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Dominación Hombres, Gays

Tarea con leche.

Ojalá hubiera un espejo en la sala, que me permitiera ver mi blanco y rosadito culo de 14, ser penetrado por ese trozo negro..
Hola, me llamo José y soy del sur de México. Actualmente tengo 19 y esto me pasó a los 14.

 

Iba en secundaria, en mi segundo año.

Yo era el típico chico twink. Soy blanquito, alto, pelo ondulado, pestañas largas, culito parado. Soy el estereotipo de femboy con cuerpito de chavita.

Todas las experiencias que tuve, fueron a que mis padres son muy liberales, trabajan todo el tiempo y me dejan solo en la casa.

Y esta es una de las que más me gustan, pero que ni mis amigos saben que lo hice jejeje.

 

En mi ciudad, es muy común que beliceños vengan a vivir, trabajar, estudiar, etc.

Por ese tiempo, mi familia estaba poniendo piso en una parte del jardín trasero y otros arreglos. Contrataron a un albañil que justo era de Belice y era bellísimo. Su nombre era Kyle y tenía 25 años.

Era super masculino, un negro imponente y enorme. Tenía el cuerpo trabajado, le encantaba trabajar sin camisa, unos ojazos preciosos y unos labios carnosos y rositas.

Siempre le hacía plática, porque yo estaba enamorado perdidamente de él. Me encantaba su acento, porque hablaba fluidamente español, pero no se le quitaba esa pronunciación inglesa de algunas palabras.

Él era un caballero, me trataba como damita y me decía patronsito. Me preguntaba todos los días cómo me iba a la escuela y así. A él, le dediqué muchísimas pajas, mientras me dedeaba el culito gimiendo su nombre.

 

Cómo les mencioné, mis papás trabajaban demasiado y eran bien vale vergas. Un día tuvieron una conferencia juntos y se largaron dejándome solo por 4 días.

Mi mamá cocinó, para que aquellos días yo solo lo caliente la comida, y me dejó dinero por si acaso.

Resulta que Kyle colocaría otro detalle al jardín, así que él seguía yendo a la casa.

Lo recibía después de que llegaba de la secundaria, a las 2pm y se iba como a las 5.

El primer día solos, yo sentía como se comportaba diferente. Me sonreía a cada rato, se la pasaba sin camisa—más de lo normal—y me hacía cosquillas jugando.

Incluso me albureaba demasiado. Yo solo le seguía la corriente.

Al segundo día, regresé de la secundaria. Sin cambiarme empecé a hacer mi tarea en la sala. Eran unas preguntas de historia, así que quería acabarlo temprano para tener la tarde libre.

A los 30 minutos, Kyle llegó. Llevaba un short de baloncesto negro y un sport de algún equipo de ese deporte.

Me saludó desde afuera y continuó su chamba.

Cuando ya estaba por terminar, sentí el peso de su mirada.

Estaba sudando, y ya se encontraba sin playera. Veía el sudor resbalar por su abdomen canela, como las gotas se desviaban en cada uno de sus cuadritos.

Me veía desde el césped, me sonreía y saludaba. Yo me derretía por dentro, pero por fuera solo le devolvía el saludo.

Un ratito después, entró a la casa pidiendo un vaso con agua.

—Claro, pasa. —le dije desde la mesa—.

—¿Dónde están tus vasos? —dijo secándose el sudor con una mano—.

Me paré y le servi el agua.

Comenzó a tomar del vaso.

Yo lo veía atentamente, como el agua pasaba por su manzanita de Adán. Como al beber desesperadamente el agua, esta chorreaba por su cuello moreno, hasta su enorme pecho.

Se acabó el agua y empezó a buscar su camisa para secarse.

—¿Te lo agarro? —ofrecí, tomando el vaso para que pudiera tomar su camisa—.

—Ándale. —sonriéndome y llevando su mano a su bulto—. Agárramelo.

Era la primera vez que veía su bulto, porque siempre iba en pantalón o en shorts de mezclilla. Ahora en ese short ligero, la prominencia era evidente.

El short negro estaba bien parado. Tenía que extender toda su enorme mano para poder sostener su tremendo bulto. La sorpresa es que no estaba completamente erecto todavía.

Tragué saliva, reí a su broma y dije:

—¿También el vaso?

Tenía mucho miedo de cómo reaccione, mi corazón latía por lo que me estaba atreviendo. Pero si me andaba albureando desdeque llegó, era una buena forma de contestar.

Él sonrió, mientras seguía tallando su semi erección.

—Pues dale. —contestó—.

Tomó mi manita, dejándome sentir sus enormes y asperas manos, llevándola a su short abultado.

