Escuela para aprender a follar IV
Marque mis dedos en sus glúteos bombeando su culo, las paredes de su ano que estaban unidas al tronco de mi verga siguieron el recorrido de mis vaivenes hasta que de una estocada se la metí hasta el fondo, el escritorio tembló, su hermano a su lado observaba todo con lágrimas en sus ojos..
Con el agua escurriendose por mi físico masturbe mi hombría en un vaivén lento, mordí mis labios cerrando los ojos, un recuerdo de aquel niño en el cuarto provocó que gruñera, mi piel se tornó roja, la sangre se agolpo en mi glande, cada músculo vibró en éxtasis, el deseo nublo mi mente causando que el iris de mis ojos se tornará turbio.
«¡Maldita sea!» gemí ronco apretando la base de mi verga, termine de bañarme con una erección que no se iba.
Saliendo de la ducha desnudo recorrí la estancia con mi andar dominante, limpie mi cuerpo con una toalla escuchando la puerta ser tocada, suspire mirando la hora en el reloj de la pared antes de abrir.
Un niño de once años, de ojos verdes y pelo castaño me observaba con la boca abierta.
«¿Qué quieres?» Interroge en tono grave, el joven apreto sus labios, respiró hondo antes de acercarse y tocar mi verga erecta.
«Me gustaría ser tu discípulo» confesó con la voz aguda, sin tiempo a reaccionar lo tome del brazo, la puerta se cerró de golpe.
Tirado en el piso estiré los músculos de mi cuello antes de quitarle la ropa, acercando mi rostro al cuello del chico susurre unas palabras de advertencia.
«Ni se te ocurra escapar» el chico asintió temblando, después pego un grito, mordí su cuello sacándole la ropa a tirones, como llevaba el uniforme era cuestión de quitarle los botones de la camisa y tirar hacia abajo el pantalón, estaban fabricados para facilitar el sexo.
Con lágrimas en sus ojos el menor tocó el lugar en el que había encajado mis dientes, sangre se escurrió mientras este llorarába.
Una sonrisa surco mis labios, el menor retrocedió mientras me acercaba al acecho, pidió piedad con su voz temblorosa.
«¡Porfavor detente! ¡Así no!» gimió, agarre sus extremidades atrayendolo hacia mi, pego un grito el cual calle con una de mis manos, le di la vuelta levantando su culo, aquel ano rosado me tentaba a romperlo en pedazos, pase mi lengua rasposa por el agujero saboreando la esencia morbida del menor.
Con cada fibra del cuerpo a flor de piel acerque mi hombría a su agujero, mi glande habia crecido varios centímetros teniendo una gran cabeza, mire las pupilas contraídas que brillaban con odio y miedo antes de forzar mi verga en el niño.
Sus lloros fueron ignorados, introduje cada parte de mi hasta que mi glande tocó su abdomen sobre la piel expuesta, volví a su cuello encajando mis dientes en su hombro, cada grito solo provocaba que mis embestidas aumentarán, la sangre en mi paladar, el líquido caliente que se escurría del culo del chico, su piel temblorosa, la manera en que parecía maldecirme con sus ojos, todo de el me encantaba.
«Pero no es lo mismo» pensé desilusionado, agarre con fuerza las caderas del chico, respire hondo preparando mi cuerpo, el niño encajo sus uñas en la alfombra tratando de separarse de mi, mis dientes se mostraron con manchas rojas.
«Es muy tarde enano»me reí de su desgracia estrellando con ímpetu mi verga en su agujero, sangre salpicó mis huevos mientras dejaba que el placer inundará mi cuerpo, corrientes eléctricas recorrían mi espina dorsal mientras la piel desgarrada acariciaba mi glande, el contorno del ano estaba al rojo vivo dándome un morbo increíble.
Enterrando mis dedos en la piel del chico force su cuerpo hacia mi en embestidas bestiales, sus lloros se volvieron quejidos ahogados, se había quedado afónico, su respiración se tornó errática mientras enterraba su cara en la alfombra, varias veces lo escuché toser mientras se forzaba a aguantar, martille sus intestinos hasta escucharlo vomitar, toque su abdomen y sintiendo la cabeza de mi verga en su piel, moví mi verga en círculos en su interior escuchando como pegaba un grito.
Cerrando los ojos respire el aroma salado y potente de mis axilas, me deleite con el calor de su carne y deje que mi verga se llenera de sus fluidos anales. Cada músculo se tenso mientras el cuerpo del chico tenía marcas violetas en donde mis dedos habían rozado, hambriento de más le di la vuelta, su cara era un asco, lleno de su propia comida y saliva, el olor era fatal, pero mis ojos calleron en sus pezones, el pareció entender y trato de cubrirlos con sus manos.
Moví mi verga golpeando su prostata con fuerza provocando que pegara un grito, luego ataque sus botones rosas, sin miramientos mastique cada uno a mi deleite, la piel se rompió mientras escuchaba la voz seca del menor, chupe la zona hasta dejar moretones, mis dientes quedaron marcados alrededor de sus tetillas, luego lamí su ombligo y el alrededor de su abdomen por donde mi verga se impregnaba.
El chico dejo salir un gemido cuando me detuve, mire la hora en el reloj y suspiré, saqué mi verga llena de sangre, agarré mi toalla y fui al baño a limpiarme.
Después me puse mi ropa deportiva, pase de largo del cuerpo moribundo del chico tomando mi teléfono, marque un número, siendo atendido de inmediato.
«Vengan por el niño y limpien el desastre» ordene, salí del cuarto sin volver a ver al muchacho.
«¡Malditos maricas! ¡No aguantan nada!» gruñi, llegue al gimnasio viendo a mis compañeros ayudar a unos chicos a estirar sus cuerpos.
