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Fetichismo, Gays, Incestos en Familia

El niño amante de hombres

La punta del glande morado del adulto se presionó contra el agujero fruncido del niño antes de alejarse, el proceso se repitió varias veces. El pene parecía estar listo para entrar, pero retrocedía antes de dar el último empujón. —Por favor, tío, lo quiero..
—Buenos dias, tío Albert.

Un niño de tez blanca saludó a un adulto fornido.

El hombre de barba miró hacia abajo, a la altura de su cintura.

—Hola, campeón, vine a ver a tu padre ¿Esta en casa?

La voz ronca del adulto resonó en la entrada de la casa y el menor negó con la cabeza.

—Papi no está, pero me dijo que si venía, tío, pasara a tomar una cerveza y lo esperara—mintió el niño mirando a los ojos al hombre.

La palabra «papi» se entonó con dulzura, pero algo en la manera de actuar del niño lo hizo sentir distinto.

El hombre percibió como su pene se removía en sus pantalones y sonrió.

—Esta bien, campeón.

El tío albert entró a la casa con confianza, su figura era regordeta, ancho de hombros y espalda, sus brazos eran enormes y peludos. Sus manos callosas estaban sucias y caminaba con desgana, cansado con sus piernas fornidas.

El sudor había mojado su camisa manga corta, pegando los músculos de su pecho y marcando su abdomen abultado.

El niño miró a su tío caminar por la casa con aquel semblante y sonrió.

Felizmente, el menor se sentó enfrente del sillon de la sala de estar, esperando al hombre de la casa.

Cuando la figura de su tío Albert regresó, el niño miró sus pectorales.

—Tetas de hombre —se burló el menor.

El adulto miró al pequeño bribón y le sobó la cabeza con su mano. El pelo se revolvió entre sus dedos ante su caricia.

El niño en vez de alejarse, pegó su cabeza a la mano del hombre y tomó con sus manitas los dedos callosos del adulto.

El contacto con el pelo pasó al rostro del niño, los dedos del hombre acariciando la mejilla tierna de su sobrino.

Los ojos negros del adulto se dilataron mientras sentía la suave piel.

La cara tristona del niño, mientras pegaba su rostro a su mano y le miraba con dulzura, como si esperara algo, hizo que el pene del adulto se llenara de sangre.

Como si despertará de un sueño, el adulto alejó su mano bruscamente.

El menor no se inmutó y decidió mirar hacia otro lado.

El hombre tenía la respiración un poco agitada mientras veía el contorno de aquel niño.

—Dime, campeón ¿Tu Papá te deja solo a menudo?

El tío albert no era de visitar a su hermano, así que hoy era uno de esos días raros.

El niño sonrió y asintió con la cabeza, luego miró los pies del hombre enfundado en sus botas de cuero.

La cara del niño se puso triste.

—Tío, hace calor ¿Me dejas quitarte las botas? —la voz dulce del niño fue acompañada de sus ojos suplicantes.

El hombre no quiso negarse.

Como si sintiera algo, el adulto dejó de estar tenso y se arrecostó en el sillón, tomando un trago de su cerveza, mirando a su sobrino a sus pies.

El niño tomó la bota de cuero y quitó los seguros, sacó el calzado exponiendo los calcetines sudados, el olor a talco era lo que impregnaba el aire mientras el menor dejaba las botas a un lado y amasaba los pies de su tío con sus manitas.

La diferencia de tamaño hacía suspirar al adulto.

—Hace demasiado calor, quitame también los calcetines, campeón.

El niño escuchó la voz suave del hombre y levantó la mirada.

Aquellos ojos negros solo estaban fijos en el menor, como hipnotizados.

El infante asintió con la cabeza y sacó los calcetines.

Los dedos peludos y las uñas recortadas de un tono blanco sobresalieron de la tela.

El menor amasó sus deditos por los callos de los pies del hombre.

—Tío Albert, tu pie huele a talco ¿Puedo probar a que sabe?

La voz del niño sobresaltó al hombre, el adulto de barba observó al infante que sostenía su pie entre sus dedos.

Aquella boquita rosada infantil sonreía para él.

—Hazlo.

