De novio de mi mamá, a mi papá. Juegos discretos.
Un nuevo hombre llega a la vida de la madre de Ivan. Un puberto de 14 años, quien al recibir la visita de este hombre en su casa, explorara sensaciones prohibidas y en su descubrir se llevara una buena sorpresa..
Curiosidad inocente
1
Desde muy pequeño había tenido una fuerte atracción por los hombres, por aquella esencia marcial, tosca y masculina, que desborda testosterona, siempre tuve una fuerte atracción por aquella energía semental que solo un macho viril puede emanar. Me vuelve loco y hace mi corazón desenfrenarse. Me apasiona el olor de sus axilas, de sus pies y zapatos después de una larga jornada. Me excita sentir la aspereza de su vello facial de tres días raspando mi nuca, su aliento alcohólico mezclado con menta. Su voz gruesa algo rasposa hablándome al oído, mientras siento el peso de su cuerpo sobre el mío. Todo eso y mucho más, es lo que me hace esclavo de cualquier hombre.
Mi nombre es Ivan, 24 años de edad. Mexicano. De cuerpo delgado, de tez blanca con bronceado en brazos y piernas. Cabello rubio cenizo, ojos almendrados color café que se vuelven miel al rayo del sol. Labios rojizos cual recién chupado una paleta. De estatura promedio. Con algo de vello en pecho teniendo predominancia en piernas y nalgas.
Esto, comenzó hace 8 años con la llegada de un nuevo hombre a la casa. Mi madre había llevado 10 años de soltería, luego de haberse divorciado de mi padre (De quien herede el gusto por el sexo sucio e infiel), tras descubrirlo siéndole infiel con su mejor amiga. Y después de tanto tiempo había optado por darse una oportunidad más en el amor (Eso, y su seria necesidad de sexo). Lo conoció en Hi5, y usaba un alias algo curioso <<OMARY69>>. Al principio hablaban por chats de texto, luego, fueron llamadas telefónicas. Mi madre me lo comunicaba en reiteras ocasiones para saludarlo, y esto a mi me gustaba, pues, su voz me resultaba ciertamente muy atractiva y sexy. Esta era gruesa, cálida y varonil.
—¡Hola, Ivan! Tu mamí me ha hablado mucho de ti.
—¡Enserio! —Mire a mamá sonriente—. ¿Y que te dice?
—Pues, que eres un pequeño muy inteligente, que te gustan mucho los videojuegos y que te gusta leer.
—Si, me gusta mucho leer. Mi libro favorito es del “Principito” Mi parte favorita son los arboles que crecen mucho
—Hablas de los Baobabs —Susurro o exhalación extraña*—. Si, crecen mucho hasta destruir los mundos —Voz airosa*—. Bueno, Ivan. ¿Podrías pasarme con tu mamá?
—¿Oye, y cuando te voy a conocer?
—¡Muy pronto!
Así, pasaron dos años en los que seguí su relación a distancia hasta que un día, ocurrió la sorpresa. Recuerdo que estaba sentado en el comedor, disfrutando de un cereal con leche. Cuando escuche el sonido del timbre ¡Din…Dong…! Me levante de la mesa, y camine descalzo y con short hacia el portón de entrada color café de la casa. Al abrir la puerta, visualice la silueta imponente de un hombre esbelto de espalda ancha y cuerpo musculado. De brazos grandes y velludos que terminaban en manos gruesas, venosas y medianas. Manos tipo tierra. Hombre mediano de unos 1.68 cm, cabello tipo corte militar con una majestuosa barba tipo candado que adornaba su rostro. Mirada hipnotizante y fuerte de color café. Le calcule en unos 38 años de edad. Vestía una playera color verde esperanza, unos pantalones color grises y unas grandes y gruesas botas tipo seguridad. Y a sus costados cargaba una gran maleta de cuero color café, algo vieja.
—¡Así, que tu eres el famoso Ivan! —Una brillante sonrisa se dibujaba en su rostro—. Mucho gusto, al fin nos conocemos, yo me llamo Omar —Dijo extendiendo firmemente la palma de su mano izquierda—.
Impactado, estreché su mano y sentí un fuerte y delicado apretón. —¡Mucho gusto! Pasa por favor—. Permití que pasara. Rápidamente cerré la puerta del portón y, rebasándolo corrí hacia la puerta de entrada. Y desde abajo llame a mamá de un grito. Esta, bajo de inmediato y al verse ambos se besaron apasionadamente. Ambos estaban sonrientes y muy juntos. Estaba feliz por mamá, pero había algo en lo profundo de mi ser que había surgido, un sentimiento de amor y atracción hacia él. Sentía fuego en mi estomago y mi corazón palpita.
