Ejercicios para culos hambrientos I
Sin que mi mamá mirara Ricardo apretó su entrepierna, un pene enorme se marcó en el lugar que había tocado, luego me fijé en sus labios que humedeció con su lengua, invitándome a tocarle..
Mire por la ventana del guimnasio hacia las máquinas, mis ojos admiraron el físico de los hombres en el interior, desde altos con bíceps grandes y espalda ancha, delgados con fuertes pectorales y piernas, incluso pequeños con cuerpos fornidos.
Cada día desde que descubrí este lugar venía para observar a cada hombre que se me cruzaba, tenía solo 5 años, pero el deseo que sentía por tocar la piel gruesa de esos hombres siempre me había invadido.
Suspiré cuando lo vi, al entrenador del guimnasio, era un hombre alto, de gruesos brazos, definidos, las venas se marcaban en sus antebrazos cuando se inclinaba, su espalda ancha era cubierta por una camisola gris que dejaba expuesto sus pechos gordos e inflados, dos muros impenetrables de carne que eran adornados por pequeños pezones negros, su piel bronceada remarcaba lo bien estructurado que tenía sus músculos, desde los abdominales hasta el pubis, sus piernas fornidas eran ocultadas por un buzo negro.
Algo pareció captar su atención ya que se giró en mi dirección, se quedó quieto observándome antes de sonreír, nervioso saludé con la mirada, el solo me guiño el ojo antes de continuar con su trabajo.
Pronto mi madre termino de hablar con su amiga en la puerta del guimnasio, me tomó de la mano dispuestos a irnos cuando escuche a la mujer llamar a mi progenitora.
«Belen ¿Te parece si Ricardo llega en la noche para tus ejercicios?»Consultó ella.
«Pensé que vendrías tu como siempre, Eva» habló mi mamá.
«Me gustaría, pero mi hijo tiene un partido y quiere que asista, si te incomoda lo dejamos para otro día, sin cobrar claro» respondió Eva.
Pensándolo un momento mi madre asintió.
«Esta bien, dile que llegué , nos vemos» se despidió mi progenitora, hice el mismo gesto con una sonrisa.
Caminando por la calle mi curiosidad pudo más conmigo.
«¿Quién es Ricardo?» Pregunte inocente.
«Recuerdas al hombre alto que atiende el guimnasio, es el» dijo mi madre, sorprendido recordé al tipo que siempre veía desde el ventanal.
«¿De verdad? ¿Qué dirá papá?» Consulte, ella sonrió acariciando mi cabello.
«No lo sabra, llega tarde de trabajar y será solo una noche, tranquilo» me explicó, asentí ilusionado.
«Talvez tenga la oportunidad de tocarle» pensé.
Llegando a casa me entretuve viendo tele hasta la hora de la cena, comí lo más rápido posible y espere a la hora en que mi mamá se preparaba para su rutina de ejercicio.
Con un toque la puerta fue llamada, corrí a abrir topándome con una figura imponente, debido a su altura lo primero que vi fue su entrepierna, tenía un bulto prominente que ya conocía, el hombre me saludo con una sonrisa pidiendo permiso a mi madre para pasar, me quedé anonado observando su figura corpulenta, desde su espalda hasta sus glúteos, todo denotaba testosterona y me gustaba.
A diferencia de otras veces me senté cerca de donde mamá haría los ejercicios, vi como se estiraron antes de empezar.
Mi atención se mantuvo siempre en Ricardo, cada músculo estirándose era placentero de observar, incluso a veces podía percibir el contorno de su hombría debajo del pantalón, solo podía admitir que daba miedo.
«Es más grande que la de mi papá» pensé sonriendo, me gustaba espiarlo cuando se bañaba, la tenía gruesa y larga, pero si lo que vi era correcto, era pequeña comparado al del hombre del Gimnasio, la de él era monstruosa.
Pronto pasaron a las primeras repeticiones y aunque me gustaba la vista del cuerpo de Ricardo, empezaba aburrirme, por lo que traje mis juguetes para distraerme.
«Felipe, vete a otro lado a jugar, nos distraes» ordenó mi mamá.