El niño bajó su rostro hasta el pie de su tío y pegó sus labios tiernos en la carne adulta.

El infante aceptó con sus belfos la piel madura y curtida, saboreando el talco y los callos. La saliva del menor era como un bálsamo frío para el hombre.

—Se siente bien.

El niño siguió besando el pie desde el talón hasta llegar al dedo pulgar, el menor sacó la lengua e introdujo la punta del dedo en su boca, con una succión, el hombre en el sillón dejó de beber su cerveza y la puso en una mesita cercana.

—Basta, campeón, te lo has buscado.

Dos manos tomaron los costados de las axilas del niño y lo levantaron.

Sentándose en el regazo del tío albert, el menor sintió su duro pene presionar sus nalguitas.

Las manos del niño tocaron los pectorales por encima de la camisa del adulto y su carita fue tomada por una de las manos del hombre.

—¿Adoras tentar a tu tío, pequeño bribón? —la voz ronca del hombre y su aliento golpeó la cara del niño.

La sonrisa inocente del menor no convenció al adulto.

—Solo quería probar. Papi me pone talco, pero nunca me deja saborearlo. Gracias, tío. Eres un hombre amable.

Las palabras y el tono del niño se tornaron pecaminosas para el hombre. Miró aquella carita tierna, y como en su regazo, un pene largo y gordo estaba presionando para salir.

—No engañarás a tu tío Albert. Ahora sabrás que tan amable soy.

Los labios del hombre golpearon la boquita del niño.

La carne adulta amasó los belfos infantiles, dominando.

El menor se dejó cubrir por los brazos fornidos de su tío mientras las manos del adulto le quitaban su short y ropa interior.

La lengua del hombre se metió en la boca del niño, atragantándole, mientras, que de la cintura para abajo, el menor estaba totalmente desnudo y a su merced.

Soltando la carita del niño y bajando sus manos de su cuerpecito, el adulto desabrochó su cinturon de cuero y bajó sus pantalones de mezclilla, una polla negra y gorda salió disparada al ser liberada y golpeó las nalguitas del niño.

Los labios del hombre se separaron del menor.

El tío Albert sonrió al ver la carita de su sobrino, sonrojada y jadeante.

—Mírate, campeón ¿Listo para que tu tío sea amable con tu culito tierno?

—¡No!

El gemido del niño al sentir el agarré brusco de sus nalgas a manos del hombre fue sonoro.

El hombre pegó su rostro al cuello del infante, raspando con su barba y chupando la piel.

—Di la verdad, campeón.

—¡No!

El gemido del niño hizo que el hombre se riera.

Le dio la vuelta al infante, acostando la espalda del niño en su abdomen y su cabecita en su pecho, las piernas del menor fueron tomadas y levantadas por el adulto, dejando expuesto su culo rosado.

El agujero estaba fruncido y ligeramente abierto, de su interior, algo traslúcido se escurría.

—Veo que alguien se estuvo preparando para mí.

La voz ronca del tío Albert hizo que él menor gimiera.

—Tío.

—Dime, campeón ¿Quiéres algo?

El hombre agarró su polla negra y larga, dando leves golpecitos en el agujero fruncido de su sobrino.

El niño sintió la carne caliente del adulto jugar cerca de su ano.

—Tío, no juegues.

—No lo entiendo campeon, ¿Hay algo que estoy haciendo mal? ¿Por qué no me lo dices?

El niño gimió y puso sus manos en los antebrazos del hombre, apretando con sus deditos la carne curtida.

—Tío debe meter su pene en mí.

—¿Lo quieres, campeón?

La punta del glande morado del adulto se presionó contra el agujero fruncido del niño antes de alejarse, el proceso se repitió varias veces.

El pene parecía estar listo para entrar, pero retrocedía antes de dar el último empujón.

—Por favor, tío, lo quiero.

—Lo tendrás, pequeño bribón. Recibe toda mi amabilidad de hombre.

La punta del glande presionó el agujero rosado antes de introducirse con fuerza, lentamente, la piel del culo del niño se ensanchó, dejando pasar el resto de la carne negra del pene del hombre.

Las venas relucían en la piel del miembro viril y el tronco estiraba la carne hasta casi romperla.

