo, esa carita, esos labios rosados, ese culo parado. ¿Sus nalgas serán blanquitas? ¿Tendrá el ano rosadito? ¿Lo tendrá limpiecito o sucio?
Al pensarlo mi polla se puso bien dura, aunque no era tan grande, porque media 17 centímetros, se me notaba en mi pantalón de vestir. Traté de simular y me fuí al baño inmediatamente.
Oriné, me lavé las manos y la cara, pidiendo perdón por esos pensamientos carnales. Cuando de repente ingresa la tentación en cuerpo y alma.
-Hola Marcos.
El niño sabía mi nombre. Sus ojos brillaron y su sonrisa iluminó el lugar. Correspondí a su saludo y salí de prisa, nervioso.
Así pasaron los días, me dí cuenta que eran varios miembros de la iglesia a los que les llamaba la atención Jordy. Quizá por su ternura o simplemente por ser un niño, pero a otros si se les notaba claramente excitados cuando se ponía culo pa’ arriba.
Jordy cogió un poco de confianza conmigo, quizá creía que era un niño grande, ya que todos pensaban que solo era un poco mayor que Jordy a pesar de estar cerca a los 18.
A veces se sentaba a mi lado, con esa sonrisa traviesa. olía delicioso, a dulce frutado, a jabón o talco de bebe.
Me hacía preguntas sobre mí, sobre la religión y los juegos de moda. Hablaba muy poco y se iba de prisa al lado de su madre o con otro niño que era su mejor amigo. Cuando se ponía de pie, la verga se me paraba ya que su culo pasaba muy cerca a mí, incluso, una vez me rozó la pierna.
Cuando se dormía en la iglesia, era otro momento para excitarse. Casi siempre se quedaba dormido en las noches, en una silla al lado de su madre. Mayormente boca arriba con su carita para un lado pero un par de veces se durmió de costado. Ese culo se veía más a plenitud, las nalguitas sobresalían y el pantalón jean se le metía más a la raja. Yo anhelaba verlo con un pantalón más fino, que se apegara a su cuerpo o trasluciera…
Esa posición de cucharita dejaba volar la imaginación de los espectadores. Yo me imagina tocando esas nalgas, abriéndolas y encontrarme con ese ano pequeñito, lamerle esos pliegues sedosos y meterle mi polla hasta acabar dentro de él.
Mi deseo por Jordy se iba acrecentando cada vez más. Cuando se sentó a mi lado un domingo, tenía unas ganas tremendas de besarle los labios y tocarle las nalgas pero claramente era imposible. Cuando se fue, decidí tocar la silla donde había puesto ese hermoso trasero. Disimuladamente llevé mi mano hasta ella, como buscando algo. Al Sentir esa silla aún tibia, me estremecí. Mi polla dió un salto, queriendo salir por la bragueta de mi pantalón. Al volver a casa me di tremenda paja pensando en Jordy.
A veces jugábamos afuera de la iglesia en la noche, a las atrapadas/chapadas, escondidas, congelado, etc… Me sentía un niño más, solo para estar cerca de él. Pero nada ocurría, solo pequeños roces, ya que había otros niños metiches y los ancianos siempre paraban cerca de nosotros.
Hasta que meses después fue el aniversario de la iglesia. Yo vestía formalmente y para mí sorpresa también Jordy, por fin traía un pantalón que no sea de tela gruesa. El traje color azul cielo le quedaba entallado. Se veía hermoso, el peinado con la raya al costado lo hacía ver aún más tierno. Y a pesar de que el blazer tapaba la mitad de su cola, sus nalgas prominentes hacían que el blazer se levantara, dejando ver la mitad de su durazno. Su culo se le ceñía perfectamente y su pantalón marcaba el final de sus nalgas haciendo que su durazno se vea más redondo y carnoso.
A la hora de la prédica salí a tomar un poco de aire, me compré una caja de chicle/goma de mascar y me senté sobre la acera. Entre un rato, vino Jordy por mis espaldas para sorprenderme.