«Tranquila Belén, no hay problema, déjalo divertirse, es solo un niño» comentó el adulto, sonreí ante su respuesta, mi madre camino hacia la cocina para tomar un vaso de agua, sin que ella mirara Ricardo apretó su entrepierna, un pene enorme se marcó en el lugar que había tocado, luego me fijé en sus labios que humedeció con su lengua, volví a jugar con mis juguetes cuando mi progenitora volvio.
Estuvieron dos horas ejercitándose hasta que terminaron, mi mamá dijo que iría a bañarse y que le esperara en la sala, que le pagaría al regreso.
Ricardo aceptó y se sentó en uno de los sillones mientras me miraba jugar.
Nervioso fijé mi vista en el.
«¿Juegas?» Pregunte inocente, él sonrió mirando detrás suyo, al escuchar la regadera sonar se acercó a mí, su mano izquierda apretando el contorno de su hombría erecta.
«Claro pequeño, pero sabes, conozco algo más divertido ¿Quieres probar?» Habló el adulto con una mirada penetrante, temblando asentí emocionado.
«Acércate» me pidió, hice caso estando a un metro de el.
«Más cerca, no te mordere» dijo tomándome del brazo, hice lo pedido estando a centímetros de su cuerpo, puse mis manos en sus hombros anchos acariciando la dureza de estos, Ricardo se sentó en el suelo extendiendo las piernas a los lados, me puso en medio, justo donde descansaba su pene erecto.
«El juego se llama cosquillas, deberás intentar hacerme reír tocando mi cuerpo, si lo logras te regalaré lo que quieras, si pierdes te castigare ¿Hecho?» Habló el mayor con voz grave, acepte emocionado.
«Iniciemos» murmuró el hombre mirándome, baje mis manos por sus hombros hasta llegar a sus brazos, apreté el contorno de sus bíceps sintiendo el calor emanar de ellos, las venas se delineaban en la piel y está se sentía áspera, como tocar cuero.
Apreté la zona sintiendola dura, excitado por lo que hacía pegue mi rostro al cuerpo del mayor siguiendo con el juego, baje hasta sus antebrazos, tome sus manos con las mías notando el contraste de tamaños, tenía callos que rasgaban mi suave piel, sin embargo me gustaba ver cómo su gran mano cubría la mia más pequeña.
Continúe tocando su pecho, hasta llegar a sus pezones, los noté erectos por lo que pude sentir lo punteagudos que estaban, los acaricie un momento escuchando un suspiro del hombre, su aliento a tabaco me hizo observar su expresión, tenía el iris de sus ojos negros, sus cejas fruncidas, la boca apretada y los labios resecos, parecía hambriento, pero se contenía de moverse.
«Sigue» ordenó en tono áspero, sonaba a un gruñido gutural.
Baje hasta sus abdominales pellizcando cada uno de ellos, escuche una suave risa.
«¡Gane!» grite, el asintió acariciando mi hombro.
«Bien hecho ¿Qué quieres?» Pregunto, escuchamos a mi mamá salir de la ducha, suspiré pensando que terminaría aquí el juego.
Notando mi expresión Ricardo negó con la cabeza divertido.
«¿Porqué no llegas mañana al guimnasio? Se que tienes clases temprano y vas solo a la escuela, te estaré esperando en la entrada una hora antes de abrir, ahí te daré lo que quieras» comentó el mayor levantándose, hice lo mismo separándome del calor que emanaba, era placentero.
«Sí, lo haré» dije feliz, mi madre salió del cuarto ya vestida y con el dinero de la sesión, se lo entrego a Ricardo antes de despedirlo en la puerta, hice un gesto viéndolo irse.
Corrí a dormirme queriendo que amaneciera pronto, mi mamá solo me miró irme confundida.
A pesar de querer conciliar el sueño, la emoción me mantenía despierto, por lo que pude escuchar cuando papá llegó a casa, mamá le recibió en la sala con palabras dulces.
Supe que se estaban besando cuando escuche ruidos de pasos en el pasillo, la puerta de su cuarto se cerró de golpe y reino el silencio.
Acostumbrado a lo que harían caminé hasta el armario, abrí la puerta metiéndome entre la ropa que había, pronto encontré dos agujeros por donde pasaba la luz del otro cuarto.
Papá y mamá no sabían de esto, los había hecho por accidente cuando jugaba con la escoba, la pared no era muy resistente, por lo que crear dos orificios por donde ver fue fácil, no le di importancia hasta que una noche de tantas me fui a dormir entre la ropa del armario, ahí note la luz filtrarse del otro cuarto, con eso supe lo que hacían mis padres cada noche.
