Niño. Piel dorada
Gabriel se hincó enfrente de mi, yo abrí las piernas para que pudiera ver todo y tuviera mejor acceso. Agarró mi verga con las dos manos y la examinó. Parecía estar muy sorprendido, la imagen que yo tenía era angelical. Un niño casi perfecto y una verga de 19 cm pegada a su cara..
Esta vez les quiero compartir una de las experiencias más ricas que viví antes de adoptar a Irabi. Igual, se los dejo a su criterio. Ustedes eligen que creer. Si no has leído mi relato anterior, lo encuentras como; «El hijo que siempre quise».
Igual este relato también es algo largo, pero quiero creer que vale la pena. Sin más, vamos a ello.
Había salido de mi trabajo y me dirigía a mi apartamento de ese entonces. Era nuevo en la ciudad, así que apenas estaba conociéndola. Hacía cerca de 20 minutos de mi casa al trabajo si no había tráfico, pero del trabajo a mi casa casi hacía 1 hora, siempre terminaba desviándome y metiéndome a lugares que en mi vida había visto. Siempre, antes de terminar perdido, llegaba a un semáforo donde siempre había vendedores ambulantes, migrantes, limpia parabrisas, gente que trataba de entretener y sacar para comer.
Ya una vez aprendida mi ruta casi siempre me tocaba estar enfrente del tráfico y me tocaba ver todo tipo de trucos. Un día después de salir del trabajo algo tarde, pegándole a las 4:30 de la tarde, estaba un par de niños que no había visto por ahí, era un chico de cerca de 15 años y supuse que el otro era su hermano. El más pequeño se acercó a mi auto en cuanto el semáforo se puso en rojo, vendía chocolates y algunos chicles. Lo pude ver de cerca, era un niño de 11 años, no muy alto, delgado pero se le notaban los músculos, de piel clara, pero quemada por el sol, dándole un toque dorado. Ojos grandes con pestañas bastante largas. Su cabello era café, un café claro, casi rubio que caía por sus ojos en forma de chinos y una sonrisa que enamoraría a cualquiera…
Le pregunté su nombre y me dijo que se llamaba Gabriel.
L: -Un gusto, Gabriel. Dime, ¿qué vendes?
G: -Traigo unos chicles y chocolates y mi hermano trae gomitas y dulces.
L: -¿Y si te compro todo, hijo?
G: -Uhmm, no sé. Es que los chicles los doy a peso y los chocolates a 5. Mejor le pregunto a mi hermano.
Y se fue corriendo con el, era muy vivaz.
A los pocos segundos regresó con su hermano, un chico de 15 años, igual de piel dorada, cabello ondulado de tonalidades rubias como el de su hermano que caí por sus ojos y la misma sonrisa que la del menor.
¿: -¿Qué pasó, jefe?
Su voz era ronca, de esas voces que casi que no sale sonido pero muy masculina…
L: -Le digo a Gaby que si quiere le compro todo.
¿: -No, como cree, jefe. Se le va a hacer mucho.
L: -No le hace, echamelo todo antes de que se cambie a verde.
¿: -Bueno, ya dijo, jefe.
Se hicieron poco menos de $200 pesos mexicanos.
Agradeciendome bastante me despedí de ellos y la luz cambió a verde.
Esa fue la primera interacción que tuve con ellos, sin duda, este par de niños tenía excelentes genes. Llamaban mucho la atención, pero el menor, Gabriel, me flecho al instante. Casi todos sus músculos estaban marcados por la desnutrición, pero sin duda, era un cuerpecito envidiable, mandibula marcada y muy nalgoncito. A pesar de su situación, a ninguno lo noté sucio o con algún problema de salud grave.
Para los que son nuevos, en ese entonces tenía 25 años, media 1.75mts, era moreno claro, tenía un cuerpo definido sin llegar a los extremos, pero si hacía mucho gimnasio. En ese entonces me dejaba crecer la barba un poco, lo que me daba un toque bastante varonil y era muy atractivo según me han dicho.
