El niño que me lanzó un beso y me metió el dedo.
Yo tenía 6 años y el 8, una mirada coqueta y manoseos..
Yo tenía 6 años y recuerdo vagamente que papá me llevó a ver a un amigo que le iba a dar trabajo. Siempre sobresalí de los demás niños por ser de pelo castaño, blanco y labios rosados y es que en mi pueblo la mayoría eran trigueños. Ese día usaba unos shorts blancos, pequeños de tela fina y el polo no recuerdo de que color era, pero era cómodo.
Tocamos la puerta de una casa algo vieja. Salieron a nuestro encuentro dos niños uno de 8 años y el otro tendría 5 años. Mi papá le preguntó por su padre y el mayor le respondió que no estaba en casa, que se había ido a la vuelta, a arreglar su bicicleta.
Papá se despidió de los niños y me tomó de la mano para dirigirnos al lugar donde estaba su amigo. Yo regrese a ver a los niños que aún seguían en la puerta. Y el de 8 me lanzó un beso, mirándome de pies a cabeza, mientras el pequeño reía en voz bajita. El actuar del niño me pareció extraño, no sabía que entre «hombrecitos» se podía coquetear, pero me gustó que lo hiciera. De rato en rato volteaba a verlo, mientras mi padre me jalaba con su mano, Su mirada risueña seguían allí mientras parecía observar mis pequeñas nalgas en movimiento.
Al llegar al lugar donde arreglaban bicicletas, el amigo de papá lo invito a sentarse, descuidando mi presencia.
Caminé por algunos matorrales de flores jugando con la tierra y la hierba. De pronto ví al niño que me tiró el beso acercándose a mí. Su actitud era la típica de un niño «heterosexual» activo y que se creen grandes. Al estar frente a mí, hizo como si fuéramos amigos de toda la vida y empezó a mostrarme las flores que habían y mencionando sus nombres.
Me puse en cuclillas para ver mejor esas flores pequeñas y de pronto el me dijo: Siéntate aquí. Cuando regresé mi mirada, él estaba sentado en el suelo, con los pies estirados y señalando sus faldas para que me siente encima de su pantalón gris. Sus palabras fueron como una orden que así lo hice. No sé porque, me senté, y sentí su pene erecto detrás de mis nalgas, como mi shorts eran finos sentí el calor de su pequeño miembro y entonces me dí cuenta que no yo no llevaba calzoncillos.
Avergonzado intenté disimular como si estaba concentrado viendo las flores, pero él se movía de una forma que sentía más su pene ingresando a mi rajita. De pronto me paré de golpe y me puse a mirar del otro lado.
El me siguió como si nada hubiera pasado. Su mirada no disimulaba, seguía mirándo mi pequeño trasero, aún de un bebé. Entonces me recosté sobre un cerco de madera para estar más cómodo y mirar hacía el frente. El niño puso su mano en mi nalgas e hizo movimientos circulares como si quería limpiar el polvo. Cuando lo miré a los ojos, su mirada y sus labios mojados cambiaron a unos realmente excitados. Metió su dedo, encima del shorts, dentro de mi ano. Y lo introducía como si quiera meterme toda su mano. Quise irme del lugar pero me jaló del polo, sin quitarme el dedo y me sostuvo fuerte con una mano. Yo no puse más resistencia. De pronto soltó su dedo, dejando mi shorts hundido entre mis nalgas. Llevó su dedo a su nariz y lo olfateo como si fuera un perfume de rosas. Su mirada seguía frente a la mía. Su sonrisa, y su tranquilidad me gustaban pero también me asustaban. De pronto metió su mano por debajo de mis shorts e introdujo su dedo nuevamente en mi estrecho y rosado ano. Ahora lo hacía con un ligero mete y saca. El niño se mordía los labios, como si estuviera frente a un dulce. Nuevamente sacó su dedo y lo llevó hasta su nariz. Aspiró profundamente y exhaló haciendo un gran aaaaa Parecía que disfrutaba de mi olor sexual, sentía como si yo era una caja de perfume, aunque no entendía sobre olores.
De repente se bajó su pantalón gris y sacó su pene, estaba tan erecto que aunque era pequeño para mí era muy grande.
Me puso totalmente de espaldas, bajó un poco mi shorts dejando al descubierto mis nalgas blanquitas, su excitación era tan grande que sentí su cuerpo caliente detrás de mí… cuando quiso introducir su pene y rozando mis nalgas… Mi padre me llamó, sin saber donde estaba ni que hacía.
Me levanté mi shorts y corrí hasta su encuentro, aún con esa sensación de un poco de dolor y seguramente con mi ano más rosado que de costumbre.
Al niño lo ví de lejos, se iba corriendo como si quisiera terminar algo que empezó….
gran relato como sigue