Depredador
El bombeo en sus caderas solo aumentó y el sonido húmedo de nuestros cuerpos siguió creciendo. —Si me dejas meterte mi polla todos los días, muy pronto tu culito dejara de apestar y estará lleno de leche de hombre. Oleras a limpio y a mí —comentó con la voz ronca. Sus jadeos pasaron a resoplidos..
Mi nombre es Lee, lo que voy a contar sucedió cuando yo era un niño, apenas a mis 6 años de edad fui consciente de la vida sexual que me esperaba.
Mi cabello es pelirrojo, mi piel es blanca y de niño tenía una contextura delgada y pequeña.
Siempre me maravilló el ver como los adultos a mi alrededor eran más grandes y más fuertes que yo.
Desde mis hermanos mayores hasta mis padres.
Sin embargo, lo que voy a contar, inició debido a un amigo de mi papá.
En aquel entonces, a mis seis años, tenía una obsesión por estar cerca de los adultos y hablar con ellos.
Rápidamente dejé de charlar con las mujeres al darme cuenta que no me entendían y empecé a conversar con mi papá y sus amigos, mis hermanos casi nunca querían hablar conmigo debido a que era el más pequeño de la casa.
Rápidamente aquellos hombres me adoptaron en su grupo y papá se veía complacido de tenerme con él.
En ese momento, no sospechaba de nada y veía inocente el interés de esos hombres por mí.
Siempre estaba sentado en el regazo de alguno de ellos, mientras platicaban sobre deportes o mujeres me invitaban a jugar a los saltitos en sus regazos.
Había algunos amigos de mi papá más interesados en verme jugar que en hablar, pero casi siempre era yo solo saltando suavemente sobre el regazo de algún hombre.
Siempre que saltaba, podía sentir algo duro golpeando mis tiernas nalgas.
Papá me había dicho que lo ignorara ya que no era nada malo, pero que si me frotaba con fuerza en aquella cosa dura, sus amigos me darían un premio.
Creí en lo que papá decía y siempre me esmeraba en frotarme contra aquella cosa dura en el regazo de sus amigos.
Y tenía razón, después de sus pláticas , ellos se iban satisfechos y yo siempre terminaba con una mancha humeda en mis pantalones cortos. Papá dijo que era sudor y lo acepte.
Los amigos de papá se iban y me prometían que me traerían juguetes o dulces por ser buen niño, algo que cumplían cuando los volvía a ver.
Era feliz con ellos, pero mientras pasaba tiempo juntos, me di cuenta de que mi papá jamás me dejó sentarme en su regazo y casi siempre platicaba con él mismo amigo.
Era un joven alto, de piel blanca, con tatuajes en su cuerpo musculoso y una mirada asesina en el rostro.
Era de esos tipos que parecían matones en la calle y siempre me daba miedo sentarme en su regazo, sin embargo, él era de los pocos que hablaba con los demás mientras yo jugaba con su regazo.
No obstante, todavía podía sentir aquella cosa dura golpeándome en cada roce de mis nalgas.
A veces me quedaba admirando al amigo de mi papá mientras mi progenitor hablaba con él.
Se veían muy unidos, más que con el resto y la manera de tratarse era muy íntima.
Incluso a veces me incluían en la conversación haciéndome feliz.
Es debido a eso que aunque me daba miedo aquel hombre tatuado, todavía me sentaba en su regazo. Todo con tal de tener la oportunidad de ser parte de sus pláticas.
El nombre del hombre tatuado era Gus, pero yo en ese entonces lo llamaba Ghost, su voz ronca apenas estaba desarrollándose, según supe, aparte de mí, él era el más joven del grupo, con apenas 18 años cumplidos.
Miré aquel cuerpo musculoso y alto y no pude evitar sospechar.
Ghost no parecía de 18 años, mínimo lo veía de 30 años.
Sin embargo, nunca quise saber la verdad y me dejé llevar durante varios meses bajo los juegos de aquellos hombres.
Rápidamente Papá notó mi gusto personal por estar cerca de Ghost para hablar con ellos dos y se mostró complacido.
La sonrisa en sus labios escondido en su bigote pelirrojo era una belleza para mí.
A Papá podría considerarlo como un oso grande y peludo, era más alto que Ghost, también era más fornido y casi siempre papá estaba sin camisa por lo que uno podía admirar sus músculos a través de su capa de pelo rojo y rizado.
Mamá siempre se burlaba de él llamándolo cerillo y papá solo le sonreía con sorna.
Papá tenía unos ojos claros y vividos, patas de gallo estaban en las esquinas de sus párpados y sus cejas eran tupidas.
Su barba bien recortada me recordaba a los hombres de la naturaleza y su voz de señor experimentado era curiosa de escuchar.
Si estaba feliz, era placentero oírlo hablar, si estaba enojado, daba miedo.
Sus tonos graves eran casi animales y sus expresiones siempre pasaban de una bonda palpable a una indiferencia helada.
De niño creía en mi padre y en lo buen hombre que era, de pequeño quería ser como él.
Cuando tuve oportunidad se lo dije y su semblante cambio.
Su mirada escudriñó mi cuerpo con aquel gesto helado antes de sonreír cariñoso.
—Lee, mañana iré con tu madre y tus hermanos a resolver un problema de la escuela. Gus se quedará cuidando de ti —me dijo mi padre.
Me sorprendió aquello debido a que los fines de semana Papá no salía de casa.
Mamá, mis hermanos y yo siempre éramos los únicos que salían.
Papá se quedaba solo en casa hasta la noche en que volvíamos.
Él siempre nos recibía solo en boxers y recién bañado.
Parecía más alegre e incluso cariñoso.
Mamá lo llamaba oso cariñosito cuando sucedía y nunca me pregunté la razón del cambio de humor de mi progenitor. Asumí que mi mamá tampoco ya que ella solo lo dejaba ser.
Llevaban 12 años de casados, ambos todavían conservaban su belleza natural y mis hermanos estaban creciendo para adoptar su misma belleza.
Yo era el único que me mantenía diferente, tan pequeño e infantil.
Acepté las palabras de papá de quedarme con Ghost y él solo se limitó a abrazarme y llevarme a mi cama.
Dejé que me sostuviera en sus fuertes brazos y jugué con el vello en su cuerpo.
Sus pectorales hinchados me presionaban por delante y sus biceps lo hacían en mi espalda.