-¡¿Qué haces?!
Puso su mentón en mi hombro y sus manos en mi espalda, al mismo tiempo, yo dí un sobresalto y giré la cabeza para ver quién era. Al hacerlo nuestros labios rozaron muy de cerca.
El pequeño soltó unas risitas, sin dejar esa posición.
Yo volví la mirada al frente. Un poco avergonzado, acalorado y con el pene que ya empezaba a crecer.
-¿Qué es eso? Preguntó, aireando mi oído y regalándome un poco de su aliento a caramelo de leche, que seguro había chupado minutos antes.
Hice un silencio, le mostré la caja y respondí:
-Es chicle de menta -giré la cabeza hacia mi hombro, justo donde estaban sus labios. No quería desaprovechar esa oportunidad, quería que ese encuentro termine con un beso.
-Que rico… -dijo, sin apartarse.
Nuestros labios estaban muy cerca, pero no sé chocaban. Ese aliento dulce era exquisito.
-¿Quieres? -Le dije llenándole también su boquita y nariz con mi aliento de menta.
-Siiii, dame todo.
Al decirlo, me excité profundamente. Mi slip era un poco pequeño y la cabeza de mi polla se salió por un costado del calzoncillo.
-¿Lo quieres todo?
Mis labios se acercaron más.
-Siii porfa – dijo en tono suplicante.
Jordy sabía que mi boca ya está muy cerca a la suya y ni siquiera se apartó un centímetro.
En ese momento quería besarlo, explorar su boquita con mi lengua, beber ese néctar dulce de bb.
Levanté la mirada, sin apartarme de la posición en la que estaba, para asegurarme que nadie nos viera, Cuando ví al padre de Jordy parado en la entrada de la iglesia, con la mirada hacía nosotros. giré rápidamente hacía al frente. Me puse nervioso pero actúe como si nada hubiera pasado. Le di la caja de gomas de mascar a Jordy, quién se las metió a la boca rápidamente y se sentó a mi lado.
¿Se habrá dado cuenta que quería besar a su hijo?
El papá de Jordy nos seguía mirando de rato en rato, ya que un hermano vino a hacerle conversación. De repente se fue y también Jordy, porque su mamá lo llamó.
Me fuí a un parque cercano, algo oscuro, soñando con mi pequeña obsesión. Me senté en una banca de cemento pulido, color vino e imaginé que yo me convertía en ella y que Jordy se sentaba en mi cara… Sentiría el calor de su culito, me encantaría asfixiarse con esas nalgas gordas, olerlas profundamente… Y que entre sus juegos de niño, se baje el pantalón hasta las rodillas y que se siente nuevamente en mi cara, aspiraría ese olor a culo, lameria sus nalgas hasta llegar a ese ano puro y virginal. Metería toda mi lengua hasta sentirme dentro de él…
Acalorado, me acosté sobre la banca, mirando al cielo, con la polla dura y la imaginación perversa. Y de repente escucho unos pasos presurosos, era Jordy que venía corriendo hacía mí y ya no traía chaqueta. Su camisa blanca resplandecía y hacía contraste con su pantalón azul. Aunque mi corazón se aceleró, no me puse de pie, ya que quería que al menos notará mi erección.
Al llegar, se paro a la altura de mi cara con una sonrisa burlona.
-¿Qué haces así?
Su mirada llegó a mi paquete pero no le tomó importancia.
-Mirando las estrellas. -respondí tratando de sonar romántico.
Jordy busco con la mirada algún espacio libre para sentarse. Miró al cielo y regreso su mirada hacía mis piernas.
-Siéntate en mi cara. -no pude aguantar decírselo.
-¿Qué? -dijo asombrado.
Puso un semblante serio que, más bien, hizo que se viera muy tierno. Al ver que no le gustó lo que escuchó, cambié la intención de mis palabras.
-Dije, que no te vayas a sentar en mi cara.
