Mi novio es un guerrero mexicano (primera parte)
Alejandro, un chico de secundaria, nos cuenta como conoció a un chico de ojos verdes muy especial.
Saludos, este es mi primer relato y me gustaría compartirlo con ustedes. Estoy abierto a críticas constructivas y sugerencias. Espero que lo disfruten.
Querido diario. Este es mi primer diario y… la verdad no se que escribir aquí… ¡Oh!, mi nombre es Alejandro pero mi familia me dice Ale. Vivo en una casa pequeña en medio de la ciudad junto a mi hermano mayor y mis padres…
– ¡Hey!, ¿No se supone que debías escribirlo en inglés?.
– ¡Demonios!, ¡Ahora tendré que empezar de nuevo!.
– ¿Necesitas que te ayude, mi amor?.
– Creo que puedo hacerlo.
. . .
Aun recuerdo el día que nos conocimos. Era un día soleado, el calor nos impedía concentrarnos en clase ya que todo el mundo deseaba tener una bebida bien fría y un ventilador que funcionase de verdad. El de la escuela era viejo y ya no funcionaba como antes, las aspas giraban lentamente y la rotación se había descompuesto por lo que solo algunos compañeros podían gozar del privilegio de tan ligera brisa.
Recuerdo que siempre lo observaba en las primeras filas, a su lado usualmente se hallaban los bravucones del salón. Un chico gordo muy burlón era el que encabezaba el trío de amigos que gustaban de molestar a los demás, un chico alto y delgado era el que hacía los “mejores chistes” y un chico no tan alto pero atlético se encargaba de dar las palizas al terminar al escuela. Pero aquel día las cosas iban a cambiar drásticamente.
Al terminar las clases el trío ya se estaba preparando para “divertirse” un rato. Tuve la desgracia de ser el elegido para ese día, dos de los chicos me empujaron de camino a casa y al caer al suelo rápidamente me llovieron los golpes y las patadas. Mi cuerpo estaba siendo destrozado y el dolor me inundó hasta las entrañas. Cuando creía que todo había terminado un compañero llegó a mi rescate.
– ¡Déjenlo!.
– No te metas, ¿O vas a rezarle a los dioses que te ayuden?, maldito niño raro.
El líder me impidió levantarme al ponerme el pie sobre mi pecho, pero pude ver el rostro de quien intentaba salvarme. Era hermoso, una cara color chocolate con ojos verdes que resplandecían como un par de pequeñas esmeraldas, una nariz fina y una boca pequeña que le daban la apariencia de ser menor. A la vista no aparentaba ser mayor a 1.40, su tierna cara y su apariencia frágil me hacían poner en duda las capacidades de mi salvador contra el terrible trío que tenia enfrente.
Para mi sorpresa aquel ángel que parecía haber descendido del cielo adoptó una postura de combate. Estaba listo para atacar y los otros dos chicos ya se habían dado cuenta de la pelea era inminente. Los chicos respondieron con un par de goles pero mi salvador esquivo rápidamente y con el pie los derribó. Una vez en el suelo solo tuvo que dar un par de patadas en en estomago para dejarlos fuera de combate.
El líder y yo nos llevamos una gran sorpresa. Aunque él ya suponía que la derrota estaba casi asegurada pero no quiso abandonar su reputación y retiró su pie de mí. Ignorando mi existencia el líder adoptó una vaga postura amenazante, pero en lugar de usar sus puños sacó una navaja del bolsillo e intentó atacar. El movimiento fue muy rápido para observarlo y en menos de un parpadeo el líder yacía en el suelo con un ojo morado y escurriendo sangre por la nariz.
– ¿Te encuentras bien? – me preguntó mi salvador.
– Si… Gracias
El corazón me latía a mil y sentía mi cara roja como un tomate. ¡El chico que me gusta me había salvado!.
– Corre – me dijo seriamente – Yo me encargo del resto.
Confundido por aquellas palabras quise preguntarle la razón para hacerlo, pero casi inmediatamente salí corriendo a casa como si un perro rabioso me estuviera persiguiendo. Al llegar a casa estaba exhausto y adolorido tanto por la gran cantidad de ejercicio como por los golpes que sufrí. No me moleste en hablar con mi madre sobre lo sucedido, sabía que podría meterme en problemas y se haría un escándalo dentro de mi familia y en la escuela.