Tenía una de sus manos debajo de mi trasero, cerca de mi anito y parecía emocionado por algo.
Me dejó en la cama y me ayudó a cobijarme.
Su expresión de cariño me hizo sonreír y él me besó en la frente.
—Duerme bien hijo. Te espera un día inolvidable mañana con Gus.
Mis párpados se volvieron pesados y no pude entender aquellas palabras en su momento.
Era muy ingenuo a esa edad y lo había pagado caro.
Al día siguiente, desperté en un silencio sobrecogedor.
Mis padres ya se habían ido con mis hermanos y yo decidí bajar al primer piso para desayunar cereal.
Mientras bajaba las escaleras pude percibir a Ghost sentado en el sillón viendo tele y comiendo cereal con leche.
Fuí con él y lo saludé.
Me sorprendió al ver a aquel hombre de mirada dura estar sin camisa mientras comía cereal, parecía de esos perros guardianes que incluso mientras se alimentan están listos para atacar.
Ghost me vio con mi pijama de rayitas y me invitó a sentarme con él en el sillón.
Me pasó su tazón de cereal medio a terminar.
—Come pequeño. Debes llenarte de energía.
Acepté gustoso y disfruté del azúcar de sabores frutales en mi boca.
Ghost se levantó, tomó el control remoto de la mesita de vidrio a un lado del sillón y cambió el menú del televisor a video para ver una película, recogió una camara que tenía dispuesta en el piso y la conectó al televisor por un cable USB que tenía.
Mientras la película cargaba, Ghost salió de la sala de estar y escuché como cerraba las cortinas, asegurando después las puertas y ventanas.
Pronto, la casa se volvió oscura dejando que solo unos pocos rayos de sol nos iluminarán.
En aquella penumbra, cuando la luz del sol tocaba la piel de aquel hombre rudo sus tatuajes eran más llamativos.
Un tigre en pose de pelea era el más llamativo de sus tatuajes y el más grande. Ghost lo tenía en su espalda y siempre me gustaba verlo.
Me gustaban los gatitos.
Ghost volvió y con la oscuridad cubriendo nuestros cuerpos le dió play a la película.
Terminé el tazón de cereal y estaba dispuesto a irme, pero Ghost me detuvo.
—Mira está película conmigo.
Su voz era ronca y grave, sus ojos se fijaron en mí y parecía decidido a retenerme con él.
Tenía un poco de miedo de él, pero sabía que no me haría daño, por lo que hice caso y volví a sentarme en el sillón a su lado.
Escuché el sonido de voces en la televisión y antes de mirar de que trataba la película Ghost volvió a llamar mi atención.
—Sientate en mi regazo. No podrás ver bien desde ahí. Es una película especial.
Su tono era sugerente y persuasivo. Cómo una caricia en la piel o un beso furtivo.
Acepté sus palabras sin sospechar nada y me subí a su regazo.
La cosa dura en su entrepierna todavía estaba dormida, pero sabía que se pondría dura si empezaba a saltar.
Finalmente, miré la película que había puesto.
Al parecer, era una película del ejército de los Estados Unidos.
Habían soldados en una base y el jefe de todos era un hombre negro de gran tamaño, no era más ancho de cuerpo que mi papá, pero si más voluminoso y con una belleza varonil destacable.
Rápidamente me di cuenta que no era una película de las normales, parecía más un documental.
Quien grababa hacia preguntas sobre la vida de aquel hombre negro y como era la rutina de un soldado.
Rápidamente pasaron imágenes de lo que hacían y me sorprendió una de ellas.
Confundido traté de pensar si había visto bien.
La imagen era la de un soldado sosteniendo a un niño como yo entre sus brazos, ambos desnudos y con una sonrisa en sus labios.
Lo que más me llamó la atención era que el trasero desnudo del niño estaba en el regazo del hombre y la cosa dura que debía sentir estaba escondida debajo de él.
Fue tan rápido que no pude ver bien, pero la película continuó.
Mostraron varios entrenamientos de los soldados para ser más eficientes y luego hicieron un cambio de escena a la casa donde vivía el comandante general del ejercito.
Cuando se abrió la puerta para ver la casa de aquel hombre negro pude notar a varios niños como yo corriendo y jugando por la casa.
Algunos estaban con ropa, pero la mayoría estaban en calzoncillos.
Sus cuerpos eran delgados y pequeños como el mío, cada uno de diferente color y de distinta etnia.
El hombre que grababa le pregunto al general de piel negra sobre la presencia de los niños en la casa.
—Son amigos de mi hijo. A mí pequeño le gusta traer a sus amigos a jugar a la casa. Siempre me uno a ellos cuando termino de trabajar. Te sorprenderia la energía que tienen cuando se lo proponen.
Mientras ambos hablaban, se pasaron varias imágenes de lo que hacían los niños y otra vez volví a ver una escena similar de un hombre y un niño desnudos.
Está vez estaban en una cama, el niño estaba pegado al adulto y el hombre mayor le sostenía una pierna mientras veía como la cosa dura del adulto estaba pegada al trasero del menor.
Parecía como si el trasero del niño se estuviera tragando aquella cosa dura, pero todavía era incapaz de ver bien que era.
Solo sabía que estaba pegada al adulto y le gustaba meterse en las nalgas de niños como yo.
Mientras veía más de la vida cotidiana de la milicia, sentí como la cosa dura de Ghost crecía bajo mis nalgas.
Él seguía concentrado viendo la película y yo no podía evitar prestar atención.
Deseaba saber que era eso que los adultos tenían y disfrutaban meter en las nalgas de los niños.
Al parecer, era algo bueno, porqué en las fotos que salían siempre se veía al adulto y al menor sonriendo a la cámara.
Ghost acercó sus labios a mis oidos y su aliento golpeó mi mejilla.
—¿Qué te parece la película? ¿Te aburre? Si tienes alguna pregunta, dila pequeño —la voz ronca de Ghost fue un bálsamo para mi curiosidad.
—La película está bien. Tengo una pregunta ¿Qué es esa cosa dura que esos hombres les gusta poner entre las nalgas de los niños?—dije en tono inocente.
Ghost miró hacia una esquina de la casa y le seguí la mirada.
Una de las camaras de la casa grababa lo que hacíamos en el sillón.
Solo papá tenía acceso a las grabaciones por lo que a veces olvidaba que existían.
Ghost volvió a mirarme con aquella expresión de matón.