Sentía mi culito palpitar en ese momento. ¡Se sentía enorme! Mi mano no alcanzaba a tomar ni la mitad del largo, sentía sus grandes bolas colgando.

Me veía fijamente, mientras transpiraba.

Tomó mi rostro por atrás y mientras yo acariciaba su duro abdomen, él llevó mi cara a su axila. Lo más delicioso del mundo. Olía a sudor de macho, no ese sudor asqueroso, sino uno tan caliente que pasaría como perfume.

Sentía mi cuerpecito caliente y mi verguita se estaba poniendo dura en mi pantalón de secundaria.

Llevó mi rostro al suyo y me clavó un besazo que nadie jamás lo ha igualado a día de doy.

Metió su enorme lengua en mi boquita, saboreó cada espacio de ella, engulló mi lengüita y devoró mis labios una y otra vez, que los sentía rojos e hinchados.

Su verga ahora estaba completamente erecta, pues ahora formaba una carpa en su short.

Se veía enorme y me moría por verla. Pero él, siguió besándome, hasta llegar al cuello, donde sentía sus suaves y jugosos labios.

—Desde que te vi, supe que eras bien putita. —dijo agachándome—. Así como me encantan, tiernitas.

Con su enorme mano oscura, recorrió desde mi cabello, hasta mi boca, insertando su dedo, mientras yo lo chupaba como si fuera una verga erecta.

Él me sonreía con morbo. Mientras eso pasaba, yo acariciaba su cuerpo, frotando mis manos en esos cuadritos, apretando sus pedazos de tetas.

Ningún chavo de 3ero de secundaria que me había comido, superaba al pedazo de hombre que tenía ahí.

Me sentía especial y es que era obvio, cualquier adolescente caliente se derretería por la atención de un hombre como el que me estaba comiendo en ese momento.

Se agachó y me plantó otro beso, esta vez mordiendo lentamente mi labio, estirándolo y dejándome en blanco.

A mis escasos 14, un machote me estaba haciendo sentir como nunca.

Tomó la orilla de su short y se lo bajó.

Su verga estaba tan erecta, que estiraba su boxer rojo, dejándome ver su vello púbico. Él estaba igual de caliente que yo, porque donde su glande de posaba, una enorme mancha de precum resaltaba de su bóxer.

Tomó mi rostro y frotó salvajemente en su verga en mí.

Cerré los ojos, mientras tremendo trozo grueso, me impregnaba con su olor a orines y sudor de macho. Incluso sentía su precum mojándome.

No aguantaba más, quería ver esa verga negra y devorarla. Pero él me atormentaba jugando conmigo, haciendo esperar.

—Ya muéstramela —supliqué—.

—Pídemelo perrita. Dime qué quieres.

—Quiero verga, sacátela ya.

—¿Quieres la verga de papi? —dijo moviendo su erección frente mío —.

—Sí.

Tomó su bóxer y tiró de ellos, desnudándose por completo, dejando su ropa en el piso.

Era la verga más grande que haya visto. Era un enorme trozo de chocolate, grueso casi como mi muñeca. Tenía el glande rosita y chato, que se difuminaba en un negro hermoso hasta los huevos.

Ay, ay, ay sus huevos. Eran unas pelotas negras enormes, con atisbos de vello.

Tomó su erección y comenzó a azotarme el cachete con ella. La sentía caliente, gruesa y mojada.

Yo abría mi boca intentando engullirla, pero a Kyle le encantaba jugar conmigo. Cuando notaba que estaba a punto de meterla, la sacaba y volvía al juego de azotarme los labios con ella.

Ya no aguantaba. Quería sentir ese trozo de venas en mi boca.

Salvajemente, restregó toda su verga en mi rostro, dejándome llenar de ese rico olor a macho.

Tomó mi manita y nos dirigió al sofá.

Se sentó en él y me atrajo a su boca, continúo besándome.

La tela del uniforme me lastimaba por mi erecciónque seguía creciendo, así que, comencé a desvestirme. Kyle seguía llenándome de babas la boca, mientras yo me quitaba el pantalón y mi bóxer, quedándome solo con el polo del uniforme.

Tomé su tronco y comencé a masturbarlo lentamente. Era grueso y mi mano, apenas alcanzaba a cerrar en ese trozo por completo.

Él gemía en voz baja, mientras yo seguía maseturbándolo con mi mano, y besando sus tetillas.

Bajé mi lengua lentamente, dejando un rastro de saliva desde sus pectorales hasta su pelvis. Mi boca seguía saboreando el sudor de su cuerpo.

Él me sonreía. Yo quería impresionarlo.