—Se siente bien.

La voz del niño era suave y etérea, el hombre besó su cabello mientras metía más de su pene.

—¿Te gusta? Son 25 centímetros de pura carne varonil, te sentirás muy bien con ella.

La voz grave del adulto hizo gemir al niño.

El culo rosado se había puesto rojo, y el agujero estaba abierto totalmente.

La carne del hombre siguió entrando hasta que los testículos tocaron las nalgas del niño.

Se escuchó un gemido por parte de ambos y como sus respiraciones acaloradas acompañaban el silencio.

—¿Cómo te sientes ahora que tienes todo el pene de tu tío en ti, campeón?

El niño suspiró y apretó sus manitas en los brazos del adulto.

—Tan lleno y caliente. Me gusta.

El pene del hombre salió y entró suavemente en un vaivén lento.

—¡Ah!

El pequeño soltó un grito al sentir como su ano se abría y cerraba de nuevo.

Aquel pene estaba forzando sus paredes internas y tocando sus nervios anales.

Las descargas de placer hicieron llorar al niño.

—Tío Albert, más.

—Como gustes.

El pene del hombre salió hasta mostrar el glande, toda la carne palpitante, larga y grande estaba llena de lubricante, las venas relucían en el relieve de la piel, luego, todo ese miembro viril entró de nuevo en el agujero tierno del niño.

Cada centímetro de los 25 del hombre hundiendose con crudeza.

Los testículos golpearon las nalgas del niño.

—¿Te gusta? —preguntó el hombre moviendo sus caderas, usando sus piernas para impulsarse.

Su pene negro entraba y salía del ano del niño con diligencia, ni muy rapido ni muy lento.

La cara del infante era de sorpresa. Baba se escurría de su boca abierta mientras lloraba de placer.

—Es muy grande, tío.

—Pero tu culito lo recibe muy bien.

El niño miró hacia abajo notando el falo de carne adulto salir y entrar por su agujero, el tamaño de aquel pene en contraste con su trasero hizo feliz al menor.

—Lo amo, tío.

—Me alegra escucharlo, porque no puedo esperar a darte más.

La velocidad de las penetraciones aumentaron y el vaivén diligente se tornó tosco.

El pene negro entraba y salía a gran velocidad mientras los testículos del hombre saltaban entre sus piernas, el cuerpo del niño subía y bajaba ante cada arremetida.

Cada penetración más profunda que la anterior.

—¡Tio, más!

—¡Lo haré, campeón!

Las penetraciones se volvieron erráticas, el culo del niño estaba rojo por la ficción y el ano había empezado a soltar todo el lubricante que tenía dentro, escurriendose en las piernas peludas del hombre.

La entrada de la casa se abrió y un hombre a finales de sus veinte se quedó de pie consternado.

Desde su posición, podía ver la espalda de su hermano sentado en el sillon, pero en vez de estar relajado, estaba moviendose al vaivén de algo.

Los gemidos infantiles y el choque de pieles hizo enojar al hombre.

Sin atreverse a interrumpir, el adulto esperó hasta que su hijo y su hermano terminaran.

El niño escuchó el ruido de la puerta y sabía que su padre estaba aquí.

Su tío Albert estaba abrumado por penetrar el culo de su sobrino y no prestó atención.

El pene del hombre se hundió con fuerza, el glande se ensanchó y liberó el semen acumulado.

El adulto dejó caer su cabeza hacia atrás, sosteniendo las piernas de su sobrino con fuerza, su pene se llenó de más sangre y el semen fue expulsado a borbotones.

Los jadeos del tío Albert fueron sonoros mientras dejaba al pequeño descansar en su regazo.

Un carraspeo hizo que el hombre mirara hacia atrás.

Al ver a su hermano, el tío Albert no se asustó.

Se limitó a sacar su pene del culito abierto de su sobrino y dejarlo descansar.

Se puso su pantalón y calzado, sonriendo a su hermano.

—Perdona el desastre. Vendré otro día y hablamos.

El hombre lo despidió con la mandibula tensa.

Cuando su hermano se fue, el padre observó a su hijo dormir.

—No te salvaras de esto, bebé.