Al día siguiente me los volví a encontrar, esta vez traían varios dulces mexicanos. Los noté a lo lejos y le grité a Gabriel, al parecer conoció mi voz o mi auto porque fue enseguida conmigo con una sonrisa grande.
G: -Hola, señor. – Chocamos los puños.
L: -¿Qué hay, Gaby? No me digas señor, me llamo Luis, aunque puedes decirme Javi. ¿Hoy qué traes?
El solo sonrió.
G: -Traigo mazapanes pero le voy a regalar uno porque ayer me compró todo.
L: -Bueno, te lo acepto, pero con una condición.
G: -¿Cuál?
Le entregué dos pizzas
L: -Que te lleves estas pizzas para tu casa con tu hermano.
Se le iluminaron los ojos y llamó a su hermano. Supe entonces que se llamaba Héctor.
G: -Mira, hermano, Javi nos va a regalar pizza.
H: -¿Es neta?
L: Simón, llevensela. Para ustedes.
H: -No pues muchas gracias, Javi. Te lo agradezco de corazón.
L: -No es nada, canijos. Siganle, nos estamos viendo.
A estas alturas, yo ya sentía que me había ganado su confianza y no podía esperar más a tener a Gabriel hincado mamandome la verga.
Pasaron los días y siempre les llevaba algo, siempre estaban en el mismo lugar, a la misma hora. Hasta que un día solo estaba Gabriel. Mi momento había llegado.
Lo llamé a mi auto y se acercó igual de feliz.
L: -¿Qué pasó, Gaby, donde está tu hermano?
G: -No lo sé, se subió a un carro con una señora. Me dijo que regresaba en una hora y que si no volvía me regresara para la casa.
L: -¿Y te dejó aquí solo?
G: -Si, pero no me da miedo. Es que siempre vuelve.
Ahí me di cuenta de lo que pasaba…
L: -¿Tienes como comunicarte con el?
G: -Si, tengo su número.
L: -Bueno, háblale y dile que te irás conmigo, vamos a comer algo.
Gabriel le marcó y al instante contestó, le dijo que se iría conmigo a comer y que regresaba pronto, a Héctor le pareció bien y Gabriel se subió a mi auto.
Nos detuvimos a comer hamburguesas y logré conversar un poco más con el.
L: -¿Viven solos?
G: -Si, mi papá está en la cárcel desde ya hace años. Lo agarraron por vender droga y mi mamá se fue con otro hombre a otro estado, nos visita una tía cada fin solo para ver si estamos bien.
L: -¿Entonces tu hermano se hace cargo de los 2?
G: -Si, el hace de comer y esta al pendiente de todo.
H: -Wow, están muy chicos para haber vivido todo eso.
Platicamos un poco más de su situación y al parecer les estaba llendo bien, Héctor había conseguido trabajo o al menos eso es lo que me dijo Gabriel. Y ambos seguían estudiando y tenían muy buenas calificaciones.
Iba camino a dejarlo cuando le marcó Héctor y le dijo que necesitaba hablar conmigo.
Héctor tendría que quedarse hasta tarde y no podía dejar a Gabriel solo, así que me pidió que pasara conmigo la noche…
Era increíble lo fácil que estaba resultando todo.
Yo ya sabía que Héctor quizá se vendía para conseguir dinero, y es que en realidad el chico era extremadamente atractivo…
Le dije que si y nos fuimos a mi departamento. Mi momento había llegado.
L: -Muy bien, Gaby, puedes dormir en mi cama si quieres, yo tomaré un baño. Juega si quieres un rato en la consola.
Gabriel estaba maravillado, miraba a su alrededor y tenía una gran sonrisa en el rostro.
L: -Gaby, ¿a qué se dedica en realidad tu hermano?