Me puse de pie, haciendo una expresión de asco para que creyera que me disgustaría si lo hiciera, ya que además de inquietó era un poco boquiflojo y podía decirselo a alguien.
El pequeño comenzó a reír, asegurándome que no se iba a sentar en mí… Y se sentó en el lugar donde estuvo mi cabeza. Me senté a su lado y lo miré a los ojos. De repente nuestras miradas hicieron un silencio.
¡dios! esos ojos tiernos brillaban aún más con la luz de la luna, sus labios ya no eran rosados sino rojos, su piel tersa parecía ser lo más suave y humectada del mundo, su mandíbula y sus mejillas eran perfectas; también brillaban.
De repente, cuando creí que iba a perder la cordura y besarlo, Jordy empezó a dar saltitos en el asiento.
-¿Qué jugamos? -dijo impaciente.
Sus movimientos me desconcentraban, la banca y sus nalgas creaban un pequeño sonido que se parecía mucho a cuando alguien está cabalgando en una polla.
-Mira allí están Pereyra y Dante -Al decirlo se detuvo, ya no saltaba pero ahora parecía frotar su culo sobre la banca, como el fin de un orgasmo.
Otros niños de la iglesia estaban jugando un poco lejos de dónde estábamos.
-Ahorita vengo, anda pensando a qué jugamos…
Jordy se puso de pié, dudando si ir con sus amigos, y al alejarse con lentitud, pude apreciar la forma de ese hermoso trasero. Como no traía chaqueta y su camisa estaba metida en su cinturón, se veía totalmente expuesta.
El pantalón azul cielo que le apretaba, hacía una segunda piel para esas nalgas paraditas y carnosas de hoyuelos grandes a los costados, parece que ese niño hacía deporte para mantenerlas tan firmes. Su calzoncillo tanga se marcaba en medio de cada nalga, mientras el movimiento de sus pasos hacía sobresalir una de ellas a la vez.Y al final, se le hacía un pliegue semicírculo en el pantalón… su culo se veía como un corazón redondo, invertido. Y como para volverme loco un poco de tela se metía entre sus nalgas, haciendo una cueva oscura, como si ese hoyito estuviera abierto y dispuesto para el público masculino.
Al ver que los niños estaban lejos y que nadie me veía, toqué con la yema de los dedos la banca, donde estuvieron esas nalgas segundos atrás. Una corriente me hizo suspirar. Estaba tocando ese culo indirectamente.
luego me acosté boca abajo sobre la banca, con la cara pegada en donde Jordy había puesto sus nalgas segundos antes. Recordé sus saltitos y su restregada de culo, entonces no pude contenerme de aspirar profundamente aquel espacio, mi nariz tocaba precisamente donde había estado la rajita de su ano y mis labios donde estuvo una nalga, mientras mi verga erecta y gorda se aplastaba contra la banca, haciendo un vaivén con mi pelvis. Deseaba tanto encontrar un aroma a culo o aunque sea el olor de su perfume frutado… pero no había olor, solo sentí la tibieza y la huella invisible que sus nalgas habían dejado. Así que puse mi mejilla para sentir ese calor, sentir que mi cara dormitaba en sus nalgas, en ese culo hermoso que me había enamorado.
De pronto Jordy y los otros niños vinieron hacía el parque, jugando a las atrapadas. Disimulé y luego me fuí del lugar porque Jordy se olvidó de sus palabras y de mí también.
Pasó más de una hora, ya eran como las 11:30 de la noche. Todos los de la iglesia nos fuimos a una recepción para cenar y partir el pastel de aniversario.
Solo quedaron pocos niños, bueno yo pasaba como «puberto» por eso me juntaba más con los niños grandes que con los jóvenes.
Mi pequeño Jordy me llamo para jugar, estaba reunido con dos niñas y otro niño que también eran mis amigos, así que decidí divertime y ya no pensar más en el trasero de Jordy.
Jugamos a las atrapadas, a los retos con piedritas, etc, observando por ratos esa tentación en movimiento, que trataba de evitar… Hasta qué jugamos a las escondidas.