Tomó al menor y lo llevó a la bañera para limpiarlo.

Después de una hora de baño, el hombre y él niño estaban en el cuarto, uno encima del otro, el pequeño ahora despierto.

Las manos amasaron la carne tierna a través del video mientras la silueta de un niño estaba a la vista.

El trasero expuesto, las nalgas abiertas como dos pares de melones, redondeadas y firmes, en medio, un pedazo de carne viril de 23 centímetros.

Era un pene tosco, de glande ancho y gordo, el grosor era de tres pulgadas y el tronco marrón estaba lleno de venas.

La piel blanca del niño se tornó rosada mientras la punta del pene del hombre forzaba su entrada.

El agujero pequeño y tierno se abrió como una flor dejando que el glande se amasara en su interior.

La piel del miembro masculino fue tragado lentamente por el culito infantil de su amante, escuchando sus gemidos bajos.

—Papi, duele.

El hombre sostuvo bien su camara con una mano, mientras con la otra guiaba la cintura de su retoño para penetrarlo mejor.

Los centímetros de su envergadura venuda entraban con lentitud, cada vena hinchándose a su paso por el ano rosado.

—Silencio, bebe, pronto entrará todo y te sentirás mejor.

La voz del hombre fue apacible, guiando el trasero de su hijo hacia atrás, forzando su pelvis hacia adelante y metiendo su pene hasta el final.

—¡Que rico! —suspiró el hombre areecostando sus testículos en las nalgas de su hijo, el pequeño se removió en la cama, acostado bocabajo con el culo en alto.

—Papi, me siento lleno.

La voz del menor hizo despertar al hombre de su ensoñación.

Mirando hacia abajo, el agujero rosado de su hijo había sido abierto por su pene de gran grosor.

Las nalguitas redondas estaban apresando el contorno, resistiendo aquel tamaño.

Se podía ver como la piel era estirada con fuerza, el tamaño del trasero del niño era muy pequeño, el pene era el doble de grande que el ano del menor, causando que el contraste entre el culito tierno y el pene adulto fuera mayor.

La carne adulta dio un suave empujón, el hombre primero sacó el miembro viril suavemente, como una masa de músculo y venas lista para ser usada, luego, el pene volvía a entrar, el ano del niño abriéndose con fuerza, formando una rosa de carne roja.

La primera penetración fue intoxicante.

—¡Duele!

—¡Se siente tan bien!

El contraste de palabras siguió al duo padre e hijo durante varios segundos.

El pene entraba y salía con desgana, como si no tuviera prisa.

El agujero del niño se abría y cerraba en cada penetración.

La carne roja se había hinchado formando una almohadilla de piel que goteaba presemen de su amante.

El pequeño tenía la cara oculta en la almohada, soltando gemidos.

—Papi, tu pene es muy grande.

El hombre sonrió coqueto.

—No tan grande como el de tu tío.

El niño se removió al sentir el golpe de piel seco.

La cama rechinó y un silencio cubrió la habitación.

—Papi, yo…

—No digas nada.

El hombre tenía los párpados entrecerrados y la mandíbula apretada.

Sacó su pene y lo metió con fuerza de nuevo.

La carne abrió el culo rojo con dureza, haciendo que la almohadilla de piel se hiciera más grande, como un agujero ovalado.

—Duele, papi, más suave.

—¡No!

El hombre volvió a golpear con rudeza, la cama rechinó y se escuchó el golpe de piel.

Las nalgas del niño fueron aplastadas por la pelvis de su padre, el pequeño gimió al sentir todo el poderío de su Papá.

—¡Eres tan fuerte, papi!

—¡Lo soy!

El hombre inició las penetraciones, saliendo con ímpetu y entrando con magnanimidad.

No era un hombre siendo suave, solo un adulto disciplinando a su hijo.

—Papi, más despacio.

—Tu tío no fue suave contigo, bebé.

El niño gimió al escuchar el reclamo de su padre.

Su tío Albert había tenido sexo con él de la misma manera que lo hacia su padre.

Con dureza y sin compasión, la razón, era un niño que merecía las atenciones de hombres varoniles.