Tomé su tronco y me llevé la cabecita a la boca. Sabía saladito por el sudor y con tintes de orina. Yo lamía y lamía la cabeza, en lo que él cerraba sus ojos para gemir.

Podía con el grosor, pero apenas alcanzaba a engullir la mitad de su verga.

Intentaba meterme más, pero sentía toda la boca llena y me provocaba arcadas. Aún así, lo estaba dando todo.

Kyle se retorcía cuando intentaba llegar al final, se reía en señal de aprobación e intentaba guiar la mamada subiendo y bajando su pelvis.

Yo no me quería despegar de esa vergota negra, seguía comiéndome el tronco, lamiendo los huevos y con movimientos circulares, no soltaba su glande.

Yo estaba agachado frente a él, llevó su mano a mi culito y metió un dedito en mi anito, penetrandolo suavemente mientras le seguía mamando el tronco.

Se inclinó y me tomó del rostro. Me besó morbososamente para después escupirme en la boca. Yo bien obedientemente, le abrí mi boquita para recibir su saliva.

Me guió encima del sillón, abierto en cuatro y dejando mi culito al aire para él.

Amasó mis dos nalgas y comenzó a bufar.

—Mira nada más, putita. Estás bien rico, cabroncito .

Abrió mis dos glúteos, dejándome expectante.

Pronto, sentí su lengua inundar mi culito. La movía ágilmente por toda la entrada de mi ano.

Nada que haya sentido antes. Sentía mi hoyito abrirse por sí solo para él.

Tenía mi verguita bien erecta y en cualquier momento, me fallarían las piernas de tan rica mamada de culo.

Pero nada se compara, a cuando sentí como su lengua penetraba mi anito, sintiendo su baboso órgano entrar y mojar todo mi huequito.

Me quería fusionar con el sillón. No me salían palabras, solo gemidos y recuerdo vividamente que no podía abrir mis ojos. Era como si mi cuerpo estuviera tan relajado que no tenía control sobre él.

—¿Te gusta putito? —dijo interrumpiendo la mamada—.

No encontraba mi voz, así que lo más seguro es que solo haya gemido en señal de aprobación.

Lo escuché reír y seguir succionándome el culo.

Finalmente me dió una nalgada tan fuerte que brinque.

—Ahí va, eh. Te la aguantas.

Estaba nervioso, sentía mi saliva bajar lentamente por mi garganta. Pero eso era lo que quería.

Escuché cómo escupió a mi entrada. Sentí su saliva mojar mi anito y después resbalar por mis muslos.

Él comenzó a puntar mi culito y finalmente lo introdujo.

Sentí el ardor invadirme. Solo llevaba la cabecita y sentía que me partían en dos.

Llevé mis manitas a su pelvis—la diferencia de tamaños era tan grande que desde mi posición, no alcanzaba a tocar su pecho—, intentando guiar la velocidad, pero pareció no agradarle, porque las empujó y embistió con fuerza.

Yo bufé con dolor.

—Ya tienes la mitad dentro, putito.

Me dolía mi culito, yo cerraba los ojos intentando recuperar el aliento. Sentía que me estaban atravesando con un palo, intentaba respirar para aguantarme, pero era un tremendo pedazo de verga.

Él siguió insertando y ya no aguanté.

—¡No! Para. Me duele.

Intenté levantarme, pero me tomó de la espalda.

—Ah no, te crees mucha verga seduciendo y moviendo tu culote para que te vea, y ahora lloras. Te vas a aguantar. —Me tomĺ de las caderas y me acomodó para él—.

No logró meterme toda su verga, pero ya no le importó y comenzó a embestirme duramente.

Abrí mi boca en señal de sorpresa y comencé a sollozar cuando sentía esa verga negra destrozarme.

Me tomó de mis caderas y aumentó las embestidas.

Kyle gemía y se aventaba frases en inglés que no lograba entender, pero era obvio que estaba disfrutando mi culito. Me nalgueó salvajemente y continuó penetrando.

Me la sacó después de unos minutos y al sentir mi culito vacío, lo sentí todo abierto y las piernas no me reaccionaban.

Se sentó en el sillón y me ordenó subirme.

Con mucho trabajo pude pararme y subirme a sus piernas.

Me sentí más aliviado, ya que me tocaba guíar las embestidas y volverlas más relajadas para mi anito.

Como pude, sin caerme, me comencé a montar en él dándole la espalda.

Su verga se veía descomunal, negra, gruesa, venosa. Pero solo verla, me ponía más cachondo. Gracias a él, descubrí que me encantan las vergas negras y gruesas.

Al sentarme, pude apreciar la diferencia de colores de nuestros cuerpos, mi cadera blanquita y sus enormes muslos negros.

Me senté en su verga y él la acomodó.