2
Ese día más tarde. Aquel hombre estaba sentado en el sofá cual rey en su trono. Su espalda relajada completamente se hundía en el acolchonado, sus piernas estaban abiertas en V, y sus grandes piernas junto con sus botas le otorgaba una presencia casi de Dios Olímpico. En su mano derecha, sostenía un vaso de refresco que le había servido mi madre. Yo, trataba de mantenerme lo más cerca posible del, esto para poder oler aquel perfume varonil con esencia a roble que se combinaba con olor a sudor. Siempre trataba de sentarme un alguno de los dos brazos del sofá, cambiando ansiosamente de lado a lado. O algunas veces jugueteaba, pasando por detrás del respaldo cuál niño travieso.
Toda la tarde, mi madre ocupo la atención de su novio. Tema tras tema, carcajada tras carcajada y una que otra vez caricia leve y besos. Así estuvieron hasta las 11:30 p.m. Cuando se levantaron de la sala y fueron en dirección a su habitación sin decir nada. Yo, rápidamente me senté en el lugar donde aquel hombre se había posado, y adopté su pose para sentirme como él. De inmediato, sentí el calor que había dejado su cuerpo en el acolchonado y en especial aún seguía su olor. Mi cuerpo sentía cosquillas en mi estómago, sentía como mi pene comenzaba a cobrar vida y se endurecía. Lo tome suavemente con mi palma y rose mis dedos por mi glande y sentí aquel liquido traslucido y pegajoso. Y pensando en aquel hombre, lo probé. Era salado y, delicioso.
Las horas pasaron, y como a eso de las tres y media de la madrugada. Comencé a escuchar gemidos ahogados, susurros que veían del cuarto de mi madre. El sonar tímido de los resortes del colchón, que se estrujaban con el vaivén de sus cuerpos. El golpeteó opaco del respaldo de madera pegando suavemente en la pared. Podía escuchar todo, pues mi respaldo daba con su respaldo. Era excitante, saber que aquel macho sin respeto tenia sexo sucio con mi madre. Después de eso, los sonidos pararon y solo escuche el retorcerse de los resortes nuevamente para luego escuchar dos pisadas fuertes sobre el piso tapizado de madera. —¡Esas, no son las pisadas de mamá!— De inmediato me levanté y corrí de puntitas hacia mi puerta, y la abrí levemente. Desde allí, pude ver aquel majestuoso ser semi desnudo, solo cubierto por un calzón gris. Que abría la puerta del baño, el cual tenia la luz prendida. Y desde mi perspectiva pude ver el paquete marcado de aquel. Con la puerta entre cerrada. observaba por el pequeño espacio, aguardando su salida. Pero lamentablemente apago la luz desde dentro y salió de este volviendo devuelta con mi madre.
Ansioso, espere a que ambos se durmieran. Y esto no tardo mucho, pues, comenzaron a sonar unos leves ronquidos. De inmediato, salí de mi habitación y discretamente abrí la puerta de la habitación de madre. Me hinque en el suelo, y me arrastre al lado donde estaba el. Y lo que halle me dejo perplejo y complacido. En el suelo, estaba aquel calzón que recién traía puesto. También, había dos calcetines tirados y más allá, muy cerca de la frontera entre bajo la cama y la mesa de noche, estaban aquellas grandes botas. Ágil me estire para tomar entre mis manos aquel calzón masculino. He inmediatamente lo inhale. Era un olor indescriptible, olor a macho entre residuos de semen y sudor de testículos. Luego, dejando aquella prenda, tomé uno de los calcetines y lo olí profundamente era un olor delicioso, no muy fuerte, pero a sudor al fin. Y, por último, estaban ellas. Negras y toscas esperando mi catación. En ese momento, los resortes volvieron a sonar. Sentí un impacto en mi corazón y un escalofrió recorrió mi cuerpo. Pero, nada. Solo se había volteado hacia mi madre. Rápidamente, tome una de las pesadas botas, cuidando que no golpearan el suelo. Y apenas las tuve en mi regazo, inspiré profundamente. Aquello fue toda una experiencia de éxtasis. Era un olor delicioso a sudor masculino de pies, mezclado con el olor a cuero de las botas. Fue fantástico. Después de esto, tome uno de los calcetines y me lo lleve a mi habitación. Allí, libere mi pene erecto, aquello era una erección descomunal que hacía palpitar y doler mi miembro. Así, jalándomela mientras apreciaba aquel delicioso olor. Me vine sobre una de mis manos, y tragando mi semen. Aguarde un poco, muy poco y lo embarre sobre el calcetín. Para luego devolverlo a su sitio. Esa, noche surgió un poderoso deseo. Quería tener y poseer a ese hombre sexualmente, deseaba tenerlo para mí, que el me abriera la oportunidad, de besar y lamer sus pies desnudos. Deseaba poder quitarle aquellas botas, que el las tuviera puestas y en ese instante disfrutarlas. Deseaba probar su verga y poder hacerlo venir en mi boca.