—Ess cosa es un regalo que tenemos nosotros los hombres a los niños buenos. Si me haces caso, te lo daré.
La voz de Ghost era grave y autoritaria. No parecía estar bromeando, realmente él deseaba mostrarme aquella cosa dura.
Notando mis dudas, Ghost volvió a hablar.
—Ests cosa dura que sientes en tus nalguitas te puede hacer feliz, Lee. Solo debes ser un niño bueno y hacer caso a tus mayores. Mirá a ese niño —Ghost le puso pausa a la película y observé la imagen estática de la pantalla.
Había un niño como yo en cuatro en el suelo, un hombre musculoso estaba detrás del menor, con su pelvis pegada a las nalgas del niño.
Sabiendo que la cosa dura le gustaba esconderse en los traseros, podía intuir que aquel niño tenía ese regalo de los hombres y que su sonrisa era debido a recibir tal honor.
—¿Realmente me hará feliz? —le pregunté a Ghost.
La cosa dura en su regazo se retorció un poco en mis nalgas, parecía cobrar vida.
—Como no tienes idea. No solo a ti, sino al hombre que te de su regalo lo harás el más feliz del mundo ¿No quieres ser feliz, Lee? —las palabras graves y roncas de Ghost me convencieron.
Pegué mi espalda a su pecho musculoso y levanté mis piernas para abrazarlas hacia mi pecho.
En esa posición, mi trasero tenía aquella cosa dura entre mis nalgas, punzando hacia el agujero por donde yo hacía mis necesidades.
Ghost parecía satisfecho mientras el pantalón corto que usaba se levantaba por uno de sus lados.
Ghost volvió a poner la película y seguí contemplando el documental mientras el hombre encima mío metía su mano en su pantalón corto y sacaba algo por uno de los lados.
Me mantuve absorto en la película hasta que finalmente el que grababa llegó al cuarto del general del ejército.
Por alguna razón, se escuchaban aplausos del otro lado de la puerta cerrada y la voz aguda de un niño.
—¡Más! ¡Quiero más, Papi! —decia la voz infantil en el vídeo.
El general y el hombre que grababan hicieron un chiste de lo que estaba pasando.
—Aquí termina el recorrido. Lo último que queda es mostrar mi pasatiempo favorito.
La voz grave de aquel general me hizo estremecer, había algo extraño en su voz, no parecía ser una buena persona.
Sonaba como un felino cerca de su presa.
Ghost tenia todavía su mano debajo de su pantalón corto y la movía como si estuviera acariciando algo.
La cosa dura en mis nalgas se movía cada vez que Ghost hacia lo mismo con su mano.
Pero lo ignoré, mi atención estaba en como aquella puerta se abría lentamente dejando que los ruidos de la habitación se escucharon mejor.
—¿Te gusta el amor que papá Ryan te da? Dímelo pequeño bribón ¿Qué es lo que más quieres de tu Papi? —la voz de un hombre se escuchaba mientras los aplausos eran más fuertes.
El niño era incapaz de hablar y solo escuchaba su voz soltando sonidos de satisfacción.
Miré interesado como finalmente la cámara captaba lo que estaba pasando en la habitación y mi boca se abrió de la sorpresa.
Mis ojos vagaron por el físico prominente de aquel negro de gran tamaño y luego noté al niño pequeño debajo de su cuerpo.
Si no fuera porque sus pieles eran de diferente color, una negra y la otra blanca como la leche, no habría sido capaz de notar que había dos personas ahí.
Ese hombre negro era enorme y tenía sometido de espaldas al pequeño mientras movía sus caderas para golpear su regazo con fuerza en las nalgas del niño.
Ambos estaban sudados y no dejaban de moverse en la cama.
La cámara grabó cada detalle mientras el general y el hombre que grababa terminaban de entrar.
Sentí a Ghost moverse y sus labios rozaron mi oreja.
—Dime Lee ¿Sabes lo que ese hombre negro está haciendo con ese niño? —el tono de Ghost ya no era neutral como antes.
Tenía el mismo tono que el general del ejército en la película.
Miré a Ghost a los ojos y sus pupilas brillaban en la oscuridad de la sala.
Parecía un carnívoro apreciando a su nueva presa.
Mi mente se sentía desconectada por las sensaciones en mi cuerpo, pero la voz del niño en la película me hizo recobrar el sentido.
—¡Papi, eres el mejor! ¡Me llenas siempre y me haces feliz!
El tono agudo y satisfecho del niño me hizo entender lo que estaba pasando.
Miré a Ghost y sonreí emocionado de contar lo que había descubierto.
—¡Ese hombre le está dando su regalo a ese niño por haberse portado bien! ¡Ambos están compartiendo su felicidad! —dije en voz alta.
Ghost asintió con un sonido nasal y dejó de mover su mano debajo de mis nalgas.
Miré hacia abajo y me sorprendí.
La silueta de algo duro y grande había surgido de los pantalones cortos de Ghost.
Acerqué mi mano para tocarlo y sentí la carne en mis dedos.
Era caliente y se movía entre mis dedos.
Ghost se limitó a resoplar mientras veía la película en la tele.
En cambio, yo no podía evitar jugar con aquella cosa dura.
Era la cosa dura de Ghost, la que siempre sentía cuando me sentaba en mi regazo.
No pude evitar hacer preguntas.
—¿Por qué es dura si está hecha de carne? —dije mientras escuchaba como en la película el niño gritaba de felicidad.
Ghost no apartó la mirada de la película y miré lo que pasaba.
El pequeño de la película ahora tenía el general negro montado encima suyo.
La cosa dura del general era grande, mucho más grande que la de Ghost. Era negra y reluciente, parecía tener la misma textura que la de Ghost y no pude evitar compararlas
—Me da miedo su tamaño —dije en un susurro.
Ghost me miró con aquellos ojos de felino y me sentí intimidado.
—Es dura para que sea más fácil esconderse en los traseros de los niños buenos. La carne suave que sientes es solo para que sea más disfrutable para ambos.
Asentí a sus palabras sin dejar de ver cómo en la película, la cosa negra del general se metía en el trasero del niño.
Debido a su tamaño, entraba poco a poco, pero no podía evitar asustarme al ver que aquello no dejaba de entrar y desaparecer.
Era como una serpiente entrando a su cueva.
Miré la cosa dura de Ghost y la toque con mis dedos.
