Escuela para aprender a follar VI
Las palpitaciones de su culo fueron un deleite para mi verga, cada arremetida sacaba restos de semen y orina que habían quedado, desde cierto ángulo se podía ver como mi glande se marcaba en su abdomen cuando lo penetraba con fuerza..
Mi físico acarició el contorno de un pequeño cuerpo que se amoldaba a mis músculos con parsimonia, toque la piel tersa de aquel infante mientras mis párpados se abrían, lo primero que note fue el rostro de Jeremy chupando mi pezón izquierdo, recorrí mi vista por todas las marcas que le había hecho, mi verga pálpito entre sus nalgas, me excitaba saber que todos observarian los moretones y los dientes plasmados en su piel anunciando lo que nadie pudo, tener sexo conmigo.
Acerque mis labios a su cuello besando la zona, mi mano derecha agarró su pierna levantándola y con la izquierda dirigí mi miembro erecto a su agujero, no era necesario lubricar ya que seguía húmedo por todo lo ocurrido la noche anterior.
Con un movimiento pélvico metí de una mi polla haciendo temblar el cuerpo del pequeño, este se removió despertando, pero mientras lo hacía empecé con las penetraciones.
«¡Maestro!» gimió el niño sintiendo mi poderío en su ser, apretó sus dedos en mis bíceps mientras mi rostro se mantenía oculto en su cuello.
«Silencio pequeño, es solo sexo matutino, te ayudará a tener energías» comenté morboso, el chico solo asintió dejándose llevar.
Las palpitaciones de su culo fueron un deleite para mi verga, cada arremetida sacaba restos de semen y orina que habían quedado, desde cierto ángulo se podía ver como mi glande se marcaba en su abdomen cuando lo penetraba con fuerza.
Cada respiración, su forma de gemir, incluso el calor que emanaban nuestros cuerpos en sincronía hizo que mis músculos vibraran en extasis, llevaba tiempo sin sentirme dichoso, finalmente tenía un pequeño con el cual divertirme a placer, no podía evitar adorarlo como un objeto preciado.
Solté un gruñido imaginando lo que harían los otros profesores cuando supieran que ya había sido desvirgado, mordí su cuello reabriendo la herida de antes, Jeremy solo suspiro antes de acariciar mi cabello.
«¡Maestro!» gimió el chico.
«¿Te gusta pequeño? ¿Adoras lo que hago con tu cuerpo? Mi polla en tu culo, taladrandote hasta golpear tus intestinos, morderte para demostrar a los demás con quién estuviste» murmuré con la voz ronca.
«Disfruto su verga follandome profesor Terry, cada vez que me muerde desearia que nunca me soltara, cada roce de su hombría en mi interior es un deleite, por favor siga» susurró el chico con la voz perdida, parecía sumido en un trance de placer.
Sonreí aumentando las embestidas, sostuve su pierna al aire dejando que mi verga entrará con un mejor ángulo, cada parte de mi hombría se restregaba en su interior, era un placer continuar con lo dejado en la noche anterior, no había sido un sueño, era real.
«Mi polla quiere mucho tu culo pequeño» gruñi jugando con la oreja del niño, Jeremy apretó su culo en mi pelvis haciendo que en un movimiento mis testículos entrarán en su ano.
«Yo tambien lo quiero mucho profesor Terry» gimió el menor restregando su trasero en mi, cada gesto hacia que cosquillas vibraran en mi cuerpo, no recordaba lo placentero que era tener mi verga con mis huevos metidos en su culo.
«¡Que delicia pequeño!» grite encantado, cambie las posiciones poniendo boca arriba al menor, abrí sus piernas lo mejor que pude y levanté mi cuerpo para tener mayor acceso a su agujero, mi espalda se estiró hasta cubrir todo su cuerpo, algo que pareció gustarle ya que sonrió morboso.
De una embestida volví a meterle mi hombría lo cual recibió con un gemido ahogado, con potentes penetraciones hice rechinar la cama, el vaivén de nuestros cuerpos creaba una fricción placentera para nuestros cuerpos.
El sudor volvía a bañarlo en grandes cantidades lo cual disfrutaba abriendo la boca para saborear, una risa sardónica se escapó de mi al verlo hacer eso.
Seguí bombeando su agujero con gran cadencia mientras el olor a semen seco, sudor masculino y orina impregnaba nuestros cuerpos, era rancio, agrio y picoso, pero para mí era un recordatorio de lo que hicimos.