Sin vergüenza observé cómo mi padre acostaba a mi mamá en la cama y le levantaba las piernas dejando expuesta un orificio que yo no tenía, al parecer solo mujeres lo tenían, pero se parecía a mi ano así que supuse que por ahí orinaban ellas.
Con la lengua afuera el adulto empezó a jugar con el agujero de mi madre, ensalivo los labios y metió parte del músculo hasta el fondo, podía notar como temblaba el cuerpo de mi progenitora, supuse que debía ser delicioso ya que siempre hacia ese gesto cuando papá jugaba en esa zona.
«Me pregunto ¿Qué se sentirá?» Pensé curioso.
«Talvez debería pedirle a Ricardo que haga lo mismo conmigo, si es delicioso quiero probar yo también» considere ilusionado, me entretuve un rato viendolos jugar entre ellos antes de que me entrará sueño.
Amanecí dormido entre la ropa del armario, mi mamá me despertó al día siguiente con mucha energía, actuaba así después de lo que hacía con papá, supuse que por eso jugaban todas las noches.
Mi padre ya se había ido cuando salí a desayunar, termine mi comida y fui a bañarme.
Nervioso me puse la ropa de la escuela, tome mi mochila justo cuando mi mamá se metía a bañar.
«¡Nos vemos en la tarde hijo!» grito mi progenitora.
«¡Esta bien mamá!» respondí en voz alta, salí de casa rumbo a la calle principal.
Aún se veía oscuro, pero no me preocupaba ya que era un barrio seguro.
Pronto divisé el gimnasio antes de doblar la esquina, hice lo que Ricardo dijo de acercarme a la puerta de entrada, está se abrió discretamente, pase rápido encontrándome con el lugar a oscuras.
Una figura musculosa se presentó ante mi, llevaba una calzones deportivos que dejaba expuestas sus nalgas, lo único cubierto era su enorme hombría que resaltaba por lo dura que estaba.
«Me alegra verte Felipe ¿Ya has pensado en que quieres de recompensa?» Indagó el adulto contrayendo sus hombros, su espalda se estiró dándole un toque sensual.
«Sí te lo digo, no lo menciones a nadie» pedí temeroso, el asintió con una sonrisa.
«Tranquilo, estás en buenas manos, dilo en confianza» comentó mirándome a los ojos, me arme de valor y di un paso adelante, a unos centímetros de tocar su cuerpo fornido.
«Ayer mis padres jugaron, vi como mi papá le metía la lengua al agujero donde hace pipi mamá, ella parecía sentir delicioso ¿Crees que podrías hacer lo mismo conmigo? Me gustaría saber lo que se siente» solicite mirando hacia el suelo, percibí un toque en mi hombro, mire hacia arriba deleitándome con la figura energumena del mayor.
«Sí es lo que quieres, lo haré, ven» me dijo caminando hacia el interior del guimnasio, le seguí el paso admirando sus nalgas duras y regordetas.
Pasamos a su oficina donde descansaba un sillón grande de color marrón con almohadas a los lados.
«Acuéstate y bájate el pantalón con el calzón incluido, yo haré el resto» ordenó el adulto, el tono de su voz era demandante, grave y áspero, parecía ansioso.
Hice caso poniéndome bocabajo, estiré mi trasero hacia arriba entendiendo que ese era el único agujero parecido al de mi mamá.
«Relájate, sentirás raro al principio, pero luego te gustará» explicó Ricardo, vi como sacaba su lengua antes de acercarla a mi ano.
Me contraje en una mueca cuando la saliva fría y el contorno caliente de su carne rozaron mi entrada, un cosquilleo incómodo recorrió mis músculos, trate de removerme, pero las manos del adulto me sostuvieron de las caderas.
«Tranquilo, es normal, solo respira» pidió el hombre, hice caso mirando hacia adelante.
Otra vez la saliva y la carne hicieron contacto, aguante la ganas de moverme notando como las caricias de su boca delineaban todo mi ano, paso un lenguetazo por toda mi raja antes de hacer un sonido de satisfacción.
«Tienes un rico culo Felipe ¿Te lo han dicho?» Dijo Ricardo en tono grave, negué con la cabeza mirándole.