G: No sé, solo sé que a veces pasan por el en diferentes carros, carros muy lujosos. Regresa tarde pero siempre trae comida y dinero…
L: -Oh, ok, ok…
Era más que claro, Héctor si se estaba vendiendo.
Dejé que Gabriel jugara con la consola hasta que se cansó y luego le dije que se bañara. Después me di cuenta, no había traído ropa. Le dije que no importaba, podía tomar una de mis toallas y le prestaría un short.
Ya una vez bañado le dije que se midiera el short pero le quedó grande, convenientemente, le dije que se lo quitara y le daba otro, se lo quitó y lo vi, vi un cuerpo atlético pero flaquito, unos boxers que le quedaban grandes, quizá eran de su hermano y un paquete muy abultado.
L: -Quítate el bóxer, el short que te voy a dar trae calzoncillos.
G: -Ok, voy al baño a cambiarme.
L: -No, no. Quitatelos aquí. Estamos en confianza, ¿no?
G: -Es que me da pena
L: -No te preocupes, yo no diré nada, aparte, tenemos lo mismo. ¿Cuál es el problema?
G: -Bueno, pero no te rías eh.
Solo sonreí y le dije que para nada; se quitó el bóxer y pude verlo como quería, su verga era grande y bastante gruesa para su edad y pude verle un lunar justo en la base. Quedé maravillado.
L: -No inventes, Gaby, estás vergon.
El se río y se tapó.
L: -No te tapes, no tengas pena. Yo también tengo un lunar como el tuyo, ¿lo quieres ver?
Se lo pensó un rato, pero accedió.
G: -Pero no le vaya a decir a Héctor por favor. Luego se enoja conmigo.
L: -No te preocupes, Gaby, esto queda entre nosotros. Será un secreto.
G: -Ok, entonces déjame ver tu lunar.
Yo ya tenía media erección, así que mi verga ya se alcanzaba a notar.
Bajé mis pantalones y luego mi bóxer y me senté en el sofá.
L: -Esta justo aquí. Señalé la base de mi verga.
G: -No inventes, Javi, la tienes bien gruesa.
L: -¿No habías visto una verga antes?
G: -Solo la de mi hermano, pero la de el no es tan gruesa.
L: -¿Le has visto la verga a tu hermano?
G: -Si, es que a veces que nos dormimos juntos yo se la agarro.
Soltó una risa nerviosa pero me dio la entrada para poder hacer lo mío.
L: -¿Neta, Gaby?
G: -Si, pero una vez me descubrió. Pero dejó que se la jalara de todos modos. Y si la tiene grande pero no tanto como la tuya.
L: -¿O sea que te gustan las vergas?
Era evidente, pero yo quería que me diera esa entrada para que todo fuera consensuado. De igual manera lo iba a violar, pero si había una salida menos agresiva, la tomaría.
G: -Pues me gusta mucho versela a mi hermano. Y la tuya también me gusta.
L: -Bien, Gaby, pues entonces toda tuya, tocala lo que quieras, la puedes besar si gustas.
G: -¿Seguro?
L: -Si, si. Seguro.
Gabriel se hincó enfrente de mi, yo abrí las piernas para que pudiera ver todo y tuviera mejor acceso. Agarró mi verga con las dos manos y la examinó. Parecía estar muy sorprendido, la imagen que yo tenía era angelical. Un niño casi perfecto y una verga de 19 cm pegada a su cara.
L: -Besala, Gaby. Sé que quieres.
Acercó mi glande a sus labios y le dio una lamida y luego se la metió a la boca.
Era algo torpe, pero aprendió rápido, luego lamió desde mis huevos hasta el glande y nuevamente se la metió a la boca, logró meter poco más de la mitad, yo solo producía gemidos.
L: -Ahh, Gaby, lo haces bien, ¿ya habías mamado una verga antes? Dime la verdad.
G: -La de mi hermano solamente.
L: -Wow, ¿también se la mamaste? ¿Aún lo haces?