No se resistió, el pequeño se dejó usar por su tío hasta que el hombre terminó satisfecho, con su leche goteando de su culito tierno.

Cuando su padre se enteró, terminó en donde estaba ahora, a su merced.

—Duele, papi.

—Ya sabes que hacer si te duele.

El niño recordó sus palabras y como pudo llevó sus manitas a su trasero.

Un pene gordo y macizo entraba y salía con fuerza, manchando las sabanas con liquido presiminal y lubricante.

Las venas bombeaban sangre y el glande se endurecia para facilitar la penetración profunda.

En el interior del ano del niño, las paredes se hacian más grandes, el ducto rectal pasó de ser casi un circulo aplanado a un cilindro ovalado, abierto hasta sus limites, recibiendo en cada arremetida el pedazo bestial de un hombre.

El pequeño agarró sus nalgas y las abrió de par en par, exponiendo su agujero rojo adolorido.

El padre pasó su mano libre por la zona, causando un escalofrío al menor.

Apretando con el pulgar la carne bulbosa, un liquido transparente se escurrió de su interior.

El hombre chupó su dedo disfrutando del sabor y sonrió con sorna.

—Pequeño mentiroso, estás bien lubricado ¿Cómo es que te duele tanto el pene de Papá?

La voz burlona del hombre hizo gemir al pequeño, miró a su progenitor mover sus caderas en consonancia con sus embestidas.

En una de sus manos sostenía una camara y con la otra recogía el lubricante de su ano para chuparlo.

Aquellos labios rojos adultos eran hipnotizantes para el menor.

—Duele mucho papi, papá esta enojado conmigo.

El niño habló en voz dulce volviendo a enterrar su rostro en la almohada.

El hombre dejó de grabar justo cuando su polla se enterró desde la punta del glande hasta la base del tronco en el interior del niño.

Luego, el adulto se subió a la cama, encima de su hijo, presionando con su musculatura la pequeñes de su retoño.

Los labios rojos del hombre mordieron la carne tierna y chuparon su cuello.

La lengua adulta pasó por los labios del menor, mientras la figura del hombre se encorvaba, continuando con su trabajo de penetrar a su hijo.

—Bebé, Papá solo te esta castigando, has sido un niño malo.

—¡No!

La voz del menor hizo reir al hombre.

Metió su pene en el agujero abierto de su hijo y besó sus labios.

Le escuchó quejarse y resistirse, pero solo bastó un ronroneo ronco del hombre para que el menor se rindiera a su cuerpo.

—Tan dulce, mi bebé.

—¡Papi!

Ambos tenían sus cuerpos juntos, con la piel tigreña del hombre contrastando con la piel blanca del niño, el pene de 23 centímetros estaba hundido hasta lo más profundo del culo del menor, presionando con el glande la pequeña próstata.

—Duele papi, se siente raro.

—No es dolor bebé, esto que sientes es amor. El amor de Papá.

El glande se ensanchó y semen salió disparada de la punta. Chorros tras chorro fue liberado inundando las profundidades del culito tierno del niño.

La carne bulbosa se abrió ante la presión del semen acumulándose, y de una esquina, la leche paterna chorreó como un manantial. La carne roja se volvió blanca, bautizada por el calor del hombre. El pene del hombre se desinfló en el interior de su hijo.

—Papi.

—¿Prometes no dejar que tu tio te haga el amor, bebe?

El niño sintió el beso húmedo de su padre y sonrió feliz.

—Prometo que solo haré el amor con Papá.

El hombre miró los ojos de su retoño y notó la mirada maliciosa, el adulto negó entendiendo.

—Pequeño travieso, más vale que tu tío no te deje cansado cuando yo rinda cuentas contigo.

—Nunca, papi.

El pene del hombre se llenó de sangre de nuevo, listo para continuar, los gemidos de ambos llenaron la habitación durante dos horas más.

Luego, el padre envió el video de su hijo recibiendo su polla a su hermano.

Gracias por leer. Si deseas charlar, tengo telegram.

@Remaster64TL28

2 Lecturas/21 noviembre, 2025/0 Comentarios/por Remaster64
Etiquetas: baño, hermano, hijo, madura, mayor, padre, sexo, tio
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