3
Ese dia en la mañana. Omar estaba desayunando en el comedor, comía un plato de cereal con plátanos picados. Yo iba bajando las escaleras y el de inmediato al verme me regalo una calida sonrisa, y una enérgico buenos días. A lo que le regale una sonrisa y un buenos días. Entre a la cocina, y dentro estaba mi madre preparando el desayuno. (Huevos a la mexicana). Tomé un tazón de la alacena y me serví leche, para luego poner el cereal y revolverlo. Salí al comedor y sin pensarlo me senté junto a él. De inmediato note, que traiga puesto un short color blanco con rayas verdes, de equipo de un equipo de futbol. Y traía puesto unos tenis, con los calcetines de anoche. Esto, me emociono pues le había regalado una parte de mí. Sentado junto a él, podía escuchar su masticación crujiente, y su respiración al hacerlo. Podía percibir su aroma y esencia. Podía mirar de reojo sus penetrantes ojos, que miraban fijo a mi madre que estaba justo en su rango de visión. Podía apreciar sus espesas cejas que parecían güeras por la luz que entraba por el cancel. Estaba hipnotizado. De pronto, se levanto de la silla, con el tazón vacío en la mano y entro en la cocina. Dejo este en el fregadero, y abrazando a mi madre por la espada, le beso el cuello. Ambos parecieron dar un pequeño baile de lado a lado, para luego soltarla y regresar de nuevo al comedor. De inmediato note que su pene estaba semi erecto. Esto, me hipnotizo y no pude despegar mi mirada de su miembro, que parecía erectarse más. O quizá, solo había sido una ilusión mía. Pero, esto me causo una nueva erección en mi cuerpo. Mi verga esta super parada, palpitaba y dolía expandiéndose con fuerza. Rápidamente, introduje mi mano hábilmente para adoptar la pose de guillotina y no se notará mi erección. Aquel hombre se había sentado en el sofá para ver el futbol. Escuchaba las voces del comentarista y el sonido de las trompetas de los fanáticos. Cuando de pronto su voz, destaco del resto.
—¿Ivan, a ti te gusta el fut?
—¿He?… —Dije instintivamente sin voltear para que no notara mi erección.
—¿Qué si a ti te gusta el futbol? —Volvió a preguntar un poco más fuerte.
De inmediato mire en su rostro aquella sonrisa curiosa y amable que me invitaba a pasar el rato con él. Miraba el brillo de sus ojos, y el masticar pícaro de su boca al pasar entre sus dientes un chicle. Me quede paralizado, no sabia que hacer. —¿Ivan?, estas bien?—. Escuche hueca y lejana su voz. Mire la silueta borrosa de mi madre asomarse por la puerta de la cocina. Y de pronto todo volvió para volverse nítido. Gire mi cabeza y el parecía molesto, pues, su mandíbula se había elevado. Quizá, creyó que lo había ignorado.
—Perdón, es que me sentí como un mareo.
—¿Un mareo? ¿Estas bien? —Intento levantarse del sofá.
—Si, no te preocupes a veces me pasa —Rápidamente, me senté en el brazo del sofá donde el estaba. Allí, estaba aquel delicioso olor, y sin saber porque no podía dejar de mirar su atractivo perfil. De pronto se estaba levantando del sofá cuando me pregunto si podía entrar a mi baño —Claro, puedes entrar estas en tu casa, je je—. Sin más, fue a mear. Y al volver me dio una leve palmada en mi hombro y me dio las gracias.
4
Los días transcurrieron monótonos y sin nada interesante. A veces salíamos de paseo, para recorrer la ciudad. Omar siempre abrazaba a mi madre. Ella, era el centro de atención. Cuando íbamos a comer a restaurantes el tema y las risas eran con ella. Y yo, solo era el mal tercio. ¿Por qué no yo? ¿Por qué no puedo tener alguien que me ame así? Sentía envidia de mi madre. Y en una de nuestras salidas, demostré mi molestia e indiferencia. Cosa que el noto. Estábamos paseando por un parque del centro de la ciudad. Pasábamos junto a los agapangos, al fondo estaba el gran quiosco pintado de blanco, y sobre nuestras cabezas se hilaban triángulos de plástico de diversos colores. Yo iba del lado de mi madre, quien me quiso abrazar. A lo que yo respondí con frialdad y me alejé. Ambos se giraron mirándome desconcertados, y de inmediato corrí hacia el quiosco. Mi madre intento ir hablar conmigo, pero, el se adelanto y vino a mi encuentro.