Llegue a mi habitación, me quité la ropa y me vi en el espejo. Unos cuantos moretones se asomaban por mi piel, por fortuna no eran difíciles de ocultar aunque necesitaría pomada de arnica o algo así para sanen mas rápido. Me metí a bañar y no pude evitar pensar en lo ocurrido. El chico que me gusta me salvó, parecía imposible que alguien como él pudiera hacerse cargo de tres chicos sin ayuda.
Al pensar en él un cosquilleo me recorrió desde la columna hasta mi entrepierna y de pronto mi pequeño miembro comenzó a crecer. Lo tomé con mi mano y lentamente saque la pequeña cabeza rosada que tímidamente yacía escondida. Mientras agitaba no dejaba de imaginarme que clase de cuerpo se escondía debajo de las ropas de mi ángel salvador. ¿Sería delgado como aparentaba o es que tenia un buen físico escondido?, ¿Lo tendría grande o pequeño?, ¿Esos ojos verdes son naturales o es alguna clase de truco?. De pronto una ola de placer recorrió mi cuerpo hasta mi entrepierna y un par de chorros blancos salieron disparados hasta chocar con la pared.
Al día siguiente el líder del trío faltó a la primera clase. Extraño, pese a su mala reputación como niño problema siempre había tenido una asistencia perfecta y, por desgracia, nunca faltaba. Ni siquiera los otros dos integrantes tenían idea de que había sucedido, por lo que oí. Lo cierto era que el ambiente de la clase se sentía diferente a lo usual, no me puedo explicar pero casi podía percibir momentos de silencio mientras los profesores explicaban, cosa que no ocurría antes. Incluso los profesores de dieron cuenta y relajaron los ejercicios y tareas un poco, especialmente el profesor de Inglés.
Al llegar el receso me senté debajo del árbol que estaba un una de las esquinas del patio. Normalmente yo me me limitaba a comerme mi lunch y observar a los demás chicos jugar, sin embargo aquel día fue diferente. Mientras devoraba mi sandwich de huevo con salchicha (los chicos siempre me hacían burla por ello), el chico que me había salvado el día anterior se acercó a mí.
– ¿Puedo sentarme aquí? – me pregunto un poco nervioso.
No iba a dejar pasar la oportunidad de tener al chico que me gusta a mi lado, al menos por una vez. Se sentó a mi lado y sacó un tamal de mole y una cuchara.
– ¿Puedo preguntarte algo?.
¡Oh no!. Otra vez esa pregunta. Siempre me preguntaban “¿Por que tan solo?”, “¿Por que eres tan callado?” o “¿Por que no hablas con nadie?”. Si me dieran una moneda por cada vez que me lo preguntaban…
– ¿Puedo ver que estabas escribiendo en la clase?.
Nunca nadie me había hecho esa pregunta, ni siquiera era algo que había platicado con mi familia.
– ¿Como supiste que no estaba tomando notas?.
– Nadie que tome apuntes puede escribir con tanta pasión, se nota en tu cara. ¿Puedo verlo?.
Saque de mi bolsillo una hoja doblada y se la mostré con algo de vergüenza. Se tomó su tiempo y leyó de principio a fin cada una de las palabras que había escrito.
– Le falta personalidad – lo dijo sin mala intención – Creo que hablar de lo que siente el protagonista podría ayudar a empatizar más él. Por lo demás es una trama inusual, pero creo que es interesante.
– Gracias, ¿Te gustó?.
– Es mejor que las lecturas del libro. Me gusta.
– Gracias. Creo que no te agradecí por salvarme de esos tres. Muchas gracias.
– No fue nada, solo no me pareció justo lo que hacían… ¿Quieres ser mi amigo?.
– ¡Si!.
Sin embargo ese solo era el principio de algo mayor.
. . .
– ¡Deja de escribir en español!
– Lo siento :c
Creo que tendré que empezar de nuevo.
Continuara…
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