Era más pequeña que la del general, pero todavía la sentía grande, sin embargo, me gustaba más la que tenía Ghost.
—Me gusta tu regalo.
Mis palabras hicieron que la cosa de Ghost cobrará vida y se hinchará.
La cabeza de aquella carne se hizo más ancha y parecía a punto de explotar.
La silueta que me daba era la de un hongo.
«¿A qué sabrá?», me pregunté en mi mente.
Miré a Ghost ocupado viendo la película y no pude evitar hacer otra consulta.
—¿La cosa dura tiene buen sabor? —Ghost dejó de ver la escena de como un hombre musculoso de piel negra tenía sodomizado a un niño entre su cuerpo mientras lo penetraba con una cadencia digna de un animal.
La voz de Ghost era baja, pero con un tono sugerente marcado.
—Pruebalo y me dices si te gusta el sabor. No lo toques con los dientes o me enojare.
Acepté la palabras de Ghost y bajé mi cabeza para acercarme a la cosa dura del hombre tatuado.
Él seguía disfrutando de la película mientras yo sacaba mi lengua para probar.
Mi lengua paso por la cabeza de aquella cosa y sentí la textura de una carne blandita, como la piel de mis dedos, el sabor era dulce. Al parecer la zona tenía un jugo que sabía muy bien.
—¿A qué sabe? —preguntó Ghost sin dejar de ver la televisión.
Seguí la mirada y noté que ahora había dos hombres negros dandole su regalo al niño del vídeo.
Uno estaba detrás del niño y otro delante, ambos con sus cosas metidas y moviéndose a su ritmo.
Sin embargo, talvez debido a su trabajo de soldados, siempre mantenían un ritmo y velocidad constante. Parecían estar acostumbrados a lo que hacían y el menor entre ellos solo pedía más.
La sonrisa en los labios de los tres me hizo anhelar tener una igual.
—Desearia sentir esa felicidad —susurré con la cosa dura de Ghost cerca de mis labios.
Ghost me acarició el cabello.
—Si no respondes mi pregunta Lee, no puedo darte tu regalo y no serás feliz como los de la película —comentó Ghost con la voz ronca.
Me asusté y hablé rápido.
—¡Sabe rico! Es dulce y la carne es suave ¡Me gusta!
Ghost habló.
—Eso es bueno. Sabe dulce porqué comí muchas frutas, en especial la piña. Aunque solo lo he hecho para esta ocasión.
Sonreí pensando en sus palabras.
—A papá le gusta la piña, mucho —dije con una sonrisa.
Ghost acarició mi cabello y resopló.
—Claro que le gusta. Así le es más fácil hacer lo que hace —murmuró el hombre tatuado.
No sabía de lo que hablaba y decidí seguir probando la cosa dura de Ghost.
La película terminó después de quince minutos con los dos hombres negros abrazando al niño despidiéndose con una sonrisa de la cámara.
—No lo olviden. Ellos son especiales, nuestro deber como hombres es recordarselos.
Junto con esa palabras la cámara enfocó las cosas duras de los hombres musculosos de piel negra y terminó el video.
Ghost soltó un suspiro y puso las manos en su nuca mientras me veía jugar con su cosa dura.
Había metido la cabeza en mi boca y succionaba el agujero que tenía aquel regalo.
Había descubierto que cada cierto tiempo, el líquido dulce salía de ahí. A veces lo hacía como una gotita que resbalaba, pero la mayoría de las veces eran un chorro que salpicaba.
Me reía cada vez que sentía el chorro dulce en mi lengua y Ghost se limitó a dejarme jugar con su cosa dura.
El tiempo pasó hasta que Ghost decidió levantarse para ir a orinar.
Le seguí corriendo para ver finalmente como era su cosa dura.
La oscuridad de la casa solo me hacía percibir su silueta y gracias a la luz que había en los pasillos al pasar cerca de una ventana pude notar el contorno carnoso y rojo de Ghost.
Ghost no encendió la luz del baño, pero como había luz en el pasillo, parte de esta me hacía ver mejor esa cosa dura entre las piernas de aquel hombre musculoso tatuado.
Su cosa dura era larga y gorda, la cabeza por dónde salía sus orines era en forma de hongo con un tono rosado tierno, el resto de la cosa era una mezcla entre piel, carne, músculo y venas.
Tenía una textura extraña a la luz del sol, como aceitosa y debajo de aquella cosa había una maraña de pelos negros que ocultaban dos bolsas de piel colgante.
Ghost terminó de orinar y bajó la palanca del inodoro.
Fué a la cocina para tomar un vaso de agua y le seguí.
Él pareció molesto por mis acciones porqué me detuvo en la puerta.
Esperé hasta que volviera y lo ví rascar su ombligo mientras caminaba hacia mí.
Me tomó entre sus fuertes brazos y me llevó a la sala de estar.
Me sentó en su regazo mientras él se sentaba en el sillón y está vez sentí como su cosa dura estaba entre mis piernas, rozando mis glúteos.
Tenía mis nalgas abiertas, las piernas a los lados y esa cosa dura de ese hombre en medio.
Ghost acercó sus labios a mi oído y respiró profundamente mi cuello.
Sus labios apretaron la piel y besaron el contorno dejando marcas de saliva.
Aquella cosa dura palpitaba ante las caricias que Ghost me hacía y no podía evitar soltar risitas.
—¡Me haces cosquillas! —le dije a Ghost.
Él siguió con lo suyo dejándome su regalo para entretenerme.
Tomé su cosa dura con mis manos y empecé a acariciarla con mis dedos.
Cuando lo hacía, el líquido dulce salía y me inclinaba para saborearlo.
Al inclinarme, el hombre musculoso detrás mío besaba mi espalda por encima de la ropa recorriendo con su lengua el contorno de mi cuerpo.
Parecía estar preparandome para algo, porqué no dejaba de acariciarme con sus labios y lengua.
—¿Qué haces Ghost? —le consulté.
Él siguió en lo suyo y respondió.
—Pruebo la comida.
Me reí por el chiste.
—¡Yo no soy comida!
Ghost pellizcó con sus labios la piel de mi cuello y habló.
—Ahora lo eres y no seré el único que te comerá pequeño.
Su voz era áspera y ronca, parecía estarse conteniendo porqué su cosa dura no dejaba de palpitar y de soltar líquido dulce.