«Llegas tarde Terry, por tu cara el sexo estuvo fatal» se burló Gabriel.
«Deberías rendirte, ningun nene puede aguantar nuestra forma salvaje de follar» dijo Louis, un chico se le acercó y le susurró algo al oído.
«Ya vuelvo» tomando la mano del infante se fueron a la oficina.
«No quiero sus opiniones al respecto» exprese mirando a mi otro compañero, el levantó las manos.
«Relájate hombre, solo digo que deberías hacer caso al director y buscar a un tipo de tu edad, o un chico como Lee, parece loco por ti, y tiene un buen culo» murmuró con la cara morbosa el adulto, un chico le miró la verga erecta y le sonrió, mi compañero se acercó al menor restregandole su hombría.
Pronto empezó a mamarsela mientras el resto les miraba.
Suspiré cerrando los ojos, unas manos recorrieron mis piernas, abrí los párpados encontrando a dos chicos a mi lado, se veían de 8 años cada uno.
«Señor ¿Puede desvirgarnos por favor?» Hablaron con la mirada brillante, mi sonrisa pareció gustarles.
«¡Vamos!» les ordene dándome la vuelta.
Apenas entrando a la oficina los obligue a desnudarse, cada uno se arrecosto boca arriba en el escritorio, levantaron sus piernas exponiendo sus anos, Louis bombeaba el culo de un chico en el sillón mientras lo besaba, me miró un momento antes de seguir con lo suyo.
Saqué mi verga erecta y apunte al primer agujero, de una embestida force mi entrada en el, el chico gimió de dolor, pero no pudo hacer nada, cada arremetida de mi verga le sacaron quejidos que fueron intensificandose mientras más se tensaba, sus paredes anales trataban de sacarme, sin embargo solo aumento el ímpetu de mis penetraciones hasta romper la piel interna, escuché sus lloros mientras el hermano temblaba, mis ojos se fijaron en el cuando intento levantarse.
«Hazlo y tu hermano la pagará» amenace, el asintió quedándose quieto, acelere mis embestidas marcando mis dedos en la piel del joven, pellisque sus pezones hasta que se le hincho la piel, mantuve el ritmo de mi vaivén hasta que el sonido de carne rompiéndose de golpe se escuchó por toda la sala, Louis incluso volteo a ver por el ruido, saqué mi verga del agujero del chico y mire mi obra de arte.
Con espasmos dolorosos el agujero del menor presentaba una herida profunda que se extendía de su ano hasta la próstata, como una grieta, suspiré sabiendo lo que significaba.
«Te salvaste por esta vez» comenté con la voz ronca mirando a su hermano, este pareció entender lo que le haría, cerró los parpados cuando mi verga arremetió en su agujero.
Respire hondo deleitándome con el llanto de los niños, deje que mi hombría le follara hasta que su piel sangrara, sin embargo el chico a diferencia de su hermano estaba menos tenso, algo que me permitió empotrarlo con mayor facilidad.
Le sonreí viendo como mi verga jalaba el contorno de su ano hacia fuera, mi sonrisa se extendió cuando de una sacada parte de la piel de su ano se estiró tu, el chico pego un grito, pero lo calle con mi mano, la carne adherida a mi verga era placentera.
Mientras mis embestidas se volvían erráticas sudor cubría mi cuerpo, cada gota caía en la cara del chico, este tosía ahogándose con el, le di la vuelta manchandolo con mi líquido corporal, marque mis dedos en sus glúteos bombeando su culo, las paredes de su ano que estaban unidas al tronco de mi verga siguieron el recorrido de mis vaivenes hasta que de una estocada se la metí hasta el fondo, el escritorio tembló, su hermano a su lado observaba todo con lágrimas en sus ojos, el chico debajo mío solo se quejaba en voz baja, parecía no querer mirar lo que le hacía.
Antes de forzarlo a abrir sus párpados la campana de cambio de clase sonó, gruñi molesto dejando de moverme, de un tirón saqué mi verga, la piel pegada se estiró hasta ser descorchado de mi glande, fue satisfactorio sentirlo, tome mi ropa sucia y me la puse.
«Iré a descansar a mi cuarto, no quiero saber de trabajo» explique con una mirada de odio, Louis asintió sacando su mano del agujero abierto de su pequeño, lamió sus dedos llenos de semen antes de despedirme.
Llegue a mi habitación cansado, tire mi ropa al canasto y me bañé, note que algunos pedazos de piel se habían quedado en mi verga por lo que los quite con una buena lavada, luego me seque.
Me puse un suspensorio y acosté en la cama, cerré los párpados dejando que los malos recuerdos se fueran.
«Ninguno sirve, como los odio» me queje con un gruñido, cuando era más joven había muchos buenos prodigios en la escuela, chicos que eran incluso más agresivos que yo en el sexo, pero todos sin excepción fueron tomados por el colegio de la industria porno, incluso mi preferido había sido llevado por ellos.
«Culo traidor» susurré dejando que mi mente descansará.
No supe que hora era, pero ya había caído la noche, la puerta de mi cuarto era tocada con insistencia, caminé a paso lento hacia la entrada, abrí topándome con una grata sorpresa.
«Pequeño, has vuelto, eso significa que no te has rendido» murmuré con la voz ronca, Jeremy sonrió mirando mi verga ponerse dura.
«Estos días he estado preparándome, por favor, déjeme intentarlo, quiero ser su discípulo» pidió con aquella mirada encantadora, algo dentro de mi vibro salvajemente, tome su brazo metiéndolo a mi cuarto.
Continuará…
Gracias por haber leído hasta aquí.
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Hasta pronto.
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