—¿Qué tienes, Ivan? ¿Por qué te fuiste así? ¿Hay algún problema? ¿Estas enojado mamá o conmigo? ¿Te estoy incomodando? —Dijo sentándose junto a mí, sobre un escalón. Yo me quede en silencio—. Escucha Ivan, yo quiero mucho a tu mamá. Tu mamá es todo para mí, la adoro. Y tú, eres su hijo y entiendo que sientas que te estoy de alguna manera quitando a tu mamá. ¿Es eso verdad?
—¿Creo? —Dije con voz ronca, y cabizbajo.
—Ok, ok. Comprendo, pero yo soy el novio de tu mamá. Y perdón que te lo diga, pero, es lo que hacen los novios. Se abrazan, se besan. Tu sabes. Están juntos durante el tiempo que pueden estarlo. Tu sabes, que pronto regresare a mi trabajo, y que no voy a ver a tu mamá hasta halla puente o vacaciones. ¿Comprendes, ¿verdad? —Me miro como si de un perrito se tratase.
En ese momento, comprendí que debía apelar por un tema que no lo hiciera sentir culpable y que de alguna manera le hiciera sentir compasión por mí. Y de inmediato apele por el de la pubertad.
—Es que… Es que… No sé qué hacer, la verdad, no sé ni quien soy. No se que hacer. Ni yo me aguanto. Y esto me desespera, no se ni que onda con mi vida.
—Entiendo, yo también estuve en esa etapa de no saber ni que onda. Esa etapa en la que todo te molesta, te chocha y te saca de onda. Por que sientes que nadie te entiende y es normal. Sabes, yo creo que lo que tu necesitas es alguien que te comprenda y sea tu amigo. Y si, tu me lo permites, yo puedo ser ese amigo para ti. ¿Qué dices?
En ese momento, sentí mi corazón latir rápidamente. Había caído en mi juego y ahora el me proponía estar más cercas de mí. —Horale, me parece chido—. Dije chocando los puños con él y dándole un fuerte abrazo. El cual aproveche para inhalar su olor. Todo había quedado perfectamente bien entre el y yo. Y entonces seguimos con el paseo.
5
Una noche antes de que se fuera. Recuerdo que eran como las cinco de la madrugada y escucho los resortes de la cama de mi madre moverse. Y de nuevo aquellas pisadas, fuertes y pesadas. Lo escuché caminando hacia la puerta, y lo oí bajar las escalares. Cosa que me extraño. Salí de mi habitación y desde la escaleras escuché como cerraba la puerta del baño de abajo. ¡Achiz!, por que no fue al baño acá arriba pensé. De pronto recordé que el baño de abajo tiene una pequeña ventana alargada por lo ancho que daba a las tejas del cuarto de lavado. Y que yo, podía llegar hasta este, por el tejado por fuera de mi ventana que circundaba la fachada y que se daba justo por encima de aquellas tejas. Por lo que, sin hacer ningún ruido, abrí mi ventana y me escabullí por el tejado hacia el patio. De allí, bajé al tejado sobre el cuarto de lavado y me acosté sobre este. Y repte hasta ver el interior del baño que tenia la luz encendida. Allí, aprecie el espectáculo más maravilloso de toda mi vida. Aquel hombre maravilloso estaba recargado en la pared del suelo del baño, completamente desnudo. Pude ver su cuerpo bronceado, su pecho lleno de un espeso vello oscuro, el cual, descendía por su abdomen y se fusionaba con su abundante vello púbico. Sus piernas estaban extendidas y sus grandes pies eran dos obras de arte. Y su verga, era enorme y gruesa. Pues, media 18 centímetros de largo. Su tronco estaba cubierto por la palma de su mano que recorría al principio y de manera lenta toda su longitud. Su verga era un poco más morena que su tono de piel, tenia unos grandes y peludos testículos, que semejaban dos cocos, llenos de leche tibia. Su glande era rosado y cabezón. Su verga era jugosa y de inmediato note que mi verga también estaba parada. Y junto con el e imitando sus movimiento comenzó a seguirle el paso. Su mano comenzó a moverse cada vez más rápido. Cada cierto tiempo, quitaba su palma de su pene grueso y suculento. Para lamerla y seguir con el trabajo. Frotaba de arriba abajo, cada vez con más fuerza. ¡Fap! ¡Fap! ¡Fap! Su respiración se entrecortaba en jadeos ahogados. ¡Ahh…! ¡Ahh…! Y al mismo tiempo y de manera casi sincronica, de nuestros penes broto un chorro de semen. Lo mío fue muy poco, solo dos expulsiones bastaron. Pero a él le broto un chorro muy abundante. Su leche tibia y viscosa había caído sobre su abdomen marcado y había manchado también su barba de candado. Entonces gire para recoger mi propio semen y tragarlo, pero de pronto, note que él se había levantado de golpe y que me estaba observando con un mueca de sorpresa en su rostro. Nuestras miradas estaban cruzadas, nuestros penes erectos y nuestras manos en la masa…
Quiero más porfa 😍 ojala que lo folle