Finalmente, aún con ardor, me ensarté en ese trozote.

Debido a las embestidas anteriores, él muy cabrón logró abrirme de tal forma, que esta vez, toda su verga desapareció en mí, como si mi culito ya se había amoldado para él.

Aún así, gemí al llegar al final de mi culito.

Me tomé un momento para acostumbrarme a la sensación, y es que con todo mi culo lleno, sentía débil mis fuerzas.

Me tomó de los glúteos y los amasó.

Subí, sintiendo esa verga salir y bajé, sintiendo como me iba abriendo cada vez más el culo.

Mientras yo solo mantenía mi boca abierta, él me lamía el cuello y mordía la oreja. Sentía mi verguita ya mojada y mi ano calientito.

Subía y bajaba lentamente haciendo crugir el sillón.

Después de un rato así, el placer me invadió y comencé a montarlo con más velocidad, cada vez más rápido. El sillón crujía cada vez más, no me importaba romperlo de a puros sentones.

Mi verga me dolía de lo excitado que estaba, incluso mis huevos estaban durisímos.

Quería verle la cara mientras lo montaba, así que me bajé de su verga. La sentía vaciar mi hoyo, incluso perdí la fuerza y casi caigo, ocasionando que los dos nos ríeramos.

Me senté nuevamente en su verga, esta vez cedió fácilmente, aunque acostumbrarse a tremendo pedazo de chocolate aún era difícil.

Me veía con una sonrisa a medias, jadeando por la excitación.

Esta vez yo tomé la iniciativa, acercándome a él y robándole un beso.

Jugué con su lengua, haciendo que se excitara más y me embistiera subiendo su pelvis para penetrame.

Mis gemidos se perdían en su boca.

Dejó de embestir y ahora yo guiaba los sentones a mi propio ritmo, uno más lento y romántico.

Ojalá hubiera un espejo en la sala, que me permitiera ver mi blanco y rosadito culo de 14, ser penetrado por ese trozo negro.

Me nalgueó en una nalga, su mano era tan pesada que me hizo arquearme del ardor. Cuando su mano golpeó mi culito, apretó mi nalga mientras intentaba pegarla más a su verga, como si yo fuera un vil juguete sexual.

Yo gemía abiertamente, mientras brincaba en ese hermoso negro.

Quién sabe que decía, pero maldecía en inglés cada que me sentaba hasta el fondo.

Hubo un momento en que la excitación pudo más y no seguí montándolo. Él no se aguantó ni un segundo más y comenzó a cogerme duramente.

Estaba completamente dilatado y su verga entraba todita en mi culito, llenando la sala de aplausos.

Me tomó con las dos manos de mis nalgas y se levantó del sillón. Yo era nada comparado con su enorme cuerpo negro.

Comenzó a penetrarme en el aire, subiendo y bajando mi cuerpo directo a su trozote.

Me pegó a la pared, me acomodó de tal forma que comenzó a cogerme con mis dos piernas en su pecho.

Volvimos a los besos. Me devoraba la boca mientras me seguía penetrando.

Los sonidos de mi culo siendo violado por el trozo negro, pasaron de aplausos a sonidos chiclosos. Mi ano estaba completamente dilatado.

Cuando se cansó, volvimos al sofa.

Me colocó en cuatro y comenzó a penetrar con tanta fuerza que yo gritaba de pura excitación.

No sé si no se acomodó, pero regresó a hacer de caballito, viéndolo fijamente.

Comenzó a embestirme nuevamente subiendo su pelvis, mientras yo bajaba con desesperación.

Pronto, me vine en su pecho, eso hizo que aumente más la velocidad de sus caderas y explotó en mi interior.

—Llenita de leche, princesa. —Me la sacó y llevó su verga a mi boca—.

Lamí los restos de semen en su glande. Su abdomen estaba manchado de mi lechita, con tres dedos tomó mi corrida y la llevó a mi boca.

Me besó tiernamente, en un rico beso blanco.

Su verga perdía tamaño, pero siempre viéndose descomunal.

Se vistió, se despidió y se fue.

Ya a solas, al ir al baño; saqué todo el contenido de mi culito. La corrida de Kyle y restos de sangre.

 

No volví a ver a Kyle. Terminó la obra en mi casa y lo siguiente que supe de él, fue por mis padres. Al parecer, le encantaba meterse con los hijos de quienes lo contrataban y como a mí, se los cogía.

Una familia lo encontró clavando a su hija de 15 y jamás supimos más de él.

 

* Relato de un seguidor.

25 Lecturas/7 diciembre, 2025/0 Comentarios/por Gabito180
Etiquetas: amigos, baño, culito, culo, hija, mamada, secundaria, semen
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