Después de varios minutos probando y jugando con el regalo de Ghost, él acercó sus labios a mi oreja y susurró.
—¿Listo para ser feliz, pequeño? —su respiración era más fuerte que la mía y me hizo estremecer.
Pensé en lo que iba a hacer con ese hombre para ser feliz y tuve miedo.
No sabía si dolería, pero si en las fotos siempre los niños salían sonriendo era porque no dolía ¿Cierto?
—Sí, quiero ser feliz contigo Ghost —le dije girando mi cabeza y mirándolo a los ojos.
Aquellos ojos felinos se entrecerraron y Ghost bajó sus manos para tocar mi pijama.
Antes habia mantenido sus brazos en el respaldar del sillón, pero ahora tenían acceso libre para tocarme.
Poco a poco me quitó la pijama de una sola pieza dejándome desnudo con un calzoncillo blanco.
Mi cuerpo pequeño estaba temblando por lo que iba a pasar mientras Ghost me miraba sin decir nada.
Era intimidante tener a un hombre de su tamaño agarrandote con fuerza de las caderas y sintiendo el calor de su cuerpo y su cosa dura cerca tuyo.
Los músculos de su figura imponían respeto y sus tatuajes le daban un aire peligroso.
Me dejé hacer por él y pronto perdí mi calzoncillo.
Ghost lo tomó entre sus dedos y lo llevó a su nariz para aspirar de el.
Me sorprendió el gesto y no pude evitar preguntarle.
—¿Qué haces? —susurré.
Ghost me miró antes de guardar mi calzoncillo sucio en la bolsa de su pantalón corto.
—Me aseguro de que puedas ser feliz. Si hueles la ropa interior de los demás puedes saber que tan felices son ¿Por qué no hueles el mío?
Ghost me dejó a un lado y se levantó del sillón.
Su cuerpo magnánimo era enorme y se quitó las únicas dos prendas que tenía en ese momento, el pantalón corto con mis calzoncillos guardados y su boxer negro.
Ghost me pasó su boxer.
—Huelelo y dime el aroma que sientes —comentó el adulto con la voz grave.
Hice caso y acerqué mi nariz.
El aroma era picante, podía percibir rastros de orina y algo más caliente que venía de la parte trasera, un olor penetrante que me recordaba a las axilas apestosas de mi padre cuando no se baña, pero con un toque más crudo, como si esa zona rara vez se limpiará.
La parte donde se olía la orina también tenía otro hedor, uno que me recordaba a los productos de limpieza de mamá.
Ghost me instó a decirle que podía percibir en el boxer.
—Huelo pipi y a ropa limpia, también a axilas apestosas, pero más intenso y caliente —comenté devolviendo el boxer.
Ghost negó con la cabeza.
—Tomalo y huelelo cuando quieras. Te ayudará sentirte mejor.
Acepté sus palabras sin dudar. Él era el adulto y gracias a mi tiempo con ellos me di cuenta que siempre tenían la razón.
Dejé el boxer de aquel hombre al lado de mi pijama en el suelo.
Ghost pareció recordar algo de lo que dije y me miró a los ojos.
—Lee, el olor a limpio no es porque lo hayan lavado recientemente, sino por algo más. Ese olor es el que te dice si alguien es feliz ¿Por qué no traes la ropa sucia de tu padre y tus hermanos? —la sugerencia de Ghost estaba cargada de morbo y acepté sin rechistar.
Corrí al lavado del sótano y tomé la canasta sucia de ropa interior.
Rápidamente noté el boxer rojo de mi papá y los calzoncillos blancos de mis hermanos mayores.
Subí otra vez al primer piso y se los dí a Ghost.
Él olió las prendas antes de pasarmelas.
—Pruebalo y dime ¿Cuál prenda huele más a limpio? Y ¿Quién es el dueño de esa ropa interior?
El tono morboso y bajo de Ghost me hizo sonreír cómplice.
No sabía porque hacíamos esto, pero me gustaba tener a un amigo como él jugando conmigo.
Acerqué la ropa interior de mis hermanos mayores y la aparte de inmediato.
—¡Apestan a zorrillo! —dije estornudando.
Ghost tomó ambas prendas de mis hermanos y las acercó a su nariz, aspiró con fuerza la zona donde iban las nalgas y la que más olía feo.
No pareció importarle, más bien por primera vez noté una sonrisa surgir de sus labios.
—¿Te gusta ese olor? —le pregunté curioso.
Él dejo de sonreír y guardó la ropa de mis hermanos en el otro bolsillo del pantalón corto que tenía en el suelo.
—Me trae recuerdos. Cuando mi ropa olía así, antes de que eso cambiará.
Me sorprendió la confesión.
—¿El olor a zorrillo desaparece con el tiempo? —pregunté.
Ghost asintió tomandome en sus brazos y sentandome en su regazo.
—Cuando recibes demasiada atención en tu trasero, muchas cosas cambian, se vuelve más sensible, casi siempre está lleno de felicidad y el olor a zorrillo es reemplazado por uno a limpio, a veces por el jabón, otras veces por hacer feliz a alguien.
Las palabras de Ghost calaron en mi mente y no pude evitar mirarlo a los ojos.
—¿Eso te paso a tí?
Él me devolvió la mirada y asintió lentamente.
—Cuando tienes a hombres a tu lado dispuestos a cuidarte, es inevitable que suceda. Pero no me quejo, es solo un recuerdo de como era mi vida antes, ahora estoy bien contigo en mi regazo.
El tono juguetón y grave de Ghost me hizo sonreír.
Por primera vez veía una faceta de él que no era la de un perro guardian, me recordaba a mi papá cuando jugaba conmigo.
Ghost me señaló la última prenda, la más grande en mis manos.
—Huelela y dime el aroma.
Hice caso acercando mi nariz a la tela.
Sentí un mareo ante el hedor fuerte de aquella ropa interior y casi me caigo del regazo de Ghost.
Aquel hombre me sujetó de las caderas con sus fuertes manos mientras yo recuperaba el sentido.
Tosí varias veces tratando de respirar.
Ghost se limitó a acariciar mi espalda con una de sus manos mientras terminaba de toser.
—¿A qué huele? —preguntó él.
Traté de acercar lentamente la prenda para evitar otro mareo, pero no pude evitarlo, apenas el aroma llegaba a mi nariz sentía que me iba a desmayar.