«¿Hueles eso pequeño? Es el aroma de nosotros» gruñi con la vista nublada por el deseo.
«Me gusta como huele, me recuerda a usted» comentó Jeremy con su mirada encantadora, cerré los párpados soltando una maldición.
«¡Vas a matarme pequeño!» grite emocionado, mis arremetidas seguían taladrando con fuerza su culo, pero a él no parecía importarle, seguía saboreando mi sudor y oliendo nuestro aroma a sexo, era perfecto.
Cambie de posición de nuevo mirando la hora en la pared, tenía que ser rápido antes de que las clases iniciarán, estando boca abajo puse parte de mi peso en mis brazos a cada lado del cuerpo del menor para acelerar mis penetraciones, este mordía la sábana escuchando el golpeteo de nuestras pieles.
«Suena bien ¿Verdad? Nuestros músculos danzando en un ritmo erótico ¿Te gusta?» Pregunte con la respiración entrecortada, el esfuerzo en mis embestidas era mayor, la intensidad de mis golpes era tal que tenía la cara roja, necesitaba aumentar la potencia si quería terminar antes, nunca me había atrevido a intentarlo por miedo a matar a mi pareja, pero Jeremy lo recibía tan bien que mis preocupaciones eran inexistentes con el.
«¡Amo el contacto de su piel con la mía! ¡Es música para mis oídos!» gimió el chico, la cama temblaba ante cada arremetida e incluso la madera crujía por mi peso.
Sintiendo el semen recorrer mis testículos hacia mi verga, tome el rostro de Jeremy para besarlo, mientras lo hacía exprimi hasta la última gota de mi semilla en potentes chorros, cada uno acompañado de un orgasmo que me obligaba a gemir entre besos.
«¡Joder! ¡Que delicia!» comenté mordiendo los labios del menor, su aliento con el mío se combinó mientras mi semilla salía a borbotones de su culo rojo.
A pesar de verse como el de los demás niños heridos, este tenía una capa de piel tersa, como si de una armadura delgada se tratara, solo pude admirar aquel ano mientras mi verga morcillosa salía de el cubierta de fluidos. Con la respiración entrecortada y una sonrisa nos levantamos.
«Ponte la ropa y vete, tienes clase en media hora» ordené caminando hacia el baño, estaba tentado en orinar de nuevo en su agujero, pero preferí dejarlo para después, no quería tener que escuchar que el niño apestaba por mi culpa, el olor podría ser muy potente en su piel.
«Sí, maestro» dijo el chico bajándose de la cama, apenas sus pies tocaron el piso cayo al suelo, levanté una ceja por lo sucedido.
«¿No puedes caminar?» Pregunte burlón.
«Es un calambre, se me pasará» explicó Jeremy sobando sus muslos, asentí con la cabeza entrando a bañarme.
Unos minutos después escuche la puerta de mi habitación cerrarse, suspiré en mi interior.
El agua escurriendose, limpiando los restos de aquella noche provocaron en mi una sensación de logro, sabía que aún existían niños capaces de aguantar, era cuestión de tiempo, pero al ser escasos, no soy el unico que los quiere.
Mi semblante se torno serio terminando de bañarme, con la ropa deportiva fui al gimnasio a trabajar, de paso comí algo en la cafetería por el hambre que tenía, esperaba Jeremy también desayunara.
«Buen día» saludé entrando a la oficina, Louis y Gabriel dejaron de charlar para mirarme.
«Parece que alguien tuvo buen sexo, mira esa sonrisa» comentó Louis.
«Incluso su cuerpo se ve brillante, como si hubiera mudado de piel» se burló Gabriel.
«Tengo un discípulo y folle con el»comenté bebiendo mi taza de café, mis compañeros me miraron sorprendidos.
«¿Encontraste un discípulo? Tienes que prestarmelo ¿Qué le hiciste? Cuenta con detalles»exigieron los dos, los ignore cuando escuché la campana de inicio de clases.
«Después les digo, si quieren que lo preste deberán conseguir a otros igual y llevarlos para el Gran Ordeñamiento este fin de semana» explique saliendo de la oficina, ellos ya habían entendído con mis palabras que jamás lo prestaría, era único.
El grupo de niños se me quedó viendo con morbo, sonreí empezando la clase de hoy, mis compañeros se unieron después dando indicaciones, mientras la mayoría corrían en la cancha tres pequeños estaban de rodillas sobre nosotros mamando nuestras vergas, todos tenían lágrimas en los ojos.