«Bien, entonces déjame demostrartelo» habló antes de volver a meter su cabeza entre mis nalgas.
Lenguetazo tras lenguetazo mi ano fue lubricado por su saliva, cada roce de su carne me causaba espasmos en el cuerpo, cerraba los ojos y apretaba los dedos de mis manos, sin embargo aunque era raro me gustaba.
Hice varios movimientos hacia atrás apegando mi agujero a la boca del hombre, este me sostenía para evitar que lo distrajera de su misión.
Su lengua jugaba con maestría con el contorno de mi ano, sin embargo cuando empezó a meter la punta, me estremecí violentamente.
«¡¿Qué fue eso?!» Pregunte alarmado, había sido una descarga eléctrica que recorrió toda mi espalda, nunca lo había experimentado.
«Es placer, estás experiementando lo que tu mamá vivió con tu padre, lo delicioso que sintió ella» explicó volviendo a meter la punta de su carne.
Otra vez la descarga me invadió, no obstante esta vez me limité a resistir el deseo de moverme tratando de comprender el sentimiento.
«Es como si mi cuerpo se calentará de golpe y algo me pelliscara el abdomen» susurré, Ricardo hizo un sonido de afirmación.
«Correcto, así se siente» dijo antes de introducir más de su lengua en mi ano.
Solté un pequeño gemido experimentando nuevas sensaciones, las paredes internas de mi agujero se amoldaron a su carne provocando una fricción incómoda, sin embargo las descargas de placer eran constantes, como si esa zona estuviera hecha para producir tales reacciones cuando era estimulada.
«Me guste» suspiré con los ojos cerrados, Ricardo sacó su lengua para hablar.
«Es bueno saberlo Felipe» murmuró estirando mis glúteos, los amasó y dió unas cuantas nalgadas que me hicieron brincar, este me sostuvo cuando me removi, luego volvió a meter su rostro en mi culo.
Con su lengua dentro de mi, se limitó a jugar con todo lo que encontraba, estiraba mi ano a su antojo, estimulando la carne con el calor y la saliva de su boca, gemía en cada interacción apegando más mi trasero en el rostro del mayor buscando un mejor contacto.
«Ahora entiendo porque mamá siempre juega con papá y termina alegre, se siente tan bien» pensé relajandome, escuche la puerta de la oficina abrirse algo que me hizo levantar la mirada, me quedé petrificado al notar a mi padre, este traía un bolso deportivo y su rostro de sorpresa era igual al mío, Ricardo se limitó a levantarse para tomar lo que tenía mi progenitor.
«¿Se puede saber que está pasando?» Pregunto cabreado, me levanté a toda prisa tratando de cubrirme, pero era tarde, el ya me había visto desnudo con el culo dispuesto a otro hombre.
«Tranquilo Jorge, solo le daba a tu hijo una recompensa por haberme ganado ayer en un juego, sabes cuál» comentó el adulto acariciando el pecho de mi papá, esté le reto con la mirada antes de gruñir, tomó el rostro de Ricardo y lo beso apasionadamente.
Pasmado admire como esos hombres luchaban para dominar al otro sin éxito, eran besos agresivos, cargados de testosterona y lasivia, se separaron bruscamente cada uno respirando con fuerza.
«La próxima vez avísame con quién vas a jugar, no quiero más sorpresas» dijo mi padre quitándose la camisa y quedando desnudo de la cintura para arriba.
Me miró un momento antes de señalar la puerta.
«Lárgate, en la noche hablamos tú y yo» regaño el mayor, hice caso pasando de largo rumbo a la escuela, Ricardo me detuvo apegándome a su hombría erecta, estaba gruesa y caliente, tanto que sudor manchaba la tela de su calzoneta
«Puedes venir a la misma hora si deseas repetir Felipe» me guiño el ojo el adulto, mire de losayo a mi padre con los brazos cruzados y los ojos asesinos, luego admire el contorno musculoso del dueño del guimnasio.
Solo me fui sin responder, no sabría la reacción de mi padre si supiera que quería repetir, había sido la mejor experiencia de mi vida.
Continuará…
Gracias por haber leído hasta aquí.
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Hasta pronto.
Urge la continuación. Terminé completamente duro.
Buen twist al final