Volví a toser y le di la prenda a Ghost, no obstante, a pesar de lo imposible que era para mí oler aquel aroma fuerte por mucho tiempo, pude reconocer una de sus características.
—Huele a limpio. Tiene un aroma muy fuerte a felicidad —dije con la voz suave.
La tos me había dejado reseca la garganta.
Ghost volvió a sonreír al escuchar mis palabras.
Acercó su nariz al boxer y lo olió, sin embargo, a diferencia de mí que casi me desmayo, él tenía presionada aquella prenda contra su nariz sin inmutarse.
Ghost me miró antes de dejar la ropa interior grande en un lado del sillón y hablarme.
—Realmente huele mucho a felicidad.
Asentí sabiendo de quién era esa prenda.
—Papá es muy feliz —dije pensando en él.
Ghost asintió bajando sus manos por mi cuerpo hasta mi trasero y jugando con él.
—Puedo confirmarlo. Tu padre es uno de los hombres más felices que conozco y siempre tiene a niños como tú dispuestos a ser felices con él.
La voz cargada de morbo de Ghost me hizo prestarle atención.
—¿De qué hablás? ¿Papá le da su regalo a otros niños? —pregunté con la voz seca.
Ghost acarició mis nalgas y tocó con sus dedos mi ano fruncido.
Ignoré la incomodidad esperando una respuesta.
El hombre músculoso meditó su respuesta antes de hablar.
—Asi es. A tu papá le gusta dar su regalo a niños como tú, talvez más pequeños o más grandes, pero él no rechaza a ninguno —dijo Ghost con la mirada nostálgica.
Pensé en mi padre y no pude evitar admirarlo.
—Papá es una buena persona si está dispuesto a compartir su felicidad con otros niños. Me preguntó si los conozco —dije moviendo mi trasero entre las manos de Ghost.
Sus dedos seguían acariciando mi agujero y parecía interesado en meterlos, quise removerme pero me sujetaba muy fuerte.
Ghost acercó sus labios a mi oreja.
—Lo es. Sobre los niños que hace feliz, no los conozco a todos, pero sé que tú amigo Brayan ya ha estado con tu padre para recibir su regalo —comentó Ghost metiendo su dedo índice en mi agujero.
—¡Para! —le pedí nervioso.
Las sensaciones en mi ano eran distintas, se sentía como hacer popo, pero en vez de molestarme, me gustaba.
—No te muevas pequeño, confía en mí y te haré feliz.
La voz de Ghost estaba cargada de necesidad y deseo.
Los tonos graves se tornaron ásperos mientras seguía susurrando en mi oreja.
Acepté sus palabras pensando en mi amigo Brayan.
Era un chico rubio de ojos azules, menor que yo por un año, pero era más grande que yo físicamente. Tenía un cuerpo bonito y regordete, lo que más resaltaba eran su nalgas repingonas.
Le gustaba venir a jugar conmigo y siempre saludaba a mi papá con un abrazo.
No obstante, debido a sus clases extraescolares ya no tiene tiempo de venir a buscarme los cinco días de la semana y solo viene los fines de semana, aunque nunca logra encontrarme en casa.
Siempre salgo los fines de semana con mi mamá y mis hermanos y solo mi papá se queda en casa.
Es gracias a mi padre que sé que Brayan viene cuando él está solo en casa.
Papá me dice que Brayan me manda saludos y espera en algún momento verme con mi papá en la casa para jugar como antes.
Mamá solo se burlaba del niño por seguir viniendo cuando sabe que no estaré y mi padre le respondió una vez.
—Es un niño. Sabes cómo son. Cuando se les mete algo en la cabeza, no hay forma de sacarselo. Él cree que algún día Lee estará en casa un fin de semana, por eso viene sin falta. Déjalo, se aburrirá con el tiempo.
Mamá aceptó y no volvió a hablar del tema.
Ahora que sabía que papá hacía feliz a mi amigo Brayan, podia imaginar cuando sucedía.
Asocié el olor potente a felicidad en el boxer sucio de mi padre y conecté ideas.
—Papá debe llenar mucho a Brayan de felicidad.
Mis palabras hicieron que Ghost soltará un resoplido y terminara de penetrarme con sus dedos.
Era incómodo, pero no me disgustaba.
Le dejé hacer a su antojo mientras pensaba en mis otros amigos y vecinos.
Había muchos que conocía y papá les saludaba con cariño. Mi padre se lleva muy bien con la gente y confian en él, por lo que no es raro verlo cerca de algún niño charlando.
Recuperé el sentido cuando Ghost sacó sus dedos de mi ano y me miró inquisitivamente.
—¿En qué piensas? —preguntó él.
Una de sus manos estaba masajeando la cosa dura en su entrepierna.
La otra mano me sostenía de las caderas.
Admiré a Ghost y su cuerpo.
—¿Tu has hecho feliz a algún niño? —le pregunté curioso.
El hombre tatuado enarcó una ceja y negó.
—Nunca.
—¿Por qué no? —le pregunté.
No entendía, si la cosa dura que tenía era para regalar a los niños buenos ¿Por qué el no lo había hecho todavía?
Ghost me miró a los ojos y parecía querer decirme algo, luego resopló.
—Hace mucho un hombre me enseñó que la primera vez que des un regalo debe ser con alguien por el que sientas aprecio, cariño o conexión familiar. Él cometió el error de no hacerlo y debido a eso él todavía busca desesperadamente dar felicidad a todos los niños que conozca. Él cree que si lo busca de esa manera, algún día lo encontrará y se sentirá completo.
Era incapaz de entender lo que decía mientras él se limitaba a mirarme y a presionar la cabeza de su cosa dura contra mi agujero.
La punta entró y me hizo mirar mi trasero.
La cosa dura de Ghost quería esconderse en mi agujero.
—Todavia eres un niño, pero cuando seas un hombre como yo entenderás que cada uno de nosotros deseamos tener a un pequeño en nuestros brazos, cuidarlo, protegerlo y sobre todo darles todo el amor y felicidad que merezcan. Es lo que nos convierte en padres. En hombres.
Cada palabra tenía un sentimiento de orgullo y autoridad.
Algo digno de un adulto experimentado.
Sentí como la cosa dura de Ghost se metía en mi agujero y lo estiraba.
La incomodidad había vuelto y más fuerte que nunca.
Tenía ganas de cagar, pero no podía teniendo aquella cosa en mi interior.
—No me gusta —dije en un susurro.