Jordy y yo nos metimos en la entrada de una casa que parecía estar vacía. Me puse de pie detrás de él, mientras el pequeño sacaba la cabeza para asomar si alguien venía.
-Sientate, que te pueden ver -dijo Jordy susurrandome, ya que obviamente era más alto que él.
Me senté como si fuera una orden, porque sabía que su trasero iba a quedar en frente de mí.
Jordy volvió a asomar la cabeza, mientras yo aproveche para mirar muy de cerca ese hermoso culo que tenía a centímetros de mi cara.
-ptm!… Esas nalgas me ahogarían, cubrirían toda mi cara -pensaba.
Se veían tan grandes, tan duritas y esa raja tan amplia, que empecé a salivar.
Jordy regreso y se apegó a la pared, quitándome aquella bella vista.
Debía hacer algo para que nuevamente se diera la vuelta…
-Me voy a amarrar los zapatos. Asoma por si viene alguien, me avisas para salir corriendo y esconderme en otro lugar.
-¿Por qué? ¿Nos atraparan a los dos?
-Exacto …
Confiando en mis palabras, Jordy se dió la vuelta para asomar su cabeza muy discretamente.
Su culo quedó nuevamente en frente de mí cara. Tomé mis agujetas, disimulando que me las amarraba y me acerqué lo más que pude, lento, hasta estar a 2 centímetros de sus nalgas.
Mi respiración se había acelerado, mi corazón latía fuerte. Pude sentir el calor de su culo a través del pantalón de vestir, ese culito virgen en mi rostro. Respiré profundamente, pero solo percibí su aroma a perfume frutado.
Tenía que hacer mi última jugada.
Acerqué mi nariz y mis labios a la raja de su culo, y cuando ví que Jordy no se movía y respingó aún más el culito… no aguanté y empuje mi nariz muy fuerte hasta llegar hasta al centro de su ano. Aspiré muy profundo, todo en cuestión de segundos, y pude sentir su anito caliente en mi nariz y mis labios. Un olor muy ligero a culo, perfume y sudor de niño inundo mis sentidos, ese pequeño olía demasiado bien… El trasero que tantos deseaban estaba en mi cara, con mi nariz metiéndose entre sus nalgas y muy cerca de su anito rosado. Mi polla escurría de leche, no sé si era líquido preseminal, pero sentí mojadas hasta mis bolas.
Jordy sintiendo mi nariz en su colita, se dió la vuelta.
Me aparte y sonreí para dar énfasis a mis siguientes palabras.
-Casi me caigo, disculpa…
Aquellos ojitos tiernos, algo asustados, brillaron con una sonrisa dulce y burlona.
-¿Amarraste tus zapatos?
-Si, listo.
El resto de la noche no deje de pensar en ese excitable aroma y aquella sensación de tener mi cara entre sus nalgas.
Cuando llegué a casa, me empecé a masturbar enérgicamente imaginando su cuerpo, sus labios, sus nalgas, su delicioso ano… De pronto el orgasmo comenzó y mi abundante leche empezó a salir a borbotones de mi polla mientras alucinaba que la primera descarga caía en su boca, la segunda en sus nalgas y las últimas dentro de su anito estrecho…
Tirado en la cama, desnudo, calculaba cuántos hombres de la iglesia se estaban masturbando esa noche, pensando en el hermoso culito de Jordy.
como sigue?
Subiré el final, ya que me animaron a contarlo.
Tu relato me recordó a un niño apodado por sus pares como Micho, un monaguillo de mi parroquia, el cual consiguió volverme loco con su bendita inocencia, blanco y hermoso con su culito siempre abultado.
Ojalá puedas continuarlo, pues pude visualizarme en varios pasajes de tu relato. Saludos!!
Que lindo apodo. Y por como lo describes, me imagino que era muy hermoso.
Lo haré, subiré el desenlace de este relato.
buen relato, espero que lo continues.
Gracias, lo haré.
Exelente relato me éxito mucho.
Genial!