G: -Ahora con su trabajo casi no, pero antes si me dejaba chuparsela y una vez me la metió pero me dolió. ¿Tu también me la quieres meter?
L: -Por supuesto que si, Gaby, ¿no te das cuenta?
Lo agarré de la cara y le planté tremendo beso. Metí mi lengua a su boca y la suya buscaba la mía igual. Jugueteamos un rato apasionadamente y lo senté sobre mi cintura. Agarre sus nalgas redonditas y le di una nalgada. Él se sacó pero lo sujete fuerte y le seguí apretando las nalgas.
L: -¿Te gusta, mi amor?
G: -Si, pero no me des tan fuerte.
Nos seguimos besando, le di a chupar uno de mis dedos y comencé a buscar su culito. Logré meterselo y una vez más se sacó, pero logré sujetarlo del cuello.
L: -Tranquilo, tranquilo. Solo deja que tu culo se acostumbre.
G: -Ahh, me gusta mucho pero me duele.
Le dije que se relajara para que fuera más fácil y nos seguimos besando. Sentía como apretaba mi dedo y eso me excitaba mucho. Una vez que se acostumbró, le di a chupar 2 dedos más.
L: -Chupalos bien, mi amor, porque te tienes que acostumbrar a mi. Llenalos bien de saliva.
Le metí los dedos hasta la garganta y luego regresé a su culo, primero metí 2 y no puso tanta resistencia, metí el tercero y soltó un gemido enorme.
Yo me reí y le dije:
L: -Ahh, que bonito gritas, putito. Así quiero que gimas cuando te la meta toda.
G: -Si, papi, me encanta, pero siento que me hago del baño pero no me los saques por favor.
Había dilatado bastante bien, duramos en esa pose como 15 minutos hasta que entraban y salían fácil mis tres dedos.
L: -Ponte en 4, bebé. Y levanta bien el culo.
Se puso en posición y le di unas nalgadas que se oyeron en todo el departamento, abrí bien su culo y vi su culito rosita y algo irritado por la dilatación. Pero era sin duda, una hermosa vista. Me hundi entre sus nalgas y recorrí con mi lengua todo su culo. Pasé por sus huevos, lami otra vez su culo y seguí con mi lengua hasta su cuello y luego a su boca.
L: -¿Estás listo, amor?
G: -Si, papito.
Me excitaba tanto que me dijera «papi» o «papito». Mordi una de sus nalgas y el se rió. Puse la punta de mi verga en su culo ya dilatado. El niño me pedía verga a gritos. Hasta que me sorprendió su mano en mi verga y la direcciono a su culo y comenzó a metersela el solo. De verdad, yo estaba a full. Dejé que el solito se clavara y logró meter más de la mitad.
L: -Dale, dale, Gaby. Ya casi es toda, otro poco mi amor.
G: -La tienes bien grande, papito. No me cabe.
L: -Claro que te cabe.
Y de un solo movimiento se la dejé caer toda. Sentí que algo se rompió en el pero no me importó, ya había pasado por eso antes. Él soltó un grito de dolor pero le tape la boca.
L: -Shh, shh, bebé. Aguantate puto, ya la tienes toda adentro. ¿No querías eso? ¿No querías una verga de verdad? Aquí la tienes, bebé. Disfrútala.
Gaby no podía decir nada porque lo tenía bien sujeto, pero tenía la verga súper dura. Le estaba gustando como lo estaba tratando y se notó cuando puso una de sus manos en mi culo y me apretó la nalga y con la otra busco mi cuello. Entonces lo solté y me dio un beso, largo y salivoso beso.
L: -¿Te gusta, bebé? ¿Te gusta que te trate como perrita, eh?
G: -Si papito, me encanta tener tu verga adentro, por favor no la saques, siento muy rico.