Ghost fue lento y mientras lo hacía acariciaba mi cuerpo con sus manos grandes.
Cada músculo de su cuerpo se amoldaba al mío mientras seguía dándome su regalo.
—Siempre es así, pequeño. La felicidad a veces proviene de cosas que nos incomodan o nos hacen sentir extraños, pero cuánto más aquello entre en tu vida, más irás descubriendo que era lo que te faltaba para ser feliz. Para estar completo.
Las palabras de Ghost estaban cargadas de tristeza, parecía decirlas para él mismo y no para mí, sin embargo, la fuerza de su cuerpo seguía siendo la misma.
A pesar de su estado melancólico, no dejó de lado su deber como hombre.
Ghost metió la mitad de su cosa y se detuvo para mirarme a los ojos.
Su voz había bajado dos tonos y se escuchaba como el ronroneo de un animal felino.
—Ya casi te doy todo mi regalo Lee, solo falta la mitad. Sé que 21 cm es mucho, pero si sigues así, te haré el niño más feliz de todos y tú harás lo mismo conmigo ¿Lo quieres?
Sus palabras me hicieron conmoverme y asentir con la cabeza.
—Quiero tu regalo, Ghost. Seamos felices juntos.
Ghost sonrió por cuarta vez en el día mientras escondía el resto de su cosa dura en mi trasero.
Las ganas de cagar habían disminuido, pero un hormigueo recorría mi espalda cada vez que aquel regalo de Ghost palpitaba.
Incluso podía percibir los chorros del líquido dulce en mi trasero.
—Me da tristeza no poder comer el líquido dulce de tu regalo —le dije a Ghost.
El hombre músculoso levantó una ceja y negó con la cabeza.
No dijo nada y terminó de esconder toda su cosa dura en mí.
Lo escuché soltar un gemido ronco y respirar con fuerza.
Tenía los ojos brillantes y yo no entendía el porqué.
—¿Que pasa? —le dije.
Ghost no contestó y solo pude suspirar. A veces no entendía a ese hombre.
Más adelante supe que Ghost estaba feliz porque me había quitado la virginidad, aunque ni sabía de eso y de como funcionaba. Solo sabía que él fue el primero en darme su regalo, nada más.
Rápidamente me acostumbré a su cosa dura escondida en mí y Ghost lo notó.
Hizo un vaiven empujando su pelvis en mis nalgas y haciendo sonidos de aplausos.
No pude evitar decirlo.
—¡Es el mismo sonido que salió en la película, Ghost! —sonreí ilusionado.
El hombre debajo mío asintió con la cabeza mientras se enfocaba en seguir penetrandome.
Su cosa dura llegaba muy hondo y cada roce era incómodo, pero me gustaba.
Era algo diferente, y cuánto más lo probaba, mejor se sentía.
Pronto pude percibir el calor febril en mi cuerpo y noté que Ghost estaba todavía más caliente.
Toqué sus pectorales duros e hinchados y estaban rojos.
El calor me hizo apartar las manos.
—Estas hirviendo. Tienes fiebre —Le dije a Ghost tocando sus hombros y sus brazos fornidos.
Ghost siguió penetrando mi agujero golpeando su pelvis con mi trasero y haciendo que los sonidos de la piel chocando fueran más fuerte.
Su voz era ronca mientras gemia y sus ojos no paraba de mirarme con atención.
Me sentía como un trofeo con ese hombre tomándome entre sus manos y regalandome su felicidad.
Dejé que el calor de Ghost y el mío me guiará y pronto me sentí desorientado.
El aroma a axilas de hombre que no se baña empezó a rondar por la sala y no pude evitar mirar el origen.
De los dos surcos debajo de los brazos de Ghost, chorros de sudor salían de aquella zona peluda y maloliente.
Ghost empujó con más fuerza mi trasero en su regalo y me ví obligado a inclinarme para que no me costará moverme.
Mi rostro estaba en su pectoral izquierdo, cerca de su axila y aquel olor a hombre me embriagaba.
Ghost siguió con lo suyo mientras yo admiraba las gotas de sudor que pasaban por sus músculos, el aroma seguía golpeándome como el aliento húmedo de la boca de aquel hombre y no pude resistirme.
Metí mi cara y aspiré con fuerza en la axila izquierda.
El aroma me descolocó y me hizo sentir mareado.
Era picante, salado y embriagador.
Normalmente no me gustaba ese olor al igual que el aroma a zorrillo de los calzoncillos de mis hermanos, pero con aquel calor febril en mi cuerpo, mi sentido del olfato estaba sensible y necesitado.
Ese aroma a hombre sucio empezaba a gustarme y mientras Ghost seguía metiendo y sacando su regalo de mí, yo disfrutaba de su axila olorosa.
Mis respiraciones se tornaron profundas y con cada inhalación me sentía en el cielo.
Mi cuerpo temblaba ante las nuevas sensaciones y el calor abrasador en mi trasero se sentía distinto, como una estimulación placentera que me hacía sonreír.
Los gemidos graves de Ghost y su olor me atraparon, la música de nuestras pieles chocando y su cosa dura penetrandome al compás me hizo pensar seriamente sobre muchas cosas.
«¿Mi padre hace esto con todos los niños que busca hacer feliz? Si es así ¿Cuántas veces mi amigo Brayan estuvo con mi papá e hicieron esto?», me pregunté en mi mente.
Levanté la mirada de la axila de Ghost y observé al hombre musculoso y tatuado moviendose para darme su regalo.
Se veía lleno de energía, pero sus resoplidos y el sudor en su cuerpo demostraba su esfuerzo.
«Papá debe ser muy fuerte y poderoso si puede hacer feliz a tantos niños», me dije en mi mente.
Luego, recordé lo otro que me había dicho Ghost.
«A veces lo extraño puede hacernos felices. Él tenía razón. Su regalo hace que mi cuerpo se sienta feliz», pensé, miré al hombre y noté su expresión concentrada.
«Pero él no parece feliz», me dije en mi mente.
Mi semblante se tornó triste pensando en una posibilidad.
«¿Talvez no es feliz porqué soy un niño malo?», medité triste.
Ghost hundió su cosa dura en una fuerte embestida y dejó de moverse un rato.
Parecía querer recuperar fuerzas.
Su pecho se hinchaba y contraía en cada respiración, tenía los labios entre abiertos y su mirada era feroz.
