El culo de mi primito Jeff huele delicioso.
Esta es una continuación y otra anécdota de la historia con mi primo Jeff..
Desde los 8 años mi primo Jeff empezó a gustarme. Él tenía 6 y aunque era menor que yo, parecía unos años mayor. El no es gay, el día de hoy tiene novia y piensa casarse. Yo fuí como su juguete «sexual» ya que me manoseaba como «juego» siempre que había oportunidad. Yo dudaba de mi sexualidad, ahora me considero bisexual pero siempre supe que él era hetero, ya que le gustaba mucho el fútbol, se enamoraba de las niñas y su actitud fue algo machista desde niño.
Está historia pasó cuando ya éramos adolescentes. Después de años de que metía su mano para sobar mis nalgas blancas y suaves, como el niño rubio que era , y además de utilizarlas como herramienta de masturbación para su pequeño pene, Jeff había crecido y se veía más guapo y «macho» Tenía 13 años, el cuerpo delgado atlético, el cabello corto y negro y un culo paradito, sus pantalones jean siempre me llamaban la atención y estallaban bien sus piernas y glúteos. Su caminar de niño creído y arrogante me molestaba pero también me gustaba. Cuando lo veía y hablábamos cerca me daban ganas de besarlo. Casi no nos veíamos, solo para celebraciones de algún familiar. Y ya no podíamos hacer las travesuras que hacíamos de niños libremente.
Ese día me dí cuenta que deseaba tanto su culo como el deseaba el mío. Todo empezó cuando nos fuimos a jugar a mi cuarto. Entonces ya éramos tres primos que íbamos a empezar a jugar a las luchas. De pronto mi tía lo llamo para cambiarse de ropa, para que no se ensucie los jean y el polo blanco. Cuando salió del baño corrió hasta mi cuarto nuevamente, ahora traía un buzo o pantalón polar color marrón y su camiseta amarilla de fútbol. La tela del pantalón polar todos saben que es muy cálida, es para el frío y se suda mucho. Estábamos en pleno verano, y aunque nos sentíamos frescos, no era el pantalón adecuado para un púber jugando a la lucha libre.
La lucha libre no era mi juego favorito así que Jeff y mi otro primo, de su misma edad, se agarraron a golpes mientras yo era el árbitro.
Jeff sin piedad le daba duro a su oponente. Pasó como media hora cuando ví una gota de sudor que se deslizaba de la frente de Jeff.
Dí por terminado el round para que descanse pero Jeff me dijo que quería luchar conmigo. Primero me rehusé a hacerlo pero me animó las ganas de estar cerca de su cuerpo y rozar ese culo o pene que me atraían poco a poco. Ya que cuando estaba jugando con mi otro primo, podía observar su lindo trasero sobresaliendo de ese pantalón. El me dijo que lo haríamos pero sin golpes. Así fue. Jeff me traba de una forma diferente que al resto, siempre tenía más cuidado conmigo y aunque a veces hacía sus chistes «machistas» siempre sentí que su atracción por mí era única.
Empezamos la lucha en la cama mientras mi otro primo hacia de árbitro. Al estar cerca de su cuerpo sentí el olor que siempre llevaba, un aroma a frutas ligero. El sudor en su frente y sus labios húmedos hacían que mi cuerpo se estremeciera. Su cuerpo atlético chocando contra mí se sentía tibio y suave. Yo empezaba a jugar «bien» para ganarle porque no quería decepcionarlo. Pero de pronto un empujón llevo mi cara cerca a su trasero. Un olor a sexo, culo y dulce llegó hasta mí. Era tan delicioso que hasta hoy recuerdo ese olor, no era fuerte, ni feo, era extraño, sexual, como cuando llegas al orgasmo y percibes ese olor en el aire que te encanta. Así sentí su olor del culo blanco de mi primo. No sé si traía calzoncillo porque su pantalón estaba muy bien amarrado, cuando se inclinaba demasiado solo se veía un poco la entrada de su raja y ya no bajaba más, lo había apretado para que nadie le baje el pantalón. Pero el sudor y la calentura del pantalón hacía que ese hermoso olor invadiera el pequeño espacio alrededor de su nalgas, que seguramente estaban lubricadas por el sudor.
Nos pusimos de pie y cambiamos de posición, yo quería nuevamente oler su culo. Intente varias veces pero fallé. Hasta que nuevamente me agarró fuerte de mis piernas y mi cara topo contra sus nalgas. Esas hermosas y carnosas nalgas estaban calientes, y seguía oliendo extrañamente delicioso, mi mirada estaba cerca de la costura de su pantalón marrón, deseando que hubiera un agujero en medio de él para oler y tocar ese exquisito y tibio ano.
Nos pusimos nuevamente de pie y me dijo que si ya estaba cansado que parara, pero le dije que quería seguir jugando.
Ahora entendía porque le gustaban tanto mi culo, aunque nunca lo olió, pero sabía que también le gustaba estar cerca de él.
Mi otro primo empezó a aburrirse y dijo que juguemos a otra cosa pero yo quería oler por tercera vez eso que tanto me gustó.
Quedamos que sería la última, así que tenía que hacer todo lo posible por acercarme a ese culo.
Cuando Jeff quiso bajarme de la cama, jale de sus pantalones para ver esas nalgas que deseaba con desesperación pero como estaba bien amarrado no pude hacerlo.
Ahora él se cuidaba más y no dejaba que tocara su pantalón, entre risas quiso bajar el mío pero también me lo amarré fuerte.
Yo solo quería poner nuevamente mi nariz en su culo y comerme ese olor. Creo que se dió cuenta y me esquivaba. Tanto fue mi excitación que casi a la fuerza, lo tumbé de costado y entonces acerqué mi cara en su trasero. Con mis piernas sostenía su cabeza mientras sus manos hacían el esfuerzo por zafarse y mis manos sostenían sus muslos. Esos segundos fueron fascinantes, mi nariz en frente de su ano, sus nalgas tibias, a través del pantalón, en cada mejilla, mi boca en su alcancía. Su olor exquisito nuevamente me lleno dentro, muy dentro sentí mucho líquido preseminal salir de mi pn. Esos segundos de gloria, era todo lo que necesitaba para convencerme que el culo de mi primo era el manjar perfecto que necesita penetrar. Ese culo arrogante, hetero, blanco, tibio, dulce… Necesitaba tenerlo siempre en mi cara. Todavía no sabía sobre lamerlo así que solo quería olerlo.
Cuando sentí que él se soltaba, aspiré profundamente por última vez, quería que su olor a sexo, culo y dulce de mi primo púber se quedarán conmigo para siempre y así fue.
El se soltó sin saber que había ocurrido, quizá no se dió cuenta. Mi otro primo no dijo nada, como era un poco tonto, solo le hacía gracia pensando que me había caído o algo así.
Cuando quisimos jugar otra cosa, nos llamaron para comer y luego se fueron a sus casas. Yo seguía pensando en el olor de su culo. Me masturbé en la noche, mirando mi cama y recordando que sus nalguitas habían estado allí. Ese día sensacional descubrí que el culo de mi primo, arrogante y guapo, olía delicioso.
*En la tercera parte les contaré como intente meterle el dedo y olí sus calzoncillos.
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