Sus deseos eran órdenes así que comencé a bombearlo. Primero lento para que se acostumbrará, lo sujetaba del cuello y del pelo. Podría jurar que vi sus ojos ponerse en blanco cuando me movía para enterrarsela toda. No tardo mucho en decirme que le diera más rápido. Estaba sorprendido con su capacidad de aguante. No cualquier niño aguantaba mi verga, pero el me pedía más. Comencé a darle más rápido y el gemía como una verdadera puta, gemía y gemía cada vez más fuerte y eso me excitaba a mil. De verdad estaba disfrutando. Lo veía agarrarse de un cojín y morderlo.
L: -Eso perrita, así, pídeme más cabron. Dime que quieres más.
G: -Dame más, papi, dame toda tu verga, Javi.
Lo agarré de la cintura y sin dejar de penetrarlo, lo alcé y me lo llevé a la cama. El se sujetó de mi cuello y no paraba de gemir. Sentí toda su espalda en mi pecho y estómago. Estábamos sudando.
Lo acosté en la cama en posición de perrito, luego agarré sus brazos y los puse atrás de su espalda, quedando su culo bien levantadito. Y comencé otra ves a bombearlo, notaba como su cuerpo se retorcía con cada embestida pero no dejaba de gemir de placer. Seguí sujetando sus brazos con una mano y con la otra lo jale del cabello. Le estaba dando como si de un hombre adulto se tratara, pero Gabriel aguantaba como una verdadera puta cara.
L: -Ve como te entra mi verga, amor. Te la tragas toda, todita.
Le di una nalgada que dejó mi mano marcada.
Pare para cambiar de posición, quería ver su cara cuando se tragaba toda mi verga.
Puse sus pies en mi pecho y volví a meterle la verga, apretaba tan delicioso. Vi su cara roja por la excitación, sus rizos estaban pegados a su frente y se mordía el labio de abajo, de verdad le estaba gustando, y mucho. Su verga también estaba durísima. Agarre sus manos y las puse arriba de su cabeza, no quería que se tocará. Le seguía dando como bestia y yo lo estaba gozando al máximo. Era como cogerse a un ángel.
L: -Que hermoso rostro tienes, cabron. Si por mi fuera, te haría mi esposa, para cojerte todo el día.
G: -Hazme tu esposa, Javi. Quiero ser tu perrito.
Sus palabras me hirvieron la sangre.
Puse sus pies alrededor de mi cintura y sus brazos al rededor de mi cuello y me levanté con el ensartado aún y me dirigí a la cocina. En el transcurso, bese su cuello, bese su pecho y el hacia lo mismo conmigo, parecíamos animales de verdad.
Lo senté en la barra y volví a darle duro. El cerraba los ojos con fuerza y abría la boca. Mi instinto me ganó, le sujete la cara le dije que abriera la boca y le escupí, apretaba sus cachetes y mis embestidas eran más bestiales, sin duda alguna, el culo de Gabriel ya estaba tan abierto que cabía mi puño. Pero no lo había visto hasta que saqué mi verga para verlo, su rosadito culo estaba tan mojado y había rastro de sangre pero no nos importó, saqué toda mi verga y se la metía de nuevo toda y el solo arañaba mi espalda y gritaba.
Duramos en la cocina gran rato, lo besaba y me besaba, le escupía en la cara y el solo sacaba la lengua para recibir mi saliva.
Lo alcé nuevamente y me lo llevé a mi cuarto de nuevo. Sentía que ya iba a terminar y quería hacerlo en mi cama.
Me recoste y le dije que se sentara sobre mi, su culo estaba echo a mi medida, pues no puso resistencia y entró todo nuevamente en su pequeño cuerpo. Lo abracé y comenzamos de nuevo. Estábamos ya bastante sudados y Gabriel parecía que estaba fuera de si, hacía su cabeza para atrás y gemía muy fuerte, arqueaba su espalda y me besaba.
G: -Ahh, papi, me encantas. Me encantas completo.