El cabello en su cabeza estaba todo suelto y se veía salvaje. Como un animal.
Ghost me miró a los ojos.
—Eres un niño bueno Lee. No sabes cuán feliz me haces. No sabes cuánto —comentó el hombre músculoso con la voz ronca.
Lo miré a los ojos y noté un brillo distinto en él.
Parecía lleno de vida, a diferencia de su expresión que daba miedo. Aunque seguía estando serio, está vez no me incomodaba.
Me sentía reconfortado en su mirada. Era como cuando un padre siente orgullo por su hijo, pero evita demostrarlo.
Entendiendo un poco a Ghost volví a meter mi cara en sus axilas.
Aspiré su aroma varonil y él se limitó a acariciar mi cabello con una de sus manos mientras tomaba energías para seguir penetrandome.
—Veo que eres sensible a los olores. Eso es bueno, pequeño.
Sentí su otra mano levantar mi mentón y acercarlo sus labios a los míos, dejó salir una exhalación y aspiré su aroma.
Su aliento era seco y agrio, no tenía nada de agradable, pero aún así me gustaba. La sola idea de saber que ese olor provenía de Ghost me excitaba.
Él tocó mis labios con los suyos sin meter su lengua.
Solo fue un contacto suave.
Esperaba poder sentir su boca con la mía, pero él se separó de mí y miró hacia la camara de la casa.
—Solo tengo permitido su virginidad. Si me excedo, Sam se enojara —murmuró Ghost.
Fui incapaz de entender de que hablaba, pero viendo la cámara en la sala de estar no pude evitar pensar en algo.
«Cuando papá vuelva y vea las cámaras sabrá que ahora soy un niño feliz ¿Me dirá algo?», pensé ilusionado.
Papá siempre ha sido cariñoso, si él se siente orgulloso de lo que hice, seguro me hará feliz también.
Emocionado, me moví en el regazo de Ghost penetrando mi agujero con su cosa enorme.
Ghost tomó mi gesto como una confirmación de continuar y volvió a embestirme con fuerza.
Los sonidos secos de piel chocando eran audibles y su voz era ronca.
—¿Te gusta pequeño?
Asentí con la cabeza a su pregunta, el tono con el que hablaba me hacía querer obedecerle.
—¿Te gusta tener la polla de tu nuevo hombre en tu culo virginal?
—Sí —dije sin entender de lo que hablaba.
Solo sabía que si respondía afirmativamente, Ghost me daría más felicidad.
—Eres un niño muy bueno. Tan sumiso y dispuesto a tener mi polla de 21 cm en tu anito de seis años.
Sus palabras eran muy sugerentes y parecía llenarse de energía cada vez que las decía.
—Mira como tienes tu pequeño ano de niño, rojo e hinchado, estirado y abierto para mí.
—¡Sí, por ti! —repetí metiendo mi cabeza en su axila y respirando su aroma.
El bombeo en sus caderas solo aumentó y el sonido húmedo de nuestros cuerpos siguió creciendo.
—Si me dejas meterte mi polla todos los días, muy pronto tu culito dejara de apestar y estará lleno de leche de hombre. Oleras a limpio y a mí —comentó con la voz ronca.
Sus jadeos pasaron a resoplidos y los movimientos de su cuerpo eran cada vez más fuertes.
Sus músculos parecían a punto de romperse mientras su piel se habia tornado de un color bronce.
El calor y la sangre bombeando su sistema le había dado esa coloración y me gustaba.
Le daba un toque distinto que junto a sus tatuajes lo definían para mí como un hombre atractivo.
Ghost recuperó el aliento mientras seguía penetrandome y me miró.
—¿Te gustaría oler a mí, pequeño?
Asentí con la cabeza, su axila seguía soltando aquel aroma picante y agrio que tanto me gustaba.
—¿Deseas apestar cómo tu hombre?
Su voz ronca me hizo sonreír y volví a asentir con la cabeza.
—¿Quieres qué todos sepan lo feliz que eres conmigo? —lo último lo dijo con un tono tan bajo que me hizo devolverle la mirada.
Aquellos ojos estaban fijos en mi y recordando sus palabras con aquel tono pude reconocer de que se trataba.
«Un depredador. El sonido me hace pensar en un animal comiéndose a su presa», pensé.
Finalmente había entendido porqué Ghost me dijo que me iba a comer.
—Quiero ser feliz contigo Ghost.
Mis palabras parecieron doblegarlo, porqué dió dos embestidas más en mi trasero, antes de detenerse.
El hombre músculoso tatuado cerró sus párpados y soltó una maldición mientras sentía como chorros de su líquido dulce llenaban mi interior.
—¡Maldita perra! ¡Eres lo mejor que me ha pasado! ¡Mira como tu culito de puta domina mi polla! ¡Eres todo mío ahora! —sus palabras se perdieron en sus jadeos y pronto dejó de llenarme con su líquido.
Mientras Ghost recuperaba el aliento, él observaba mi cuerpo lleno de sudor, con la cara y el cuerpo rojo, marcas de sus manos y labios en mi piel, y sobre todo, la sonrisa en mis labios.
Sus ojos se ablandaron mientras él también me dedicaba una sonrisa.
—Ahora somos felices juntos.
Gracias por leer el relato. Espero les haya gustado tanto como a mi al escribirlo.
Lamentó el tiempo de inactividad, solo puedo asegurar que seguiré subiendo relatos, aunque no puedo confirmar los tiempos.
Por el momento, debido a problemas personales, he perdido el acceso a Telegram. Cuando pueda conversar de nuevo por la app, avisaré en uno de mis relatos.
Nos leemos luego.
Como sigue? me encanta el relato.
Como sigue?
Si puedes volver a usar telegram @Dsmt07 escríbeme me encanta esto
Uuufff… que rico, me encanta tu forma de narrar.
Espectacular segunda parte
Q buena historia , hermano ! Así se les enseña a los putitos !
Excelente relato. Espero leerte más seguido, eres grandioso escribiendo.
Habrá continuación de Fiesta de disfraces para niños traviesos?
Me encantó esa historia
Hola. Así es. Habrá continuación de Fiesta para niños traviesos, aunque no puedo confirmar cuando la subiré.
Que relato!! Me gusta como escribes, como sugerencia me gustaría que detallarlas más la verga de los hombres que tenga el niño, fuera de eso todo impecable como siempre me dejaste con la verga dura lista para un nene así.