«¡Deja de llorar y chupa bien!» gruñí frustrado, pensaba relajarme con una mamada y terminé molesto, no podían aguantar mi verga follandolos sin que pidieran clemencia, tosian cada vez que la sacaba e incluso hacían arcadas que me quitaban el ánimo de continuar.
Apreté la cabeza del niño rubio hasta tener sus labios acariciando mis testículos pero tuve que soltarlo cuando note las contracciones en su garganta, lo aparte justo cuando empezó a vomitar, solté una maldición levantándome.
«¡Voy a descansar! ¡Cubranme!» pedí hastiado, Louis y Gabriel seguían penetrando las bocas de sus nenes con naturalidad, me hicieron una seña de aprobación antes de ordenarle al chico que me la estaba mamando que fuera a enfermería.
Caminando por los pasillos iba directo a mi cuarto, pero me detuve al notar la erección dolorosa en mi pantalón, necesitaba ayuda y esta vez tenía quién lo soportara.
Llegue a la clase de biología observando a los pequeños jugar con un dildo en sus culos, saludé al profesor John entrando al aula.
«Maestro Terry ¿Qué lo trae por acá?» Consultó el hombre de alta figura, tenía un bigote italiano y con su cuerpo tonificado era atractivo a su modo, sabía que debajo de su pantalón había una hombría de longitud descomunal, solo podía burlarme de sus discípulos por elegirlo.
«Presteme a Jeremy unas horas» pedí con la voz ronca, todos se fijaron en mi curiosos, el chico mencionado sonrió coqueto sacándose el dildo negro de su culo, se puso su pantalón acercándose.
«De acuerdo, no olvides enviar una justificación a mi oficina después » dijo John, acepte su pedido sacando a mi pequeño del lugar.
«Me alegra verlo maestro, extrañaba estar con usted» dijo el chico a mi lado, apreté mi verga erecta en mi pantalón.
«También mi polla te extrañó pequeño» murmuré, lo lleve a mi cuerto lo más rápido que pude, apenas entramos nos quitamos la ropa y lo levanté de las caderas.
De pie acomode sus piernas alrededor de mi cintura, junte mis labios con los suyos empezando a dominar el contacto, Jeremy volvió a jugar con mi cabello mientras mi verga se enterró en su agujero en un movimiento de mi pelvis.
Tomando impulso de mis talones hasta mis pantorrillas empecé a bombear su culo haciendo ruido en el suelo alfombrado, sostuve sus piernas con mis manos mientras lo dejaba caer con fuerza en cada embestida.
Sus gemidos ahogados en mis belfos era un deleite, aquellos ojos encantadores tenían reflejado mi rostro en ellos, su adoración a mi era tal que su aliento acariciaba mi barba en cada arremetida.
«Tienes tu culo muy abierto pequeño, el dildo hizo un buen trabajo» comenté pasando mis manos de sus piernas a sus glúteos, metí mis dedos en su ano abriéndolo aún más, mi verga tuvo libre acceso para acelerar las penetraciones.
«Quería prepararme mejor para usted, maestro» susurró el chico extasiado, mordí su hombro soltando un gruñido grave.
«Mientes, dejaste que el profesor John te lo metiera, luego ibas a permitir que jugará con tu ano como yo lo hago ¿Verdad?» Dije con la voz grave, mi tono amenazante fue callado por un beso del niño, este me miró con una sonrisa.
«El solo estaba preparandome para tener sexo, recuerde que todo lo que aprenda de otros profesores debo enseñárselo a usted» se explicó moviendo su culo al ritmo de mis penetraciones, maldije en lo alto caminando al cuarto sin sacar mi verga de su interior.
«De acuerdo, tu ganas, pero le diré a Lee que te enseñe a mamar vergas, no creas que tú agujero es suficiente para complacer a mi polla ¿Entendido?» Dije acostandolo en la cama, Jeremy asintió cerrando los ojos, sus dedos se entrelazaron con los míos mientras bombeaba su culo con fuerza.
«Lo que sea para hacerlo feliz» murmuró entre gemidos, una sonrisa surco mis labios antes de ultrajar su boca con mis labios.
«Vas a matarme» susurré entre besos, mi verga pálpito afirmando mis palabras.
Continuará…
Gracias por haber leído hasta aquí.
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