Una vez más me hirbio la sangre y lo volteé, puse sus pies en mis hombros y volví a embestirlo bestialmente. En ese lapso de tiempo Gabriel se hizo del baño, me orino todo el pecho y el se mojó todo. Y mientras se orinaba me miró a los ojos y gritaba mi nombre.
G: -Ahhhhh, Javiiiiiii.
Yo no pude más y le di aún más fuerte mientras lo masturbaba y logró venirse al poco tiempo. Se retorcía completo y fue cuando sentí más presión en mi verga y 6 grandes chorros de leche llenaron su culito. Yo grite del placer y el también. Lo sujete de la cabeza mientras lo llenaba por completo y luego lo besé.
Acabamos empapados… a Gabriel le temblaban las piernas fuertisimo y yo no podía creer la sesión de sexo que acababa de tener con el. Fue casi irreal. Me costaba trabajo recuperar mis fuerzas pero estaba arriba de Gabriel. Me moví a un lado y salí de el. En eso, él se acuesta arriba de mi con su culo dando a mi cara y me suelta todo el semen que traía dentro, regalandome así una de las mejores vistas que eh tenido en toda mi vida. Mi semen salió y escurrió por mi pecho así que puse mi boca y recibí el faltante, dándole así también una limpiada. Volteé a Gabriel, abrí su boca y dejé caer todo el semen que tenía en mi boca en su boca y nos fundimos en un hermoso beso blanco…
L: -Dios, Gabriel, me hiciste acabar como nunca. Eres un cerdo y me encantas, putito.
G: -Me encantas mucho, Javi. Y quiero ser tu esposa para siempre.
L: -Bueno, tendremos que ver eso luego, no comas ansías, bebé. Me regalaste el mejor sexo de mi vida hasta ahora. Aguntaste como una verdadera puta. Él se río y nos volvimos a besar.
Revisé su culo y todo parecía normal, a excepción, claro, que podía caber mi puño en el. Apestabamos a orines, pero yo no tenía problemas con eso, mojamos toda la cama y en la cocina también había rastro de nuestro gran encuentro.
Nos quedamos acostados así gran rato y Gaby se quedó dormido hasta el día siguiente. Yo tenía libre el día pero tenía que dejar a Gabriel en su casa. Hice el desayuno y fui a levantarlo.
Estaba acostado boca abajo y completamente desnudito.
Le mordi una nalga y le di una lamida a su culo.
L: -Ya despierta, dormilón. Bañate y ven a almorzar.
G: -Ahh, Javi, me duele mucho mi culo.
L: -Te dejé una pomada en el baño, pontela después de que te bañes. Te aliviará el dolor en un ratito.
Gabriel se metió a bañar y yo no paraba de pensar en todo lo que hicimos, en mi misma cocina, justo donde se iba a sentar a desayunar, la noche anterior lo había sometido a mi voluntad. Me erecte de nuevo pero Gaby no iba a soportar otra ronda. Así que me olvidé de ello…
Una vez que almorzó y se alistó fui a llevarlo a su casa pero noté que no se podía sentar. Solo esperaba que Héctor no me reclamara nada ni que Gabriel le dijera algo de lo que hicimos, pero no.
Pasaron 2 días y Héctor tocó a mi puerta…
Pero esa ya es historia para otro relato.
Gracias a todos por su tiempo, espero les haya gustado. Si es así, déjame un comentario. Sabré que estoy siendo apoyado.
PD: Perdón por los modismos mexicanos.
Parte 2
gran relato como sigue
Continuación por favor. Escelete.
Que bueno relato! Qué sigue??
Ufff me ha encantado, me has puesto a mil
parte 2 buen relato saludos…. 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉
Que rico relato ojalá y sigas pronto en verdad si te pudiera contactarte por algún lugar estaría genial quiciera tu suerte con ese nene que suena a qué es un dios
De verdad que fuiste muy muy afortunado, yo quisiera tener esa misma suerte, espero con ansias tu segunda parte u otra experiencia con algún otro niño.